Mircea Cărtărescu, el rumano más negro

Mircea Cărtărescu

Mircea Cărtărescu

Este tipo de mirada de azabache y rasgos cromados se llama Mircea Cărtărescu. Nació en Bucarest, la febril capital de Rumanía, el 1 de junio de 1956. En los mentideros le sugieren como el posible primer Nobel de Literatura rumano.

No esperen a que los mentideros tengan razón (sucede con poca frecuencia, pero sucede) y háganse el favor de leerlo cuanto antes. Algunos venenos, como algunos besos, no se merecen la injusticia de la espera.

La modélica editorial Impedimenta -que ilumina estos tiempos de consolación como una antorcha en una noche de vampyrs– ha publicado en España dos libros de Cărtărescu: El ruletista y Lulu.

Los traigo hoy a la sección Top secret con certeza de tropelía: ambas obras han dejado de ser secretas para convertirse, sobre todo la primera, en uno de esos bellísimos fenómenos literarios de ampliación popular, discreta e incesante.

«¿Has leído El ruletista?» es una pregunta-contraseña, un signo de complicidad entre quienes vivimos aterrorizados, convencidos de que ahí afuera sólo hay, como escribe Cărtărescu,  «una noche sólida como un infinito témpano de brea».

"El ruletista"

"El ruletista"

Novella extrema, escrita con la misma enajenada matemática que poblaba las noches insomnes de Kafka o los inmemoriales desiertos de Borges, El ruletista refiere la vida de un loser drástico, un jugador de ruleta rusa que busca el nirvana frente a la «luz feroz de la pólvora» en letales sesiones financiadas por la cresta de la sociedad.

El narrador, magnetizado por la persecución de la muerte y el free jazz de los sesos reventados, es «un ovillo de harapos y cartílagos», un anciano a quien nadie puede ya sustraer nada, porque agoniza en «una niebla negra que ha engullido lentamente, a medida que he ido envejeciendo, las ciudades, las casas, las calles, los rostros».

Nada más riguroso se me ocurre para recomendar el libro que someterlo a la prueba de la apertura al azar de algunas páginas. Tomo en mis manos el volumen ahora y dejo que el papel impreso sea arbitrario como el tambor de la pistola del ruletista:

Página 26: «Ahora sé, con toda seguridad, que estaba siendo sometido a un control exhaustivo porque había sido propuesto para comenzar mi noviciado en el mundo subterráneo de la ruleta».

Página 59: «Ahora la respuesta me parece simple; primitiva pero, al mismo tiempo, genialmente simple: el Ruletista apostaba contra sí mismo«.

Página 44: «Ni las señoras más refinadas de la sala se cubrían los ojos; en ellos se leía el perverso deseo de ver con sus propios ojos lo que algunas conocían solo de oídas: el cráneo reventado como una cáscara de huevo y esa sustancia ambigua, líquida, del cerebro salpicando sus vestidos».

Página 56: «Y al abrir la cremallera en mi vuelo, he desvelado el pecho del Dios verdadero, un raccourci más grandioso que cualquier otra cosa de este mundo».

No extiendo la lotería. Jueguen ustedes mismos a la ruleta rusa en un libro sobre «la muerte individual de cada uno, el gemelo negro que nació junto con él».

Ánxel Grove

4 comentarios

  1. Dice ser Jairo

    Ese titular se puede malinterpretar, y puede que salga alguno con ganas de tocar los huevos.

    09 enero 2012 | 18:23

  2. Dice ser Aquadig

    oye, es Bucarest. la capital de Rumanía. Budapest es en otro país

    09 enero 2012 | 21:05

  3. Dice ser Druidesa

    Sí, los libros de Impedimenta son una apuesta segura.

    09 enero 2012 | 21:13

  4. Dice ser Druidesa

    Los libros de Impedimenta son una apuesta segura.

    09 enero 2012 | 21:14

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