Helen Hunt, esa guapa-fea estupenda actriz que ponía a Jack Nicholson en su sitio en ‘Mejor… imposible’, ha debutado en la dirección cinematográfica (ya había hecho algo de televisión) con una comedia romántica que ha recibido un tibio recibimiento por parte de la crítica: ‘Then She Found Me’. Hunt, que también protagoniza la película y que de hombres sabe un rato, eligió como compañero a uno de mis galanes preferidos, el británico Colin Firth.

Hasta ahí todo correcto, lo que pasa es que hace unos días el locuaz Firth le confesó al diario ‘The Sun’ una ruidosa anécdota del rodaje: durante una de las escenas más íntimas y emocionantes, en la que él y Helen yacían desnudos en el suelo, abrazados, un escandaloso pedo rompió bruscamente el climax romántico. ¿Una ventosidad del elegante Colin? ¿Tal vez de la divina Hunt? No, era el pedo de uno de los técnicos del equipo, que humildemente levantó la mano para autoinculparse y pidió perdón.

La concentración de los actores se fue al garete, y la escena tuvo que volver a repetirse.

Realmente la anécdota, que hubiera hecho las delicias de mi sobrina de cuatro años, no es más que la demostración de que el cine pierde toda su magia durante el rodaje. Y si en lugar del anónimo técnico, quien hubiera tocado el trombón hubiera sido alguna de las estrellas, entonces el encanto de la película hubiera quedado definitivamente tocado. ¿Os imagináis saber que a Leonardo DiCaprio le olía la boca a ajo cuando besó a Kate Winslet en ‘Titanic’? Es solo un ejemplo, no digo que fuera cierto.

Del cine, al contrario que en la vida, es mejor ignorar ciertas cosas.