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El exsoldado que se convirtió en taxidermista del fieltro

'Garza' - Kiyoshi Mino

‘Garza’ – Kiyoshi Mino

Kiyoshi Mino escoge a animales silvestres, de granja y domésticos. Los reproduce con rasgos suavizados, miradas inocentes y posturas que resaltan su candidez, pero no los dulcifica hasta el dibujo animado, siguen conservando su esencia realista y natural.

El artista estadounidense de origen japonés elabora las pequeñas figuras con fieltro y una aguja fina rematada con un pequeño gancho. El proceso de cardar la lana le permite después moldearla en esculturas invertebradas que, sin la ayuda de un alambre interno, se mantienen en pie sólo por la densidad que Mino le da al material.

Pasaron bastantes años hasta que se interesó por el arte. Creció en Chicago, fue a la universidad en Massachusetts, se licenció en Illinois y tras estudiar pasó cuatro años en el ejército, uno de ellos destinado en Afganistán. Volvió otro año más a tierras afganas para realizar labores de «ayuda» y «desarrollo», palabras entrecomilladas también por Mino, que descree ahora de ese tipo de misiones.

'Cervatillo' - Kiyoshi Mino

‘Cervatillo’ – Kiyoshi Mino

Con la vivencia, su opinión sobre la labor del ejército estadounidense en el extranjero se tornó escéptica: «Mis experiencias en Afganistán me enseñaron que la mayoría de los problemas más apremiantes del mundo se resolverían si nosotros los estadounidenses dejáramos de intentar forzar a los países «menos desarrollados» a ser más como nosotros y empezáramos a vivir de modo más sencillo».

Tras volver a su país y casarse, le dio un giro a su vida y se inscribió en los talleres ofrecidos por una granja para aprender a llevar la suya propia en un futuro cercano. Su actividad artística llegó con ese renacimiento. En enero de 2011, sin contar con estudios artísticos previos, aprendió a moldear la lana cardada para crear cada vez más detalladas figuras. Desde desarrolla, sin ninguna pretensión más que la de reproducir la belleza innata de un animal, desarrolla una especie de taxidermia del fieltro, fascinado por «el pelaje y los plumajes» de sus modelos.

Helena Celdrán

'Perdiz chucar' - Kiyoshi Mino

Kiyoshi Mino - burro

Kiyoshi Mino - Gallo

Kiyoshi Mino - gato

Kiyoshi Mino - ampelis americano

 

Una casa de muñecas a tamaño natural

'The Dollhouse' - Heather Benning

‘The Dollhouse’ – Heather Benning

Las paredes están pintadas con tonos suaves y los muebles son de una sencillez campestre pero atractiva. La casa de dos habitaciones, cocina y salón perteneció a una familia de granjeros que la abandonó en 1968, tal vez con la falsa ilusión de que la gran ciudad era el futuro. 35 años después, la vivienda de madera era una ruina olvidada en la que se fijó la artista canadiense Heather Benning.

The Dollhouse  fue una instalación artística y ahora es un proyecto fotográfico que presenta la transformación de una granja abandonada en una casa de muñecas a tamaño natural.

La granja casa abandonada

La granja casa abandonada

La construcción de madera estaba en Manitoba (una provincia de la parte central de Canadá), a 30 kilómetros de Redvers (Saskatchewan), donde Benning pasaba en 2008 un año como artista residente. Durante más de un año, limpió escombros, rellenó con yeso las grietas de las paredes, pintó las habitaciones  y se hizo con muebles y decoración que correspondieran a lo que habitualmente se encontraba en una vivienda de los años sesenta, la última década en que la casa fue habitada.

Sustituyó una de las paredes con metacrilato para poder ver desde fuera el interior de cada habitación. El aspecto final era el de una casa recuperada, pero estéril, con objetos excesivamente bien colocados, pocos detalles personales y sobre todo, sin presencia humana. Celebró una exposición para mostrar el edificio a quien quisiera visitarlo y con el proyecto tuvo la sensación de unir dos líneas de tiempo: «Pude enseñar el aspecto que tenía la casa antes de ser abandonada y al mismo tiempo el aspecto que tiene 35 años después».

Detalle del interior de la casa

Detalle del interior de la casa

La artista (que ha realizado otros trabajos relacionados con la conexión que establecemos con los lugares que habitamos) tiene la certeza de que los lugares moldean nuestras ideas y sentimientos «y al mismo tiempo, nuestras ideas y sentimientos animan los lugares«.

Con la conversión de una casa real en una de muñecas, deja clara la sensación a la que se refiere. En las fotografías, las estancias tienen un aspecto adorable, pero carecen del carácter que se le imprime a diario a cada objeto que contiene un hogar.

Helena Celdrán