AVISO: Spoilers de la tercera temporada de Homeland
Se suele decir que una relación no puede ser la misma tras una infidelidad. Y es completamente cierto. La confianza se evapora, y la confidencia pasa de ser natural a cuasi obligatoria, bajo el recelo del «no me has contado esto, seguro que habrá más». Al fin y al cabo es una traición, sustantivo que implica perdonar pero no olvidar. Cuando pasa el tiempo, en la mayoría de casos te das cuenta de que quizá tampoco puedes aplicar el primer verbo, y que va a ser mejor dejarlo. Cada uno por su lado, finalizando lo que una vez fue real, y que desde aquel momento en el que se cometió el error dejó de ser lo mismo.
En Homeland ha pasado algo parecido: a Brody (Damian Lewis) le han puesto los cuernos en la tercera temporada con una trama en la que no pintaba nada. Luego, en un gesto de perdón, le han implicado en ésta con calzador, para ver si se podía recuperar algo maravilloso que duró dos años. Pero como se esperaba, no ha sido así, y la serie y su protagonista masculino han tenido que romper. De mala manera, claro. Las consecuencias son trágicas: esta unión ya no podía ser la misma, y se ha acabado. Homeland no es lo mismo sin Brody. Por separado son cosas distintas. Y casi mejor que la parte que ha salido bien parada no intente hacer lo mismo que hacía con su pareja. Más que nada porque será imposible.
La tercera temporada de la serie de Showtime ha sido un despropósito en líneas generales. A la vez, si nos centramos en el análisis por capítulos, ha llegado a disponer momentos de calidad que recordaban a lo que estuvimos viendo hasta el pasado año. El problema está en que vender la idea principal en el cuarto episodio de la segunda temporada no ha salido bien. En su momento estuvo bien por la valentía que implicaba, dado que nos hicieron pensar que todo iría a mejor y que la principal premisa (la doble vida de Brody) se extendería para que nos siguiéramos mordiendo las uñas. Resultó que ésto fue lo que mató la serie. Cuando vimos el final de los episodios de 2012 ya lo intuimos. Desde que comenzó la tercera entrega este año quedó bien claro.
¿Quién iba a pensar que saliéndote del argumento original ibas a cagarla? Pues, no sé, ¿quizá alguien con dos dedos frente? ¿Cualquiera que se haya puesto a escribir ficción? ¿Todo el mundo? Recuerdo varias conversaciones sobre el tema con distintas personas. En cualquier caso, la pregunta importante es la mourinhista: ¿por qué? ¿Por qué lo hicieron? La respuesta no la sabemos, pero la consecuencia es un «os jodéis» abrumador. Showtime, los guionistas, los responsables de la serie, y cualquiera que tomase decisiones, nos han arrebatado la mejor noticia que tuvo la televisión en 2011. Y encima, en solo dos años. Las explicaciones al respecto de Alex Gansa, su showrunner, son para echarse a llorar. O reír, depende del humor de cada uno con respecto a lo que nos ocupa.
Matar a Brody era algo ya casi necesario. Tenía que irse porque con los cuernos que tenía su personaje con respecto al argumento de esta tercera temporada ya no tenía sentido que siguiese. Para prepararnos, centraron toda la atención Saul (Mandy Patinkin) y Carrie (Claire Danes), enfrascados ambos en una misión secreta absurda en la que cogían por las pelotas a un pez gordo iraní para así usarle de soplón. Todo esta idea me parece genial. Pero no me la he tragado.
Homeland es la CIA, Abu Nazir, Brody, Al Qaeda y una mujer bipolar (algo muy serio) llorona que se enamora de un marine veleta encolerizado con su país por matar con un dron al hijo del terrorista que le convirtió al islam. También es el misterio sobre si el militar desaparecido se atreve a actuar contra su país, mientras su aspirante a novia sigue intentando descifrar si realmente se está tirando a un criminal en potencia basándose en su instinto y los consejos de su inteligente superior. Y no toda la morralla que nos han vendido en los 12 capítulos de este año. En fin.
Varios amigos y conocidos me han preguntado esta semana si esta era la última temporada de la historia de Homeland. Todo lo indicaba: Brody se ha ido, Carrie se pira a Estambul a punto de ser madre, y Saul ha dejado la CIA tras ser condenado al ostracismo. Cuando les respondí de forma negativa no lo entendían. «¿Y qué van a hacer?». Me temo que nadie lo sabe.
Más imprevisible resulta cuando ya sabemos que dos personajes importantes, que no esenciales, como Jessica Brody (Morena Baccarin) y Dana Brody (Morgan Saylor) no estarán en la cuarta temporada. Su despedida no ha sido tal. Simplemente dejaron de aparecer. Una chapuza típica en una serie mediocre y no en algo que ha sido tan grande.
No soy muy original con la reflexión final, pero es que no se puede extraer otra lectura: Homeland ha muerto con Brody. Lo que veamos (si queremos, que muchos puede que nos bajemos del carro) no será la serie que estábamos viendo. Será otro rollo. Otra historia, con tramas diferentes y personajes distintos. Mejor que le cambiasen el nombre, ¿no? O que no volviese. No hace falta. Tampoco la echaríamos de menos tras lo ocurrido este año. La pasta manda, supongo.