Su nombre es Warren Keelan y es capaz de detener el océano.
Solo el agua. El impulso. El impredecible giro. El segundo previo al harakiri final, cuando la ola se destripa a sí misma.
Este multi-premiado fotógrafo oceánico recrea estampas que me recuerdan al célebre grabado de Katsushika Hokusai, La gran ola de Kanagawa. Su cámara parece imitar el trabajo de los japoneses antiguos. Un australiano con sensibilidad zen.