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-No deberías llevar esa ropa. -¿Por qué? Sólo es una blusa y una falda. -Entonces no deberías llevar ese cuerpo. 'Fuego en el cuerpo', de Lawrence Kasdan

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Las quejas más corrientes de los espectadores siguen sin solucionarse

La organización de consumidores en acción Facua acaba de publicar los resultados de un exhaustivo estudio de 128 salas de cine de treinta y tres ciudades españolas. Los resultados, aunque ya son más o menos conocidos por otras encuestas y estudios similares, no dejan de ser sorprendentes. Aparte de constatar la gran diferencia que hay en el precio de las entradas al cine dependiendo de provincias (algo que cualquiera que viaje puede ver):

Los precios oscilan entre 3 y 7,80 euros, según el cine. El cine más caro de los 128 encuestados es el Diagonal, en Barcelona (7,80 euros). Los más baratos están en Santander (Cine Los Ángeles) y Valencia (Cinestudio D’Or), ambos cuestan 3 euros en días normales.

Y de reafirmar el gran aumento que se ha registrado en el precio de las entradas:

Una entrada de cine cuesta una media de 5,75 euros, aunque los fines de semana alcanza los 6,10 euros. El precio de las entradas ha subido en 2008 un 6,3%.

Me llama la atención un apartado en el que parece que no se ha mejorado mucho con el paso de los años: las quejas más comunes de los espectadores. Y digo que me choca, porque son críticas que llevan años haciéndose, sin que nadie parezca tomar cartas en el asunto, quizá ni los propios espectadores. Son las siguientes:

La imposición ilegal que establecen muchos cines de entrar en las salas exclusivamente con bebidas o alimentos adquiridos en el interior de sus recintos, cuyos elevados precios llegan a ser, en el caso de los refrescos, hasta cinco veces más caros que en otros establecimientos.

Numerosos cines no cuentan con un buen aislamiento acústico entre sus salas o con respecto al exterior. Las primeras filas de muchos cines están extremadamente cerca de la pantalla, lo que supone tanto incomodidad como la pérdida de calidad en el visionado de la película.

En muchos multicines, la falta de operarios suficientes para controlar las proyecciones hace que sean los espectadores quienes tengan que avisar cuando se produce una avería y la película se para, se queda sin sonido o imagen o su calidad es deficiente.

Falta de puntualidad en el comienzo de la película con respecto a la hora indicada en la entrada, debido a la inclusión de una cantidad excesiva de publicidad en ciertas salas.

Quiero conocer vuestra opinión al respecto, si vosotros también tenéis estas quejas u otras distintas. Y sobre todo, si alguna vez habéis planteado alguna queja formal, si habéis utilizado las hojas de reclamaciones para denunciar estas situaciones, algo que Facua recomienda encarecidamente. Yo reconozco que nunca lo he hecho, a pesar de que sí he estado en alguna proyección que empezaba casi 20 minutos más tarde por la publicidad o de que, como hace solo cuatro días, durante la proyección de ‘Gomorra’ en un pequeño cine madrileño, un espectador tenía que salir a avisar al proyeccionista de que la imagen estaba desenfocada.

Creo que como propósito de año nuevo voy a luchar contra mi pereza y mi escepticismo y a empezar a reclamar mis derechos legalmente, ¿y tú?