Si ‘reescribes’ la historia de Tailandia sale esto… una epidemia psíquica

Es difícil entender cómo el trabajo de Harit Srikhao puede explicar la historia de Tailandia. Fotografía seres extraños, oscuros, surreales, fetichistas, cuerpos que son un enigma. La primera pista la encontramos en una revelación. Este fotógrafo se sintió harto de la propaganda en su país. Tuvo una epifanía, o quizás un cólico, un dolor de muelas. Entonces decidió «reescribir» el mundo que lo rodeaba. Una visión artística que partía la realidad en dos: sueño contra culto, imagen contra epidemia.

Harit vive en Tailandia. Patria exótica del turismo. Playas, juergas, resorts, miseria. 19 golpes de estado desde 1932. Poder militar y monárquico endulzado con enseñanzas de buda. El último alzamiento fue en 2006.

Comprendió que él, educado en una visión para las masas, inundado por residuos propagandísticos, necesitaba romper con la idea del mundo que había asimilado desde niño. Ocurre esto del mismo modo en la tierra que llamamos el Occidente democrático. Todos sufrimos epidemias psíquicas, cuerpos externos y pegajosos que son incrustados a golpe de telediario en las profundidades del hipotálamo.

El concepto de epidemia psíquica no es una metáfora. Carl Gustav Jung, el célebre psiquiatra, documentó el fenómeno y lo consideró un peligro mayor que las catástrofes naturales. Las multitudes siempre se alimentan de epidemias psíquicas, dijo. Los medios de comunicación, por ejemplo, pueden estimularlas, o las ideas que nos lanzamos unos a otros en las redes sociales, de padres a hijos, de profesor a alumno; si son tóxicas, si son estériles, si son deshonestas, bárbaras, cerradas, peligrosas, estúpidas, cegadoras, pueden infectarnos. Enfermamos en el inconsciente, la razón consciente no puede salvarnos. Estamos rotos, desconcertados, pero sobre todo desconectados del mundo real. Pendemos de un hilo, dijo el psiquiatra.

Cuando uno se desconecta del mundo, de la vida esencial, enferma. Termina furioso, confuso, angustiado o cansado. Presiente cosas terribles, oye voces que no deberían estar allí, se apodera de él un delirio disfrazado de normalidad.

En la infancia empezamos a tragar esa mierda que nos acompaña de por vida. También aprendemos cosas útiles, mientras tanto, preciosas e intuitivas. Aparece entonces el conflicto. Algo no cuadra. Interferencias. Pero nuestros sistemas naturales de defensa, carentes de los recursos necesarios, nos hacen enfermar todavía más. La basura se ha ido acumulando en el inconsciente como la radiación en las muelas del pastor de Chernóbil. El mundo es dividido una y otra vez, más pequeño, celdas, ruptura, fanatismo, lleno de definiciones y proclamas absurdas, blancos y negros, es todo contraintuitivo, y sobre todo está repleto de exclusiones y limitaciones que nos asfixian. El exterior acaba reducido a cuatro verdades emitidas por un televisor. Polaridad absoluta. Estamos salvados. Crece la angustia y la confusión. El odio. La desconfianza. La epidemia.

Sabemos que algo va mal, pero no acertamos a decir qué es. Nos rendimos.

Es una psicosis inducida y compartida, multiplicada por todos y todas, pero al ser colectiva nunca será diagnosticada. A esta locura la llamamos «normalidad».

Visited Red Hook Labs in Brooklyn for the Foam Talent show photography show. Generated from various means for creation the ​individual as well as group presentations the photographers presented are a wide array of visual challenges. The venue is a wide open industrial space which must have one of the most uptodate bathrooms of any venue complete with fresh cut white roses in vases. (Yes, there are three cabinets) Red Hook itself offers a visual experience as well since looking one direction seems as if you are in some West Texas town bigger than Marfa and looking the other way as if your are in a Massachusetts long gone Whaling Village smaller than New Bedford. Flat, Red Dirt, and a Lady Liberty in view often from any shoreline lookout. Here are some shots of the work from the show as well as my West Texas view of Red Hook. #haritsrikhao #daviddebeyter #weronikagesicka #benschonberger #whatididonsaturday #bestbathroom #redhook #statue of liberty #ikeaferry #bluesky #redhooklabs

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Ocurre en todas partes, pero Harit Srikhao quiso reescribir su historia y su «normalidad», el aprendizaje, en definitiva, y tal vez así sanarse mediante el arte. Un ser contaminado debe huir de la fuente de contaminación. Los elementos tóxicos emergen en su iconografía con franca extrañeza. El inconsciente solo entiende el lenguaje de los símbolos. Alusiones veladas a un rey amarillo. Seres oscuros que cargan prótesis mamarias. Todo es raro en su obra, pero así deben ser los caminos cuando transitamos espacios desconocidos.

Harit entendió que su historia- la universal y personal- se sustentaba en la propaganda del nacionalismo Thai. Le habían enseñado a amar y odiar cosas que no tenían sentido. Usó entonces cual defensa el fetichismo– acaso existirá mejor metáfora para denunciar nuestra adicción a estos regímenes neuróticos- y el surrealismo– como una estrategia de ruptura a un escenario dado, una oportunidad para conocer nuevos espacios y liberarnos de las «verdades estériles».

Quería que los tailandeses pudieran salir de «una realidad melancólica» para abrazar así la fantasía como cuestionamiento crítico. Somos antena, parece decir, y necesitamos una reconexión; el arte puede ser un camino, pues se empieza cuestionando los símbolos, trabajando en el inconsciente colectivo dañado.

La ideología y la propaganda acaban lastimando al animal paradójico que somos, son como un vestido de látex demasiado pequeño.

1 comentario

  1. Dice ser Siniestrotal

    Inquietante el inconsciente.

    18 mayo 2018 | 16:26

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