Solo un capítulo más Solo un capítulo más

Siempre busco la manera de acabar una serie cuanto antes... para ponerme a ver otra.

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Ficción sexual de calidad en Masters of Sex

No hay spoilers, pero sí algunas pistas. Que luego no me digan que no avisé 😛

En España funcionamos a base de tetas y culos. Al menos, eso nos transmite un alto porcentaje de las películas de producción patria. Esta afirmación es un tópico que, depende de con quien se hable, puede plantearse como un axioma. Y esos que se refieren al cine español como el festival del sexo en cámara puede que tengan su parte de razón.

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En las series prevalece el pudor. Nuestra ficción nacional (es decir, familia, risotadas, drama, adolescentes, tragedia en el clan, o lo que es lo mismo, la amalgama que resume las series españolas) peca de remilgada. Todo lo contrario que en los largometrajes, donde somos muy liberales (en la economía menos). Tanto que los guionistas se pasan, y lo que podría ser una virtud pasa a ser un defecto. Eso nos ha llevado a pensar que todo nuestro cine se reduce a eso y a percibir los filmes de este tipo como productos de escasa calidad. Y no es así.

El ejemplo es Masters of Sex. Que, no obstante, juega con una ventaja: su temática es clara. Si no viésemos cuerpos desnudos, coitos y demás no nos la íbamos a tragar (aquí empieza la retahíla de chistes malos subrepticios, avisados estáis). La serie de Showtime ha sido la mejor savia nueva de estos tres últimos meses del año, y con mucha diferencia. También es cierto que no ha tenido mucha competencia. Pero aun en liza con otras ficciones de calidad, habría sido la mejor o una de las tres mejores.

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Gran parte de culpa la tiene Michael Sheen. Es una bestia. Un auténtico animal de la interpretación. No se puede ser más bueno, vamos. Su William Masters va a entrar directo al olimpo de personajes reales llevados a la ficción. Los registros del actor británico son innumerables. Los que hayáis visto Frost vs Nixon lo entenderéis: allí era un bromista, de gesto amable, que solo perdía los papeles en situaciones límite. Ahora es un ser hierático, inseguro e incluso misántropo. Y que, encima, hace pasar por ciencia sus deseos de acostarse con su compañera. Menos mal que William Masters estudió el sexo, que si llega a ser una rata de laboratorio habrían hecho falta pastillas para soportarle. Que no le soportemos responde al carisma que desprende Sheen actuando, y que ha hecho mucho mejor la serie.

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De eso de han aprovechado las tramas. La del decano Barton Scully (Beau Bridges), con la homosexualidad como fondo, ha servido a la perfección para mostrarnos cómo estaba entonces el asunto con respecto a los gays. Una época en la que se consideraba una enfermedad, que afortunadamente LA MAYORÍA hemos dejado atrás. Otros no. La incorporación como contrapunto de la maravillosa Allison Janney, esposa amargada que no ha tenido nunca un orgasmo y que desconoce las parafilias de su marido, ha dado mucho más aire a los capítulos. No todo podía ser la relación entre el doctor y Virginia Johnson. Y menos mal que han sabido verlo.

Los 12 episodios basados en la novela de Thomas Maier han sido simplemente impecables. Ni un fallo. La lista de aciertos es larga: interpretaciones notables, ambientación sublime y un vestuario acertado. etc. Pero donde más destaca es en el retrato que hace de la sociedad de los 60. No falta nada.

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Eso nos ha permitido conocer mejor qué pasaba por la cabeza de Libby Masters (Caitlin Fitzgerald). Admitámoslo: es el tipo de mujer con la que todos soñamos. Dulce, preciosa, generosa, abnegada en cuanto a la relación… Y se encuentra con ese soso de marido. Una mujer independiente que se ve atada por el simple deseo de que la quieran. A la que, para rematar, le toca vivir las peores tragedias como la de perder un bebé (aunque luego tenga su recompensa). Es el castigo que suelen recibir las personas que son así, el «eres tan bueno que eres tonto». Espero que leyendo el libro o en próximas temporadas nos aclaren cómo narices llegó a matrimonio una relación entre dos caracteres tan antagónicos. Pero que no nos la quiten, por favor.

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Que tampoco nos priven de Lizzy Caplan. Necesito más de ese ángel. Aunque la insulten no nominándola a los Globos de Oro, da igual. Virginia Johnson ya era inmortal; ahora, gracias a Caplan, decenas de generaciones reconocerán lo que hizo por la educación sexual en Estados Unidos y el mundo. Aunque se conozca tan tarde su figura.

Si no fuese por ella no habríamos reparado, por ejemplo, en la doctora DePaul (Julianne Nicholson). La lucha de ésta última es otro de los debates que plantea la serie: el machismo recalcitrante que trata como segundonas las investigaciones realizadas por mujeres. Aunque puedan salvar vidas. Una denuncia a tener muy en cuenta, puesto que en otros ámbitos está vigente. Una temeridad justificada que, por suerte y por la época que vivimos, ya es algo normal.

Hablar de valentía por ofrecer una serie sexual en el año 2013 me parece arcaico. No tiene mérito tratar una temática que será tabú de forma irremediable de forma tan abierta. Solo hacía falta que alguien lo hiciese. Y ya está. Era hora de aunar una buena serie y el sexo  para que no se pueda acusar a una ficción de ser pornográfica o de baja calidad.

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A lo mejor Masters of Sex ha permitido sacar de la caverna a los millones de reprimidos que viven solo en Estados Unidos. A ver qué pueden achacarle.

En cuanto al final, era previsible. Nada que no supiésemos ya. ¿Saldrán adelante? ¿Trabajarán juntos? ¿O se irá con Ethan (Nicholas D’Agosto)? ¿Qué pasará con el decano gay? ¿Y su mujer? ¿Adónde irá lo de Jane (Heléne York) y Lester? Muchas preguntas para algo que estaba cantado.

Ese es el otro éxito de Masters of SexLa serie que es tan buena como Mad Men pero que ha conseguido un aderezo más atractivo para enganchar a mucho más público. El sexo vende, pero la calidad más.

Tapándose los ojos en Masters of Sex

Los que somos de la generación en la que el sexo continuaba siendo un tabú (a pesar de estar finalizando los 80) siempre echamos en falta algo de educación al respecto. En mi caso, no fue hasta los 15 años cuando un psicólogo vino al instituto para hablarnos sobre los preservativos, la píldora, etc. Todo lo que ahora sería un escándalo para el Gobierno actual entonces se convirtió en necesario. Y eso que hablamos del año 2002, cuando el color del Ejecutivo era el mismo que ahora. Pero todo eso ya lo sabíamos.

Masters1A falta de la “charla” en casa al respecto, ya habíamos hecho nuestras indagaciones propias. Creíamos saber cómo iba todo y en qué consistía, a pesar de que éramos unos neófitos que se las daban de listos y que intentaban convencerse a sí mismos de que eran casi expertos en la materia por solo ver y no practicar. Un anatema sexual en España que es lo que lleva a ser autodidacta a casi todos los jóvenes. Y quizá por esta razón de aprender por nuestra cuenta nos da vergüenza ver una escena de sexo en la tele con nuestros padres, hasta el punto de taparnos los ojos cuando éramos adoolescentes, porque ellos no nos han enseñado nada e intentamos así que crean que nosotros de eso ni pajolera idea. Pero aun así no sabíamos qué era el sexo y qué conllevaba para nuestro cuerpo.

El primero que intentó desentrañar qué significaba fue William Masters, un médico norteamericano que fue un pionero en sus métodos. Todo con el fin de realizar una investigación que le permitiese indagar sobre los efectos de los diversos actos sexuales en las personas. Una historia tan atractiva estaba casi condenada a acabar siendo una serie. Y eso ha hecho Showtime, que con Masters of Sex ha presentado el mejor estreno de la nueva temporada sin haberse tenido que esforzar mucho. Y eso que han llegado decenas de novedades.

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Masters of Sex es buena porque va al grano. No se anda con prolegómenos y comienza directamente en los albores del polémico estudio del doctor, que no recibió pocos varapalos y zancadillas hasta poder desarrollarla por culpa de la sociedad conservadora de los años 60. Porque es realista, mostrando desnudos integrales que son completamente necesarios para la trama y que la hacen imposible de ver en otra cadena que no fuese de cable. También es elegante en todos los sentidos, a la par que divulgativa sobre una cuestión un tanto espinosa en según qué hogares y sectores. Vamos, estoy convencido de que dentro de no mucho veremos a algún grupo fanático de EEUU pedir su retirada.

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Todo se reduce a que gusta verla porque aporta algo. Entre tanto argumento pobre, acción de tiros e ideas que van de originales y luego resultan ser un bluff, esta coge algo ya conocido y lo transforma en lenguaje televisivo de forma magistral. Y eso solo en dos capítulos, lo que genera unas expectativas sobre su avance más que justificadas.

Que Michael Sheen (Frost vs Nixon) sea el protagonista siempre ayuda, claro. En su papel del doctor Masters encarna al inteligente médico especialista en reproducción que quiere aportar realmente algo a la ciencia, a la vez que al jefe que es un perfecto gilipollas y al marido hipócrita que no le cuenta a su mujer la verdad sobre por qué les cuesta tanto tener hijos. Vamos, que Sheen está perfecto y demuestra una vez más lo gran actor que es. Mantener ese gesto serio de forma permanente no debe ser fácil. Y él lo hace sin transmitir esfuerzo alguno. Lizzy Caplan, esa maravillosa criatura, también está estupenda (en todos los sentidos) y no se le puede poner ni un pero a su actuación. Su gran atractivo hace a Virginia Johnson una razón perentoria para ver la serie y disfrutar de ambas. Los secundarios tampoco se quedan atrás, y los que quedan por venir.Masters2

Con todo lo anterior, está claro que puede ser la nueva serie de culto para muchos. Pero no tiene nada que ver con Mad Men. A pesar de que se la ha comparado con la historia sobre los publicistas de Madison Avenue, no tienen nada que ver una contra. La ficción de Matthew Weiner no sigue una línea concreta más allá de la vida de un grupo que trabaja o ha trabajado en una agencia publicitaria. Es lenta y sofisticada, además de inteligente, e incorpora muchas historias paralelas. En Masters of Sex la trama está clara desde el principio, y hay más ritmo. No da lugar a otra comparación más allá de que ambas son buenas, están ambientadas en los 60 y ofrecen algo distinto que las hace imprescindibles. Además de que no les sobra nada.

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Porque los dildos con cámaras incorporadas, espiar a una prostituta que está con un cliente por el agujero de una puerta para tomar notas, encontrar dos personas que quieran tener sexo delante de ti «por la ciencia», o proponerle a alguien que se acueste contigo para llevar a cabo el estudio, son elementos totalmente necesarios en Masters of Sex. Aunque si la vieses con tus padres te sintieses incómodo e incluso girases la vista para iniciar una conversación trivial para rebajar la tensión que sientes tú solito. Aun así, recomiéndasela. De ti y tu pudor depende si quieres verla con ellos o no.

La traición en Homeland

Puedes leer este post sin haber visto el primer episodio de la tercera temporada de Homeland. No destrozo nada. Pero igual sí hay detalles que te gustaría descubrir por ti mismo y no porque alguien te los cuente en un blog 🙂

Todo el mundo hablaba de ella. Que si era la mejor noticia para la televisión en años, la que representaba lo mejor de un mundo tan atractivo al plasmarlo en la ficción, o la que estaba condenada a cambiar la televisión. Cuando apareció en 2011 tampoco es que tuviese muchos competidores. De aquel año lo poco salvable fue American Horror Story, y gracias. Pero eso no quiere decir que por ausencia de rivales se tenga menos mérito, y menos en el mundo televisivo. Y ni aún así me daba por verla. Homeland2

Desconfiaba de que, como luego confirmé, tantas buenas críticas inflasen mis expectativas y me llevase una decepción. Afortunadamente no fue así. Comencé a ver Homeland virgen, sin saber qué pasaba ni cuál era el argumento real. Suelo hacer esto con todo lo que no sigo, como precaución ante posibles spoilers. Y me gustó. Pero no me cambió la vida, como llegué a escuchar y/o leer a no poca gente antes de disponerme a seguirla.

Homeland regresó oficialmente el domingo (oficiosamente semanas antes, ya que filtraron el piloto, nada raro en Showtime) con un aparente regreso a sus orígenes. Reservando unos pocos minutos para la acción y concentrando todo su potencial en despachos, seguimientos, espionaje y traición.

Algo que no sucedió en la segunda temporada, la más movida de todas por los momentos de tiros, persecuciones y demás elementos del estilo. Y aun así esta entrega dejó capítulos inolvidables, precisamente aquellos en los que no predominaba lo anterior. El ganador del Emmy al mejor guión dramático, Q&A, está compuesto casi en su totalidad por conversaciones y retiradas de careta dentro de un interrogatorio. E incluso torturas. Quizá por eso fue el mejor: porque es lo que esta serie sabe hacer mejor.

Homeland3Eso es lo que más gusta de Homeland. Que nadie sea lo que parezca. Que de repente empieces a dudar de cualquiera de los personajes. Y todo dentro de un estilo dramático y lóbrego que atrapa y que logra, en algunos momentos, que parezca la octava maravilla de la televisión contemporánea. ¿Por qué?

Pues por cierres de capítulo en su segunda temporada que en otras ficciones serían seguro el fin de la cuarta. Por mostrar las cartas con una premura inaudita en este mundillo en el que la idea es alargar todo lo que se pueda para ganar cuanto más dinero mejor. Es decir, por esa sensación de valentía y de querer evolucionar del argumento inicial, como han hecho todas las grandes de la historia.Homeland4

El problema es que las ideas, que nunca se agotan, no encajen en algún momento. Que Claire Danes tenga un contrato de siete años no quiere decir que Homeland vaya a durar tanto. O que a Damian Lewis puedan darle matarile pronto tampoco indica que esto vaya a terminar lo antes posibles. Un personaje que hace él, ojo, porque ningún actor norteamericano quiso interpretar a un ser tan despreciable para su país en la ficción. Igual por no ser tan querido se lo cargan. O a Carrie Mathison. Ya lo dijo un ejecutivo de Showtime: la serie puede sobrevivir a ellos dos (no se lo cree ni él). Pero, ¿y si se alarga? No parece que la historia pueda ir más allá de una cuarta o quinta temporada. Ya sabemos quién es quién y cómo son. Y en este tipo de tramas no parece que un personaje nuevo vaya a suponer un revulsivo, menos aún a estas alturas. Aunque el nuevo ‘segundo’ de Saul Berenson (Mandy Patinkin) vaya a dar juego.

Homeland1Está claro que con lo visto en este primer episodio de temporada, con Saul dejando a Carrie a los pies de los caballos, demuestra que las reminiscencias del año 2011 van a marcar lo que veremos hasta final de año. Con Nicholas Brody desaparecido ( le vamos a ver poco este año) queda claro que el peso recaerá en la protagonista femenina, además de en el veterano y flamante nuevo director de la CIA. Ella ya ha mostrado su particular regresión volviendo a ser cómo la conocimos. Pero claro, esto lo sabrán los que hayan visto el nuevo capítulo. Y eso también implica que, como siempre, sea barbie pucheritos. 

Por otro lado, va a ser muy interesante la importancia que adquirirá Dana (Morgan Saylor). Y es que esta chica no se sabe por dónde va a salir. Cierto es que tiene un gesto de asco permanente en la cara, pero también era hora de que se le diera más espacio. Sus historias de la segunda remesa de episodios, metiéndose en líos con el hijo del vicepresidente, rompían muy bien con todo lo que ocurría. De su madre Jessica (Morena Baccarin) solo repetir lo que ya dije una vez: no la soporto. No aporta nada. Ni lo hará, porque hasta su hija se la come ya.

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Mientras, el mayor traidor que haya conocido el Estados Unidos ficticio aspira a ser una suerte de Chuck Noland para que no le pillen. En los teasers que hemos visto parece que sufrirá. Y para pasarlo mal qué mejor que raparse la cabeza. Todo por la sensación de zozobra.

Homeland no debería (no debe) cometer los mismos errores que Dexter. Es decir, Showtime no debería cagarla alargándola de forma innecesaria para que evitar que luego me ponga a disertar sobre tal despropósito y eso ocasione que salga gente a decirme que es que no la he entendido. Igual hay una sorpresa que da un giro a todo y la serie da para más de dos años. Aunque lo más probable es lo contrario. Ahora toca disfrutar lo que traiga. Y si son más intrigas del espionaje puro y duro mejor. Porque es la única que sabe hacerlo bien.

Nueva temporada

Septiembre es el inicio de todo. Estudios, el trabajo normal del día a día, y por supuesto, la génesis de la temporada 2013/2014 de series de televisión. Un ejercicio seriéfilo en el que no volveremos a ver jamás a Dexter Morgan (Dexter, muy pronto) y a Walter White (Breaking Bad, el 29 de septiembre). Es decir, este verano está marcado por despedidas muy destacadas, como son las de dos de las mejores series de estos últimos años. Aunque una haya envejecido mejor que la otra, que ha pasado la etapa del deceso hasta llegar a ser un zombi. También se ha marchado Luther. Para siempre (aunque se habla de posible película). Aquí tendrá la despedida que se merece, a pesar de que la marcha de Idris Elba para dedicarse de lleno al cine fuese inexorable.

Luther2Antes de pasar a lo que vendrá a partir de este mes me gustaría hacer un recorrido por lo que hemos podido ver durante julio y agosto, además de por lo que yo he mismo he rescatado para ponerme al día. Está claro que la estrella ha sido Orange is the New Black, por su frescura en forma de gran guión y su humor negro. Todo el que la ha visto está deseando que llegue la próxima temporada y se ha alegrado las vacaciones gracias a estas reclusas histriónicas e hilarantes.

El otro soplo de aire fresco, dentro de lo escaso que nos han ofrecido las cadenas, ha sido Ray Donovan. El ‘nuevo chico malo’ de Showtime no ha alcanzado unas cotas de calidad espectaculares, pero es fácil augurarle un futuro de éxitos y capítulos inolvidables. Seguirá solucionando todo lo que le encarguen durante algunos años más. Seguro.

Y de lo que ya conocíamos, al menos para mí, lo único que ha pasado del aprobado es la sexta temporada de True Blood. Quizá algunos penséis que estoy loco, pero me lo he pasado como un niño gracias a los vampiros de Bon Temps. Y quiero ver el primero de la séptima YA. Los que hayáis visto la finale de esta entrega sabréis a qué me refiero.

Verano de capítulos

Como decía antes, he aprovechado este tiempo para ponerme al día con unas cuantas ficciones que tenía pendientes. Todas tendrán su reseña en las próximas fechas. Una de estas ha sido Arrow, emitida por Antena 3 este verano. El justiciero ricachón y su particular concepto de la justicia forman un cóctel de entretenimiento muy recomendable. 65646_568776363143230_552143621_n

También he caído en las manos de seda de Gillian Anderson en The Fall. ¿O acaso existe un ser más maravilloso en la Tierra que la actriz británica? Yo creo que no. Y eso a pesar de que está en un rol que ya conocemos: el de detective, como en Expediente X. Aquí Anderson debe perseguir a un asesino al que todos conocemos desde el capítulo uno, así como a su familia y a sus víctimas. Todo en un ambiente tétrico y pausado, además de interesante.

Siguiendo con lo británico, lo más original y estrambótico que he disfrutado ha sido Utopia. El cómic con secretos que harían temblar al mundo y los frikis que acaban siendo sus guardianes por error frente a una organización de asesinos van camino de convertirse en serie de culto. Otra imprescindible sin duda alguna.

BansheePero lo mejor que he podido hacer ha sido recuperar Banshee. En resumen: un ladrón que sale de la cárcel y que está sentenciado a muerte por un gangster al que robó que por una serie de catastróficas desdichas acaba siendo sheriff de un pequeño pueblo estadounidense. Todo aderezado con acción, violencia y sexo a raudales.

Aunque esta última es la cara del tiempo que he empleado en ver capítulos, también hay una cruz: el adiós de Skins. Los seis capítulos con los que ha finalizado la mejor serie de adolescentes de la historia no han estado a la altura de su pasado. Una auténtica pena, dado el potencial de Bryan Elsley y Jamie Brittain. Pero de donde no se puede sacar…

Las nuevas seriesAgents

Dejando el pasado de lado, la pregunta con respecto al futuro es clara: ¿Qué vamos a ver próximamente? Jamás recomendaré series que no haya visto previamente, por lo que solo puedo ceñirme a relataros algunas de las ficciones que mejor campaña publicitaria, oficial o no, están teniendo. Así, podríamos hablar de Masters of Sex, Agents of Shield (spin-off de Los Vengadores), Dracula (con Jonathan Rhys Meyers), Believe (Alfonso Cuarón y JJ Abrams), Sleepy Hollow (adaptación futurista de la peli que ya lo fue de un libro), The Michael J. Fox Show, Penny Dreadful (Juan Antonio Bayona mediante), The Black List, The Tomorrow People (el nuevo Arrow)… Y aún faltan las británicas además de muchas otras estadounidenses. Y ya lo digo: esta selección que he hecho no tiene intención alguna. Solo son los nombres de los que más se habla.

BehindTampoco hay que olvidar a las series españolas. A las que parecen interesantes de antemano, como Galerías Velvet, se suman otras que dan escalofríos solo de verlas anunciadas. Sí, me refiero a Vivo cantando. Pero habrá que verla para poder opinar, aun con suspicacias.

No hay que olvidar que el comienzo de temporada es sinónimo de Emmy. Y los de este año van a estar muy interesantes. Hasta que llegue el 15 de septiembre y la gala correspondiente, os presentaré a los candidatos de cada una de las categorías más destacadas. Por supuesto, podéis decir quiénes son vuestros favoritos, tanto en los comentarios como en las encuestas / listas que pondré a vuestra disposición próximamente. ¿Confirmará Homeland su hegemonía? ¿Habrá premio de despedida para Bryan Cranston? ¿Podrá alguien con Claire Danes? ¿Behind the Candeblabra tiene rival en las miniseries? ¿Y Modern Family en las comedias? Todo eso lo sabremos en pocos días. Aún así, hagamos nuestras cábalas.

Como siempre, estoy a vuestra disposición en el email. Bienvenidos de nuevo.

Solucionando problemas con Ray Donovan

De las pocas novedades que nos ofrece el verano, esa estación que muchos aprovechamos para ponernos al día con unas cuantas series que no hemos podido seguir durante el resto del año, siempre hay dos o tres que destacan sobre el resto y que se suman automáticamente a nuestra lista de preferidas. Una de las que podría formar parte de este grupo del estío es Ray Donovan, la nueva criatura de Showtime. Ray1

Raymond Donovan (Liev Schreiber) es un tipo de aspecto impecable al que realizan encargos de todo tipo en los que tiene que sacar de un apuro a sus clientes. Estos pueden ir desde disuadir a un acosador, montar una coartada para que no se arme un escándalo en torno a un famoso que se ha despertado con una mujer muerta en la cama o sobornar a todo aquel que signifique un obstáculo para los que requieren sus servicios.

Por otro lado, es un señor casado con una mujer bellísima (Paula Malcomson, la Maureen Ashby de Sons of Anarchy), padre de dos hijos listos y guapos y que vive en una fastuosa mansión de un barrio exclusivo de Los Ángeles. Un auténtico gentleman al que todos admiran y respetan, y que se ha ganado una buena reputación entre los sectores más exclusivos de la ciudad gracias a su facilidad para resolver problemas. Porque a pesar de su cara de pan, Ray es un tipo temible: utiliza los métodos más expeditivos para lograr sus propósitos, aunque esto conlleve endiñar. Aunque esto es innato en él, ya que su familia lleva el boxeo en las venas.

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De aquí parten las tramas de este sucedáneo de señor Lobo con buena planta. Su virtud es que es algo que no hemos visto antes, o al menos yo no recuerdo una ficción similar. Cierto es que los tipos malos y atractivos al espectador existirán siempre. Pero este cae bien por hacer su trabajo, no por sus aficiones; además, todas sus acciones están impregnadas por un sentido de la justicia que impide identificar a Ray y su equipo con el típico grupo de sicarios. Más bien visualizas a un grupo al  que te gustaría echar mano si estuvieses en una tesitura complicada. Aunque Ray, que es un gran líder, no pueda permitirse el lujo de ver la botella medio llena.

El problema que tiene es que su vida personal es una mierda. Se pelea con su mujer, sus hijos están en plena adolescencia y escapan a su control y tiene dos hermanos -uno con párkinson y otro con un trauma por haber sufrido abusos de niño, que le ha llevado a caer en la bebida-  que no hacen más que causarle problemas. Pero sus quebrantos se multiplican cuando aparece en escena su padre Mickey.Ray2

En el rol paterno está Jon Voight, que interpreta un personaje que le va como anillo al dedo. Todo porque lo que le pasa con Ray en la serie es lo que le ocurre con su hija, Angelina Jolie, en la realidad. Su vástago no le soporta. Que haya pasado 20 años en la cárcel le parecen pocos. Y desde el momento en el que le vuelve a ver le convierte en su enemigo de referencia, con la idea de quitárselo de en medio como sea y lo antes posible. El inconveniente es que Mickey carece de probidad y usa todo tipo de ardides para fastidiarle; así, embauca a sus hermanos para que se atrevan a responderle, consiente a sus hijos todo tipo de caprichos como haría cualquier abuelo o profesa elogios a su esposa para hacer que se sienta mejor que Ray. Pero sobre todo, acosa a todos aquellos a los que nuestro protagonista tiene el encargo de proteger y que no quieren ver a su padre ni en pintura. Y eso es algo que le enfurece.

Por toda su acción, un guión tan novedoso, y este enfrentamiento entre machos dominantes que comparten sangre, Ray Donovan se merece la oportunidad de dedicarle casi una hora a la semana. Y parece que va a ser de las pocas que opten a semejante honor por parte de los que vemos series.

Es hora de morir, Dexter

Como os conté en el primer post, llegué al mundo del vicio a las series después de que un desgraciado me spoilease una que tenía muchas ganas de ver. La susodicha era Dexter y lo que me fastidiaron en sí era la identidad del asesino al que perseguía toda la policía de Miami y que se caracterizaba por no dejar ni una gota de sangre en sus víctimas, a las que luego descuartizaba con una elegancia digna de un chef parisino.

Se convirtió en mi favorita desde el principio, aun cuando me la reventaron. Pero su segunda y tercera temporada estuvieron a ese nivel de intriga y justicia salomónica que llevaba a cabo Dexter Morgan (Michael C. Hall). Sus maniobras para evitar que descubriesen su afición a liquidar a gente que, según las enseñanzas y el código que le enseñó su padre, merece morir, la relación con su hermana Debra (Jennifer Carpenter), así como los vaivenes de su unión con Rita (Julie Benz), formaron parte de un cóctel seriéfilo perfecto para cualquiera con un poco de gusto. Algo a lo que contribuyeron esos villanos difíciles de definir, y que hicieron experimentar a nuestro querido asesino en serie dilemas que pusieron a prueba su peculiar moral. Dexter2

De la cuarta temporada no se puede decir nada más allá del tópico: una de las mejores entregas que ha alumbrado la ficción televisiva en toda su historia. Ese Trinity Killer al que interpretó hasta la perfección John Lithgow (que dejó atrás por completo su papel en otra mítica de los sábados en España, Cosas de Marcianos), que solo con sus sonrisas de “soy un asesino” lograba estremecer al personal, además de al propio Dexter. Sobre el final podríamos recuperar lo que decíamos antes, pero prefiero ser más explícito y decir que fue la hostia. Por su impacto y su tristeza, esos tres minutos finales son para hacer un monumento a los guionistas de la serie.

Y ahí acabó Dexter. Ese fue el final de este científico experto en muestras de sangre, o al menos debió serlo. Porque desde entonces se ha fastidiado. Se ha ido a la mierda. Es otro Senado español. Y el primer capítulo de su octava y última temporada es un puñetazo en el estómago para los que hemos venerado a la ficción y a su protagonista.

Que ahora sea casi vox populi que es un asesino de gente mala, que Debra le odie o que ya hasta descuide a su hijo no es previsible: es una vergüenza. Es una falta de respeto de aquellos que escriben esta historia situada en Miami hacia el espectador.

Admito que me ha costado aceptarlo, y que era de los que la defendía a toda costa aun siendo consciente de su pérdida de calidad. Pero visto lo más reciente, ya es una necesidad dejar morir a Dexter Morgan y sacarle de la televisión. Lo diré más claro: esta nueva temporada ha comenzado con un episodio que es un insulto a ese grupo selecto de series a las que podemos calificar como “imprescindibles”. Indignante, pero no inesperado. Y no hay necesidad de que nos torturen con más capítulos lo que queda de verano.

No voy a extenderme mucho más sobre el despropósito de episodio del pasado domingo en Showtime, o en lo que se convirtió la serie después de Trinity, ya que los que la hayáis visto lo entenderéis (y los que no ya decidiréis cuando llegue el momento). Pero nunca voy a explicarme cómo una serie pudo tocar techo de una forma tan espectacular, y luego hundirse en la más pérfida de las miserias solo un año después.

Dexter1¿Por qué tuvo que pasarle esto a la que era mi serie favorita?”, podría declamar subido a un taburete en medio de la calle para saciar así mi desahogo. Pero no serviría de nada. Podríamos achacarlo a la falta de ideas de los guionistas, algo que en este mundillo debe ser como las siete plagas o el pecado más abyecto para cualquier religión que se os ocurra. Y ya paro de ponerme poético.

En definitiva, Dexter comenzó a apuñalarse sola tras lo ocurrido al final de la cuarta temporada. Desde ahí empezó a desangrarse poco a poco. Y con lo último que nos ha traído este verano, ha confirmado que está moribunda. Una agonía innecesaria y ofensiva por parte de una historia que durante cuatro años fue imprescindible. Y que ahora ya se ve por costumbre.

Nos queda la esperanza de que en estos capítulos que quedan a los guionistas les de por pergeñar un final aceptable y emotivo. Solo podemos agarrarnos a una ley no escrita: la inercia que lleva a todo a mejorar cuando se acerca su final. Aunque Dexter no se merezca ahora mismo ni el beneficio de la duda.

Para los que no la habéis visto: hacedlo hasta la cuarta temporada. A partir de la quinta no merece la pena.

P. D. Gracias a los casi 40.000 amigos que habéis visitado el blog en el mes de junio. Estoy abrumado por vuestra generosidad. Prometo que intentaré seguir haciendo posts que os gusten y recomendando series que os atrapen.