Por favor, no miréis para otro lado. Alguno de vosotros tuvo que haberla visto. Alguno de vosotros tuvo que ser uno de los 3.520.000 espectadores que convirtieron el domingo a ‘Pretty Woman’ en la emisión más vista en su franja horaria. Y eso que era la decimoquinta vez, en 17 años, que se emitía en televisión (no, no siempre en TVE, también la han echado en Telecinco y en Antena 3).

Pero, ¿cómo es posible? ¿Por qué le gusta tanto a tanta gente ‘Pretty Woman’? ¿Acaso no es un filme algo ñoño y desfasado? ¿Acaso no ‘pastelea’ descaradamente desde el minuto uno de metraje? ¿Tenemos todos los espectadores un punto hortera incorregible?

Confieso que yo no vi el domingo la película, pero mentiría si dijera que no la he visto al menos tres o cuatro veces a lo largo de estos años. Si la he visto empezada, a pesar de sabérmela de memoria, me he quedado «a ver cómo acababa», para concluir diciendo siempre lo mismo: ‘Pero mira que es mala«. ¿Masoquismo? ¿Despiste mental? Quizá fascinación por ver qué fácil es dar gato por liebre y presentar como nueva una historia más vista que el tebeo. Pero sería injusto no valorar sus méritos, que los tiene.

La historia, aunque conocida, revisa en clave moderna y consumista-festiva, un cuento de hadas tradicional. ¿A quién no le gustaría que su vida cambiara radicalmente a mejor por besar una atractiva rana o por una BonoLoto a tiempo, que viene a ser lo mismo?

Los actores, con todos los peros y filias y fobias que cada cual quiera añadirle, son solventes y guapotes, incluso algunos son descaradamente buenos, como el gran Hector Elizondo o Laura San Giacomo.
La banda sonora es de esas que siempre se incluyen en cualquier recopilación de ‘lo mejor del cine’ (la canción de Roy Orbison creo que la tengo en tres discos distintos).

Tiene algunos diálogos chispeantes; otros cargantes y otros rematadamente malos; pero los trozos buenos tienen su punto. Vivian a Bridge: «Bridge, él no es realmente mi tío». Bridge: «Nunca lo son, querida».

Garry Marshall no es Ridley Scott, ni Ron Howard, pero sabe cómo contar una historia con soltura y agilidad.

En fin, que estos eran mis porqués, que probablemente no sean los vuestros. Espero vuestros comentarios.