Sin efectos especiales Sin efectos especiales

-No deberías llevar esa ropa. -¿Por qué? Sólo es una blusa y una falda. -Entonces no deberías llevar ese cuerpo. 'Fuego en el cuerpo', de Lawrence Kasdan

Archivo de enero, 2012

Rendida a los encantos de Meryl Strep

Recuerdo que cuando era más joven rechazaba torpemente a Meryl Streep. Me parecía que era una actriz mucho menos atractiva de lo que decían y más tramposa de lo que la gente veía. Pensaba que echaba mano con demasiada facilidad del recurso simplón, pero efectivo, de mostrarse con los ojos llenos de lágrimas y la voz temblorosa. Había al menos que reconocerle que era de las que mejor lloraban en el cine. Pensaba entonces en su trabajo en películas como ‘Kramer contra Kramer‘, ‘El cazador‘, ‘La decisión de Sophie‘ o ‘Memorias de África‘.

Con los años (los suyos, pero sobre todo los míos) empecé a valorar la dificultad de lo que conseguía esta mujer. Comencé a escucharla en versión original. Entendí por qué todo el mundo se volvía loco con su capacidad para adoptar acentos, en su facilidad para transmutarse en quien hiciera falta. Comprendí que aunque llora como nadie en el cine, también ríe maravillosamente, y tiene una vis cómica que su impresionante capacidad dramática ha relegado a un segundo plano.

Incluso empecé a verla cada vez más atractiva. Le vi el sentido a aquella exaltación a su «fantástica piel, como de mármol» que tanta luz irradiaba, según Néstor Almendros, su director de fotografía en ‘Kramer contra Kramer’. Qué guapa y qué estilazo tenía en ‘El diablo viste de Prada‘, y qué me decís de ‘Mamma mía‘.

Por ella, y solo por ella, iré a ver ‘La dama de hierro‘, una película que, básicamente todo ele mundo dice que «es Meryl Streep». ¿Acaso no se le llama a eso ser una estrella? 

Sin ellos el cine que hemos visto no hubiera sido igual

Hoy he sabido de la muerte de dos artistas del cine a la sombra. Hombres que estaban acostumbrados a pasar desapercibidos allí donde fueran, pero sin cuya labor hubiera sido imposible que los demás disfrutáramos de muchas buenas películas.

Uno de ellos es Bob Anderson, el maestro de esgrima que enseñó a Errol Flynn, Mark Hamill o Mandy Patinkin a utilizar la espada.  Sin él no hubieran sido posibles los driblajes acrobáticos a golpe de florete con el que nos han deslumbrado los mejores espadachines, mosqueteros y piratas del cine. Anderson, que ha fallecido a los 89 años en un hospital inglés, vivió su momento de gloria (que hoy todos recordamos) gracias a que Mark Hamill reveló durante una entrevista que había sido el propio Anderson el que había doblado a David Prowse / Darth Vader, en la mayoría de las míticas escenas de la primera trilogía de ‘La Guerra de las Galaxias‘, incluida la escena de la lucha entre Luke Skywalker y Darth Vader.

El otro nombre que me gustaría recordar hoy es el de Rogelio Hernández, maestro de dobladores, que ha muerto este fin de semana en Barcelona, a los 81 años. Él ha sido la voz española de Marlon Brando, Paul Newman, Montgomery Clift, Jack Nicholson, Jean-Paul Belmondo… Discreto y humilde, siempre defendió el papel de los dobladores, que ayudan a hacer el cine más accesible para el gran público. Al margen de que se defienda o no las versiones originales, hay que alabar la labor de los grandes actores de doblaje, que imprimen discretamente su carácter a sus trabajos, respetando siempre la interpretación de la estrella de turno. Os dejo con el doblaje que le hizo a Brando en ‘Un tranvía llamado deseo‘.