Ha muerto Anthony Minghella con solo 54 años. Parece que ha sufrido una hemorragia, cinco días después de haberse sometido a una operación para extirpar un bulto en el cuello. Estaba a punto de estrenar ‘The No 1 Ladies’ Detective Agency’ y ya tenía preparada su participación en la obra coral ‘New York, I Love You’. No podrá ser. Su muerte me ha impactado. A pesar de que sus últimas películas no fueron muy acertadas (‘Breaking and Entering’, ‘Cold Mountain’), creo que era un director que tenía talento, mucho más del que algunos críticos han querido apreciarle.

Hace años tuve la suerte de entrevistarlo para este diario, fue una entrevista rápida, no más de 20 minutos, pero me impactó. Me pareció un hombre inteligente, amable, vitalista, mucho más latino que británico (los ancestros mandan) y generoso: mostraba más interés en hablar de lo buenos que eran sus actores que de sí mismo y de su película. Entonces venía a promocionar ‘Cold Mountain’ y estaba un poco desinflado porque la película no había conseguido buenas críticas ni tantas nominaciones al Oscar como se esperaba (tenía siete); pero Minghella intentó durante la entrevista distanciarse de un premio que él ya había conseguido por ‘El paciente inglés’. Quizá también era consciente de que los múltiples problemas que había afrontado durante el rodaje habían afectado a la calidad y el tono del filme.

Nos contó que admiraba el trabajo de Matt Damon, al que había dirigido en ‘El talento de Mr. Ripley’ , y a Renée Zellweger , a la que dudaba en calificar como «la comediante más seria» o » la actriz seria más divertida» que conocía. Aunque, sin duda, su actor fetiche era Jude Law con el que trabajó en tres películas (en aquel entonces solo eran dos) y al que, según mi opinión, ha sabido sacar mejor partido que nadie. Sin duda, Minghella ayudó a convertirlo en una estrella.

Con el primer trabajo que hicieron juntos (‘El talento de Mr. Ripley’) me quedo para homenajear a este director. Creo que es su trabajo más redondo, más negro, mejor tratado. Quien haya leído la novela de Patricia Highsmith en la que se basa no se sentirá decepcionado. Creo que hasta la propia Highsmith hubiera disfrutado la combinación de glamour, decadencia, amor, maldad y ternura que ofrece la versión de Mighella. Y la música, una de las grandes bazas con las que Minghella jugaba en sus filmes, era espléndida. Abajo os dejo un tema de la banda sonora.