Sin efectos especiales Sin efectos especiales

-No deberías llevar esa ropa. -¿Por qué? Sólo es una blusa y una falda. -Entonces no deberías llevar ese cuerpo. 'Fuego en el cuerpo', de Lawrence Kasdan

Entradas etiquetadas como ‘niños’

Su primera tarde de cine

«Quiero ver ‘Brave‘, quiero ver ‘Brave’, quiero ver ‘Brave’ …» de tanto oírlo se había convertido en una especie de mantra durante las vacaciones, y todo porque habíamos tenido un intentus interruptus a comienzo de verano. A mi hija y a mí un gran centro comercial nos había invitado a asistir al preestreno de ‘Brave’ a comienzos de agosto. Iba a ser la primera vez que mi hija fuera el cine. Tiene tres años y medio, y aunque aguanta como una campeona ‘Monsters‘, ‘Shrek‘, ‘Enredados‘ y cosas así, su padre y yo dudábamos de que fuera a estarse quieta durante hora y media en una sala a oscuras. ¿Cómo reaccionaría? ¿Le daría miedo? ¿Se pasaría la película comentando en alto lo que pasaba en la pantalla?

Íbamos preparadas para salirnos de la sala en cualquier momento, y lo acabamos haciendo, a la media hora, porque en lugar de ‘Brave’, nos pusieron ‘Madagascar 3‘ en 3D (que a mi hija le estaba pareciendo un rollo, y probablemente a mí más). Parece ser que la cinta de ‘Brave’ había fallado y los responsables optaron por proyectar la película que tenían de reserva.

La expectación creada por aquel primer intento fallido de ver’ Brave’, unido a la cantidad de princesas pelirrojas que nos han ‘perseguido’ en las marquesinas de todas las ciudades que hemos visitado en el verano, convirtieron la película, a ojos de mi hija, en una especie de regalo especial. Lo que a su vez nos ha sido muy útil para chantajearla cada vez que queríamos que hiciera algo y se portara bien.

Sin embargo, la ocasión para ver ‘su primera tarde de cine’ ha tardado en llegar. Hace una semana, mi madre, ella y yo, nos dimos por fin un homenaje y compramos el pack completo del principiante cinéfilo: entradas para ver ‘Brave’, barreñón de palomitas, refrescos y chocolatinas (es decir, todo eso que te dicen los pediatras que solo pueden comer en ocasiones especiales).

Y así pasé la tarde, una tarde muy feliz, con las dos mujeres más importantes de mi vida, con un ojo puesto en la pantalla y otro en mi hija, que no solo no perdió ripio de lo que pasaba, sino que también, cual leona defendiendo a su cachorro, repelía nuestras rápidas incursiones al tanque de palomitas.

La película, al final, fue lo de menos. Le gustó, la ‘aguantó entera’, inevitablemente la comentó en alto y quiso volver a verla nada más salir del cine.  ¿A que os suena?

¿Os acordáis de la primera vez que fuisteis con vuestros hijos al cine?