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-No deberías llevar esa ropa. -¿Por qué? Sólo es una blusa y una falda. -Entonces no deberías llevar ese cuerpo. 'Fuego en el cuerpo', de Lawrence Kasdan

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Títulos de crédito, la carta de presentación de una película

Hay críticos gastronómicos que dicen que la primera cosa en la que se fijan al llegar a un restaurante es en el pan. Un pan rico, bien cocido, con la proporción justa de harina y de agua, denota una cocina cuidada y detallista. Sin embargo un pan precocido o con poco harina, de esos que tanto se ven ahora en los restaurantes, evidencia un afán de ahorro en las materias primas poco prometedor.

A mí me pasa exactamente igual con los títulos de crédito de las películas, cuando estos se proyectan al comienzo del metraje. Si la presentación del equipo técnico y artístico está hecho para salir del paso, sin ninguna intención de innovar o de presentar de una manera original lo que puede ser muy aburrido (al fin y al cabo una lista de nombres es, de por sí, algo rollo), me espero lo peor y afronto el comienzo de la película con reticencia. Si por el contrario los títulos me enganchan, me ilusiono pensando que lo que viene detrás es aún mejor. A veces me equivoco, pero casi siempre acierto.
Para los que tengáis manías como las mías o para los que os interese el diseño, ahí va una página web que descubrí el otro día gracias a nuestra experta en moda. La realiza Christian Annyas, que es diseñador gráfico y de páginas web que también tiene un blog en el que habla de carteles de películas, de autores clásicos como Saul Bass o de la tipografía que ha utilizado Warner Bross a lo largo de su historia. Os animo a que entréis y visitéis el archivo que ha creado y organizado por décadas. Es impresionante y muy instructivo. Hay títulos de los años 20 que anuncian filmes de Buster Keaton o Harold Lloyd, pero también se incluyen algunos los últimos estrenos. Espero que os guste.

Por favor, déjenme leer los títulos de crédito hasta el final

Los hay muy raritos/as. Y yo también lo soy a veces. Cuando voy al cine tengo una manía que a punto ha estado de iniciar más de una discusión con mi pareja o mis amigos. Me gusta quedarme hasta el final de los títulos de crédito.

Me gusta leerme el casting, ver cuántos equipos de rodaje ha habido, y en qué países, a quiénes se les da las gracias (lo que nos da pistas del proceso de documentación y producción), qué canciones se han utilizado y, sobre todo, me gusta disfrutar de la banda sonora de la película que acompaña la proyección de esa larga, reconozco que a veces larguísima, lista de personas que han participado en la película.

El filme ya ha terminado, te quedas pensando en él o disfrutando de las sensaciones que te ha dejado y es entonces cuando degustas con más atención los fragmentos más llamativos de la banda sonora. Pero disfrutar de esta pequeña manía cinéfila se está convirtiendo en algo casi imposible.

A la urgente necesidad de abandonar las salas que tienen generalmente mis acompañantes (no por causas mayores, como podría ser ir al servicio, sino porque se nos ha hecho tarde, hay que recoger el coche, tomarse algo, encontrarnos con alguien siguiendo nuestra apretada agenda, etc., etc. ) se une la urgencia aun mayor, el apremio, que tienen en los cines para que nos marchemos. En cuanto ha pasado el primer minuto de cortesía, el tiempo justo para levantarse del asiento y ponerse el abrigo, se dan las luces y se finiquitan los títulos de crédito. Da igual en qué punto estemos. Hay que salir por patas que viene el siguiente turno o, si estamos en la última sesión, hay que cerrar que ya es casi la una.

¡Menos mal que me queda el DVD!.

Arriba os he dejado los dos primeros minutos de los títulos de crédito finales de ‘Sherlock Holmes’ de Guy Ritchie.