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33 nombres para invertir en nueva fotografía

Calle 20 - Febrero, 2012

Calle 20 – Febrero, 2012

Hace casi cuatro años y medio, en octubre de 2008, inicié la publicación de una serie de entrevistas-perfiles a fotógrafos emergentes en la revista Calle 20, editada por la misma empresa matriz que 20minutos.es.

La pretensión de Revelados, nombre de la sección (que, por cierto, bautizó mi compañera en este blog) era simple. Por una parte, ofrecer una sección fotográfica fija en la publicación. Por otra, dar soporte impreso a fotógrafos que lo merecen y que, por desgracia, no tienen demasiadas oportunidades de ver su obra en papel.

La sección, que firmé con una de mis dos identidades periodísticas, ha llegado a su final con el número de este mes de Calle 20.

En los medios nada es intocable, imprescindible, durable. Cuando escribimos lo hacemos con un horizonte efímero.

Han sido 33 entregas. Me complace pensar en el carácter casi perfecto y bíblico del número.

Cada jueves escribo en este blog sobre fotografía. No parecía justo dejar de hablar de los 33 fotógrafos que han poblado mi retina con cadencia mensual desde hace tanto y con tanta potencia. He merecido que algunos -ese es mi orgullo- me consideren también como a un amigo.

David Sylvian - "Sleepwalkers" (2010)

David Sylvian – «Sleepwalkers» (2010)

Otros han demostrado que no andaba yo muy descaminado en su defensa. Una foto de Kristamas Klousch, por ejemplo, de la misma serie que la publicada en Revelados en marzo de 2010, fue utilizada unos meses después para la cubierta del disco Sleepwalkers del gran David Sylvian.

Fotos de Yulia Kazban, publicadas en la revista en abril de 2011, sirvieron para el packaging de A Dream Within a Dream, de Maika Makovski.

Al retratista de homeless Lee Jeffries lo tuvimos en octubre de 2010, bastante antes de que su ternura inconcebible fuera advertida por Time, y al rey de la noche japonesa Junku Nishimura, a quien la FNAC tiene de gira por España en estos momentos, en noviembre del mismo año.

En el caso de Jordi Gual (octubre de 2009), nos adelantamos a la elitista revista C International Photo Magazine de Elena Ochoa de Foster, y contamos antes que nadie la pasmosa relación del fotógrafo con su hija Natalia, ciega de nacimiento («los ojos de Natalia me enseñaron a mirar»), que ha inspirado algún mal documental.

Y ceso el cuento, que no pretende tener ánimo de propaganda personal sino de justa señal de agradecimiento hacia los 33 fotógrafos, a quienes nadie puede aplicar con justicia el calificativo de revelados en su acepción de sujetos de descubrimiento oculto y secreto: están bajo la luz y median para convertirla en lengua viva .

Lo que sigue es parte del elenco de Revelados. Copio y pego las entradillas de cada entrevista, vinculo a las páginas de Calle 20 (en formato PDF) y doy tres someros datos de cada artista: nombre, lugar de residencia y edad actual (no en el momento de la publicación).

Va por ellos. Porque incluir a los 33 haría que la longitud de esta entrada fuera suicida, selecciono a una docena y cito a los demás al final. Ellos saben que mi admiración no tiene nada que ver con estar o no estar, porque siempre están.

Minas Papdopoulos

Minas Papdopoulos

Minas Papadopulos
Tesalónica (Grecia)
36 años
1 | 2 | 3

¿Tres adjetivos? «Suave, cínico, penumbroso». ¿Sustantivos? «Lobo, culpa, soneto». ¿Verbos? «Ajustar, permitir, pensar». Facetas múltiples.

La propuesta inaugural de esta sección de valores fotográficos al alza es Minas Papadopoulos. Nació y vive en Tesalónica (Grecia) y usa la cámara como arma incruenta.

Sale al mundo a cazar. No lo hace para ganarse la vida –trabaja como docente y no confía en que sus fotos puedan darle de comer en estos tiempos de bombardeo de imágenes–, sino para entenderse a sí mismo. Las balas son contra el peor enemigo, la psique, sobre todo la de uno mismo.

«Ver el mundo con ojo fotográfico alimenta nuestra sensación de poder en un mundo que vive instalado en el miedo», afirma.

Chieska Fortune

Chieska Fortune

Chieska Fortune
Vive entre EE UU y el Reino Unido
34 años
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«Necesito la fotografía como una medicina».

Para Chieska Fortune es así de simple: hacer fotos es una necesidad primaria, un instrumento para poder vivir. Incluso para combatir el silencio y lo inasible del lenguaje: «Es una forma de comunicación para expresarse sin usar palabra alguna».

Además, claro, fotografiar es ejercer una forma no agresiva de arquitectura: «Mirar el mundo desde dentro y desde fuera, encontrar sus luces y sombras, las pequeñas cosas que conforman las realidades, para construir durante el proceso otros mundos que tienen que ver conmigo».

A través del visor se atraviesan todos los espejos, «ves aquello que no puedes ver con tus ojos, cierta luz que no está ahí cuando miras, pero sí cuando haces fotos».

Amber Joy

Amber Joy

Amber Joy
Londres (Reino Unido)
33 años
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Acaba de empezar a hacer fotos y ya deslumbra con su afilada visión, a veces tierna, a veces descarnada, nunca inofensiva.

La inglesa Amber Joy propone un retorno al ideal de belleza («el arte moderno se basa demasiado en el ‘concepto’, los intentos de aparentar inteligencia»), pero desde la creencia de que lo atroz también puede ser bello.

Sus fotos no admiten la indiferencia, son duras y militan en el examen de la condición humana desde la proyección de sí misma. Retrata como practicándose una biopsia cerebral.

«La fotografía puede ser muchas cosas: la simple grabación de un momento, la construcción de una fantasía, un instrumento para manipular las emociones de los demás… Pero siempre es el interior de la mente del fotógrafo».

Sarah Marshall

Sarah Marshall

Sarah Marshall
Pittsburgh (Pensilvania, EE UU)
19 años
1 | 2 | 3

Es insultantemente joven (16) y tan falta de prejuicios como para autorretratarse a sí misma una y otra vez sin caer en la vanidad o la autocomplacencia.

«Trato de reflejarme a mí misma en mi trabajo y creo que el autorretrato es la mejor manera de conseguirlo. Podría utilizar otros temas, pero tendría que conseguir que expresaran lo que siento en cada momento. Tiene más sentido que me utilice a mí misma para captar acertadamente mis ideas».

Algo tendrá que ver, seguramente, el que Sarah Marshall viva en un pueblo de Estados Unidos donde no sucede casi nada.

«En realidad no soy mi tema favorito. Me lo paso bien fotografiando a mi hermana pequeña cuando se deja pero, por desgracia, eso ocurre muy de vez en cuando».

Su rutina de hoy es casa-clase-casa; su plan para el futuro, dedicarse a la fotografía.

Merçè Rodríguez

Merçè Rodríguez

Mercè Rodríguez
Barcelona
44 años
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Mercè Rodríguez se retrata a sí misma en solitarias habitaciones de hotel donde las arrugas de las sábanas parecen trazadas por cuchillos de hojas blandas.

También le gustan los paisajes vacíos sólo en apariencia y las formas múltiples de las sombras.

Hace fotos porque se siente poseída: «Esto es como un bicho que se te mete dentro y te domina, es una pura necesidad vital».

Acaba de exponer algunos de sus trabajos en Wandergalerie, un local del Raval barcelonés que antes de ser sala de arte era una panadería.  No es una simple casualidad: en una de las piezas  dos manos parten una hogaza, un gesto de una antigua pero perdurable honestidad. «Uno debe ser honrado con su mirada, porque el alma del fotógrafo se traspasa fotofísicamente a la obra».

Chiara Balza

Chiara Balza

Chiara Balza
Milán (Italia)
28 años
1 | 2 | 3

Descarada y exhibicionista. Chiara Balza sólo quiere «jugar y experimentar» cuando hace fotos. Lo demás no le importa casi nada.

«En la fotografía todo es instinto, al menos para mí. No hay necesidad de buscar nada concreto de antemano, nada profundo o trascendente. Con mi curiosidad me basta».

Es autodidacta, y empezó a hacer fotos en serio y a diario hace sólo un año. Ahora no puede dejarlo, está poseída y tantea con formatos, cámaras, lenguajes…

«Las fotos hablan de mí mejor que mis palabras», explica. Quizá por ese afán confesional, Chiara dice moverse por impulsos que nunca emergen del cerebro, sino de la piel, y admira más que a ningún otro fotógrafo a la estadounidense Nan Golding, cruda documentalista de su propia vida.

Jordi Gual

Jordi Gual

Jordi Gual
Terrassa (Barcelona)
48 años
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«La mejor foto está hecha sin cámara». Jordi Gual sabe bien de qué habla cuando enuncia la frase.

Su hija mayor, Natalia, es ciega de nacimiento. Ahora tiene 18 años, toca el piano, estudia cerámica en una escuela de Artes Aplicadas, adora el sonido de la lluvia y es una de las mejores modelos de su padre.

«Los ojos de Natalia me enseñaron a mirar, pero es una mirada llena de tensión, de ambivalencia. Odio que ella esté ciega y la amo porque es mi hija», afirma Jordi, un fotógrafo de vieja escuela que ni siquiera tiene cámara digital.

Lo suyo es, y la expresión parece también una metáfora de una forma de entender la vida y el mundo, el cuarto oscuro. En su penumbra trabaja a diario con el mejor de los materiales, la intimidad: fotos de sus hijas [Rita, de 8 años, y Aurora, de 12].

Christopher R. Perez

Christopher R. Perez

Christopher R. Perez
Denver (EE UU)
45 años
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Lo primero que contesta cuando recibe el cuestionario de esta revista es una imprecación casi homérica: «¡Holy shit!» (mierda bendita).

«No me manejo bien con las palabras, siempre dejo que las fotos hablen por mí», añade como disculpa Christopher Ray Perez (sin la tilde, el apellido ha sido sajonizado).

¿Qué hablan estos retratos de personas impávidas frente al tiempo, enfrentadas sin texturitas digitales u otros engañabobos a las cámaras de C. R. P., tan viejas como las blasfemias del fotógrafo?

Como poco, honestidad desde ambos extremos del suceso comunicativo. Ellos, los sujetos, están ahí, ligeros de máscaras y, a veces, de ropa, con una mirada que arrolla de tan intensa lealtad.

Eso les pide Christopher: «Sólo les digo que me miren. Busco la simpleza de una mirada. Todos somos culpables de juzgar a los otros por la forma en la que los vemos. No quiero caer en eso».

Kristamas Klousch

Kristamas Klousch

Kristamas Klousch
Vancouver (Canadá)
28 años
1 | 2 | 3

Es una born in the eighties, pero opta como divisa por un axioma irrebatible del escritor dieciochesco alemán Friedrich Schiller: «El sentido más profundo de la existencia reside en los cuentos de hadas de mi niñez y no en las verdades que me enseñó la vida».

Kristamas Klousch ha decidido dejar de crecer y seguir jugando («la infancia es el único momento honesto»).

Acaso lo hace con el mejor de los compañeros: ella misma. Cada una de sus fotos —de leve crueldad, sensuales, apoyadas en el terror gótico y la máscara— es una intervención sobre su cuerpo: puede ser perversa y adorable, vampírica y lunática, infante dominante o víctima sumisa…

Considera sus autorretratos (en los que se maneja sin ayuda para la caracterización, el atrezo, el maquillaje…) «una forma de espectáculo».

Isa Marcelli

Isa Marcelli

Isa Marcelli
Francia
54 años

1 | 2 | 3

La certidumbre de la grandeza de una foto se refrenda cuando ante ella experimentamos una sensación no siempre verbalizable de historia, de memoria comprimida.

Aquí hay algunos ejemplos. La niña tapizada por una gasa es la hija de una vecina, justo antes de su mudanza a una ciudad lejana.

Las dos muchachas, las hermanas Alice y Alice Carole, son amigas de las hijas de la fotógrafa: «Crecieron al estilo hippie, en un autobús adosado a una caravana. Me contaron que siempre sueñan con agua de grifo».

La joven que desciende por las escaleras es un intento de retratar a «un ángel».

La familia en la playa, las huellas de los pies descalzos, la bruma salitre… son una sinopsis del único valor que importa, la felicidad reposada.

Isa Marcelli, la fotógrafa, es consciente del potencial de síntesis de las imágenes: «La fotografía me invita a ahondar, a ir más allá…».

Junku Nishimura

Junku Nishimura

Junku Nishimura
Japón
45 años
1 | 2 | 3

La penumbra apenas iluminada por noctámbulos desgarrados; la ciencia sin leyes de la curda y sus coces de vaca tonta…

Lemas para cuatro fotos: «Demasiado alcohol. Esta belleza se lanza a por otro hombre»; «me invitó a sake, nunca le devolví el dinero»; «no entiende en qué piensa su novio, está casado»; «un médico le dijo que tenía cáncer y no viviría demasiado, eso pasó hace cinco años, ahora está bien».

Los entrecomillados son del gran ojo público de la noche japonesa, Junku Nishimura, que de seguro también estaba bastante colocado cuando hizo las fotos.

Sólo un intoxicado puede retratar así, desde la luz pura del vino de arroz. «Durante la noche nos quedamos sin piel y vemos nuestra verdadera imagen: no tenemos defensas», dice.

Katia Chauseheva

Katia Chausheva

Katia Chausheva
Bulgaria
55 años
1 | 2 | 3

Tiene el buen juicio de no confiar en las palabras y su trémula permanencia. «Lo siento, pero no soy capaz de hablar de mis fotos», dice cuando le preguntamos por cada una de las obras que ilustran esta entrevista.

«No puedo decir qué es la fotografía. Soy alguien de imágenes, no de ideas. Lo siento», añade en otro momento.

En las disculpas y sin pretenderlo, Katia Chauseva lo está revelando todo: la veneración por la momentaneidad, el respeto hacia la intuición, la mansedumbre de un pincel acariciando el lienzo…

Las fotografías de esta mujer que se excusa por no disponer de palabras nada tienen que ver con lo espectral del silencio. Al contrario, son explosivas, nacidas de un tormento e ímpetu de demiurgia romántica: «Las fotos me convierten en otra persona. Siento el alma de mis modelos, puedo tocarla. Ese momento me gusta tanto como el resultado».

Los demás revelados fueron: Jaime Monfort, Rafael Alcácer, Deyone, Levan Kakabadze, Lyly Jamaludin, Yannis Goutman, Benjamin Goss, Arslan Ahmedov, Alejandro Nafría, Lee Jeffreis, Billy GomezFrançois Snelders, Yulia Kazban, Maxim Chelak, Sylvestre Anasse, Hugh O’Connor, Eric Rose, Andreas Kaiser, Michelle Brea, Betina La Plante y Tina Kazakhisvili.

Tomen nota de sus nombres y, si se les cruzan en el camino, compren alguna de sus fotos. En estos tiempos miserables conviene ayudar a los poetas y, pueden creerme, van a hacer un buen negocio.

Ánxel Grove