Un fotógrafo atestigua la lenta agonía del río Ganges

El fotógrafo Giulio Di Sturco sabe que el Ganges se muere. El río está enfermo, en muchos puntos parece un sonámbulo drogado con químicos, zigzaguea por meandros y ciudades como un turbio y alargado desecho.

La muerte de un río debería despertarnos una tensión opresiva, la indigestión, el sudor, el malestar del síntoma, sentir el infarto de esa arteria que nos secará, tarde o temprano, por dentro.

Coágulos.
Lento declinar de una fuente de vida.
Sal y fango tóxico.
Violadores de ríos. Hambre de niños futuros.

Pero el Ganges es más que un curso de aguas universales. Uno de cada doce habitantes del planeta vive aquí. Es la columna vertebral de La India, «su madre» continental, espíritu piadoso, la cuna histórica, el camino que acompaña a millones de personas desde las fuentes del Himalaya al delta multipoblado y amenazado de Bangladés​.

El río Ganges a su paso por Benarés. Fotografía: Wikimedia Commons. Babasteve.

El río Ganges a su paso por Benarés. Fotografía: Wikimedia Commons. Babasteve.

Hoy está lleno de mierda porque el hombre es un animal coprófago. Nunca ha sabido domesticar sus heces.

Plásticos, basuras, cadáveres humanos, carcasas de animales, presas, productos químicos expulsados por el vómito de una agricultura insostenible y de una industria irresponsable que no pagará por sus crímenes.

Di Sturco ha pasado más de ocho años documentando este suceso. En sus fotografías palpamos la muda tragedia de una madre violada por todos. Hoy los jueces discuten si el Ganges debería ser tratado, además de «madre», como una persona más, tener personalidad jurídica propia, y otorgarle de este modo derechos efectivos frente a su constante agresión y abuso.

El río sagrado, lugar mitológico, aguas de vida y muerte, es uno de los más contaminados del planeta. También de los que sufre mayor densidad de población. Hablan de una crisis ecológica sin precedentes. Los intentos por limpiarlo han sido de momento infructuosos. En parte se seca por el cambio climático, con zonas que desaparecen durante la estación seca u otras que están enrojecidas; en parte se ensucia por la vida tóxica de los humanos, que hacinados, apelotonados al amparo de su fértil curso, no pueden dejar de dañar aquello que aman.

Las fotografias de Di Sturco tienen la poética de la desolación, la mirada vacía de unos personajes a la deriva. Ha recorrido las vértebras de su curso, desde el Glaciar de Gangotri a las puertas del Océano Índico, para atestiguar que la madre de todos los ríos se muere.

Me gustaría pensar que estamos preparados para intervenir, sanar el cuerpo, limpiar las aguas, detener a los violadores. Sueño que nunca es demasiado tarde.

2 comentarios

  1. Dice ser José Llopis

    Parece incoherente que el rió sea considerado sagrado pero no se preocupen por mantenerlo inmaculado. Por cierto, debería haber hecho alguna alusión a los ríos españoles, que tampoco están exentos de estas costumbres coprófagas del ser humano, como usted dice.

    13 octubre 2018 | 11:14

  2. Dice ser Albert

    No todo es malo, ahora pueden cruzar el río andando. Lo que deben hacer es tomar medidas desde arriba, y fijarse en los países que tienen los ríos mas limpios y copiar la estrategia. Pero si tratan el río como basurero pues no van a poder hacer mucho. Primero conciencia a la gente de que eso está mal. Pero yo no vivo allí, así que mi opinión es muuuuy subjetiva.

    15 octubre 2018 | 17:25

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