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Siempre busco la manera de acabar una serie cuanto antes... para ponerme a ver otra.

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El final de Sons of Anarchy: at the end of the day, perdimos a la mejor serie del año

Aviso: spoilers de la última temporada

Confieso que el año pasado fui un poco cobarde. Breaking Bad es una barbaridad de serie, pero nunca me pareció la mejor. Quizá, la segunda dentro de mi ránking. La primera siempre fue Sons of Anarchy. Ha sido mi preferida desde que empecé a verla en 2011, cuando me tragué tres temporadas seguidas solo un mes antes de que empezase la cuarta.2

Nunca me he aburrido con alguno de sus capítulos, y era experta en provocar que quisiese más con sus cliffhangers. Por eso me cuesta mucho creer que se haya acabado para siempre. Que el del martes pasado fuese su último episodio. Aunque no pueda ser más evidente por su cierre, tan apoteósico como esperado; lacrimógeno y esperanzador.

Y es que todos esperábamos lo que iba a pasar. Por la cabeza de cualquiera que viese la serie pasó la idea de que Jax Teller (Charlie Hunnam) acabaría muerto, de una manera u otra. Ya fuese por medio de un asesinato, por un tiro perdido en una refriega con una banda rival, en una emboscada, torturado… En el suicidio pensé menos. Nunca creía que fuese a ser así. Y menos aún quiénes estarían implicados en su adiós.

1La sorpresa de los últimos minutos solo se le puede ocurrir a un genio. Kurt Sutter lo es. Lo ha demostrado durante siete años en los que se ha ganado el puesto en la lista de los grandes showrunners, junto a Vince Gilligan, David Simon, Alan Ball o Jenji Kohan. Que el camión ante el que se tira Jax lo conduzca Michael Chiklis, el otro actor histórico ligado a Sutter gracias a The Shield y su papel de Vic Mackey, solo puede plasmarlo en un guión un loco maravilloso.

Que Kurt Sutter es experto en manipularnos ya lo sabíamos. Sons of Anarchy ha sido la serie que más ha jodido al espectador con sus giros. La muerte de Opie (Ryan Hurst), la de Tara (Maggie Siff), el secuestro de Abel, el ACOJONANTE final de la tercera temporada y todos los ajustes de cuentas inesperados han provocado escalofríos, bocas abiertas e incluso lloros. Siete años y 90 capítulos han dado para mucho, y ninguno decepcionaba. Ni el que parecía más aburrido.4

Pero, ¿ha acabado de forma adecuada? Puede parecer que se han apresurado a cerrar muchas cuestiones en un capítulo de hora y 15 minutos. August Marks (Billy Brown), los acuerdos con las otras bandas, la salida y posterior huida de Jax, las reacciones al adiós de Gemma (Katey Sagal)… Son demasiados temas, que nos han acompañado durante muchas semanas de tensión, y a los que se ha dado puerta en poco tiempo. Y a pesar de ello, a los guionistas no se les puede acusar de ansiosos y cagaprisas. Está tan bien hecha que da la sensación de que todo ocurre en el momento justo. Aunque se mezclen 200 tramas en 45 minutos.

3Lo mejor del final es la frase que lo resume: The bad guys lose. Eso es lo que le dice Jax a la fiscal Patterson (CCH Pounder), cuando ella le pregunta What happens at the end of the day? Se glosa en 10 palabras la moraleja de toda la serie: hagas lo que hagas, aunque creas que siempre te sales con la tuya, si eres malo al final vas a perder. «I’m not a good man. I’m a criminal. A killer», admite el propio Jax. Y a él eso le cuesta perder todo. Empezando por el asesinato de su mujer a manos de su madre. No hay mayor justicia poética. En concreto, de Shakespeare, inspiración evidente de Kurt Sutter en el devenir de Samcro y que hasta acaba la serie con unos versos del dramaturgo británico: Doubt thou the stars are fire; doubt that the sun doth move; doubt truth to be a liar; But never doubt i love.

Creo que Sons of Anarchy es la mejor serie de la historia. Esta es mi opinión, que se puede compartir o no. Discutir, también. Decirme que estoy equivocado, no. Es la mía. No tiene por qué ser la de todo el mundo.10626608_10152726623528291_4473902720372678848_n

Y es que, at the end of the day, no solo perdieron los tipos malos. También nosotros perdimos a la mejor serie del año y una de las grandes de todos los tiempos.

Puede que me falten muchas cosas por escribir sobre ella. No descarto volver a hacerlo. Pero lo mejor para hacerse una idea de lo que ha supuesto para la televisión es verla.

No es culto, es obligación: The Shield

No son pocos los que dicen que la edad dorada de las grandes series acabó con el fin de Los Soprano, ya que la calidad de sus coetáneas era incontestable. Aunque no esté de acuerdo ni por asomo con esa afirmación, sí es cierto que hay varias ficciones que muchos lamentamos que llegasen a su final: son las denominadas series de culto. Pero aquí iremos más allá, y las llamaremos de una forma más categórica: obligatorias. Cada cierto tiempo homenajearemos a una, recordando su argumento, sus personajes más representativos y sus mejores capítulos. Todo con la idea de que os enganchéis a alguna de ellas durante este verano, que es perfecto para sacar el seriéfilo que todos llevamos dentro. 

TheShield1

La que inaugura esta nueva ‘sección’ es mi serie favorita, la mejor de todas las que he visto y que ya han pasado a mejor vida. Y que, casualmente, también es poco conocida en España: The Shieldemitida en su día por FX.

Creada por Shawn Ryan (también responsable de The Unit o la incomprensiblemente cancelada Last Resort), The Shield trata sobre una unidad policial especial situada en Farmington, un barrio multirracial de Los Ángeles extremadamente conflictivo, y donde el detective Vic Mackey (Michael Chiklis) lidera el ‘grupo de asalto’ (o strike team). Este equipo liderado por Mackey se caracteriza por sus métodos poco ortodoxos para luchar contra el crimen o ‘mantener la calma’ en Farmington. Los recursos de estos agentes van desde la violencia contra los arrestados, el robo o la extorsión. Es decir, parecen haberse inspirado en los imputados en Gürtel o Malaya: son corruptos en casi todo lo que hacen.

Lo que la distingue de cualquiera otra es su ritmo, particularidad que nadie ha podido imitar aún: en sólo 15 minutos tienes la sensación de que han pasado miles de cosas. Los casos que tratan los policías parecen estar resueltos. Pero no. Aún queda casi media hora de metraje vertiginoso del que no te puedes despegar. Y por supuesto, siempre deja con ganas de más, en gran parte gracias a los giros de guión.

THE SHIELD:  Michael Chiklis as Detective Vic Mackey on THE SHIELD on FX.

Las historias de la rutina policial que surgen en la comisaría (conocida como La Cuadra) también están muy trabajadas, ya que no todo se reduce a bandas, asesinatos o narcotráfico, sobre todo gracias a la gran implicación de los protagonistas en los casos. Nada queda al azar en las siete temporadas donde a cada capítulo se va otorgando más importancia al resto de personajes, ya que está concebida como una ficción coral, pero sin que deje de destacar el rol de Mackey.

Porque Vic no es un policía común. Prefiere tomar atajos ilegales para que su equipo obtenga victorias en los asaltos. Y todo eso repercute en su vida personal. De tres hijos y esposa a vivir en un motel. De gustarle ser un corrupto a sentirse mal por lo que hace. De ser el exitoso policía a experimentar la soledad. En definitiva, Mackey se acaba transformando en el General Buendía de García Márquez: admirado por muchos, odiado por otros, consumido por sí mismo.

Los problemas familiares de Mackey, los vaivenes de Shane Vendrell (Walton Goggins, el número 2 de Mackey), la ambición del capitán David Aceveda (Benito Martínez), la cobardía del agente Julien Lowe (Michael Jace), la honradez de Claudette Wyms (CCH Pounder) o la poca autoestima del detective Dutch Wagenbach (Jay Karnes), sumadas al resto de las vicisitudes de todo el elenco, otorgan a la serie un argumento sólido y a la vez dinámico.

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Los villanos seleccionados tampoco se quedan atrás, llegando a parecer indestructibles. Y los invitados especiales son el aderezo perfecto para el reparto, tales como Glenn Close en la cuarta temporada o Forest Whitaker en la quinta.

Así, los más de 80 episodios de The Shield conforman una máquina de entretenimiento de calidad perfecta, que no defrauda en ningún momento y que logró reinventarse en cada temporada hasta su gran final en 2008. Vic Mackey y Farmington son el paradigma de las maravillas que pueden surgir en la televisión. Y de los pocos que pueden presumir de hacer gozar al espectador con cada segundo en la pantalla. Por tanto, no la dejéis escapar: os alegrará el verano.