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-No deberías llevar esa ropa. -¿Por qué? Sólo es una blusa y una falda. -Entonces no deberías llevar ese cuerpo. 'Fuego en el cuerpo', de Lawrence Kasdan

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‘Ágora’, impecable visualmente, pero poco emocionante

Espectacular visualmente, mucho más entretenida de lo que me habían dicho, técnicamente muy buena; pero condenada a ser olvidada fácilmente.

He intentado no leer demasiado sobre ella. Últimamente me he propuesto llegar a los filmes con la mirada mucho menos prejuiciada, pero con ‘Ágora’ ha sido imposible lograrlo: menuda campaña de presencia en los medios desde que la presentaron en mayo en Cannes.

Amenábar es un director que respeto, y mucho. Tiene tanto mérito lo que ha conseguido. Intenta siempre ser original, es valiente, no se achanta ante los grandes nombres con los que trabajan ni ante los grandes presupuestos. Cuando veo que tiene mi edad y que es capaz de manejar sin temblar un presupuesto de 50 millones de euros no puedo más que sentir admiración por él.

En Ágora uno tiene la sensación de estar viendo una gran producción de Hollywood, y lo digo con el aspecto positivo que esto tiene de estar ante un producto técnicamente inmejorable, visualmente impactante, donde los efectos especiales no chirrían, la ambientación es impecable y el ritmo no decae. ‘Ágora’ te hace pasar el rato, y eso tiene mérito en una producción de 120 minutos. Solo le veo un gran pero: que no te engancha. Sales del cine razonablemente contenta; no has mirado ni una sola vez el reloj, Rachel Weisz está espectacular, los temas centrales de la película invitan a la reflexión: la intolerancia religiosa, el fanatismo, la lucha por el poder; pero a pesar de todo esto, sabes que será difícil recordar ‘Ágora’ dentro de poco. Le falta un poco de alma, le falta emoción. Qué poca química desprenden Rachel Weisz y los actores masculinos encargados de darle réplica, me refiero a Oscar Isaac y Max Minghella, sus enamorados, los dos hombres que la pretenden. Ella está perfecta, bellísima, es una gran actriz; pero a ellos les falta mucha chispa, les falta carisma, sutileza. Tampoco están mucho mejor el resto de actores masculinos. El puzle no encaja.

Y ese desequilibrio se traslada también a algunas escenas, que debían ser memorables, pero no lo son.

Ahora hemos sabido que Amenábar se ha visto obligado a recortar el metraje más de 20 minutos para intentar vender mejor la película (con problemas de distribución en EEUU), eso quizá explicaría que eche de menos algunas escenas claves que habrían contribuido a hacer más emocionante el filme, o que la escena final, que podía haber sido tan emotiva, aparezca algo fría y desaprovechada.

¿Nos devolverá la edición en DVD un montaje más emocionante? Ojalá. El error de casting de los actores me temo que ya no tiene remedio.

El sueño de dirigir un largometraje

Para hacer cine en España hace falta a parte de suerte y talento, mucha, mucha paciencia. Me imagino que no le descubro nada nuevo a los aspirantes a directores que lleven años buscando financiación para sus proyectos, pero es una reflexión que hago en voz alta tras leer que Oskar Santos, un compañero mío de facultad, logra por fin lo que lleva lustros (por lo menos dos) intentado hacer: dirigir un largo: ‘El mal ajeno’. Se lo produce otro ex compañero de clase: Alejandro Amenábar. El caso de Oskar para mí es representativo de lo que supone hacer cine en España.

Pasó por la Facultad de Ciencias de la Información y se esforzó por completar la licenciatura, esa que Amenábar pasó de acabar (quizá intuía ya que le iba a hacer poca falta). Como él, como yo, aguantaron clases- la mayoría de ellas intrascendentes y mal preparadas (hubo algunas honrosas excepciones)- con la esperanza de que algún profesor nos iluminara felizmente sobre cómo dirigir cine, o al menos nos enseñara algo sobre el oficio. Al final la amplia cafetería de la facultad les sirvió a ambos para forjar una amistad que probablemente haya hecho más por su futuro que cualquier clase de la facultad. Pero al contrario que Amenábar, que triunfó pronto e incontestablemente; Oskar lleva años (muchos) intendo demostrar que tiene talento, que merece una oportunidad.

Primero fueron sus cortos, que rodó con mucho esfuerzo, empeñando a su familia; luego llegaron las colaboraciones profesionales, como en el making of de ‘Mar adentro’ ‘Mar adentro’, siempre esperando, siempre aguardando que alguien viera sus trabajos y apostara por él. La última vez que me lo encontré, de casualidad, en la FNAC, estaba comprando el DVD de ‘Azuloscurocasinegro’, de su amigo y colaborador (escribe el guión de ‘El mal ajeno’) Daniel Sánchez Arévalo. Me habló entusiasmado de este proyecto que quería que protagonizara Belén Rueda. Sentía algo de miedo, pero por fin le había llegado su oportunidad. De eso hace más de año y medio.

A pesar de la largísima espera, Oskar ha llegado donde quería. Ahí tiene su largo. La inmensa mayoría, con suerte, solo consigue rodar un corto. Me alegro mucho por él, me alegro de que por una vez, tantos años de trabajo anónimo sean recompensados. Ahora solo espero que logre lo que más le importa después de hacer cine: conectar con su público. Suerte, ojalá te salga una buena película.

¿Conocéis algún aspirante a director? Cuéntanos su caso. Por cierto, ¿creéis que el Estado debe aumentar sus ayudas para favorecer la aparición de nuevos realizadores?