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-No deberías llevar esa ropa. -¿Por qué? Sólo es una blusa y una falda. -Entonces no deberías llevar ese cuerpo. 'Fuego en el cuerpo', de Lawrence Kasdan

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‘Quemar después de leer’, las paranoias del sueño americano

Dice John Malkovich que ‘Quemar después de leer’ es una película sobre el peligro de los sueños. No sé si sobre el peligro de los sueños, a mí más bien me pareció una película sobre el peligro de la estupidez humana, una estupidez que probablemente acabe destruyendo nuestra especie. Estamos haciendo méritos.

Paródica, hilarante, acertada. ‘Quemar después de leer’ nos devuelve la faceta más humorística, ágil y corrosiva de los hermanos Coen, esa que los encumbró en ‘Fargo’, y que después, a mi gusto, solo reapareció en ‘Oh Brother’. Imagino que necesitaban un cambio de registro radical después de la durísima y asfixiante ‘No es país para viejos’. Lo logran, otra vez, como en su anterior filme, de forma sobresaliente. Es curioso el tándem que forman esta pareja de hermanos: un par de intelectuales, que da la casualidad de que también son unos directores de cine algo frikies. Unos tipos reflexivos que muestran las vergüenzas de la sociedad en la que viven con una guasa y lucidez admirables.

Y han arriesgado en sus decisiones, como por ejemplo al ofrecerle un papel de estúpido de solemnidad al mismísimo Brad Pitt, un papel que ejerce con gracia, dentro de las limitaciones interpretativas que tiene este actor. Como cambio no está mal, se agradece el esfuerzo. Ver a Pitt contoneándose como un idiota, mascando chicle o agitando los brazos al ritmo de la música arranca gran parte de las carcajadas que se escuchan en la sala durante la proyección.

Con George Clooney el riesgo ha sido menor, cumplió su papel con solvencia en ‘Oh Brother!’ y ‘Crueldad intolerable’, y vuelve a hacerlo aquí con un personaje obsesivo, estrambótico, seductor; un sinvergüenza encantador que acaba algo chiflado. Pero los mejores, sin duda, para mí son Frances McDormand (esta mujer nunca está mal), Tilda Swinton (esa piel traslúcida agita la imaginación) y una sorprendente John Malkovich, uno de los mejores actores del mundo y también el dueño de una de las caras más antipáticas y difíciles del cine.

Habrá quien opine que ‘Quemar después de leer’ está algo pasada de rosca, que sus gags están a la altura de la inteligencia del personaje de Pitt y que meterse con la CIA y las paranoias y valores de la sociedad americana está algo demodé a estas alturas; para mí verlo a través del tamiz de los Coen y de su gusto por el cine negro, resulta refrescante y francamente divertido.