Archivo de febrero, 2018

¿Y si Gregorio Samsa hubiera despertado siendo un maravilloso insecto?

«Una mañana, tras un sueño intranquilo, Gregorio Samsa se despertó convertido en un monstruoso insecto».
Cucharacha común. Dominio Público. Wikimedia Commons.

Cucharacha común. Dominio Público. Wikimedia Commons.

Así empieza Kafka su relato de La Metamorfosis. El Sr. Samsa despierta reencarnado en una cucaracha o plaga doméstica de «vientre convexo y oscuro, surcado por curvadas callosidades».

Es de sobra conocida su historia, una de las más célebres de la literatura. Lo cual no excluye que mi cliente, el Sr. Samsa, comerciante de profesión, no tenga razones para demandar a su creador, por padecer el odio y asco irracional de su familia y amigos a consecuencia de esta decisión creativa.

Si en esa triste mañana, tras el sueño intranquilo, el Sr. Samsa hubiera despertado convertido, por ejemplo, en uno de los insectos del fotógrafo Igor Siwanowicz, la cosa habría sido distinta, su destino, otro.

 

Idolomantis diabolica 2016 #prayingmantis #acrylic #acrylicpainting #igorsiwanowicz

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Un colorido bicho de Siwanowicz. Un Don Juan en la colmena. Atractivo. Notorio. Influencer. No de color marrón. No un escarabajo convexo del tamaño de un perro.

Kafka debería haber obrado con la diligencia del buen padre de familia al imaginar su personaje, su hijo, motivo por el cual, mi cliente, el inmortal Gregorio Samsa, accede a interponer esta demanda contra sus herederos.

Reclamamos el resarcimiento del daño moral y la reescritura del relato. Lee el resto de la entrada »

Hoy solo regalo flores

Hoy me he despertado con aliento de néctar, trompa de lepidóptero, bombo de abejorro, y he decidido llenar este blog de flores. Nada más. Me sobreviene el espíritu del buen zángano, la casualidad de los insectos melíferos, el azar colectivo de la miel.

Salgo raudo de la colmena en busca del polen artístico…

Abeja de miel o melífera. Por Ivar Leidus. CC BY-SA 4.0. Wikimedia Commons.

Abeja de miel o melífera. Por Ivar Leidus. CC BY-SA 4.0. Wikimedia Commons.

En las pinturas de Mona Caron, artista afincada en San Francisco, terminan posadas mis múltiples patitas de himenóptero.

Es una artivista que apuesta por los murales en el espacio público. Narraciones para los vecinos, que también viven en colmenas y a veces apestan a gris.

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Acusan de irresponsable a un artista por profanar edificios sagrados en Bután

¿Cuáles son los límites en el arte? ¿Qué separa la acción artística del atentado?

Imaginemos la respuesta en la parábola de Buda contra el guerrillero Invader

Buda regresa del Nirvana y visita Bután, su país favorito, donde aún tiene muchos acólitos. Amante de lo pequeño y esencial, se dirige a un templito de oración, construido siglos atrás por unos monjes en el bosque.

En las paredes blancas encuentra un colorido mosaico que no debería estar allí. No necesita el tercer ojo para darse cuenta de este detalle.

Alguien dejó una marca. Un elemento extraño incrustado en cemento. Exógeno. Alienígena. No es la típica muesca de navaja que mal luce el nombre de un turista idiota; por suerte, las leyes del Dharma castigan a estos lumbreras con la reencarnación en cucaracha, lombriz o garrapata. Esto, sin embargo, parece algo distinto.

¿Puede ser arte?, se pregunta Buda.

Un dragón pixelado, por ejemplo, aquí, en las puertas del bello monasterio…

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Confesiones de un ladrón de libretas

Hay muchas libretas, lo sé, múltiples mundos ahí fuera; desconozco su número exacto. Pero sé que en toda Moleskine puede esconderse un universo pintado. Paisajes fantásticos, escenarios, animales de poder…

En las manos correctas estos bienes dejarán de ser papel o insensible materia orgánica, convertidos en un portal hacia otros lugares. Porque la imaginación- os confieso- es la amante de las libretas, y el verdadero botín para este ladrón de cuadernos.

Libreta Moleskine. Por Pava. CC BY-SA 3.0. Wikimedia Commons.

Libreta Moleskine. Por Pava. CC BY-SA 3.0. Wikimedia Commons.

Si no fuera por la ley, el decoro, o acaso mi cobardía, asaltaría todas los agendas que viera, esperando recibir, con suerte, mi premio.

¿Qué secretos? ¿Qué universos? ¿Cuántos símbolos cobijará la tapa negra?

Acecharía el instrumento mágico, a la vera de su portador, que despistado lo habría dejado allí, puede que en la mesa de un bar, en un parque o estación de tren.

Lo apartaría de un empujón – ¡yo soy el loco de las libretas!-, creyéndome con derecho a penetrar en ese espacio fantástico: el útero que fecunda los sueños.

Podría caer así, embelesado, extasiado, saciado, a través de ese portal que es en realidad el acceso a los universos posibles.

Por suerte nunca me he topado con Francisco Del Carpio. El robo hubiera sido mayúsculo. La violencia, extrema. Sin duda es una de las personas correctas, un alquimista del papel, creador de portales mágicos…

Las Moleskine de Del Carpio son pasajes a otros mundos. En sus páginas nacen animales, lunas, plantas, bosques, mujeres, niños, pintores, creadores, esqueletos… Trofeos para el soñador. Es la vida, es el misterio, es el sueño de un ladrón de libretas. El botín, el premio de cruzar hacia ese territorio imaginativo. Ustedes toman drogas, yo robo libretas. Nadie es perfecto. Todos tenemos derecho a soñar.

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Otros yōkai o demonios que vale la pena conocer

Seguimos con los demonios y demás criaturas. En el post anterior traté en este blog el tema de los yōkai o espíritus tradicionales de la cultura japonesa.

Yokai Kappa. Por Katsushika Hokusai. Wikimedia Commons.

Yokai Kappa o Niño de río. Por Katsushika Hokusai. Wikimedia Commons.

He decidido ampliarlo a un segundo escrito partiendo una vez más de la obra del artista Matthew Meyer.

Os voy a mostrar nuevos seres sobrenaturales interesantes. Todos han sido dibujados por Meyer, ilustrador estadounidense que está detrás de la web divulgativa yokai.com (una pequeña enciclopedia mitológica a la que podéis acudir).

Aquí vienen nuevos seres sorprendentes. Empezamos con el Bashō no sei.

Es un espíritu tropical oriundo de la isla de Okinawa. Se caracteriza por aparecerse como un rostro humano dentro de las hojas de una planta conocida como banana japonesa o musa basjoo. En la tradición nipona y china estos árboles suelen contener espíritus. Al Bashō no sei le gusta asustar a las personas más que dañarlas, y puede esconderse en los jardines ornamentales. No es particularmente hostil pero tampoco está exento de peligros. Por ello se recomienda no visitar los plataneros pasado el atardecer o, en su defecto, llevar una espada. Puede dejar a las mujeres embarazadas, por lo que darían a luz a un niño demonio.

El alegre Haradashi

Si el chupa-mugres era mi favorito en el anterior post, aquí tenemos otro ganador. Este espíritu tiene el nombre de «El que expone su vientre». Habita en templos antiguos y casas. Es juguetón e inocente, y se pirra por unas botellas de sake. Suele amenizar las veladas con bailes y juegos. Sus rasgos van de la amabilidad a la estupidez. Es benéfico. Presenta un rostro y un estómago grande. Le encanta hacer reír a la gente. Es experto en las danzas ridículas, usando su vientre prominente. Suele aparecerse a las personas tristes, especialmente si están bebiendo solas. A cambio de alcohol, el Haradashi los anima. En su presencia perciben que la aflicción desaparece. Tiene el poder de llenar de esperanza y sueños a los deprimidos.

El Kappa es quizás el más famoso de todos yōkais en Occidente. Ha sido muy representado en series y videojuegos.

Su nombre quiere decir «niño del río». Habita en cualquier medio acuático. Es omnívoro, tiene predilección por los pepinos pero también- y esto es una advertencia- por las entrañas humanas. Su forma característica es la de un reptil humanoide con caparazón de tortuga. Aparece principalmente en ríos y arroyos, y es un excelente nadador. A pesar de tener la forma de un niño goza de una fuerza increíble, muy superior a la de un ser humano adulto. Posee tres anos, sufre muchas flatulencias, y huele a pescado. Presenta un agujero cóncavo en su cabeza, que siempre debe contener agua. Si se seca este cuenco, muere. Son seres muy poderosos e inteligentes, que conocen los idiomas humanos y yōkai. Son venerados en el sintoísmo– la religión ancestral del Japón- como dioses de agua. Suelen ser traviesos y hasta groseros. Son muy territoriales- dejan sus marcas en los lagos- y les gusta ahogar a los intrusos. Pueden violar a las mujeres y devorar vivas a sus víctimas. Son invencibles en el agua, pero se muestran patosos en tierra. Si se les vence, prometen eterna fidelidad al ganador.

El Kotobuki

Esta quimera está compuesta por muchos animales y es un ser de buen auspicio. Contiene todos los signos del zodíaco asiático: la rata, la liebre, el buey, el tigre, el jabalí, el dragón, el mono, el perro, la oveja, la serpiente… Es una criatura poderosa que simboliza felicidad, progreso y una vida larga. Todos los japoneses desearían tener uno en su casa.

El Kazenbō

Es un fantasma que parece un monje en llamas. Oriundo de la montaña Toribeyama, cerca de Kioto, donde se encuentra un cementerio tradicional en el que se incineraba a los muertos en caso de epidemia. A pesar de que no daña a los seres humanos, su aparición es terrorífica. Suele surgir de la nada y consumirse inmediatamente por el fuego. Se cree que son los espíritus de unos antiguos monjes budistas que se sacrificaron dentro de un ritual crematorio y que no consiguieron, sin embargo, trascender al nirvana (la iluminación), por lo que seguirían apegados al mundo material.

La Hone Onna es la mujer esqueleto.

Es uno de los múltiples seres fantasmagóricos que hay entre los yōkais. Le gustan las calles oscuras, callejones y cementerios. No se alimenta de humanos pero tiene un gran apetito sexual. Este espíritu no sabe que ha muerto y suele presentarse ante sus seres queridos. Muchas veces aparece como la hermosa joven que fue, pero es solo un engaño. Normalmente regresa con sus amantes, porque está atada al mundo de los vivos por el amor que ha dejado atrás. Entonces copula con ellos y poco a poco les va robando la energía vital. Finalmente, si no se detienen estas prácticas, el amante se unirá a ella en el reino de los muertos.

La Ubume

Es un fantasma desamparado que ha muerto durante el parto. Uno de los yōkais más trágicos. Merodea por las noches oscuras y lluviosas. Lleva un niño en brazos y no para de gemir y de llorar. En ocasiones tiene la forma de una horrorosa mujer preñada ensangrentada que pide ayuda a los asombrados testigos. Normalmente vaga cerca del lugar en que murió. Si su bebé sobrevivió a su muerte intenta cuidarlo y compra comida para él, aunque solo pagará con hojas secas en los establecimientos.