Entradas etiquetadas como ‘diseño industrial’

Buscan dinero para reeditar, en facsímil, el ‘Libro atornillado’ del genio futurista Depero

Le llaman, en inglés, The Bolted Book (El libro atornillado) porque sus páginas-fichas están agujereadas y sujetas por dos pernos industriales de aluminio. Fue publicado hace casi nueve décadas y resulta inencontrable. El autor, el italiano Fortunato Depero (1862-1960), fue un soñador versátil y práctico de un mundo lanzado hacia el futuro. Ejerció con fortuna el diseño gráfico y tipográfico. Con menos destreza se atrevió con el industrial, de interiores, escenográfico, arquitectónico…

Soñó en 1915, intentando, como tantos otros y después, espantar a los burgueses, con una Reconstrucción futurista del Universo que predicaba el maridaje del arte y la vida. Reducía los medios necesarios para el proyecto de poblar el mundo de animales mecánicos y paisajes artificiales a estos:

Hilos metálicos, de algodón, lana, seda, de todos los tamaños, coloreados. Cristales de color, papeles de seda, celuloide, redes metálicas, materiales transparentes de todo tipo, coloreadísimos, telas, espejos, láminas de metal, papel de plata coloreado, y todos los materiales más llamativos. Ingenios mecánicos, electrónicos, musicales y ruidistas, líquidos químicamente luminosos de coloración variable; muelles, palancas, tubos, etc.

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Harvard cuelga en línea un archivo con 32.000 objetos de la Bauhaus

Marianne Brandt - Untitled [with Anna May Wong] - Harvard Art Museums/Busch-Reisinger Museum © Artists Rights Society (ARS), New York

Marianne Brandt – Untitled [with Anna May Wong] – Harvard Art Museums/Busch-Reisinger Museum © Artists Rights Society (ARS), New York

Un paraíso en línea para los amantes del diseño simple y eficaz. Eso han montado los Museos de Arte de la Universidad de Harvard con el lanzamiento de la mayor colección mundial de objetos, obras y documentos relacionados con la Bauhaus, la escuela de diseño más influyente del siglo XX.

Harvard ha colgado online nada menos que 32.000 piezas. Es un aperitivo para la celebración, en 2019, de los cien años de la fundación de la institución, que funcionó en tres ciudades alemanas antes de que la presión de los nazis obligase al cierre. El fundador de la Bauhaus, Walter Gropius, emigró a Bostón y fue, hasta su jubilación, decano de la Facultad de Arquitectura de Harvard. De ahí la riqueza del archivo de la universidad.

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Las elegantes mujeres ‘art nouveau’ de Georges de Feure

'La Fumeuse' (1910) - Georges de Feure

‘La Fumeuse’ (1910) – Georges de Feure

El adjetivo femenino aparece pronto cuando se teoriza sobre la obra de Georges de Feure (1868-1943), uno de esos creadores todoterreno del art nouveau que eran tan capaces de dibujar un cartel como de diseñar todos los elementos de una obra de teatro, un juego de muebles de salón o un jarrón de porcelana.

El pintor, diseñador, escenógrafo y diseñador industrial francés tenía en realidad un nombre más complejo y difícil de recordar para un francoparlante: Georges Joseph van Sluijters. Su madre era belga y su padre, un acomodado arquitecto holandés. Trató a los 18 años de empatizar con sus raíces tras ser uno de los 11 estudiantes admitidos en la Rijksakademie van beeldende kunsten (Academia Real de Bellas Artes) en Ámsterdam, pero duró poco al sentirse encorsetado por unos estudios artísticos formales que coartaban su independencia.

No volvió a pisar un centro de estudios y volvió a París, donde fue alumno de Jules Chéret, el maestro de los deslumbrantes afiches de espectáculos y fiestas de la Belle Époque y considerado inventor del cartel moderno. De Feure comenzó así a crear carteles con paletas de tonos pastel y sombras de gris, ciñéndose a los cánones del art nouveau, un movimiento que apostó por interpretar la naturaleza con una elegancia geométrica.

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Muere Irving Harper, el último gran diseñador estadounidense de los cincuenta

El salón de la casa de Irving Harper - www.hermanmiller.com

El salón de la casa de Irving Harper – www.hermanmiller.com

Su hogar desde 1983 —la antigua casa de un granjero, construida en el siglo XIX— transmite elegancia en cada objeto que contiene: cada rincón es un ejemplo de buen gusto libre del esnobismo y de la artificiosidad hipster que aqueja en el presente a tantos pseudoamantes del buen diseño.

Irving Harper (1916-2015) murió el 4 de agosto a los 99 años en la exquisita vivienda campestre que habitaba, en Rye (Nueva York). Creador de muebles y objetos tan bellos como prácticos, era el último gran diseñador vivo de una generación que en los años cincuenta salía de la II Guerra Mundial estimulando a la clase media estadounidense con artículos de una belleza minimalista y limpia.

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La segunda vida de un viejo tanque de propano

Los cuatro muebles que Colin Selig fabricó aprovechando el 99% de un tanque de propano

Los cuatro muebles que Selig fabricó con el 99% de un tanque de propano

El tanque oxidado de gas propano, cada vez más deteriorado por los elementos, descansaba en el terreno de la vivienda unifamiliar californiana de Colin Selig.

El escultor estadounidense especializado en trabajar con metal pensaba a menudo en deshacerse del trasto, pero también reflexionaba sobre la energía que se había empleado en fabricarlo, en el material desperdiciado y destinado a ser un eterno residuo.

«Las formas curvas estimularon mi imaginación y consideré posibles formas de diseccionar el tanque«, cuenta Selig en su página web. Del deseo de reutilizar la enorme cápsula nació su colección de asientos fabricados con el metal de los tanques de propano.

El artista no modifica las curvas, idea sus muebles para que las redondeces se conviertan en piezas que luego se puedan unir entre sí y creen imaginativos bancos que, tras pintarlos con una capa de pintura inoxidable, luzcan como asombrosas piezas de diseño.

Asientos diseñados y fabricados por Colin Selig con el material de los tanques de propano

Asientos diseñados y fabricados por Colin Selig con el material de los tanques de propano

En su primer experimento, tras llenar el tanque con agua para eliminar el gas residual, Selig trazó líneas sobre la superficie, como preparando la enorme cápsula para una operación de cirugía estética. Era la primera vez que hacía algo así y no confiaba en que fuera a funcionar, pero la tranquilidad de trabajar con un material que de todas maneras no iba a servir para nada era una garantía para seguir adelante. Tras hacer el banco —alargado y elegante, con una argolla a acada lado y un respaldo que invitaba a apoyarse— descubrió que con las sobras podía fabricar dos pequeños asientos de dos plazas. Para completar el reto y comprobar cuánto metal podría reutilizar, con los restos de los restos todavía pudo fabricar una silla: había aprovechado el 99% del tanque.

Tras una «investigación ergonómica» con cientos de personas que se sentaron el los bancos y medían entre 1.50 y 1.96, el escultor comprobó con satisfacción que la «suave curva» del respaldo y del asiento resultaba sorpredentemente cómoda, que la inclinación era la adecuada para un buen soporte lumbar. Selig también destaca la «extrema solidez» de la estructura y el buen resultado que da como mueble de exteriores.

El autor también destaca la presencia de estos depósitos (que tienen una vida limitada y están condenados a terminar en vertederos) en todo el planeta y la facilidad con que se pueden convertir en «obras de arte funcionales». En su página web, Selig enlaza a un vídeo que aclara el proceso a seguir para crear sus útiles bancos a modo de instrucciones para quien se anime a seguir su ejemplo.

Helena Celdrán