Entradas etiquetadas como ‘arte soviético’

La única película de animación oficialmente prohibida por la URSS

Todas las películas prohibidas, señaladas por el filo del señor de las tijeras, por la mordaza ubicua que cabalga sobre nubarrones históricos, tienen su atractivo heroico, su triunfo moral en la derrota anunciada; más si la obra de arte nace para criticar al enemigo y termina siendo finalmente un reflejo de tu propia sociedad, que es siempre pulcra, avanzada, mejor, virtuosa y buena, bajo el prisma de las lentillas ideológicas que proporcionan al censor una vista de hiena.

The Glass Harmonica, del director ruso Andrei Khrzhanovsky, nació en los años 60 como un proyecto de crítica soviética contra la sociedad burguesa que brutalizaba y alienaba a sus ciudadanos con dosis masivas de avaricia, políticas de terror y soledad.

Cuando los censores de la era Khrushchev vieron la película de animación pronto percibieron que este alegato retrataba- además de la demoniaca sociedad burguesa- la relación entre el individuo y un poder autoritario. La carga contra la burguesía terminaba siendo una carga contra la URSS. Los dos polos tenían algo en común en este imán de la Guerra Fría: poderes que subyugan a los individuos, sociedades grises que aspiran a una única pauta y control. La proclamación de un invierno eterno.

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La imaginación salvaje de las paradas de bus soviéticas

Hay rincones donde el espacio cotidiano se convierte en una orgía arquitectónica, las formas son dominadas por una imaginación portentosa y desacomplejada, donde una parada de autobús acaba siendo, por ejemplo, una suerte de ovni, escultura sin código, un sueño estrambótico, la deformación alegórica en mitad de la nada, el huevo creativo que eclosiona en la estepa olvidada, a medio camino entre el brutalismo y la fantasía personal. Esto es lo que ocurrió en la antigua Unión Soviética.

SARANSK, Russia. Homage to local lightbulb factory. #sovietbusstops Vol.2 @fuelpublishing .

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Las paradas de autobús de ese territorio, bautizadas como «pabellones del bus», son eso: edificios alzados como arquitecturas inverosímiles. Último reducto de la originalidad en un mundo excesivamente centralizado. Pura extrañeza. Llamaradas en la visión del recién llegado que no sabe responder si son feas o hermosas, genialidades o bazofias.

Anapa, Russia. #sovietbusstops Vol. 2. Now available from Fuel-design.com, Amazon and fine bookstores everywhere.

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A todo viajero que se precie le gustaría esperar al autobús en una de estas paradas. Perder cuantos vehículos fuera necesario. Su belleza reside en lo inusual. Y lo inusual es el enemigo a derribar en este proceso de copia globalizadora que hemos tomado.

Kamenka Каменка, Russia. #sovietbusstops Volume 2, PAGE 93. Available on Amazon and from Fuel-design.com

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El fotógrafo Christopher Herwig ya va por el segundo volumen de su libro Soviet Bus Stops (publicado en septiembre, en Amazon). Ha recorrido 30.000 kilómetros y viajado por 14 países del extinto imperio soviético (Tayikistán, Georgia, Bielorrusia, Lituania, Abjasia, etc.). Ha utilizado todo tipo de transportes: bicicletas, motos, coches, tranvías, y, naturalmente, el autobús. Esta obra encarna su necesario arte de mirar allí donde los panfletos turísticos nos dicen que no hay nada.

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