Solo un capítulo más Solo un capítulo más

Siempre busco la manera de acabar una serie cuanto antes... para ponerme a ver otra.

Archivo de octubre, 2014

Cuando Peaky Blinders nos cerró la boca

Uno de los posts que más repercusión tuvo entre lectores y redes sociales fue el que escribí sobre Peaky Blinders. Me decepcionó bastante. Le pegué un palo considerable ya desde el titular («El fracaso de los Peaky Blinders de Cillian Murphy») y la destrocé en el texto, lo que provocó que me insultasen bastante. Y me reafirmo: su primera temporada me aburrió. Me pareció bastante mala para todo lo que ofrecía y las expectativas que generó. No descarto que mi estado de ánimo en el tiempo en que la vi influyese en mi veredicto, que quede claro. Pero aún así recuerdo que sus seis episodios se me hicieron eternos, al ver entera su primera temporada por esperar que diese un subidón en algún momento. No fue así.3

Un año después me he lanzado a ver su segunda temporada, lleno de esperanza por las buenas críticas y las grandes incorporaciones a su ya de por sí buen reparto, como la de Tom Hardy. Y ha logrado que me calle. Ahora SÍ es la gran serie que debía ser por sus características. Los dos primeros episodios de este año son mil veces mejores que todos los del pasado. Le ha costado conseguirlo, pero la solución era tan sencilla que me sorprende que no la hubiesen puesto en práctica antes: meterle en guión la acción que le faltaba.

2Una serie de gánsters, ya sea británica, americana o maltesa, tiene que contar con una mayoría de carga dramática y una parte significativa de acción. Ambos aspectos son inseparables y hacen milagros, como Malone y Stockton. Toda ficción de esta temática que cumpla con la regla de contar con situaciones comprometidas para los personajes, en las que tengan que lidiar con sus problemas habituales o inesperados, además de con tiros, peleas, asesinatos y ajustes de cuentas, está destinada a ser al menos una de las buenas. El ejemplo de ésto está en la más grande de la historia (Los Soprano) y en otras como Boardwalk Empire.

Peaky Blinders ha regresado con toda la acción que le faltó. Esto ha abierto nuevas tramas que la hacen mucho más atractiva. Ya no es solo que los Shelby hayan ascendido y tengan mucho más poder. O que Tommy Shelby se siga metiendo en más líos de los que debería. Es que ahora los campos para actuar de la familia mestiza se abren mucho más. También aumentan las posibilidades de que sean atacados y sufran, algo que se echó en falta hace un año.4

En los nuevos capítulos estamos viendo la consolidación de la gran familia liderada por Tommy, con la expansión a Londres y los tratos y enemistades con otros gánsters. Si a todo esto le sumamos lo que ya teníamos (el drama familiar, la persecución policial liderada por Chester Campbell (Sam Neill) o los problemas personales del líder) está claro que la serie nos puede sorprender con varios giros de guión explosivos.

1Lo que sigo sin entender es por qué han tardado tanto. A lo mejor su showrunner, Steven Knight, pretendía con la primera temporada presentarnos a la familia, mostrarnos evolución de sus miembros en conjunto o por separado y los traumas personales de cada uno. Es la única explicación que le encuentro, porque el fondo del relato y los buenos actores son los mismos.

Ahora, por fin, podemos disfrutar de su brutal banda sonora mientras los Shelby protagonizan escenas interesantes y cargadas de tensión. Sus gimoteos y dramas personales permanecen, pero casan mucho mejor ahora que de verdad se nos muestra cómo atacan o se defienden por las malas.5

De esto esto, por lo que más interés tengo es por la relación de Tommy con el IRA. Y es que una serie en la que haya de por medio un grupo terrorista que haya existido realmente me conquista rápidamente. Las repercusiones históricas, religiosas y políticas de una banda profesional de asesinos que tiene un fin muy concreto en una serie son muy valiosas. La llenan de calidad. Y Peaky Blinders es perfecta para aglutinar tantas buenas historias. Sobre todo ahora que nos ha callado la boca a unos cuantos.

Y a la cuarta temporada, Homeland resucitó

Aunque no hay spoilers, las pistas están por todo el post. Tú mismo 🙂

La tercera temporada de Homeland fue malísima. Su objetivo principal, más allá de las tramas sobre lo que era Brody y su relación con Carrie, era ponernos en el brete de no saber quién era el bueno y quién el malo. La dicotomía entre yihadistas y estadounidenses era lo que hacía de la serie de Showtime una de las más grandes que habíamos visto. Nos hacía pensar.4

Todo esto se esfumó en los capítulos emitidos en 2013. Esto le costó entrar en la lista de las peores del año. De repente, los americanos eran buenísimos y los únicos malos estaban en Oriente Medio. Los guionistas habían tomado partido, cuando su mayor éxito fue lograr que nos comiésemos la cabeza decidiendo a quién apoyaríamos. Pero ahora, con su obligada reestructuración en guión, argumento y escenarios, ha vuelto a sus orígenes. Su cuarta temporada no tiene nada que ver con lo que vimos el año pasado. Ha resucitado.

3Marcharse a Pakistán y Afganistán es lo mejor que le podía pasar. Trasladar las tramas a los lugares donde Estados Unidos realizaba esas acciones que provocan consecuencias en su propio territorio nos permite ver una serie totalmente distinta. Porque hasta ahora la trama nos mostraba la vida cómoda de los que ordenaban los ataques de drones a miles de kilómetros del objetivo, salpicada con algún viaje que siempre salía bien para los agentes de la CIA. Ahora, los protagonistas viven de primera mano qué ocurre cuando la llamada «guerra contra el terrorismo» se desata. Que se lo digan a Corey Stoll.

Para los que visteis la tercera temporada y os sentisteis decepcionados: no, no estoy loco. Os prometo que los dos primeros episodios de la cuarta entrega rompen con la bazofia que vimos hace un año. Yo mismo pensaba que la chaladura se había instalado entre los críticos de Estados Unidos cuando leí que calificaban su regreso como «lo mejor de toda la serie». No diría tanto, pero su episodio doble sí me ha recordado a los grandes momentos de la primera y segunda entrega.Episode 401

Y es que todo vuelve a estar en su sitio. Carrie regresa a esa inestabilidad por la que Claire Danes nos enamoró. Saul (Mandy Patinkin) está envuelto de nuevo en ese misterio que le hacía tan especial, y Quinn (Rupert Friend) gana el peso que muchos reclamábamos. Los nuevos personajes parecen ocultar más de lo que muestran, lo que aumenta las expectativas. Además, ha desaparecido esa trama romántica y absurda que nos agotó entre los dos protagonistas. Lo que de verdad nos atraía de su relación es que no tenía futuro, que en realidad era un drama. Transformarla en una historia azucarada le restó todo el interés. Y eso que acabó como todos esperábamos.

Homeland, season threeEn general, todos vuelven a encajar en una ficción que ha recuperado la intriga y ese misterio que nos impide saber qué va a pasar.

Pero lo mejor de todo es que no se echa en falta a una de sus piezas principales. Hace un par de años pensábamos que sin Brody no podía haber serie. Que la serie dependía tanto de él que eran impensables unas tramas en las que su honor mezclado con venganza no marcase los tiempos. El tiempo y el buen giro que de la historia han demostrado lo contrario. Y menos mal que se ha largado (aparentemente), porque lo intensito que se puso era para pegarle un par de bofetones.

Con la desaparición de la mugre de hace un año, y retomando ese dilema de si tenemos que ir con los americanos o los yihadistas, Homeland va camino de volver a ser lo que era. Es cierto que ya no habrá un soldado que se convierte en terrorista para vengarse por una muerte causada por su propio país. Pero esto al final también era un corsé. Mantener al personaje de Damian Lewis cuando la trama que se ideó para él estaba extinta creo que contribuyó a cargarse la serie. Y ahora, sin él, parece que todo se ha desmelenado.5

El que quiera ver en Homeland lo de las primeras temporadas a nivel de personajes y sus relaciones acabará decepcionado. Pero el que busque ese choque emocional que provocaba el enfrentamiento entre EEUU y el terrorismo islamista, ese en la que no se sabe muy bien quiénes son las víctimas y los verdugos, se alegrará mucho de retomarla. ¿Eran buenos los americanos cuando bombardeaban zonas llenas de civiles con el objetivo de aniquilar a un líder terrorista? ¿Lo eran los islamistas por buscar hacer todo el daño posible en su guerra santa o por venganza de los ataques del imperialismo? ¿O ambos eran malos y están en una guerra que acabará por destruirles a los dos? Las dudas han vuelto, y con ellas una gran serie.