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Pinta una mandarina y desgájala sin sacarla del lienzo

El huevo está entero, a continuación le sale una pequeña grieta que se resquebraja cada vez más. Al final, la cáscara se parte por la mitad y la clara y la yema quedan fuera. Fin del vídeo.

¿Algo digno de mención? Sí, que el huevo no es de verdad: está dibujado en un lienzo. Una mano maneja el pincel con tal pericia que me costaría admitir que ese huevo nunca existió de verdad.

Duane Keiser (1966, Carolina del Sur) es el dueño de la mano que se mueve a toda velocidad. Es valioso en su sencillez, un pintor de la vieja escuela  que tiene la maña artesana de quien no para de dibujar.

Es profesor en la facultad de artes de Randolph-Macon (Virginia) y los vídeos nacieron para demostrar a sus alumnos que un cuadro nunca tenía por qué estar terminado, que siempre se podía convertir en otra cosa sobre la marcha. «Pintar no consiste en ‘paso uno, paso dos, paso tres y voilà«, dice con el convencimiento del maestro.

'Peel' ('Piel') - Martin Keiser

'Peel' ('Piel') - Martin Keiser

El huevo no es una elección al azar: ha pintado «docenas» antes de romper uno en el lienzo. «Me gusta el sentido de alquimia que hay entre la pintura y el tema, concretamente entre la pintura y la clara. Es como si el pigmento se convirtiera en clara de huevo y viceversa. El huevo me permite ahondar en lo traslúcido del óleo».

También ha hecho el experimento pelando y desgajando una mandarina y derritiendo un helado de fresa.

Keiser demuestra una y otra vez que los objetos se pueden manipular incluso cuando no son tangibles.

En el plano pictórico constata que ninguna idea es irreversible, que nunca es tarde para empezar de nuevo.

La reacción del espectador al ver la mano intervenir el cuadro es de confusión. Es un dibujo terminado y parece no haber nada más que añadirle.

'Ice Cream' ('Helado') - Duane Keiser

'Ice Cream' ('Helado') - Duane Keiser

Las primeras manchas no aclaran nada, pero en tres movimientos más sorprende al espectador demostrando cómo el objeto se transforma, convirtiéndose en real, pero pegado siempre a las dos dimensiones de la tela.

No puedes dejar de mirarlo hasta que termina, aunque sepas de sobra el aspecto que tiene un huevo por dentro, los gajos de una mandarina o el charco que deja un helado si no te lo comes rápido.

Duane Keiser te encierra en un lienzo.

Helena Celdrán