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La caja registradora post mórtem de los Beatles sigue funcionando: «Magical Mistery Tour»

"Magical Mistery Tourt" Collectors Box

«Magical Mistery Tourt» Collectors Box

Aunque la caja registradora no deja de sonar en el negocio post mórtem de ganancias más abultadas de toda la historia, los propietarios de la marca The BeatlesPaul McCartney, ese tipo vegetariano y magnánimo que sólo cobró 1,6 euros por vender ideología consoladora y patriotera en la apertura de los Juegos Olímpicos;  Ringo Starr y las viudísimas Yoko Ono Lennon y Olivia Harrison— no están dispuestos a que los ingresos dejen de fluir.

Apple Corps Ltd, el holding que administra el legado del mejor grupo de música pop de todos los tiempos, tiene un equipo legal que no deja escapar ninguna oportunidad de engordar la cuenta de resultados, sea demandando a Nike por usar una canción en un spot o a la otra Apple, el monopolio tecnológico, por apropiación de nombre y logotipo.

En el segundo caso, los milmillonarios se entendieron y ambas empresas, la de los Beatles y la del también difunto con posibles Steve Jobs, se aliaron a finales de 2010 para sacar tajada juntos a través de la tienda online iTunes. La santa alianza entre el par de manzanas ha sido uno de los grandes pelotazos financieros del siglo XXI: dos meses después de que el catálogo beatle saliera al mercado, Apple —la de Jobs— había despachado cinco millones de canciones y un milón de álbumes.

Los cuatro 'beatles' en 1967

Los cuatro ‘beatles’ en 1967

Así las cosas y pese a que los exbeatles o sus herederos sólo reciben, según los países de los que se trate, entre un 33 y un 50% de las regalías generadas por sus canciones —el resto se lo lleva la empresa montada por la multinacional Sony y Michael Jackson, que en 1985 compró parte de los derechos de 250 temas del catálogo de Lennon y McCartney por 36,5 millones de euros—, John Lennon (es decir, su avatar Yoko Ono) es uno de los muertos que más dinero gana desde el más allá: en 2009 ingresó 15 millones de dólares según Forbes (dos años antes fueron 44 millones). George Harrison, cuya contribución como compositor era muy pobre, más o menos una canción por álbum, tarifó 22 millones de 2007 por el pleito contra la discográfica EMI por regalías imapagadas.

Con unos mil millones de discos vendidos en todo el mundo, los Beatles son, empatados con Elvis Presley, los artistas más comerciales de la historia. La explotación de su exiguo catálogo —sólo existieron como grupo diez años, de 1960 a 1970— ha sido intensiva y despiadada desde finales del siglo XX: un aprovechamiento cruel del cariño con que los viejos y nuevos fans recuerdan la inigualable carrera de los Fab Four.

The Beatles Stereo Box Set (2009)

The Beatles Stereo Box Set (2009)

Si el proyecto Anthology (1 | 2 | 3), editado entre 1995 y 1996, jugaba con el factor arqueológico y permitía descubrir, pagando una buena pasta (ahora anda por 85 euros), la manera altamente creativa en que trabajaba el grupo en el estudio (aunque también cometía el pecado de la necrología publicitaria al manipular una maqueta de Lennon y resucitarlo tocando con los beatles vivos), la edición remasterizada de todos los discos del grupo en 2009 (140 euros, en principio costaba casi lo doble), que publican en vinilo el 12 de noviembre, con t-shirt incluida (230 euros), era una engañifa para exprimir a los hijos y nietos del público incondicional de la banda. Clientes que, por cierto, sólo debían buscar en la discoteca familiar para encontrar los mismos discos y con mejor sonido.

Aún peor fue el pobrísimo proyecto Love (2006), un mix montado para un espectáculo en Las Vegas del Cirque du Soleil que permitió a Sir George Martin —productor del grupo— conseguir un buen trabajo para su hijo Giles.

Cubierta original del doble EP "Magical Mistery Tour", 1967

Cubierta original del doble EP «Magical Mistery Tour», 1967

La última operación de ordeño de la agotada vaca llega ahora con la publicación y lanzamiento con fanfarria de Magical Mistery Tour, que en su edición de lujo para coleccionistas cuesta 53 euros (gran gancho: ¡un clip de 2:30 minutos titulado Ringo the actor, donde el batería reflexiona sobre su pasión por la actuación!). La película ya se ha estrenado en algunos cines de los EE UU. En España no hay fecha.

Aprovechando la jugada de McCartney, Ono, Harrison y Starr, que escamotean la avidez dineraria tras la presunta celebración del 45º aniversario del estreno de la película y el disco, hablemos de uno de los proyectos más descabellados de la factoría de sueños beatle: Magical Mistery Tour, una película desastrosa que produce vergüenza ajena y una casi perfecta colección de canciones.

Para empezar un trailer promocional. No es necesario creer lo que ofrece: se trata de publicidad.

La película que reeditan, de una hora de duración, fue estrenada el 26 de diciembre de 1967 —el boxing day de los británicos— por la BBC. Aunque los créditos atribuyen la dirección a los cuatro beatles, el film fue una idea de McCartney, que llevó la voz cantante y se encargó del guión (que había escrito, en abril del mismo año, durante un vuelo transoceánico entre los EE UU e Inglaterra), la puesta en escena y la realización.

Con muy poca maña cinematográfica, Magical Mistery Tour cuenta el atribulado y surreal viaje en un autobús Bedford —por supuesto, made in England— de un grupo de personas entre las que están los Beatles y algunos de sus colaboradores. No hay mucho más que contar. La historia es una deshilvanada sucesión de disparates y el resultado final deja al espectador una muy certera sensación de que acaba de ver el capricho de unos millonarios que se aburren y creen, dada su genialidad musical, que también pueden hacer cine.

Foto fija del 'clip' de "I am the walrus" en "Magical Mistery Tour"

Foto fija del ‘clip’ de «I am the walrus» en «Magical Mistery Tour»

La mayor parte del rodaje —que se les fue de las manos: 11 semanas de duración y diez horas de metraje— tuvo lugar en una base aérea abandonada de Kent en un momento de transición para el grupo: su descubridor y agente, Brian Epstein, había muerto en agosto de 1967 por una ingesta de barbirtúricos que oficialmente fue determinada como accidental;  acababan de conocer al falso santón Maharishi Mahesh Yogui, a cuya disciplina sectaria se apuntaron con entusiasmo inicial para descubrir bien pronto que el gurú sólo quería dinero y sexo —a Harrison le importó poco y siguió siendo fiel hasta la muerte al embacuador—, y el tremendo esfuerzo de Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band (junio de 1967), que les había dejado en una encrucijada creativa.

El estreno de la película en televisión fue recibido con unas merecidas muy malas críticas. Incluso la prensa británica aquejada de beatlemanía se preguntó qué pretendía el grupo con aquel ejercicio absurdo y pedante.

Interior del doble EP de "Magical Mistery Tour"

Interior del doble EP de «Magical Mistery Tour»

La música es otra cosa. El doble extended play inicial con la banda sonora de Magical Mistery Tour, primorosamente editado con un libreto-cómic (y un primerizo y torpe logotipo de la manzana de Apple), contiene seis canciones entre las que sólo sobra la babosa Your Mother Should Know, una baladita de McCartney en uno de sus momentos-sacarosa.

Los demás es oro puro, sobre todo I Am the Walrus, un viaje astral e inspiradísimo que está entre las mejores canciones compuestas por Lennon.

¿Consejo? Vean los vídeos de la película en Internet (los colocó tras el post), compren las canciones en ediciones baratas —el doble EP fue lanzado más tarde como álbum, con el añadido de algunos temas sueltos para completar el producto: se puede encontrar a precio decente (unos 8 euros)— y no contribuyan a que los hombres y viudas de negocios sigan viviendo con los réditos de lo que una vez fueron y nunca volverán a ser (McCartney) o sacando partido a las falsas lágrimas de luto eterno (Ono).

Ánxel Grove