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-No deberías llevar esa ropa. -¿Por qué? Sólo es una blusa y una falda. -Entonces no deberías llevar ese cuerpo. 'Fuego en el cuerpo', de Lawrence Kasdan

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Charles Dickens, 200 años del nacimiento de un hombre de letras… y de cine

Dicen de él que a pesar de haber ambientado siempre sus obras en las principales ciudades inglesas (especialmente Londres) es uno de los escritores más universales que existen. Su afán por denunciar las injusticias de la sociedad en la que vivía, su preocupación por la infancia y las condiciones de sectores tradicionalmente marginados (como las prostitutas, por ejemplo) lo convierten en un hombre moderno, valiente y solidario.

Charles Dickens nació tal día como hoy hace 200 años en Portsmouth y toda Inglaterra celebra con orgullo la efeméride de uno de sus mejores escritores, y cuya obra es quizá la que más veces ha sido llevada al cine.

Como homenaje al genio que creó personajes míticos (David Copperfield, Oliver Twist, Ebenezer Scrooge…) hoy estaría bien comenzar uno de sus libros, el que más nos haya gustado, uno de los que todavía no hayamos leído… o también ver una de las muchas películas que se basan en su obra.

Las hay para todos los gustos, adaptaciones más o menos fieles, completamente libres, de animación, con efectos especiales… incluso musicales. Basta con echar un vistazo, por ejemplo, a Oliver Twist para ver la cantidad de variaciones que se han hecho de la novela.

A mí de entre todas las películas que he visto y que adaptaban a Dickens me han gustado especialmente el musical ‘Oliver’, de Carol Reed, ‘Oliver Twist’ de Polanski, ‘Oliver Twist‘ de David Lean (que tambíén adaptó Grandes esperanzas en ‘Cadenas rotas’) e ‘Historia de dos ciudades‘, de Ralph Thomas.

Probablemente este mismo año se estrene la enésima adaptación de ‘Grandes esperanzas‘ que ha rodado Mike Newell, con Ralph Fiennes y Helena Bonham Carter.

Con el comienzo de esta magnífica novela os dejo:

Siendo Pirrip el apellido de mi padre, y Phillip mi nombre de pila, mi lengua infantil no alcanzó a hacer de ambas palabras nada más largo ni más explícito que Pip. Así, yo me llamé a mi mismo Pip, y por Pip vine a ser conocido por los demás.