Cuando Broadchurch finalizó su primera temporada en ITV con su principal misterio resuelto no comprendí muy bien por qué una serie así, que ha cumplido su propósito y ha desvelado la trama central, necesitaba una segunda temporada. Pensé que a lo mejor habría un nuevo giro, que los nuevos capítulos se centrarían en una de las historias contadas a medias durante la investigación del asesinato de Danny Latimer para mantener el interés en una ficción que demostró tanto con solo ocho episodios. El problema es que, a pesar de poner sobre la mesa el caso de Sandbrook, Broadchurch no es lo que era. Es imposible que lo sea.
El ritmo de la nueva temporada lo marca el juicio por el asesinato de Danny Latimer, con el principal acusado y asesino confeso declarándose inocente y con la lucha entre los abogados de la defensa y la acusación para ganar el caso. La trama está en los asesinatos sin resolver investigados por Alec Hardy (David Tennant) en Sandbrook años atrás, y cuyo fracaso a la hora de averiguar quién era el asesino le hizo acabar en el pueblo costero. También hay más argumento en el sufrimiento de la familia Latimer, que espera un miembro más, y la nueva vida de Ellie Miller (Olivia Colman).
Sobre el papel puede parecer que la nueva temporada tiene los ingredientes necesarios para triunfar. La historia es la misma, la misma que fue tan atractiva en sus primeros episodios. También hay un nuevo relato, ya que quedó más que claro quién era responsable de todo lo que pasó con Danny. Pero lo cierto es que se me han hecho eternos los tres capítulos que he visto hasta el momento. Me he aburrido con Broadchurch. Algo que no había ocurrido en ninguna escena de la primera temporada, a pesar de que tenía un ritmo muy particular. ¿Qué ha pasado?
Todo parece indicar que la resolución de lo que era la razón de ser de Broadchurch ha acabado también con la serie y sus recursos. Lo de Sandbrook no provoca tanta curiosidad como lo de Danny Latimer. O al menos los guionistas no han sabido generar ese interés en los espectadores. Ni los fichajes, ni el distanciamiento de la familia Latimer, ni la nueva vida de Hardy y Miller.
Por supuesto, cualquier escena de la serie británica es mucho mejor que su absurdo remake estadounidense, Gracepoint, que ha durado en emisión lo justo ya que no tenía ningún sentido emitir lo mismo con cambio de cromos y escenario. Pero creo que se han equivocado haciendo una segunda temporada de una ficción que supo contar tan bien el drama y la investigación de un asesinato. Y que además tuvo uno de los mejores desenlaces que recuerdo.
Los británicos se caracterizan por hacer el número justo de capítulos y temporadas para sus series. Con Broadchurch han fallado en ese aspecto. Por suerte, su segunda temporada nunca nos hará olvidar a la maravilla que vimos en la primera.