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Leonardo da Vinci: «Ciertos presuntuosos piensan que pueden ridiculizarme»

'La dama del armiño' (c.1485)

'La dama del armiño' (c.1485)

La reciente presentación en sociedad de la copia de La Gioconda que posee el Museo del Prado basta para reavivar la llama del pintor, escultor, filósofo, escritor e inventor que estudió con un ansia innata la anatomía, la arquitectura, la geología, la cartografía, la astronomía y cualquier ciencia que saliera a su encuentro. Sus obsesiones por el estudio de la perspectiva o el tratamiento del color dejaban lugar a otras, como su afán por conseguir que el ser humano volara.

560 años después de su nacimiento, cualquier novedad sobre Leonardo da Vinci (1452- 1519) sigue causando revuelo. Es el estandarte de la inteligencia, la curiosidad y la intuición, vivió en una época revolucionaria tanto para el arte como para la ciencia y pintó La Gioconda, La Última Cena, El Hombre de Vitruvio

Su mente no era capaz de adormecerse. «Como el hierro se oxida por el desuso y el agua estancada se pudre o se hiela con el frío, así se echa a perder nuestro intelecto a no ser que lo mantengamos en uso», decía en su Códice Atlántico.

La biografía y la obra están disponibles en Internet para todo aquel que desee saber algo más del genio: con Leonardo no tiene sentido ser completista. Este Cotilleando a… es sobre la persona tras el ser humano universal que deseaba saberlo todo, que estudiaba con la misma dedicación la anatomía de la pata de un caballo o los métodos más modernos de la época para extraer agua de los pozos.

'San Juan Bautista' (c.1509)

'San Juan Bautista' (c.1509)

1. Su apariencia física aumentaba el aura de inteligencia que poseía. Era delgado, alto, guapo, llevaba el pelo -una cuidada melena- más largo de lo que era habitual en su tiempo y vestía ropa de colores vivos. Cuidaba de que su casa siempre estuviera limpia y llenaba las paredes de cuadros. Sus coetáneos lo recuerdan «a menudo acompañado de música o de la lectura de hermosos libros».

2. Nada se sabe de la educación que recibió hasta que a los 15 años ingresó en el taller del pintor y escultor Andrea del Verrocchio (1435-1488). Leonardo era el hijo ilegítimo de un notario y una humilde campesina, había nacido en Florencia y se crió con su rico padre. Parece ser que aprendió matemáticas básicas, a leer y a escribir como para manejarse en la vida y dedicarse -por ejemplo- al comercio, pero recibió una educación no demasiado especializada.

3. Su período de aprendizaje en el exitoso taller de Verrocchio duró cinco años y pasó cuatro más  -hasta los 24- trabajando para su maestro. Fue entonces  cuando, junto con otros trabajadores del taller, fue acusado y más tarde absuelto de sodomía. Aunque se dice que era homosexual, no hay pruebas claras de que tuviera encuentros sexuales ni con hombres ni con mujeres. Nunca se casó ni se le conoce descendencia. No hay diarios, cartas ni documentos personales que esclarezcan la incógnita. Leonardo escribió mucho, pero casi nada sobre sus sentimientos.

'Estudio de la estructura de un ala' (1490)

Uno de los estudios de Leonardo sobre la estructura de las alas (1490)

4. Era consciente de su falta de conocimientos tradicionales. No saber latín le coartaba el acceso a los textos científicos. En la corte de Milán se relacionaba con intelectuales que dominaban el idioma a la perfección y eso aumentaba su frustración por no poder leerlo. Avanzados los treinta años, intentó aprender con libros que utilizaban los niños de la corte. Se conservan algunas traducciones que hacía como ejercicios, que muestran que el conocimiento de la lengua muerta terminó siendo relativamente bueno, pero nunca perfecto.

5. Despreciaba la capacidad de memorización y repetición de los intelectuales de la corte, que solían impresionar así a la audiencia. Leonardo creía en la idea renacentista del hombre que asciende de rango por los propios medios, sin una condición de noble que lo ayude desde el principio: «Sé bien que al no ser un hombre de letras, ciertas personas presuntuosas piensan que pueden ridiculizarme alegando que soy un iletrado. ¡Estúpidos! (…) Esos que se adornan con la labor de otros no derrotarán a mi ser. Dirán que, no habiendo aprendido, no hablaré con propiedad de lo que quiera dilucidar. ¿Acaso no saben que mis temas se  ilustran mejor con la experiencia que con más palabras?»

Diseño para un carro con guadañas (c.1487)

Carro con guadañas (c.1487)

6. Su memorándum estaba lleno de tareas relacionadas con la indagación en todo tipo de campos: «Preguntar al maestro Antonio cómo se aplica el conglomerado en los bastiones (…). Preguntar a Benedetto Portinari qué medios utilizan en Holanda para desplazarse por el hielo». Da Vinci tenía fama de molestar a sus amigos en busca de conocimientos. Preguntaba el por qué de todo como descubriendo el mundo en la infancia, pero demandando la profundidad en las respuestas como el adulto que era.

7. Su gusto por los mecanismos le llevó a diseñar armas, entre ellas hay carros con guadañas que trocean a su paso al enemigo. Se sentía atraído por la posibilidad de perfeccionar armas porque el reto técnico implicaba principios físicos. Desde un punto de vista humano, sin embargo, veía a las armas como objetos que esclavizaban al hombre y consideraba la guerra una abominación.

El único autorretrato de Leonardo (1512)

El único autorretrato de Leonardo (1512)

8. Hay testimonios que dicen que fue vegetariano. Sentía un profundo respeto por los seres vivos y la integridad de los animales, tanto que se cuestionó si era moral comerlos cuando no era absolutamente necesario para la salud. En escritos de la época se describen escenas de Leonardo comprando pájaros enjaulados para después liberarlos.

9. Estudiaba previamente todo lo que iba a pintar. El escritor y filósofo Giovanbattista Giraldi (1504-1573) relata de primera mano el proceso: «Cuando Leonardo quería representar una figura consideraba su cualidad y su naturaleza. (…) Iba a donde sabía que la gente de ese tipo se congregaba y observaba diligentemente las caras, las maneras, la ropa y el lenguaje corporal, anotándolo en un pequeño libro que siempre guardaba en el cinturón«.

10. Alternaba periodos de intensa actividad social con la soledad más absoluta. De la misma manera podía alternar días de trabajo sin pausa con otros de exclusiva contemplación. El escritor renacentista Matteo Bandello (1490-1560) fue un atento testigo de estos procesos: «He visto a Leonardo ir a trabajar por la mañana temprano y trepar por el andamio, porque La Última Cena está sobre el nivel del suelo, y trabajar allí desde la salida del sol hasta su puesta, sin bajar el pincel, continuando sin acordarse de beber o comer. Después podía haber dos, tres o cuatro días en los que no tocara el trabajo. Cada día podía pasar una o dos horas mirando la obra, considerándola y examinándola, criticando las figuras para sí mismo».

Helena Celdrán