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La inmerecida zona de sombra en torno a Stephen Stills

"Carry On"

«Carry On»

Condenado durante buena parte de su vida a cargar con la hipoteca de tener al lado al obligatorio Neil Young, a Stephen Stills, con una carrera tan larga y, en ocasiones, coincidente, se le juzga con demasiado rigor y sin la necesaria claridad. Aunque toca la guitarra mejor que Young —aunque con menos turbulencia—, tiene menos discos pésimos que el canadiense —especializado en combinar el oro con la basura— y lleva en la brecha desde comienzos de los años sesenta, todavía permanece en una inmerecida zona de sombra.

La discográfica Rhino Records, una de esas empresas por cuyos lanzamientos vale la pena seguir en el mundo, acaba de editar Carry On, una colección retrospectiva de 250 canciones de Stills en cuatro discos.

Entre los 82 temas del cofre hay mucho material todavía dorado pese a la condición de éxito del pasado —For What It’s Worth, con Buffalo Springfield, la fiera banda en la que coincidió por primera vez con Young; Suite: Judy Blue Eyes, con Crosby, Stills & Nash; Woodstock, con el gran supergrupo hippie Crosby, Stills, Nash & Young; Love the One You’re with, en solitario; Rock ’n’ Roll Crazies/Cuban Bluegrass, con Manassas…— y 25 piezas inéditas, entre ellas una jam-session con Jimi Hendrix, quien admiraba la técnica de Stills y le consideraba el mejor guitarrista de su generación.

Stills en un ensayo. Detrás, Crosby y Nash

Stills en un ensayo. Detrás, Crosby y Nash

¿Motivos que explican la permanencia de Stills en la segunda división? Van media docena.

Primero: no es fancy. Al contrario, se trata de un tipo clásico, hijo de militar, que nunca hizo demasiado caso al estilo de la formal informalidad de su colegas generacionales: por ejemplo, vestía bien («me gusta ir limpio y bien arreglado, no soy de esos que van por la vida como un roadie, que, al parecer, es el estilo que se lleva»).

Segundo: no es propagandista. Aunque siempre ha estado del lado correcto en las polémicas —es un activo militante en luchas sociales—, no se dedica a propagar sus causas.

Tercero: es sordo de un oído y, al no entender lo que le están diciendo, suele abusar de las imprudencias verbales.

"Stephen Stills" (1970)

«Stephen Stills» (1970)

Cuarto: es independiente y confía en el instinto. En 1970, tras concluir en Londres una gira con Crosby, Stills, Nash & Young —que estaban en el apogeo comercial de su carrera—, decidió quedarse a vivir en la capital inglesa («no me apetecía regresar para hacer el camino hacia música de mierda que concluyó con Hotel California«), compró una casa que tenía a la venta el beatle Ringo Starr y grabó su memorable primer disco en solitario, Stephen Stills, un intenso álbum de blues en el que invitó a tocar a, entre otros, Eric Clapton y Jimi Hendrix, que hizo en Good Old Times la última aparición musical de su carrera y moririría antes de que el disco fuese editado.

Quinto: la cocaína arruinó su vida, creatividad y finanzas a finales de los años setenta. Salió del lodazal gracias al apoyo de Young, con el que grabó Long May You Run (1976), del que se descolgaron David Crosby y Graham Nash.

Sexto: ha tenido muy mala suerte personal pero no se ha mostrado llorón en público. Uno de sus hijos, Justin, sufrió un grave accidente que le dejó tetrapléjico cuando hacía snowboard, y otro, Henry, padece síndrome de Asperger.

"Manassas" (1972)

«Manassas» (1972)

Si tuviese que indicar un sólo camino hacia el amor por Stills, sería otro producto de su intuición: el doble álbum Manassas (1972), uno de los discos más infravalorados de la historia y, para mí, el mejor de la década de los setenta junto con Layla and Other Assorted Love Songs, de Derek and The Dominos (Eric Clapton y unos amigos).

Obra de caminos cruzados —country-rock sideral, palpitación afrocaribeña (Stills empezó a tocar en clubes de mala muerte de Costa Rica, donde vivió durante la adolescencia), melancolía bluegrass…—, este es el disco que deben escuchar los muchos seguidores de los Black Keys si están interesados por saber de dónde proceden la intensa suciedad y el lamento penetrante del blues.

Ánxel Grove

Invasión de ‘biopics’ sobre estrellas del pop-rock (si los herederos lo consienten)

Arriba, Brian Wilson (izquierda) y Paul Dano. Abajo, Freddie Mercury (izquierda) y Sacha Baron Cohen

Arriba, Brian Wilson (izquierda) y Paul Dano. Abajo, Freddie Mercury (izquierda) y Sacha Baron Cohen

«Cuando miro o escucho el paisaje cultural de Occidente, tengo una sensación de familiaridad (…) La disonancia cognitiva es la ausencia de disonancia cognitiva. El shock es el shock de lo viejo», dice Simon Reynolds en en ensayo Retromanía, un libro dedicado a investigar por qué somos una sociedad obsesionada como nunca antes con los «artefactos culturales del pasado inmediato».

La tesis de Reynolds (buscamos atrás porque adelante no hay nada) se sostiene si nos asomamos al cine que viene. Los biopics sobre estrellas del pop y el rock llegan en estampida. Hay al menos media docena en fase de producción para aprovechar el tirón de lo retro y la conmemoración.

Sin embargo, en los afanes por explotar el fulgor del pasado siempre debe tenerse en cuenta a un arcaico componente: los herederos. Los réditos financieros que se obtienen de los cadáveres notables son razón suficiente para la gresca legal y los biopics sobre las estrellas han de pactarse con los propietarios de los respectivos legados, siempre dispuestos a proteger el capital postmortuorio. La batalla casi nunca es fácil.

En las cuatro fotos de arriba aparecen, a la izquierda, dos venerados ídolos, Brian Wilson, fundador y alma de los Beach Boys, y Freddie Mercury, cantante de Queen. Al lado de cada uno están los actores —al menos eso consta como profesión en sus declaraciones de impuestos— que los interpretarán en sendas películas.

Love & Mercy, en fase de preproducción, contará el triunfo y posterior descenso a los infiernos de Wilson, que será interpretado por Paul Dano, el inolvidable adolescente nietzscheano de Pequeña Miss Sunshine (2006). La película, que tiene el beneplácito del músico —habría que precisar que de sus representales legales, porque el pobre es poco menos que un títere indefenso desde hace varias décadas—, será dirigida por Bill Pohlad, a quien le permite meterse en proyectos alocados su condición de hijo de milmillonario (el empresario Carl Pohlad, el 102º más rico de los EE UU). Casi nada ha trascendido del biopic, cuyo guionista es para temer lo peor: Oren Monervan, que escribió la indigesta I’m Not There, el aburridísmo caleidoscopio de 2007 sobre Bob Dylan y sus avatares.

Una lectura igualmente complaciente es de prever en la película, aún sin título, sobre Mercury, que tiene el visto bueno de Brian May y los demás miembros vivos de Queen y del agente y manejador de los altísimos intereses económicos postmortuorios, Jim Beach, residente en la fiscalmente plácida Suiza. El papel protagonista será para uno de los reyes del paroxismo, Sacha Baron Cohen, y la dirección para un primer espada, Stephen Frears, que lleva camino de conseguir retratar para la pantalla a todos los próceres británicos. Lo último que ha trascendido de la producción, retrasada una vez y otra por tiras y aflojas sobre la historia y el maquillaje de la historia, es que la película podría estrenarse en 2014.

Arriba, Jimi Hendrix (izquierda) y Andre Benjamin. Abajo, Marvin Gaye (izquierda) y  Jesse L. Martin

Arriba, Jimi Hendrix (izquierda) y Andre Benjamin. Abajo, Marvin Gaye (izquierda) y Jesse L. Martin

En el caso de Jimi Hendrix, el posible biopic es el cuento de nunca acabar y no precisamente por falta de interés de los cineastas, que siempre han considerado tentadoras la figura fogosa y la corta pero eléctrica vida del músico nacido hace 70 años y muerto prematuramente hace casi 44. Los herederos de Hendrix, agrupados en la empresa Experience Hendrix LLC un holding montado por varios miembros de la familia del músico para administrar sus regalías e imagen tras largas y vengativas batallas judiciales dentro del clan—, no tienen la intención de permitir nada que se parezca a una biografía filmada.

La intransigencia del holding, presidido por Janine Hendrix, medio hermana del guitarrista, es belicosa. La película All Is By My Side, estrenada este año, narra el tiempo de fama de Hendrix —interpretado por el rapero André Benjamín, alias André 300—, pero la negativa de los herederos la ha convertido en una burla: en todo el metraje no se escucha ni una sola canción del biografiado porque los productores no consiguieron permiso.

Ha habido otros intentos anteriores que chocaron con el mismo problema (ni una nota de cesión de derechos musicales). Los apoyaban estrellas como Lauren Fishburne, Eddy Murphy, Will Smith y Prince.

La CEO de Experience Hendrix LLC ha declarado a Variety: «Cuando se ruede la biografía en cine de Jimi Hendrix lo controlaremos todo desde el principio».

También se han montado fogosas peloteras entre familiares-herederos y productores con Sexual Healing, el esperado biopic sobre Marvin Gaye que dirigirá Julien Temple. El hijo de cantante, cabeza de los herederos de un millonario legado, vetó del proyecto al músico Lenny Kravitz por considerarlo inadecuado para interpretar al rey del soul caliente en el film, que narrará su etapa más dura, a finales de los años ochenta: cocaína, depresión y adicción al sexo. El papel de Gaye ha regresado a una de las primeras opciones, el mucho más correcto y académico actor Jesse L. Martin.

Desde la izquierda, Jeff Buckley, Badgley Penn y Carney Reeve

Desde la izquierda, Jeff Buckley, Penn Badgley y Reeve Carney

El último capítulo de la guerra eterna entre productores de cine y gestores de los derechos de imagen de ídolos musicales tiene que ver con Jeff Buckley, el cantautor de registro angelical fallecido por ahogamiento en 1997, a los 28 años. Varios proyectos de llevar su corta existencia a la pantalla han chocado una y otra vez con los deseos de control de la madre del artista, Mary Guibert.

De las tres producciones sobre Buckley, una terminada y dos en marcha, sólo una tiene el permiso de la progenitora, que ha anunciado su intención de acudir a los tribunales para denunciar a las otras. En Greetings From Tim Buckley (Daniel Algrant, 2012) el papel fue para el sex symbol televisivo Penn Badgley. Para intentar meterse en el ajo y competir, Guibert ha apostado por autorizar Mistery White Boy, donde el trágico músico será encarnado por Reeve Carney, también músico. La madre será guionista-consultora.

Ánxel Grove

Canonizan como catalán al sin patria Roberto Bolaño

Con algunas fotos padeces. Es el caso. Padeces por los trenes no elegidos, por los trenes perdidos y por los trenes que se estrellaron contra la vida. Padeces porque preferiste el trato con otros navajeros, con otros sueños, que además has perdido por la incontinencia de la ruptura con todo y los sabrosos manjares del cinismo. Padeces, en fin, por no haber estado allí y, sobre todo, por no poder seguir estando.

El muchacho de las greñas —que ya debía andar por la treintena, pero algún bondadoso veneno de aquellos tiempos convertía a los treintañeros en adolescentes y a los adolescentes en ancianos— es Roberto Bolaño, de cuya muerte hospitalaria en espera de un hígado se cumplirán en unos meses diez años. ¿Cómo olvidarlo? Un maldito martes sofocante de julio de 2003, año de la cabra y de un terremoto de 7,6 grados en Colima, donde quizá Bolaño comió en sus años mexicanos cangrejo a la diabla y bebió zumo de coco fermentado para perder todos los trenes con matemática precisión

Roberto Bolaño, Girona, 1981 © Hereus de Roberto Bolaño

Roberto Bolaño, Girona, 1981 © Hereus de Roberto Bolaño

Las fotos —aprovecho para hacer constar, que luego vienen los líos, que todas tienen este copyright: © Hereus de Roberto Bolaño— son de la exposición Arxiu Bolaño, 1977-2003, inaugurada hace dos días en el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB) para demostrar dos cosas. Primera, que Bolaño, pese a lo que sus lectores sabemos (ácrata, antinacionalista, dinamitero de los nichos fronterizos y revelador de la bastardía de todas las patrias, porque sólo somos nacionales del camino, las bibliotecas y la errancia), era catalán.

No lo dicen así, a la brava, lo que tendría su gracia hooligan mosso d’escuadra, pero lo dejan claro: era catalán by heart, catalá de cor, vaya, porque en Cataluña empezó a escribir, actividad que, como sabemos, es muy tenida en cuenta por los negociados que se dedican a tramitar ciudadanías, sobre todo cuando el interesado es un notable y descansa en el cementerio.

Segunda, que hay derechos de autor para rato. Carolina López, la viuda del escritor y representante de sus herederos (por lo que sé, ella misma y los dos hijos de la pareja), escribe un revelador y detallado memorando en la nota de prensa que distribuye el museo: «Cabe advertir que de las 14.374 páginas que componen el apartado de originales, las inéditas incluyen 26 cuentos, cuatro novelas, poesías, borradores, cartas y escritos de vida. Por otra parte, en formato electrónico, de un total de 24.000 páginas los inéditos representan unas 300 páginas: 200 de narrativa y 100 de poesía».

¿Se han dado cuenta de las dos primeros términos del entrecomillado? «Cabe advertir». Ninguna palabra, eso también nos lo enseñó Bolaño, es inocente. Advertir es un verbo caliente (llamar la atención, aconsejar, amenazar…), tan caliente como el cangrejo a la diabla.

¿Bolaño como avatar de Jimi Hendrix, sometido de aquí a la eternidad a las versiones alternativas y los recortes? Quizá no debiera encerrar la frase entre interrogantes.

Roberto Bolaño a l’estudi del carrer Tallers Barcelona, c. 1979 © Hereus de Roberto Bolaño

Roberto Bolaño a l’estudi del carrer Tallers, Barcelona, c. 1979 © Hereus de Roberto Bolaño

A Bolaño le gustaban de verdad los temibles Suicide y Elvis Presley. En la última entrevista —no publicada por El Punt Avuí sino por la edición mexicana de Playboy—, le preguntaron:

— ¿John Lennon, Lady Di o Elvis Presley?
— The Pogues. O Suicide. O Bob Dylan. Pero, bueno, no nos hagamos los remilgados: Elvis forever. Elvis con una chapa de sheriff conduciendo un Mustang y atiborrándose de pastillas, y con su voz de oro.

También le preguntaron sobre la patria y se reafirmó en que conviene colocar bajo las vías del tren esos paroxismos.

— ¿Usted es chileno, español o mexicano?
— Soy latinoamericano.
— ¿Qué es la patria para usted?
— Lamento darte una respuesta más bien cursi. Mi única patria son mis dos hijos, Lautaro y Alexandra. Y tal vez, pero en segundo plano, algunos instantes, algunas calles, algunos rostros o escenas o libros que están dentro de mí y que algún día olvidaré, que es lo mejor que uno puede hacer con la patria.

Estas declaraciones no son mencionadas, por supuesto, en la ceremonia de canonización catalana de Robert Bolaño.

Tampoco aparece en las jaculatorias la contundente y navajera definición del nacionalismo que Bolaño pronunció, con parada intermedia en la obra de su querido Nicanor Parra (otro ácrata), en la conferencia El exilio y la literatura: «La segunda enseñanza del poema de Parra es que el nacionalismo es nefasto y cae por su propio peso, no sé si se entenderá el término caer por su propio peso, imaginaos una estatua hecha de mierda que se hunde lentamente en el desierto, bueno, eso es caer por su propio peso».

Vine a hablar de fotos y termino encochinado con el patrioterismo, la cosa chetnik…, lo siento.

Con algunas fotos padeces, decía. Me gustaría poder visitar la exposición de Barcelona; leer los despachos de prensa que Bolaño recortaba y atesoraba («Un poeta chileno ha sido muerto de hambre por su mujer», «Seis niños atraviesan el desierto en busca de cariño y de fútbol», destaca un cronista); saber de su iracunda felicidad en las décadas de mierda de neón e incubación de héroes miserables que nos tocaron; verlo en los vídeos manejando cigarrillos suicidas con el arte de un esgrimista y, al salir del CCCB —donde sólo la última letra te separa del territorio gulag de Stalin—, escribir en una bandera, cualquiera de ellas: «déjenlo todo, nuevamente. Láncense a los caminos»

Ánxel Grove

Literatura para enamorados 2 Manuscrit de Roberto Bolaño, juny 1979 Arxiu 24 – 121 © Hereus de Roberto Bolaño

Literatura para enamorados 2 – Manuscrit de Roberto Bolaño, juny 1979. Arxiu 24 – 121 © Hereus de Roberto Bolaño

Diorama / cuaderno primero  Manuscrit inèdit de Roberto Bolaño Arxiu 23 – 115 © Hereus de Roberto Bolaño

Diorama / cuaderno primero – Manuscrit inèdit de Roberto Bolaño. Arxiu 23 – 115 © Hereus de Roberto Bolaño

El Tercer Reich, mapa Manuscrit de Roberto Bolaño, 1986 Arxiu 17 – 83 © Hereus de Roberto Bolaño

El Tercer Reich, mapa – Manuscrit de Roberto Bolaño, 1986. Arxiu 17 – 83 © Hereus de Roberto Bolaño

Narraciones Manuscrit de Roberto Bolaño, 1980 Arxiu 18 – 94 © Hereus de Roberto Bolaño

Narraciones – Manuscrit de Roberto Bolaño, 1980. Arxiu 18 – 94 © Hereus de Roberto Bolaño

 

La única canción ‘negra’ que tocó Jimi Hendrix fue un hip-hop

Jimi Hendrix, Lightnin' Rod & Buddy Miles - "Doriella Du Fontaine"

Jimi Hendrix, Lightnin’ Rod & Buddy Miles – «Doriella Du Fontaine»

El gran reproche que persiguió a Jimi Hendrix durante toda su carrera fue el de hacer música para blancos. Algo de cierto hay en la crítica: basta ver el abundante material cinematográfico del músico para percartarse de que sus conciertos no eran raciales y uno debe esforzarse para encontrar en los auditorios pieles oscuras.

El fogoso guitarrista —un compendio genético del melting pot estadounidense— reunía ancestros que descendían de esclavos afroamericanos, indios cherokee e inmigrantes irlandeses, pero siempre mostró una personal predilección por los sajones. Los músicos de su grupo, The Jimi Hendrix Experience, era cien por cien blancos; eligió el Reino Unido para empezar a volar como estrella; sus muchas novias eran sofisticadas muchachas inglesas y, aunque era un gran intérprete de blues, despreciaba la gran música soul que medró en su tiempo.

¿Importa la circunstancia de un seminegro dedicado a engatusar exclusivamente a blancos? Desde luego no a estas alturas de película, pero en su momento era chocante tan clara laxitud racial y Hendrix fue el primero que se dió cuenta de lo que estaba perdiendo al renunciar a la pegada del soul, la eléctrica potencia del funk y la libertad creativa del jazz cuando, en 1970 y hacia el final de su corta carrera, montó el trío Band of Gypsys con dos grandes músicos negros, Buddy Miles y Billie Cox. Con ellos Hendrix hizo la mejor música de su vida.

También empezó a apoyar con donaciones económicas al Black Panther Party, cuyos dirigente le habían dado algún toque por su desentendimiento de la lucha racial.

En 1969, durante una sesión de ensayo de Band of Gypsys en Nueva York, por el estudio pasó a formalizar una visita de cortesía Lightnin’ Rod —luego se cambió el nombre por el de Jalal Mansur Nuridim—, uno de los miembros de The Last Poets, el colectivo de escritores radicales de Harlem que hacían hip-hop antes de que existiese el hip-hop.  El poeta traía unas notas caligrafiadas que narraban la tragedia de una prostituta de lujo. Hendrix (bajo y guitarra) y Miles (batería) estuvieron encantados de poner fondo musical al lírico.

La canción, Doriella Du Fontaine, que estuvo perdida durante años y fue editada finalmente por una discográfica pirata en 1992, muestra la única descarga funk de Hendrix y permite comprobar que, pese a lo que él mismo pensaba, el gran guitarrista sí sabía tocar como un negro.

Ánxel Grove

El regreso de Shuggie Otis, el niño prodigio del soul-rock sicodélico de los setenta

Johnny Otis y Shuggie

Johnny Otis y Shuggie

El hombre que posa con su hijo en la cabina de una estación de radio es Johnny Otis, que murió hace un año, poco después de cumplir 90 y justamente tres días después del fallecimiento de Etta James, la cantante a la que había descubierto y producido  el primer single, Roll With Me Henry (1951).

Apuntado inicialmente en los registros como Ioannis Alexandres Veliotes, Otis era hijo de griegos emigrados a los EE UU y dueños de un ultramarinos en Berkeley (California). El chaval destacó pronto como gran compositor y formidable adivino. Sus discos de la primera mitad de la década de los cincuenta, es decir, previos al advenimiento del rock and roll, prefiguran el género: es uno de los compositores, toca la batería y produce Hound Dog, cantado por Big Mama Thorthon en 1952 y copiado por Elvis Presley unos años después, y lo hace todo en el inmortal Willie and the Hand Jive (1958), una de las más incendiaras piezas de los años de la conmocción.

Pero no me interesa hoy hablar del padre, sino del niño que está en su regazo: Johnny Alexander Veliotes Jr., nacido en 1953, que también decidió pasar de la identidad griega y rebautizarse como Shuggie Otis.


Cuando era un adolescente de 14 años, Shuggie Otis ya frecuentaba, como guitarrista superdotado, las sesiones de estudio de algunos de los músicos que grababan en Los Ángeles para su padre. Entre 1969 y 1974 editó tres discos como solista con canciones propias que maridaban los ritmos funk, la calentura soul y los devaneos astrales de la psicodelia. Los dos primeros —Here Comes Shuggie Otis (1969) y Freedom Flight (1971)— son excelentes,  pero el tercero, Inspiration Information (1974), en el que toca él mismo casi todos los instrumentos, es uno de esos discos que resulta obligatorio escuchar antes de morir.

"Inspiration Information", 1974

«Inspiration Information», 1974

El álbum, que sigue manteniendo vigente su frescura y fue reeditado en 2001 por Luaka Bop, el sello de David Byrne, es un disco panorámico a la manera de los de John Coltrane, Jimi Hendrix o Sly & The Family Stone —desentendidos de la sujección a patrones de género y abiertos a cualquier fuente donde latiese el sentimiento—.

Además de la vibrante Inspiration Information, el álbum transita por la picardía de  Sparkle City, el clima sedoso y caliente de Outtamihead y la balada Island Letter. No es exagerado advertir que Prince considera el disco uno de los mejores de la historia de la música negra.

Shuggie vió como el éxito de sus grandes composiciones le sonreía a quienes las versionaban: Strawberry Letter 23 fue un hit mundial cantada y tocada por los The Brothers Johnson , que la introdujeron en las discotecas de medio mundo.

Foto reciente de Shuggie Otis

Foto reciente de Shuggie Otis

Nada apresurado y con tendencia a la reclusión, el músico rechazó una invitación a integrarse en los Rolling Stones durante una gira mundial y tampoco dió el beneplácito a la oferta del productor Quincy Jones para grabar un disco a sus órdenes.

Ahora se anuncia la edición —programada para abril— del disco perdido de Shuggie Otis, Wings of Love, una colección de canciones grabadas entre 1975 y 2000 que nunca cuajaron en álbum. Van a ser publicadas en un solo disco con una nueva reedición de Inspiration Information.

Aunque ha perdido rango vocal, el músico, que está de gira por Europa y los EE UU («llevaba demasiado tiempo encerrado en casa», ha declarado), sigue mostrando, según las crónicas, su riquísima técnica como guitarrista.

Ánxel Grove

Jimi Hendrix, cuatro años de carrera que duran una eternidad

Jimi Hendrix (1942-1970)

Jimi Hendrix (1942-1970)

Jimi Hendrix, el arrancador de sonidos nunca antes escuchados en una guitarra, saqueaba los tesoros de su Fender Stratocaster con manos enormes como palas. Le había dado la vuelta a un instrumento de diestros porque era zurdo: le cambió las cuerdas de orden y listo.

En sólo cuatro años se consagró como uno de los mejores guitarristas de todos los tiempos, sigue siendo venerado por adolescentes y mayores con una ciega fe cercana a la santidad. El negocio sigue creciendo cuanto más tiempo pasa: los herederos son famosos por sus continuos pleitos por los réditos y han montado un holding (Experience Hendrix LLC) cuya directora ejecutiva es una medio hermana del músico. Sacar dinero del pariente muerto es una tentación demasiado fuerte frente a labrarse un futuro propio: el siguiente eslabón de la cadena de ganancias será People, Hell and Angels, un disco anunciado para el 4 de marzo de 2013 con 12 temas que llaman inéditos (lo serán por las tomas de estudio, porque las canciones ya las conocemos), grabados por Hendrix con la mente puesta en el disco que iba a sacar cuando murió ahogado en su vómito, incapaz de cambiar de postura tras una sobredosis de barbitúricos.

En el 70º aniversario de James Marshall Hendrix (1942-1970) nos quedamos con la esencia, repasamos los únicos cuatro discos que editó en vida y el que dejó encarrilado pero inacabado. En la selección quedan fuera la montaña de álbumes póstumos, tomas alternativas, grandes éxitos, directos y grabaciones pirata que crecen como setas desde la muerte del artista a los 27 años.

La edición  británica y la estadounidense de 'Are you experienced'

La edición británica y la estadounidense de ‘Are you experienced’

1. Are You Experienced (1967). El grupo de laboratorio. Chas Chandler conoció a Hendrix cuando los Animals daban su última gira por los EE UU en 1966. Lo vio tocando un club de Nueva York con el nombre de Jimmy James y, convencido del talento del guitarrista de 24 años, le propuso viajar a Inglaterra con él.

El exbajista de los Animals se convirtió en mánager y productor de la Jimi Hendrix Experience, un grupo artificial que le daría empaque al líder para triunfar en el Reino Unido. Chandler escogió al guitarrista Noel Redding (1945-2003) como bajista de la banda y al batería Mitch Mitchell, dos músicos ingleses con experiencia pero sin una carrera sólida.

El disco (editado en mayo) se grabó en cinco meses, en medio de la gira por Inglaterra que los lanzaba como grupo y en la que presentaban tres singles: HeyJoe /Stone Free, Purple Haze /51st Anniversary y The Wind Cries Mary /Highway Chile; aprovechando al máximo los días sin actuaciones y en tres estudios diferentes. Are you Experienced sin embargo es un disco sólido que da sensación de unidad. Lleno de riffs explosivos, solos distorsionados, mezclas y sobremezclas, canciones como Foxy Lady, Manic Depression o Fire comenzaban a crear un paisaje de sonidos que Hendrix desarrollaría en los siguientes años.

Alcanzó el número dos de las listas británicas por detrás de Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, de los Beatles. En los EE UU comenzaron tímidamente a fijarse en Hendrix y en verano la banda tocó en el Monterey Pop Festival, en California. Fue la presentación en sociedad del músico, que quemó su guitarra al acabar la actuación.

Axis: Bold as love

Axis: Bold as love

2. Axis: Bold as Love (1968). «Aviones atravesando tus membranas y cromosomas». El éxito presionó al grupo para darse prisa en grabar otro disco, pero también funcionó para que el artista se diera cuenta de su capacidad como compositor y letrista, dos roles que había asumido como absoluto novato en Are you experienced.

En las sesiones de grabación se mostraba perfeccionista hasta la desesperación de Redding, Mitchell, el productor Chandler y los técnicos de los estudios Olympic de Londres. Todo ese empeño contrastaba con el caos vital: cuando la mitad del disco estaba terminado, Hendrix llevó los másteres a una fiesta y se los dejó en el taxi en el que volvía a casa. No aparecieron y hubo que mezclar el material a toda prisa otra vez.

Spanish Castle Magic (un homenaje al Spanish Castle, un club en el sur de Seattle que ciertamente se parecía a un castillo español y en el que tocó como músico para otras bandas) y la mística Little Wing (inspirada en sus impresiones tras el festival de Monterey y en la que usó un amplificador Leslie pensado para órgano eléctrico) eran casi las únicas canciones que la Experience tocaba en directo. El resto era demasiado complejo y no estaba pensado para los escenarios.

En una entrevista para un profesor universitario que investigaba sobre los aspectos sociales del rock del momento,  Hendrix describía así los nuevos sonidos de Axis, refiriéndose en particular a la canción que titula el disco: «Suena como si unos aviones atravesaran tus membranas y cromosomas (…) No queríamos usar cintas de aviones, queríamos que la música misma se adaptara».

Portada inglesa (desplegable) y portada estadounidense de 'Electric Ladyland'

Portada inglesa (desplegable) y portada estadounidense de ‘Electric Ladyland’

3. Electric Ladyland (1968). El caos. En la grabación del último disco de la Jimi Hendrix Experience la tensión crecía entre la estrella, su mánager y productor Chas Chandler y Noel Redding, que desde el disco anterior clamaba por ser reconocido como algo más que un mercenario, tanto en lo monetario y en lo artístico.

Hendrix llevaba a amigos y conocidos a las sesiones, que se alargaban y carecían de la disciplina necesaria para que el proyecto avanzara con normalidad. Chandler renunció y el guitarrista quedó al mando de la producción.

The Jimi Hendrix Experience

La Jimi Hendrix Experience en 1967

Las colaboraciones con músicos invitados al estudio se convertían en improvisaciones eternas que terminaban lejos de la canción en la que se trabajaba y Redding (que añoraba la visión simplista del comienzo de la banda) veía en las marañas electrónicas y los nuevos ruidos que el caos se apoderaba del disco. La relación empeoró cuando los invitados empezaron a apoderarse del bajo e incluso el propio Hendrix tocó el instrumento en algunas de las canciones.

Antes de terminar un tema, se apresuraba a empezar con otro. El abandono de Chandler dio pie a que se acumularan las cintas con una misma pieza grabada sin que nadie frenara los impulsos entusiastas de la estrella desbocada. Mike Jeffery (más interesado en el dinero que generaba el guitarrista que en la música) se convirtió en el nuevo agente y lo obligó a salir de gira para poder terminar la ruinosa grabación.

El resultado es un álbum de sonido pesado. Voodoo Child (Slight Return), Crosstown Traffic y la versión de All Along the Watchtower, de Bob Dylan, engrandecen un digno doble elepé con colaboraciones de Al Kooper (inolvidable organista de Dylan) Steve Winwood (de Traffic) y Jack Casady (bajista de Jefferson Airplane) entre los muchos que pasaron por allí. Otras canciones como Rainy Day, Dream Away o 1983… (A Merman I Should Turn to Be) reflejan el carácter de improvisación interminable que atacó a Electric Ladyland: el último disco de estudio que se editó con el músico en vida.

Hendrix con Billi Cox y Buddy Miles

Hendrix con Billi Cox y Buddy Miles

4. Band of Gypsys (1970). Sin la Experience. El único álbum en directo que publicó Hendrix es para muchos la única muestra de negritud del artista (cuyos ancestros eran pura mezcla, parte cherokee y parte irlandesa). Hendrix recibió durante su carrera amenazas de los Panteras Negras por considerar que renegaba de sus raíces y que era un vendido a los blancos. Si bien es cierto que todos los discos supuran blues y jazz en las mil maneras que tiene de acercarse a los estilos, Band of Gypsys es ciertamente el más cercano al rythm and blues y al funk. Además, tuvo por fin el privilegio de elegir a los músicos con los que tocó: el batería Buddy Miles —que escribe y canta dos de los seis temas— y el bajista Billy Cox. Noel Redding había dejado la Experience tras el accidentado Electric Ladyland y Mitch Mitchell también se unió al nuevo proyecto de Band of Gypsys.

Grabado en el Fillmore East de Nueva York en cuatro conciertos celebrados entre la noche de fin de año de 1969 y el día de año nuevo de 1970, la jhoya del disco es Machine Gun, dedicada a «los soldados que luchan en Chicago y Milwaukee y New York… ¡Ah, sí! Y a todos los soldados que luchan en Vietnam», en referencia a la violencia dentro y fuera de los Estados Unidos. La pieza es un ejercicio de tensión entre Hendrix y la guitarra que combina el encuentro sexual con la protesta antibélica.

'The Cry of Love'

‘The Cry of Love’

5. The Cry of Love (1971). Sin Jimi. Los últimos meses de Hendrix fueron inspiradores, pero también frustrantes. Estaba cansado de la obligación tácita de tener que tocar en cada concierto los grandes éxitos de la Experience, que le sonaban lejanos y de poco interés a pesar de haberlos compuesto hacía poco más de tres años. Otra de sus lacras personales era la demanda del público de sus números circenses: tocar con los dientes o con los brazos en la espalda, quemar la guitarra… Quería dejar atrás las acrobacias pero también temía que no quisieran otra cosa de él.

En la primavera de 1970 empezó a grabar de nuevo. Pronto tuvo tanto material que comenzó a pensar en un álbum doble al que llamaría First Rays of the New Rising Sun. Angel, Astro Man, Drifting y Belly Button Window estaban en la lista. También Dolly Dagger, dedicada a una de sus novias-groupie, Devon Wilson, que en una fiesta, tras sufrir Mick Jagger una herida en un dedo, le chupó la sangre con naturalidad.

Hendrix y su Stratocaster

Hendrix y su Stratocaster

Cuando Jimi Hendrix murió el 18 de septiembre de 1970, ultimaba los detalles del nuevo disco, pero aún quedaban muchas incógnitas abiertas, entre ellas la selección de material. Tenía tantas canciones que muchas seguramente iban a quedar fuera o, tal vez, serían reformadas de arriba a abajo en un último arranque de perfeccionismo.

Entre sus conocidos y amigos, algunos señalan que se sentía asediado por problemas legales y personales; otros, que físicamente parecía débil; los hay que dicen que estaba ansioso por seguir nuevas sendas. El cinco de septiembre declaraba a la revista Melody Maker que quería «una gran banda» para «pintar cuadros de la Tierra y del espacio, para que quien escuchar pueda transportarse a cualquier lugar».

First Rays of the New Rising Sun quedó colgando y fueron el productor Eddie Kramer y Mitch Mitchell quienes, tras la muerte de la estrella, tomaron las riendas del proyecto: «Traté de pensar en lo que él hubiera hecho, o en lo que hubiera querido, una tarea muy difícil», confesó el batería más tarde, reconociendo cierta arbitrariedad a la hora de completar lo que Hendrix dejó inacabado.

The Cry of Love es un disco sencillo por exigencia de la discográfica, que no iba a desaprovechar el tirón de las necrológicas con un doble álbum. El conjunto de canciones suena como el inicio de una nueva trayectoria que Hendrix iba a desarrollar en los siguientes años.

Helena Celdrán

Cuando la BBC puso a Jimi Hendrix en la lista negra por culpa de una pija

Jimi y Lulu

Jimi y Lulu

¿Verdad que no? Aunque las relaciones humanas están regidas por leyes confusas y motivaciones impredecibles, usted y yo estaríamos de acuerdo en otorgar a estos dos menos futuro que a Ana Botella en una biblioteca. Uno lleva dentro un ballet astral. La otra, por fuera y por dentro, una pelota de playa. Donde no hay, no hay.

Jimi Hendrix [si quieren alas, pulsen el enlace: casi una hora de vuelo libre], el jinete púrpura, y Lulu [estoy seguro de que Ana Botella pulsaría el enlace], la niña repipi de la Inglaterra repipi, es decir, una descarga de sacarosa y laca. Los destinos de este par se cruzaron porque, como predicen la filosofía taoísta y la física cuántica, los contrarios se llaman.

The Jimi Hendrix Experience, 1967. A la izquierda, Noel Redding (bajo). A la derecha, Mitch Mitchel (batería)

The Jimi Hendrix Experience, 1967. A la izquierda, Noel Redding (bajo). A la derecha, Mitch Mitchel (batería)

El 4 de enero de 1969, The Jimi Hendrix Experience, el trío de blues asesino y rock perturbado del guitarrista, tenía contrato para actuar en Happening for Lulu, el show de la cantante en la BBC —todas las televisiones públicas tienen su Mari Cruz Soriano—. Debían tocar, les dijo su manager, dos temas en directo. Hendrix se inclinó por dos golpes triunfadores: Voodoo Child (Slight Return) y Hey Joe.

Cuando llegaron a la grabación se enteraron de que había un regalo emponzoñado. Lulu se les uniría en los compases finales de la segunda pieza y luego debían acompañarla en To Sir With Love, el lamento de una bachiller que brama por la pérdida de su profesor favorito y parece preguntarse si le debe un revolcónDejo a mi mejor amigo / El que me enseñó la diferencia entre el bien y el mal / Entre la debilidad y la constancia / ¿Qué le voy a devolver a cambio?.

El fumador y la beata

El fumador y la beata

Hendrix y sus colegas se pusieron a temblar («no puedo tocar con ella, es una ridícula», dijo el guitarrista) y se encerraron en el camerino a fumar hachís, en la confianza de que la resina de cáñamo les brindaría cierta relajación. El bajista Noel Redding cuenta en el libro de memorias Are You Experienced? The Inside Story of The Jimi Hendrix Experience que los porros sólo sirvieron para aumentar la paranoia, porque, entre calada y calada, recordaron que Lulu era una antitabáquica militante cuyo marido, Maurice Gibb, de los Bee Gees, tenía que fumar a escondidas para evitar los ataques fanáticos de su mujer. ¿Y si viene a vernos al camerino?, se preguntaban los experience, sintiéndose niños díscolos pero temerosos. Hendrix, mientras tanto, callaba, rumiando furia y colocándose cada vez más.

Jimi Hendrix

Jimi Hendrix

La actuación [pueden verla entera en el vídeo que inserto tras esta entrada] fue memorable. Tras Voodoo Child (Slight Return), el realizador pinchó la cámara de Lulu, que estaba en primera fila. «Eso estuvo caliente», dijo, pizpireta como siempre. «Señoras y señores, en caso de que no lo sepan, Jimi y los chicos acaban de ser nombrados grupo del año por la revista Bilboard…». En ese momento, machacando la locución de la cantante-presentadora, un aullido de guitarra emergió del set de los músicos [minuto 4:44], dejando a Lulu descolocada y con una sonrisa idiota. ¿La venganza de Hendrix, rey del acople y el feedback? Sea cual sea la respuesta, lo mejor todavía estaba por llegar.

La introducción de Hey Joe fue dislocada y Hendrix transformó la canción con un arreglo arrastrado. Antes de terminar el desarrollo [minuto 7:37 del vídeo], dió órdenes a los otros dos de que dejase de tocar, se acercó al micrófono y dijo: «Nos gustaría dejar de tocar esta basura y dedicar una canción a Cream, estén en el grupo que estén. Dedicamos esto a Eric Clapton, Ginger Baker y Jack Bruce«.  De inmediato arrancó con una versión instrumental de Sunshine of Your Love, una de las canciones fundamentales de Cream, el gran power trio que se había separado unas semanas antes, después de cuatro tremendos e influyentes discos.

El equipo del programa montó en cólera con la ruptura de la escaleta pactada y la triquiñuela de Hendrix para dejar a Lulu fuera del show, pero como el espacio se emitía en directo poco pudieron hacer. El guitarrista se salió con la suya y no hizo el ridículo cantando con la niñata, pero fue condenado al ostracismo de las listas negras por la BBC, en cuya programación no volvió a aparecer hasta que los telediarios dieron la noticia de su muerte (18 de septiembre de 1970).

Lulu en la final de Eurovisión de 1969 en Madrid

Lulu en la final de Eurovisión de 1969 en Madrid

¿Y Lulu?  Como era de esperar, a lo suyo. Dos meses después del encontronazo con Hendrix actuó en Madrid en la gala final de Eurovisión con escultura de Dalí en el escenario y Laurita Valenzuela presentando, el delirante film La España diferente en el intermedio —una demostración de que el vino coloca tanto como el LSD— [el certamen completo, para los masocas].

Lulu representaba a Inglaterra con una canción horrenda, Boom Bang-a-Ban («sé que es una mierda, pero ¿qué importa?, voy a defender a mi país», dijo). Ganó el primer premio, pero empatada con Holanda (De Trobadour, Lenny Kurh), Francia (Un jour, un enfant, Frida Boccara) y el Vivo cantado de la tantas veces parodiada española Salomé.

El tiempo no mejoró a la pija que quiso cantar con Hendrix y no pudo. Fue una fanática defensora pública de Margaret Tatcher, intentó comerciar con una línea de productos de belleza y anda moviendo sus carnes por concursos de baile para famosos venidos a menos.

Ánxel Grove

Guitarras hechas con maletas viejas

Jeff Conley

Jeff Conley

Hace tres años, tras un concierto, Jeff Conley descubrió que le habían robado del coche sus dos guitarras Gibson de los años sesenta. La Jeff Conley Band tenía por delante un calendario lleno de actuaciones: «Necesitaba seguir tocando, pero no podía permitirme otras guitarras. En casa tenía muchas piezas viejas sueltas y decidí construir en lugar de comprar«.

Siguiendo la tradición de las cigarbox guitars (guitarras de cajas de puros) —artilugios baratos e improvisados en los que se han fijado Carl Perkins, Jimi Hendrix, B.B. King o Tom Waits— el músico estadounidense de Boston (Massachusetts) utiliza maletas viejas, de estructuras metálicas acolchadas con colores oscuros, como cajas de resonancia de los instrumentos acústicos y eléctricos que fabrica.

Lo que parecía una solución de emergencia es ahora una pasión que configura el sonido del grupo. Conley utiliza su maleta-guitarra y otra maleta modificada para tocar la percusión con el pie. Con algunas variantes, un ukelele, una guitarra tocada con slide y a veces una armónica suelen bastar para completar el cuadro de sonidos de cada canción.

A pesar de haber superado el bache que le permitió descubrir que las maletas pueden ser buenas aliadas para su música, sigue melancólico por la pérdida de sus dos Gibson. For Gibby (Para Gibby) es una canción dedicada a uno de los instrumentos robados, en la que cuenta su romance adictivo: «Chica estás endemoniadamente loca/ ella dijo ‘sí, pero te conozco mejor que tú mismo».

Helena Celdrán

El injusto olvido de Prince

Prince

Prince

Con sólo 153 centímetros de altura pero la furia de un gigante, ha alcanzado la categoría de mito viviente, casi una leyenda: productor, compositor; músico capaz de tocar cualquier instrumento excepto los de viento —la guitarra, como casi nadie en la actualidad [vean el sobrecogedor solo de este vídeo, una versión de Radiohead, a partir del mínuto 6:50; o de este otro, una de los Beatles, a partir del 3:24]—; renovador del género de la música de baile, que no fue la misma desde su llegada; inventor de técnicas de estudio y tratamiento del sonido de las que todos estaban pendientes para copiarlas; referencia incontestable durante los años ochenta y autor de una veintena de discos de estudio y muchos más proyectos que no cristalizaron o editó bajo seudónimos…, es casi imposible reducirle a un texto introductorio como pretende ser esta entrada.

Acaso en estos tiempos amnésicos hayamos olvidado los discos sorprendentes y narcóticos que Prince n0s regaló entre 1981 y 1988. Tal vez nos hayamos quedado con las peloteras contractuales que le llevaron a adoptar un extraño símbolo como nombre, a actuar con la palabra «esclavo» pintada en la cara y a las risas que provoca la mención de sus seudónimos-disfraz: El Artista antes Conocido como Prince (las siglas en inglés parecen pensadas para que no duerman los niños: TAFKAP) o El Artista…

No es justo.

La semana que viene, el día 7 de junio, Prince cumple 54 años. Sin más pretensión que el homenaje, hemos reunido una serie de circunstancias, apuntes  y referencias sobre el personaje y la obra, ambas candentes, imposibles de evitar, necesarias.

Prince Rogers Trio (el padre de Prince, al piano)

Prince Rogers Trio (el padre de Prince, al piano)

1. Hijo de príncipe. Prince Roger Nelson, nacido en Mineápolis (EE UU), fue bautizado en honor al grupo de jazz Prince Rogers Trio, en el que tocaba el piano su padre, John L. Nelson, un músico vocacional obligado (siete hijos) a trabajar como empleado en una empresa de accesorios industriales y olvidarse de la música. En el piano del padre el crío aprendió a tocar.

2. Funk precoz. A los siete años, Prince compuso una pieza con título premonitorio, Funk Machine.

3. Primer apodo, Skipper (jefe, capitán).

Prince, alias 'Gazoo'

Prince, alias 'Gazoo'

4. Segundo, en el instituto: Gazoo, como el aliénigena cabezón de Los Picapiedra. ¿Motivo? Juzguen ustedes viendo la foto de la izquierda.

5. I’m lovin’ it. La familia no nadaba en la abundancia. Prince iba a veces a un McDonalds para consolarse oliendo el fast food.

6. ¿Epiléptico? En sus escasas entrevistas Prince ha declarado que nació epiléptico, pero que se curó de la enfermedad. No hay constancia de que la información sea cierta.

7. Burlas. En el instituto lo pasó mal. Era objeto de burlas por su baja estatura y la ropa llamativa que vestía. Prince se defendía: no eludía los enfrentamientos físicos.

8. Grand Central. La primera banda, a los 13 años, con compañeros de instituto. Versiones de Sly & the Family Stone y los Jackson 5.

9. Soul y rock. Nunca fue un músico racial exclusivista. Le gustaban Parliament, Funkadelic, James Brown y Miles Davis, pero también Carlos Santana, Jimi Hendrix, los Beatles, Led Zeppelin, Joni Mitchel y Todd Rundgren.

10. En 1975 montó el primer grupo con pretensiones profesionales, 94 East. Grabaron un single y algunas demos que fueron reeditadas años más tarde.

"For You" (Prince, 1976)

"For You" (Prince, 1978)

11. 27 instrumentos. El debut de Prince fue For You, editado en abril de 1978. En las notas interiores, el artista alardeaba que él mismo tocaba los 27 instrumentos que suenan en la grabación. No mentía.

12. «No me vendas como negro». Fue su petición artística a Wea, la primera discográfica con la que tuvo contrato.

13. Grupo de jovencitos. Descontento con el sonido del primer disco, busca un grupo estable, se muda a una casita en las afueras de Mineápolis, consigue una grabadora de cuatro pistas y empieza a experimentar. El guitarrista Dez Dickerson, el teclista Dr. Fink y el batería Bobby Z se convierten en sus aliados de confianza. Ninguno tiene más de 23 años.

"Dirty Mind" (Prince, 1980)

"Dirty Mind" (Prince, 1980)

14. Lascivia y provocación. Tras un disco de transición (Prince, 1979), lanzan Dirty Mind (1980), uno de los discos más importantes de su época —pese a la portada—: la música disco toma aliento de la ruptura propuesta por el punk y la new wave, el funk se cruza con el rock and roll. Temáticamente, una sola emoción: lascivia. Una de la canciones, Head, remite a una felación; otra, Sister, a un incesto; otra, Do It All Night, a placer descontrolado…

15. Cerca del Dakota. Prince estaba a pocas manzanas del edificio Dakota de Nueva York cuando John Lennon fue asesinado, en diciembre de 1980.

16. La megaestrella. La década de los años ochenta es de fertilidad y grandes discos: Controversy (1981), con una oda a la masturbación; el doble álbum 1999 (1982), con piezas contra las armas nucleares y el sadomasoquismo; Purple Rain (1984); los sicodélicos Around the World in a Day (1985) y Parade (1986); la obra cumbre Sign ‘O’ the Times (1987) y Lovesexy (1988). Durante esta etapa no había nadie capaz de hacerle sombra a Prince, cuyos shows en directo, además, eran lo más salvaje y eléctrico de la música pop, un maridaje del sudoroso ritmo de James Brown con la amplitud astral de Jimi Hendrix.

17. Dieta. Durante estos años locos se alimentaba de espaguetis y zumo de naranja.

Prince

Prince

18. Peligroso. La letra sexualmente explícita —menciona la frase «me estaba masturbando con una revista»— del tema Darling Nikki de Prince llevó a Tipper Gore, entonces esposa del vicepresidente de los EE UU Al Gore, a fundar el Parents Music Resource Center (Centro de Recursos Musicales de Padres), que publicó en 1985 su lista de las Filthy Fifteen (Quince Asquerosas), canciones que, en opinión de la organización, debían ser censuradas.

19. Amoríos. Prince ha estado liado con Kim BasingerCarmen Electra, Madonna, Vanity, Sheila E., Susanna Hoffs, Anna Fantastic, Sherilyn Fenn, Susan Moonsie y Apollonia 6.

Prince y Mayte García

Prince y Mayte García

23. Baile del vientre. Se ha casado y divorciado dos veces. Con su primera mujer, Mayte García, nacida en Puerto Rico, estuvo casado entre 1996 y 2001. Se conocieron en España, durante una gira de él, que quedó seducido por la forma en que ella bailaba la danza del vientre —había ganado un concurso de televisión en los EE UU como la especialista más joven, ¡con 8 años!. La colocó en el cuerpo de baile de sus actuaciones —tapándola bastante— y tuvieron un hijo, Boy Gregory, que nació con una enfermedad grave, el síndrome de Pfeiffer, que le impedía respirar y le causó la muerte pocos días después del parto.

24. Por la Biblia. Con su segunda mujer, Manuela Testolini, estuvo casado entre 2001 y 2006. Se conocieron en un grupo de estudios bíblicos.

25. Protegida. Su última pareja es su protegida Bria Valente (nacida Brenda Fuentes), a quien le ha compuesto canciones.

26. Testigo. Desde 2001 Prince es Testigo de Jehová.

27. Sin cirugía. Por respeto a los dogmas de su religión —que prohiben las transfusiones de sangre—, Prince se ha negado a ser operado de la cadera, donde necesita una prótesis. Tiene los huesos muy desgastados por la violencia de sus bailes en directo, le anunciaron los médicos hace varios años.

Prince en directo, 2010

Prince en directo, 2010

28. Sin himnos. Por la misma razón (mandato de fe), Prince ya no canta en directo ninguno de sus himnos sexuales, entre ellos el Darling Nikki que tan poco gustaba a la señora Gore.

29. Prince es vegetariano. En 2006 le votaron como «el vegetariano más sexy».

30. Cuestión de nombres. Antes de autobautizarse como O ( + > —caracteres ASCCI para representar el símbolo que adoptó como nombre en 1993— había utilizado un gran cantidad de heterónimos para alejarse de la tiranía de los contratos: Jamie Starr, The Kid, Christopher Tracy, Alexander Nevermind, Joey Coco, Tora Tora, Camille, St. Paul, Eric Brazil, Purple Yoda…

Foto de promoción del último disco de Prince "20Ten" (2010)

Foto de promoción del último disco de Prince "20Ten" (2010)

31. Estajanovista. Dicen que es incansable. Cuando se mete en el estudio no sale hasta que no da por terminado lo que tiene en la cabeza. Durante la edición de la película Purple Rain, el director le dijo que le vendrían bien un par de canciones más de este y aquel tono. A la mañana siguiente Prince llegó con el par de temas, grabados, arreglados y producidos en una noche.

32. E-Policía. En los últimos años se ha convertido en un celoso perseguidor de la difusión libre de sus trabajos. Paga millones de dólares a la compañía inglesa Web Sheriff para que obligue a servicios de vídeo como YouTube a retirar cualquier obra que le pertenezca. Es dificilísimo encontrar canciones de Prince e incluso quien difunda fotos del artista corre el peligro de ser demandado.

33. Sin web. Prince es quizá el único músico de primera fila sin web oficial. En 2010 cerró la última, LotusFlow3r.com, y declaró: «Internet se ha acabado. No veo por qué debo ofrecer mi música a iTunes o a cualquier otro. No me pagan un adelanto y, encima, se cabrean porque me niego… Sea como sea, todas estas computadoras y gadgets digitales no son buenos. Llenan tu cabeza de números y eso no puede ser bueno para nadie».

Prince en directo en Australia, el 11 de mayo de este año

Prince en directo en Australia, el 11 de mayo de este año

34. Disco gratis con el diario. Es personal e innovador en sus decisiones sobre distribución: ha firmado contratos de venta exclusivos con la cadena de híperalmacenes Target para ofrecer alguno de sus nuevas grabaciones a precio de ganga —el álbum triple LotusFlow3r (2009) a 4,99 dólares—. Unos años antes, en 2007 distribuyó el disco Planet Earth gratis con el periódico inglés The Mail on Sunday. El diario vendió 2,3 millones de ejemplares y tuvo que imprimir una edición extra de 600.000. No trascendió cuanto le pagó al artista.

35. Mejor que Miles (según Miles). Prince, que ha vendido 80 millones de discos en todo el mundo, fue considerado por la revista Time una de las cien personas más influyentes del mundo en 2010; los oyentes de la BBC le votaron como el octavo mejor guitarrista de los últimos 30 años; el festival de Jazz de Montreux le invitó a ser cabeza de cartel en la edición de 2009… Un último detalle que debería bastar: Miles Davis, el músico que cambió cuatro veces el rumbo de la música pop, el jazz y el rock durante el siglo XX y cuyo ego sólo era superado por su genio, consideraba que Prince era el único artista contemporáneo que le ganaba en creatividad.

Ánxel Grove

El regreso del gran Bobby Womack a los 68 años


Quizá recuerden la secuencia. A mi entender es la mejor que ha dirigido Quentin Tarantino.

Es la cabecera de créditos de Jackie Brown (1997) y no dice mucho en favor de las dotes como cineasta del deslenguado director que la tensión dramática la sostengan la presencia robusta de la gran actriz Pam Grier, musa de la blaxploitation, y la soberbía canción que suena de fondo, Across 110th Street.

La pieza ya había sido el tema central, 25 años antes, de la película del mismo título (no en España, donde los traductores hicieron de las suyas, volvieron a pensar que los espectadores necesitamos anzuelos semánticos y la llamaron Pánico en la calle 110).

El poder de la canción es de alto calibre. En 2007 volvió  a ser elegido como tema musical principal de American Gangster (Riddley Scott), un thriller sobre el negocio de la heroína en Nueva York en los años setenta.

El hombre que canta Across 110th Street, la canción tantas veces reclamada por su capacidad de sugerencia, cumplirá 68 años en marzo.

Si la semana pasada dediqué la sección Top Secret que publicamos cada lunes al fallecido cantante Howard Tate, muerto en el semi olvido de una residencia de ancianos, hoy le toca a un trovador de la misma escuela -la hondura sagrada del soul-, Bobby Womack.

Bobby Womack

Bobby Womack

Esta vez no se trata de dar cuenta de un póstumo obituario. La buena nueva es que Womack, después de una docena de años sin conseguir los medios o la confianza empresarial para grabar un disco, está a punto de editar The Bravest Man in the Universe, anunciado para abril por la discográfica británica XL Recordings.

El álbum, ya terminado, está coproducido por Damon Albarn (Blur, Gorillaz) y Richard Russell, el fundador de XL y colaborador de, entre otros, Radiohead, The White Stripes, Dizzee Rascal, M.I.A., Vampire Weekend y Adele.

Womack, bregado con sus cuatro hermanos en los coros gospel de los oficios dominicales, fue descubierto hace cincuenta años por Sam Cooke, que ficho al grupo para su empresa editora, SAR Records, donde los chicos grabaron como The Valentinos.

Single de los Valentinos

Single de los Valentinos

En 1964 les favoreció la ceguera que padecía el Reino Unido, donde los Rolling Stones se colocaron por primera vez en el número uno de los hit parade de las canciones más vendidas con It’s All Over Now, compuesta por Womack y editada por los Valentinos unos meses antes. La versión original era sólida, salvaje. La de los Stones, amanerada y sin aristas.

Descorazonado por la dureza del camino contra la industria y sus caprichos, Womack se refugió en el trabajo de guitarrista de estudio. Tenía una de las técnicas más depuradas de la época. Zurdo, como su amigo y admirador Jimi Hendrix, tocaba con las cuerdas al revés (las graves, abajo).»Tocas como una persona caminando de espaldas», le decía Hendrix.

Acompañó a Aretha Fraklin (de Womack es la inolvidable guitarra de Chain of Fools), Ray Charles, James Brown y Wilson Pickett, cedió una de sus canciones a Janis Joplin y es una de las piezas claves del histórico There’s a Riot Goin’ On (Sly & The Family Stone, 1971), la gran puerta de entrada al funk de los años setenta.

Bobby Womack

Bobby Womack

Los movimientos de Womack desde entonces han sido erráticos. En 1971 firmó un excelente disco, Communication (con la caliente That’s the Way I feel About Cha), pero a partir de ahí pareció naufragar e incluso regresó al seguro refugio de los circuitos de gospel.

Hace dos años colaboró con Gorillaz en la canción Stylo, les acompañó en algunos conciertos en directo y cimentó la relación con Albarn que ha dado lugar al disco de renacimiento.

No he escuchado aún The Bravest Man in the Universe y admito que algunos detalles (el dúo con la desleída Lana Del Rey, por ejemplo) me hacen temer lo peor, pero a Womack le concedo el crédito de haber compuesto y cantado una de las canciones más tensas y dramáticas de la música negra, Across 110th Street, un medio tiempo de tenso suspense sobre la historia de un hijo del gueto, un soul-hablado que comunica tanto como varias películas juntas.

Ánxel Grove