Entradas etiquetadas como ‘tristeza’

Sobrevivir a las celebraciones familiares y de cualquier tipo

En plena celebración familiar sobreviene a Antonia una tristeza sin nombre. De pronto se siente fuera de lugar, como si no perteneciera. Extraña al esfuerzo de todos por estar alegres, el comentario burlón de su cuñada la pilla desprevenida y reacciona con toda su mordacidad. La otra se rebota y se empiezan a gritar. Antonia se va tras dar un sonoro y doloroso portazo que impacta a todos, a ella la primera, arruinando la celebración.

De forma similar, a las pocas horas de una celebración familiar, Fina se siente incómoda. La matriarca de la familia ha mandando cantar villancicos. Ella siente un profundo rechazo hacia el tono de la invitación, pues suena más a obligación que a otra cosa. Sin embargo, como practicamos en sesión, Fina no mira hacia a su suegra sino hacia adentro. Entonces aprovecha para buscar cierta soledad, busca una excusa, sacar al perro. Ahí conecta con su pena y la respira. Se da una tregua. Vuelve a casa y siguen cantando. Le apetece otra cosa. Toma unas cartas e invita a sus sobrinos a jugar. Ha sorteado el bache respetándose a sí misma y creando un espacio en el que ella y una parte de su familia se divierten.

Pasado el gordo de las fiestas navideñas todavía quedan algunos coletazos significativos. Todavía pueden saltar chispas. La sangre puede llegar al río. Todavía podemos vivir una celebración más como si nos tragásemos una amarga píldora. O podemos capearlas como expertos navegantes, disfrutando al hacerlo.

Las fiestas navideñas, como cualquier reunión familiar contienen algunos de los ingredientes que favorecen el conflicto: más tiempo de convivencia; la idea de que “tenemos que pasarlo bien”, lo que añade tensión y facilita que reprimamos emociones que contradicen la alegría; y tradiciones que de mantenerse inflexibles pueden resultar opresivas.

(Nicole Michalou, PEXELS)

Una forma de navegar las fiestas o cualquier encuentro social con soltura es mantenerse conectado con uno mismo. Darte cuenta de lo que sientes y lo que necesitas en cada momento no solo para que la reactividad no te juegue una mala pasada, sino para que el autoconocimiento y la curiosidad te guíen allá donde está tu energía vital y la de los demás.

Una barrera a escucharte internamente es dejarte dominar por la presión inconsciente a conformarte al grupo. Es el miedo atávico a ser abandonado por la tribu, lo que comprometía nuestra supervivencia. Ahora ya no. Así que cuando lo sientas, no te dejes dominar por él y sigue tu intuición de acorde a lo que necesitas, desde el respeto y con amabilidad hacia todos.

Cuando damos espacio a lo que necesitamos desde el respeto hacia nosotros mismos y el sistema en el que nos encontramos, fluimos socialmente con gracia. La mayoría de las veces. Y cuando no sea así, allí aplican los versos del poeta y su inexcusable apelación: “cualquier cosa o persona que no te haga sentir vivo es demasiado pequeño para ti1”.

Te puede interesar:

Encuéntrame en FacebookInstagram y Twitter.

 

(1) “Anything or anyone that does not bring you alive, is too small for you.” David Whyte del poema Sweet Darkness.