Kampung Pelangi significa en indonesio «villa arco iris». Y sus colores lo atestiguan. Se trata de una localidad pobre del distrito de South Semarang que un día decidió transformar sus grises calles de slum o suburbio por esta fantasía llamativa.
Cubrieron con los colores del arco iris cada rincón de su villa. Añadieron murales, estatuas, grafitis. Atrajeron a turistas y fotógrafos de Instagram que le rindieron homenaje. La villa encontró un punto en el mapa.
Hoy, por ejemplo, hablamos aquí de ella.
232 casas pintadas por los vecinos, que contaron con la ayuda económica del consejo local y la Asociación de Constructores Indonesios. 22 mil dólares costó la operación. La idea surgió, según la prensa nacional, de Slamet Widodo, profesora de 54 años de la localidad, que dijo haberse inspirado en otras ciudades asiáticas, algunas de ellas en su país. De este modo Kampung Pelangi ostenta ahora el título de ser «la ciudad arco iris» más extensa de Indonesia.
La transformación de los slum en coloridos lugares parece ser una tendencia en Asia y en otros lugares del mundo. A priori buscan atraer el turismo, pero qué duda cabe que puede tener otro tipo de impacto en la psique de sus habitantes: la mutación del gris y la decadencia en el color de la imaginación; las calles frías y sucias imantadas ahora de arte colectivo; el olvido convertido en múltiples fotografías en la Red.
En Indonesia, antes de Kampung Pelangi, aparecieron Kampung Warna-warni y Kampung Tridi, en Malang, y Kampung Kali Code, en Yogyakarta. Ninguna tiene grandes estatuas o templos. Carecen de tigres o pagodas. Solo color.
En Taiwán, en la ciudad de Taichung, se encuentra Chun An Li, un barrio que empezó su transformación porque un veterano de guerra en 2008 pintó su casa y no se detuvo hasta llenar el barrio de presencia artística.