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Siempre busco la manera de acabar una serie cuanto antes... para ponerme a ver otra.

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El Rey: un biopic de aprobado que lava la imagen de Juan Carlos I

Cuando supe que Telecinco iba a estrenar una miniserie sobre la vida del rey Juan Carlos, me puse en guardia. Saltaron todas las alarmas del mal gusto que tengo, y me esperaba un par de capítulos de puro jabón al monarca. Donde las interpretaciones fuesen malas, el relato no pasase de ser plano (porque todos sabemos lo que ocurre) y los aspectos técnicos más que limitados.4

Es decir, estaba pensando en aquel despropósito llamado Felipe y Letizia. O en el lamentable biopic de Mario Conde, Los días de Gloria, que por temática no tiene nada que ver pero que en la esencia es lo mismo: contar cómo fue supuestamente la vida de un personaje relevante. Ahora puedo decir que me equivoqué. Y que El Rey, aunque también es peloteo a la casa real, se deja ver.

No sé si encuadrar esta miniserie en el apartado de guilty pleasures, o si directamente se puede decir que está bien hecha y por eso es entretenida. La cuestión es que no me he aburrido viéndola. Por eso merece como poco el aprobado.

2Pero a pesar de que sirve para entretenerse y que hay que elogiar todo lo que hay detrás, que nadie crea lo contrario: esto es un lavado de imagen para el monarca. Se nos muestra a un chaval al que se atrevía a toserle todo el mundo, cuando la realidad fue con toda seguridad otra. ¿Quién se va a creer que cualquiera que no fuese su padre o Franco se iba a atrever a reprocharle sus tropelías de adolescente o sus actos de indisciplina haciendo el servicio militar? Y esto no es confundir realidad con ficción, ya que hablamos de un personaje histórico.

También se nos quiere hacer creer que era un chaval ejemplar, que a pesar de haberle educado en mirar por encima del hombro jamás lo hizo. Parece que no han contado con que nos conocemos bien la historia del Borbón. El mismo que si hace algo inexcusable ya tiene lista la disculpa preparada: «Lo siento, m’equivocao, no volverá a ocurrir». Ya se la sabía desde pequeñito, según muestra la miniserie.1

El Rey y su entretenimiento no parece que respondan a una fórmula secreta de sus responsables y guionistas. Simplemente han ido a centrarse en lo que mejor podía funcionar: mostrar cómo creció un niño al que desde pequeño le llamaron alteza pero que en realidad no tenía ninguna libertad, pues su vida tenía un único fin.

Así pasó con su llegada a España,  al trasladarse desde el exilio de Don Juan en Estoril. Sus idas y venidas del país, con un Franco pendiente de seguir aislando a su padre y que a la vez se trabajaba al chaval para sumarle a su causa. Otros momentos clave son el «accidente» que acabó con la vida de su hermano, el infante Alfonso, y sus primeras relaciones, como la que mantuvo con Olghina de Robillant.

5El otro punto central es su relación con Don Juan, que en la miniserie se nos muestra que fue empeorando por sentirse este último traicionado por su hijo en favor del dictador. Algo en lo que influyó el ansia de poder de Don Juan y la muerte de su otro hijo en presencia del futuro rey.

Entre los actores destacan Patrick Criado, como el rey en la adolescencia, y José Luis García Pérez, que encarna a Don Juan. El resto son secundarios que hacen papeles muy correctos, y que resultan creíbles en sus roles. También destaca mucho Adriana Torrebejano (Olghina), que hace un papel corto pero que logra asombrar por la sensualidad que desprende. La interpretación que me da más miedo es la de Fernando Gil (el rey ya adulto). No hay que olvidar que ya interpretó al príncipe Felipe en la miniserie infame que mencioné al principio. Y que hizo el ridículo tanto o más que Amaia Salamanca y Juanjo Puigcorbé. Más allá de ser alto y tener algo de parecido con Juan Carlos I, no entiendo sus méritos como actor para acceder a estos trabajos. 3

El ritmo del biopic del rey es bueno, y resulta muy entretenida. Sí, entra en el grupo de las que permite engancharse rápidamente aunque dejes de prestarle atención durante unos minutos. Pero al menos la fotografía, los escenarios o el guión cumplen las exigencias mínimas. No hay nada vergonzoso como una iluminación de discoteca o unos cromas cutres que se descubren fácilmente.

Aun con la pleitesía a los Borbones y su patriarca, El Rey me ha sorprendido gratamente. Y eso que estaba preparado para lo peor. Supongo que no seré el único.