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¿Estás lesionado o de baja y no puedes hacer deporte? De hecho sí que puedes y te cuento cómo

Alina, a quien acompaño a través del coaching, lleva casi un mes después de una intervención y se muere por hacer deporte. Tiene muchas ganas de volver a las andadas, me dice, pues con el deporte uno come mejor, descansa mejor, tiene más energía… Por supuesto. Nuestro cuerpo está hecho para moverse y no ejercitarlo no hace sino atrofiar nuestras capacidades.

Un familiar de setenta y dos años estuvo ingresado durante tres semanas en un hospital a raíz de un tratamiento. Al transcurrir los días y volver a casa, parecía que tenía ochenta y dos ¡Se había puesto diez años encima! Mas ahora empezó a hacer deporte y cada semana se quita un año. Literalmente. Su tono aumenta, su flexibilidad, la rapidez de sus movimientos y también mejora su estado mental, que sigue el dinamismo de su cuerpo.

Sin embargo, ¿Existe una forma para mantener nuestras capacidades físicas cuando no hacemos deporte? Sí la hay. Consiste en ejercitar nuestra mente a través de la visualización. Nuestra mente no está separada de nuestro cuerpo sino más bien, el cuerpo es una expresión de la misma. Lo sabían los yoguis de hace más de dos mil años y lo está descubriendo ahora la neurociencia.

Guang Yue y Kelly Cole1 demostraron en un estudio científico que imaginar que uno usa los músculos los refuerza. El estudio tomó dos grupos. Uno que hacía ejercicio real, y otro cuyos miembros se imaginaban haciéndolo. Al final del mismo, el grupo que hacía ejercicio aumentó la fuerza muscular en un 30% como era de esperar. Mientras que el grupo que simplemente lo imaginó ¡aumentó su fuerza muscular en un 22%!

(Arek Adeoye, UNSPLASH)

¡¿No es increíble?! Estos datos tienen el potencial de revolucionar muchas cosas. Una de obvia son los procesos de rehabilitación. Si estás de baja sin poder ejercitar tu cuerpo como de costumbre, sí que puedes poner en práctica esta forma de hacerlo ¡Tus músculos y todo tu cuerpo te lo agradecerán! Al igual que hice con Alina, te doy las pautas clave:

  • Elige un ejercicio que ya hayas practicado. Puesto que se trata de visualizar, te va a ser más fácil visualizar que realizas un ejercicio que conoces bien, que uno que no. La activación de tu cuerpo también será más integral. Por ejemplo en mi caso elijo el yoga, puesto que lo practico habitualmente.
  • Ponte en una postura neutra que no te bloquee la imaginación. Para el yoga, me sitúo en el suelo tumbada boca arriba encima de una esterilla.
  • Empieza el ejercicio. Sincroniza tu respiración con cada ejercicio. En mi caso, si entro en una postura de yoga con la mente, me quedo en ella respirando lo mismo que cuando la hago con el cuerpo. En el caso de repeticiones, con los abdominales, sincronizo mi respiración con las repeticiones mentales del ejercicio.
  • Mientras imaginas que haces el ejercicio, imagina también una voz externa animándote, a modo de entrenador personal. Tú eliges el mensaje: «!venga permanece ahí!», «¡vamos, más fuerte!» o «¡un poco más intenso!».  Este detalle era clave para el estudio mencionado anteriormente.
  • Respeta el tiempo acordado e incluye un tiempo de descanso. Permanece haciendo ejercicio el mismo tiempo que lo harías “de verdad” e incluye un periodo de descanso.
  • Sigue con tu siguiente actividad, sin pasar por la ducha 😉

La neurociencia está demostrando que nuestra mente y cuerpo están íntimamente conectados. Aprovechar estos descubrimientos para mantener la salud y acelerar cualquier proceso de recuperación está en nuestras manos. ¿Te animas?

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(1) G.Yue y K.J.Cole 1992. Strength increases from the motor program: Comparison of training with maximal voluntary and imagined muscle contractions. Journal of Neurophysiology, 67(5).

Por qué al lidiar con tus sueños, la pregunta ¿me compensa? está fuera de lugar

Hoy en una sesión de coaching a Maya, pintora y diseñadora gráfica a principios de la treintena, comentábamos su visión de vida. Este ejercicio empieza por una meditación guiada en sesión, en la que la persona viaja con la imaginación a su futuro a pocos años vista. Después plasma lo visto en una hoja a través de imágenes o dibujos.

Saber visionar y sostener una visión propia es fundamental, porque como decía Walt Disney, “si lo puedes soñar, lo puedes crear”. Y también, si no lo puedes soñar, difícilmente lo crearás o vendrá a ti, como constato desde hace años en mi práctica de coaching. Esto es así porque aquello en lo que nos enfocamos modela nuestra percepción y determina aquello que recibe nuestra atención – la poderosa mecha que cataliza el futuro.

Maya podía imaginar una nueva residencia delicadamente decorada. Podía imaginar una profesión floreciente. Podía imaginar su arte conmoviendo a miles de personas. No obstante, aunque afirmaba quererlo, no lograba verse con hijos y una pareja.

Según mi experiencia de coach, y como expresaba Rilke1 el futuro ha de entrar en nosotros mucho antes de que suceda. Cuando esto no es posible, existe un bloqueo. Cuando le pregunté a Maya porqué no podía imaginarse con pareja e hijos me dijo, “bueno lo de la pareja,… es un fastidio ponerme a buscar, paso de Tinder… Y pensándolo bien, aunque no me veo como madre soltera, no sé si me compensa todo el esfuerzo de tener pareja.” ¡Bingo! Dimos con el bloqueo: No sabía si le compensaba tener pareja.

Pantalla con números

(Tyler Easton, UNSPLASH)

¿De dónde había salido aquella pregunta? De ella, claro, y también de la cultura en la que nadamos. Esa que afirma que todo, absolutamente todo tiene que compensarnos. Vivimos en una sociedad materialista y economicista. Parece que nada tiene valor por sí mismo a no ser que nos rinda. Tal vez por eso nos pasamos más tiempo negociando con la realidad que viviendo. Pues bien, hay cosas que simplemente no rinden. ¿Cuánto rinde tener hijos? ¿Lo medirás en función de las notas que saquen? ¿Cuánto rinde tener una pareja? ¿Lo medirás en función de cuánto sexo tengas? ¿Cuánto rinde ser honesto y tener la conciencia tranquila? ¿Lo medirás según lo bien que duermas por las noches? ¿Cuánto rinde cultivar una amistad?

Para algunas cosas, aunque ahora no consigo dar con ninguna, la pregunta ¿me compensa? tendrá sentido. Para muchas otras, y en concreto para tus sueños, olvídate de ella. Plantéate en su lugar: ¿Lo quiero de verdad? ¿Es bueno para mi y para el mundo? ¿Estoy dispuesto a comprometerme con ello? Si con tu vida, eres capaz de responder “sí” a estas tres preguntas, darás un paso gigante hacia tus sueños.

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(1) Cartas a un joven poeta. Rainer Maria Rilke

¿Estás atrapado en patrones del pasado? Viajar al futuro puede ser la solución

CUANDO EL PASADO NOS LASTRA

Después de meses de terapia, Pablo entiende de qué forma el miedo al compromiso con otra persona le está complicando la vida. El origen viene de su padre, cuya primera mujer le fue infiel, y quien a su vez lo heredó de su abuelo cuya mujer le abandonó por otro mientras él estaba en el frente. Laura no consigue confiar en ella misma en su rol como directiva, y esto le afecta a su desarrollo profesional. En terapia toma conciencia de que sus padres eran muy críticos con ella y según ellos, nunca hacía nada suficientemente bien. En ambos casos, aunque Pablo y Laura conocen el origen de sus comportamientos, por mucho que lo intenten, no consiguen actuar de forma distinta.

Como Laura y Pablo, hay personas que llegan a mi consulta de coaching después de mucha terapia. Conocen todas sus heridas y han conseguido sanar algunas, pero  a pesar de ello, no consiguen avanzar. Repiten una y otra vez la misma jugada perdedora en el tablero de la vida.

LA PRESENCIA NO ES SUFICIENTE

Uno de los fundamentos de mi práctica de coaching consiste en trabajar la presencia. Llevar a la persona al momento presente, donde todas las dinámicas y patrones se revelan y, poco a poco, van surgiendo alternativas. Sin embargo, en algunos casos, este enfoque no es suficiente. Entonces es necesario pasar a otras prácticas, como la que te comparto hoy: viajar al futuro.

Máquina de escribir

(Markus Winkler, UNSPLASH)

FUTURO AMIGO

Viajar al futuro es una práctica frecuente en atletas de élite y profesionales artísticos. Consiste en la visualización de un escenario futuro deseado con todo tipo de detalles. Casi todo lo que he visualizado en el futuro se ha manifestado. Cuando uso este método con mis clientes, en una mayoría de veces funciona de forma rotunda. Las personas cambian de trabajo, encuentran pareja, trascienden una identidad que les amargaba, cambian de amistades, empiezan a vivir su potencial.

¿QUÉ TE DA EL FUTURO?

El futuro te da el estado emocional de lograr aquello que quieres. Este estado contiene una vibración de tal potencia que cuando logras mantenerla en el presente, atrae a todo tipo de manifestaciones. El futuro también te da claridad. Despeja dudas y divagaciones, entregándote sin complejos a aquello que quieres y eres. Muchas veces el futuro nos devuelve la ilusión. La ilusión de saber que – SIEMPRE – tenemos otra oportunidad. Que podemos salir de nuestro estado de ánimo derrotista, pesimista y anclado en un difícil pasado, para encarnar una vida plena. Porque parafraseando a Rilke en sus célebres Cartas a un joven poeta, has de dar a luz a tus imágenes, ellas son el futuro que quiere nacer. El futuro ha de entrar en ti mucho antes de que acontezca.

 

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