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Por qué buscar el silencio en la jungla del ruido

Entro al AVE destino Madrid para asistir a la Gala Creadores de 20Minutos. Después de escribir dos años en el medio, me hace mucha ilusión participar y conocer un poco más a las personas que le dan vida. Con mi tipo de billete no te sirven comida. Tampoco tienes más espacio de asiento. El plus que he pagado es por dejar de tener ruido, voy en el vagón Silencio. Bendigo al genio que decidió llevar esta opción de viaje a España, muy arraigada en otros países. Mientras busco mi asiento, me parece oír a alguien que habla por teléfono…suenan mis alarmas internas. No puede ser, me acerco a mi asiento y me doy cuenta que ¡está a mi lado! Es una chica de ventipocos con look millenial de libro, mallas, converse de colores y sudadera chic. Está sumida en un juego virtual a la vez que habla con alguien al otro lado de la pantalla.

Me siento y le digo, con toda la amabilidad que puedo que en este vagón no se puede hablar por teléfono. Sin casi mirarme, asiente muy segura que si hablas bajito sí que se puede. Su tono me dice de no esforzarme. Sigue hablando como si nada. Espero al revisor y cuando llega, le explico que la chica lleva quince minutos hablando por móvil. Me dice que no pasa nada porque este no es un vagón de silencio y que me ponga la mascarilla. Le digo que sí, que este vagón es de silencio, incluso viene escrito en los reposacabezas. Varios pasajeros insisten en ello, y el señor, despertando de su despiste finalmente asiente. Entonces se dirige a la chica y le dice que está terminantemente prohibido hablar por teléfono en este vagón. La sentencia cae a plomo en el aire. Ella termina la llamada consternada y los pasajeros que estaban al tanto y yo, suspiramos aliviados.

(Stayhereforu, PEXELS)

El silencio es un bien escaso en nuestros días. Estímulos de todo tipo nos rodean y por supuesto ruido. Sin embargo el ruido no es algo natural. En la naturaleza, nuestro entorno original, el silencio reina, mientras se desenvuelven la mayoría de procesos. El ruido o silencio externos importan porque están en íntima comunicación con nuestro interior. Nuestros cuerpos no están separados del exterior, sino más bien en comunicación constante con él a través de las porosas puertas de los sentidos. Por esta razón el ruido exterior, crea ruido interior y el silencio exterior nos invita a la calma interior.

Estar constantemente expuesto a ruidos es estresante para el cerebro. De ahí nace el concepto de contaminación acústica. Aunque no queramos el cerebro se esfuerza en procesar los ruidos de forma autónoma gastando energía al hacerlo. Estudios científicos demostraron que niños que nacen y crecen en entornos cercanos a aeropuertos con ruidos de aviones constantes tienen una inteligencia inferior a la media1. Así de importante es el ruido. Así de importante es el silencio.

Con todo, lo común es rehuir el silencio. Se nos ha enseñado a estar incómodos con él, rompiéndolo a la mínima de cambio. Y así el silencio se ha convertido en un extraño indeseable para muchos. Estar con él, sube el volumen de la jaula  de pensamientos sin control en la que están inmersos y por eso lo rehuyen a través de distracciones o pasatiempos. En relación, el silencio se siente como una losa que hay que hacer añicos cuanto antes a no ser que…nuestros cuerpos pronuncien aquello que las palabras no pueden decir. Me fascina la comunicación que se da sin esfuerzo al estar con otra persona en silencio. Inténtalo. El silencio aumenta la conexión y comunica por sí solo. Si lo practicas lo suficiente contigo mismo y también con otros, descubrirás que el silencio está de tu parte. Y entonces te acompañará adonde vayas, como tu aliento o un amigo fiel.

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(1) The brain that changes itself. Stories of Personal Triumph from the Frontiers of Brain Science (2012), Norman Doidge

¡Vivan las vacaciones! Cuatro pautas para (sobre)vivirlas

Por fin, llegaron las tan ansiadas vacaciones. 

El sitio… peor que en las fotos, siempre.

El tiempo… un frío de bufanda.

Los niños… unos plastas.

Diantre, ¿es eso lo que he estado esperando tantos días…?

Niña con helado

(Patricia Prudente, UNSPLASH)

Una versión de esto es lo que vivimos muchos de nosotros, cuando empiezan las vacaciones. Personalmente vivo el principio de las “vacas” como una bofetada a traición. Una pequeña prisión infierno. Me pregunto ¿quién me ha mandado meterme en esto? No hay a quien culpar, sino a la menda. Si esto te suena y quieres darle la vuelta, estas cuatro invitaciones a reflexionar son para ti. Te animo a responderlas en días sucesivos, en un papel o en tu diario:

1- SIENTE LAS EMOCIONES

Recibe las emociones que afloren en ti por inesperadas y desagradables que sean. ¿Qué emociones son? ¿Enfado, tristeza, alegría, miedo o una variante de cualquiera de ellas? Aunque no te parezcan apropiadas, siéntelas. Exprésalas libremente y con toda su intensidad en tu diario. Tal vez sean el paisaje más dramático e impresionante que descubras estos días. Como tal, evita asignarles ninguna historia e interpretación, más allá del significado que pueda tener avistar a un animal salvaje o que a uno le sorprenda una tormenta de verano.

2- ¿QUÉ TE DESPIERTA CURIOSIDAD?

Si te invaden voces internas que critican y juzgan, simplemente obsérvalas. En paralelo, conecta con tu curiosidad. ¿Qué te despierta interés sobre el sitio? ¿Qué es aquello que te llama? ¿Qué deseas explorar estos días? La curiosidad abrirá un espacio receptivo en ti, y los días que vengan lo llenarán de respuestas en forma de experiencias.

3- UNA TRIBU EN MOVIMIENTO

En este nuevo escenario, obsérvate en relación con las personas con quienes compartes estos días y date permiso para verlos con nuevos ojos. ¿Cómo “sois” juntos en este nuevo contexto? ¿Si tuvieras que poner un nombre a vuestra tribu, cuál sería? ¿Qué aprecias especialmente de tu pareja, tus hijos, familiares o amigos? ¿De qué forma les ves diferentes o descubres dimensiones de ellos antes desconocidas?

4- IDENTIDAD FLUIDA

Estos días sin rutina o de nuevas rutinas nos proporcionan una ventana a facetas de nosotros que se quedan en ángulo muerto durante el año. Te gusten o no, evita juzgarlas o culpabilizarte por ellas.  Observa tu sentido de identidad pre-vacacional. ¿Quién eras antes de irte? ¿Qué estás descubriendo de ti estos días? ¿Qué has soltado? ¿En quién te estás convirtiendo?

Voy a indagar en estas cuatro dimensiones yo misma….quien sabe, ¡puede que funcione! Te cuento dentro de unos días 😉

 

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