Entradas etiquetadas como ‘Howl’

El (mal) poeta Ginsberg era un gran fotógrafo

Allen Ginsberg - "William Burroughs, 11 pm late March 1985, being driven home to 222 Bowery…", 1985

Allen Ginsberg - "William Burroughs", 1985

Siempre pensé que Allen Ginsberg se equivocó de oficio.

Se presentaba como poeta, pero era tremendista y sediento de artificios y estaba esclavizado por el adjetivo.

Además, recitaba de pena.

Howl, la obra que estudian en las facultades de filología españolas pese al olor a cadáver que desprende, es de una torpeza tan infinita que avergüenza a quienes alguna vez la leímos:

He visto los mejores cerebros de mi generación destruidos por la
locura, famélicos, histéricos, desnudos,
arrastrándose de madrugada por las calles de los negros en busca de
un colérico picotazo,
pasotas de cabeza de ángel consumiéndose por la primigenia conexión
celestial con la estrellada dinamo de la maquinaria de la
noche

El tridente inicial –famélicos, histéricos, desnudos- y la casi Russian Red primigenia conexión celestial hacen tanto daño y presagian tanto calvario que yo le recomendaría dejarlo. Que se ocupen en ganar puntos los profesores agregados de departamento publicando algún articulito en una de esas revistas gremiales y masturbatorias.

Si quieren poesía, compren a Juan Ramón, a Celan, a Vallejo, a Rilke…

Nunca se fien de un tipo que, según cuentan en todas las biografías, estaba deseando que llegase el momento cumbre del recital para desnudarse y permitir a sus testículos entrar en una primigenia conexión con el auditorio.

Como fotógrafo era condenadamente mejor y por eso le traigo hoy a Xpo.

Sabía manejarse con una cámara, sobre todo, porque para hacer fotos no es necesario abrir el piquito (aunque el pobre Allen no era capaz de dejar sin firma ningún papel en blanco y se ponía a garrapatear larguísimos pies de foto para explicar lo que ya había explicado, y mucho mejor, con la imagen).

Allen Ginsberg - "Jack Kerouac", 1953

Allen Ginsberg - "Jack Kerouac", 1953

En esta impagable foto de Jack Kerouac, por ejemplo, anota:

Jack Kerouac vagabundeando por la Calle 7 Este después de visitar a Burroughs en nuestro apartamento, pasando frente a una estatua del congresista Samuel ‘Sunset’ Cox, el amigo de los carteros, en la plaza Tompkins cerca de la esquina de la avenida A, en el Lower East Side; [Kerouac] está poniendo cara de loco a lo Dostoievski o de be-bop ruso o de Om mientras camina por el vecindario preparando ‘Los subterráneos’, lápices y cuadernos asomando de su camisa de algodón, otoño de 1953, Manhattan.

¿Por qué me cuentas todo eso (y tan mal escrito, tan lleno de lugares comunes y ajeno a la caballerosidad de una buena puntuación), viejo? ¿No ves que estoy ante la foto y que me está mostrando que Jack era un torbellino? ¿A quién demonios le importa el amigo de los carteros? ¿Por qué no me cuentas la apertura del diafragma, la velocidad de obturación, la sensibilidad de la película? ¿Por qué no te quedas callado y me dejas ejercer el sentido de la mirada?

Allen Ginsberg - "Jack Cassady y Nathalie Jackson", San Francisco, 1955

Allen Ginsberg - "Jack Cassady y Nathalie Jackson", San Francisco, 1955

La foto de Jack Cassady -el gran protagonista de On the Road, la novela más rápida y furiosa de la historia- merece el cielo y demuestra que Ginsberg era un fotógrafo avispado y de buen ojo.

El abrazo al ligue de turno (Jack era un seductor nato); la marquesina del cine anunciando a Brando en The Wild One (Salvaje), la película de moteros fuera de la ley de Stanley Kramer (1953); todos los personajes secundarios dándonos la espalda, caminando, como sombras, en dirección contraria a los iluminados y radiantes protagonistas…

Cada apunte de la foto, cada punctum, condensa el sueño beat.

Parafraseando a Kerouac, la foto repite, sin decir, con la afásica potencia de las imágenes, la cita-emblema de On the Road:

Pero entonces bailaban por las calles como peonzas enloquecidas, y yo vacilaba tras ellos como he estado haciendo toda mi vida, mientras sigo a la gente que me interesa, porque la única gente que me interesa es la que está loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde como fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas…

Allen Ginsberg - "W. S. Burroughs", 1991

Allen Ginsberg - "W. S. Burroughs", 1991

Finalmente, esta foto tardía que por sí misma justifica a Ginsberg ante la eternidad.

William Burroughs fue el mejor escritor de la generación beat, un corsé demasiado estrecho para su obra volcánica y su excepcional vida de ruina y genio.

La foto le muestra, quizá adormecido por el láudano, quizá concentrado en un sueño sobre virus y chiquillos con ganas de sexo, tumbado en un viejo sofá. La ropa, como a todos los yonquis, le abraza con elegancia casi mística.

Acaso piensa: «Un hombre podría morirse, simplemente, por no ser capaz de soportar la idea de permanecer dentro de su cuerpo».

O: «Fue una vieja y sabia marica, a quien llamábamos Bobo, quien me enseñó que tenía el deber de vivir y llevar orgullosamente mi yugo, a la vista de todo el mundo, para vencer los prejuicios y la ignorancia y el odio con el conocimiento y la sinceridad y el amor. Cada vez que una presencia hostil te amenaza, sueltas una espesa nube de amor como la nube de tinta que suelta el pulpo».

Las bellísimas fotos de Ginsberg fueron expuestas el año pasado por la National Gallery of Art de Washington. En esta web hay algunas más.

«Lo que vemos está en gran medida determinado por lo que oímos», decía Burroughs en uno de sus libros.

Aún sin admitir esa certeza, el (mal) poeta Ginsberg demostró, haciendo fotos, la verdad plena del axioma.

Ánxel Grove