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Por qué no necesitas ser Shakira para sanar a través la expresión artística

Justo después de su separación de Gerard Piqué, Shakira empezó a sacar temas que eran demasiado parecidos a la situación que acababa de vivir. Aunque con su natural elegancia no lo reconocía abiertamente, a los ojos de todos estaba claro cuál era su fuente de inspiración: su dolor. El dolor de la rotura sentimental con el padre de sus dos hijos.

Shakira,  al igual que los artistas y creadores de todos los tiempos, tomó algo doloroso, indeseable y sin solución, y lo convirtió a través del arte en una forma de expresión que gustaría a millones de personas.

El primer hit fue el Te felicito en el que con su sonrisa angelical pronunciaba palabras demoledoras “La gente de dos caras no la soporto /Yo que ponía las manos al fuego por ti/ Me tratas como una más de tus antojos”. En su más reciente clip, resulta impactante ver a Shakira con un hueco masivo en el corazón que ha sido dinamitado brutalmente, por según ella la monotonía.

 

Cuando Shakira crea canciones sobre su traumática separación, no solamente está haciendo su trabajo, sino que también está curando sus heridas psicológicas. Lo hace, porque dar forma a nuestro dolor a través de cualquier expresión artística es terapéutico por definición. Lo es porque nos invita a intimar con nuestro dolor, aceptarlo y transformarlo, para en cierto momento de gracia, trascenderlo.

Tal vez te digas…¿y qué? Sólo hay una Shakira. Tienes razón, por ello no voy a animarte a imitarla. Sí que te invito en cambio, a tomar tus experiencias dolorosas, esas a las que preferirías darles la espalda, aquellas que rehuyes, de las que te avergüenzas y hacer lo que ella hace: explorarlas intencionadamente a través de una forma propia de expresión artística.

Para hacerlo puedes seguir estas pautas:

1- ELIGE UNA FORMA DE EXPRESIÓN: dibujar, escribir, cantar, componer, bailar, modelar barro, coser…tu imaginación es el límite.

2- (¡MUY IMPORTANTE!) OLVÍDATE DE HACER NADA BONITO: tu objetivo no es que tus creaciones gusten a nadie – seguramente no te gustarán ni a ti, lo que es lo de menos. Tu intención con esta práctica es intimar con aquello que te ha sucedido y la expresión artística es una forma de estudiarlo de forma curiosa y desde ángulos dispares.

3- MANTENTE CONECTADO CON TU INTERIOR: siente, siente y siente. Siente lo que sientas y no te juzgues por ello. Al crear, al expresarte, abrirás el cauce de sentir…déjalo correr sin control. En la orilla del proceso creativo estás a salvo.

4- NO BUSQUES EL SENTIDO: la creación a menudo es inconsciente y no es posible entender lo que creamos hasta después de hacerlo y a veces ni tan siquiera entonces. Por ello, mientras estás creando evita entender o etiquetar lo que vaya surgiendo. Simplemente sé un canal para que lo que quiera ser expresado se manifieste a través tuyo.

5- (SI TE SIENTES INCLINADO A ELLO) COMPARTE LO CREADO con un amigo, tu mascota, un árbol o tu pareja. Si decides hacerlo con un humano, explícale bien que no se trata de valorar la calidad artística de la creación, sino de escuchar lo que te ha movida a crearlo, lo que has sentido al hacerlo y tal vez lo que le sugiere a la otra persona.

6- GUARDA O TIRA TU CREACIÓN. Una forma de expresión que uso a menudo es dibujar o escribir en la pared de pizarra cerca de la cocina. El mantra o dibujo se queda unos días, y cada vez que paso por delante suyo algo interno se recoloca. Borrarlo es un gesto liberador. Me recuerda que no necesito aferrarme a nada, ni tan siquiera a valiosos aprendizajes.

Nadie escapa a lo indeseable por mucho que lo intente. Sanar de las experiencias traumáticas de las que está plagada la vida y recobrar la cordura a través de la expresión artística es algo que necesitas probar. Cuando lo descubras te preguntarás como has podido vivir tanto tiempo sin ello.

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Desconectarse de las redes sociales: si Spiderman puede, tú también

El actor británico Tom Holland, protagonista de la última entrega de Spider-Man: no way home, anunciaba hace poco en un clip de Instagram que se tomaba una pausa en relación a las redes sociales porque le parecía que Instagram y Twitter eran sobre-estimulantes y abrumadoras. Decía que cuando leía cosas sobre él se quedaba enganchado y caía en una espiral, y que en última instancia, era perjudicial para su salud mental.

 

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Una publicación compartida por Tom Holland (@tomholland2013)

Mi presencia en las redes sociales es baja y por trabajo. Solo publico cuando tengo algo que decir. Sin embargo, hace un par de años al publicar el libro Tu vida épica, personas expertas en marketing me aconsejaron de aumentar mi presencia en las redes. Lo hice y al poco tiempo, sentí como la oscura mano de internet asía mi sentido de identidad pidiéndome más contenidos, mientras entraba en la carrera sin tregua de competir por la atención.

Las redes sociales hacen lo que su buen nombre las define: nos enredan. Enredarse está bien, vivir es un gran lío y participar es obligatorio. Sin embargo, con las redes sociales existe una línea roja que debemos tener en mente por nuestro bien. Es el momento en el que dejamos de controlar nuestra exposición a las redes para ser ellas las que nos controlan. Esto es fundamental, pues como admiten sin demasiada vergüenza una buena pandilla de ejecutivos de las redes sociales en el documental El dilema de las redes, las redes fueron creadas para generar dependencia y adicción. Al igual que cualquier droga, inciden en circuito hormonal de la dopamina, haciendo que nuestro cuerpo pida más y más.

Desde que descubrí mi dependencia de las redes, como efecto secundario de la promoción del libro, decidí desengancharme paulatinamente, hasta que este verano me quité el par de redes que me quedaban en el móvil. ¿Qué pasó? Pues nada. Y nada es fenomenal. Porque ahora en mi vida tengo más “nada” es decir más tiempo libre para dedicarlo a lo que yo decido, sea a mis personas queridas, a mis intereses o a cualquier otra cosa.

Pero más allá de la adicción que generan las redes sociales, tan o más importante es la forma en cómo afectan a nuestro sentido de identidad, una de las claves para ser felices. Nuestro sentido de identidad se construye en parte por lo que las personas de nuestro entorno reflejan de nosotros. Es justamente ahí cuando las redes tienen mayor potencial de hacernos daño: generan un entorno descarnado, en su mayor parte poblado por personas que no tienen ni idea de quienes somos, pero que sin embargo tienen el poder de opinar sobre nosotros, juzgarnos, aplaudirnos, criticarnos, asediarnos, ignorarnos… Cuando esto ocurre, tu grado de solidez interior es clave para neutralizar el impacto recibido. Sin embargo, nadie está a salvo, pues todos tenemos un mal día, ni que decir del mayor riesgo que tienen niños y adolescentes, por el mero hecho de estar justamente formando su sentido de identidad.

Por todo ello, si sientes que tu relación con las redes deja que desear, no lo dudes, desconéctate de ellas por un tiempo y observa lo que pasa. Si hasta Spiderman, el actor Tom Holland con más de sesenta y siete millones de seguidores en Instagram, y una presión colosal del establishment para alimentar a su audiencia y vender a través de las redes, ha podido darse una tregua, tú también vas a poder.

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Por qué tu salud mental te agradecerá limitar tu exposición a los medios. Pautas básicas para conseguirlo

En un programa reciente Pablo Motos le preguntaba a la cantante Valeria Castro sobre el estado de la Palma, isla en la que reside. Pablo explicaba “que al volcán de la Palma lo tapó la Omicron, a Omicrón la tapó la crisis del PP, a la crisis del PP la tapó la guerra, y así vamos.

Vivimos en un permanente estado de alarma sostenido por la industria de los medios de comunicación.

Esto no significa que las crisis no sean reales, ni graves. El problema emerge cuando por sobreexponernos a las noticias de determinada realidad, nuestra salud mental se ve afectada. Gómez y Berrio, investigadoras de la Universidad de Barcelona documentaban de qué forma exponernos a noticias de la crisis del covid estaba dañando nuestra salud mental. Yo misma lo he constatado en las personas que han acudido a mi consulta de coaching durante este periodo, muchas marcadas por un estado de ánimo depresivo y apático.

Salimos de una pandemia de dos años durante la que el miedo al contagio, a la muerte y al colapso del sistema sanitario nos ha acompañado. Ahora acaba de empezar el grave conflicto de la guerra ruso-ucraniana acaparando la mayoría de espacios mediáticos.

Ante cualquier situación de crisis es normal que surjan sentimientos de ansiedad y miedo. La clave está en cómo los gestionamos. Algunas personas intentan calmar su ansiedad consultando de forma compulsiva los medios de comunicación sobre el tema. Esto fija su atención en el problema y agudiza su ansiedad, pudiendo desencadenar en desórdenes mentales.

Manos de persona con ipad

(Taras Shypka, UNSPLASH)

La influencia de los medios de comunicación es fuerte pero no todopoderosa y es importante darse cuenta de ello. Tu vida está en tus manos y por esta razón puedes tomar medidas para proteger tu salud mental de las consecuencias de la infoxicación. Te doy unos tips para conseguirlo:

1-    MODIFICA TU EXPOSICIÓN A LOS MEDIOS de comunicación y observa cómo afecta a tu estado de ánimo. Por ejemplo, si los miras cada vez que no sabes que hacer, prueba a hacerlo tres veces al día por ejemplo y observa de qué forma cambia tu estado de ánimo cuando lo haces.

2-    PREPÁRATE ANTES DE EXPONERTE. Toma unos segundos antes de ver los medios para conectar con algo más grande que tú. Expande tu conciencia y considera que lo que vas a ver es un duro y complejo episodio de la humanidad de entre los muchos que ha habido.

3-    SUELTA LA CARGA después de exponerte a los medios de comunicación. A veces es necesario gritar, moverse, garabatear en un papel o ir dar un paseo para sacudir de tu cuerpo las emociones de aquello a lo que has estado expuesto. Si lo sientes así, hazlo.

4-    PROTEGE TU DESCANSO. La exposición a dispositivos electrónicos antes de ir a dormir está asociado a un empeoramiento del descanso y a una alteración del ciclo de sueño/vigilia. Limitar tu exposición a la tele, móvil, ordenador a partir de cierta hora por la tarde puede ayudarte a descansar mejor, lo que es fundamental para tu salud mental.

5-    CAMBIA DE TEMA en conversación. El usual monotema (covid, la guerra,…) se apropia de las reuniones sociales ante nuestra impávida indefensión aprendida. Practica el arte de cambiar de tema para evitar dejarte arrastrar a espirales negativas o angustiantes, o simplemente levántate y sal a tomar el aire.

Cultivar un estado de ánimo saludable, centrado y positivo no solamente no es un acto egoísta, sino que constituye una de las mayores responsabilidades que tenemos como adultos. Cuando lo haces, contribuyes silenciosamente al bienestar de todos lo que te rodean.

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Si no puedes soltar la historia, toma una que te inspire

A medida que desarrollamos nuestra consciencia podemos prescindir cada vez de más de historias que nos contamos a nosotros mismos. Por ello, en el post anterior te animaba a soltar historias limitantes. Sin embargo, no importa en qué lugar del camino nos encontremos, vamos a necesitar historias para crecer. Para aprender. Para construirnos. Para comunicarnos. Necesitamos una narrativa, que al igual que un cuento, nos sitúe en un lugar y momento con un propósito determinado.

El problema de las narrativas surge cuando no eres tú quien creas el guion de tu vida, sino que alguien lo hace por ti. Algunos guiones prefabricados y comunes dicen que “tu vida no tiene ningún sentido”, “el mundo quiere oprimirte”, “estás aquí para ser feliz”, “eres un cáncer para el planeta”, “es demasiado tarde o eres demasiado viejo”, “estás aquí para tus hijos” y un largo y cuanto menos confuso etcétera.

Padre leyendo cuento a un bebé

(Picsea, UNSPLASH)

Si estos guiones te bloquean, te invito a considerar una historia que enmarque tu vida y la llene de sentido. Una narrativa que te haga crecer, sea cual sea tu circunstancia. Una forma de empezar a esbozarla es considerando tres preguntas:

  • ¿Quién eres?
  • ¿Qué te da sentido? ¿Qué viniste a hacer en la vida?
  • ¿Cómo lo vas ha hacer?

Tal vez no te apetezca responder a estas preguntas en las que literalmente te juegas la vida. O puede que estés demasiado ocupado viviendo una historia que no es realmente la tuya. Si este es tu caso ni se te ocurra leer Tu vida épica, un manual práctico para ahondar en el proceso de construir tu propia narrativa de desarrollo y desplegar tu vuelo 😉

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Soltar tus historias te hará sabio. Tres pautas para conseguirlo

En el post anterior explicaba los problemas que tiene estar rumiando la propia experiencia, interpretándola, asignándole significado y almacenándola como si fuésemos estúpidos computadores humanos.

Existe la idea predominante en nuestra sociedad que almacenar conocimiento nos hace más sabios. Si fuese así, para crecer como personas bastaría solamente estudiar y leer. Sin embargo, sabemos bien que ni las personas más leídas son las más sabias, ni las personas más inteligentes, las más humanas.

Crecer, desarrollar nuestro nivel de consciencia significa transformar la relación con nuestras historias y a menudo soltarlas completamente. Si considerar esta opción te da pánico, tómate un respiro. No acumular historias no significa afrontar el momento presente como un bebé vacío de experiencia, sino más bien confiado que la consciencia que necesites vendrá a ti cuando la precises, sin haberla almacenado antes.

Para aprender a soltar tus historias tienes primero que aprender a aflojar tu fijación con ellas. Te comparto tres pautas para hacerlo:

  1. Cuando te ocurra algo, bueno o malo y te veas interpretándolo o dándole significado, obsérvate al hacerlo y observa la historia. Imagínatela como un globo de color y suéltala al cielo infinito.
  2. Si te sientes encallado dándole vueltas y más vueltas a algo, lleva tu atención a tu respiración. Si tu mente vuelve a la historia, llévala amorosamente de nuevo a tu respiración.
  3. Cuando te sientas muy apegado a cierta historia, busca varias historias alternativas para explicártela.
Globos en el aire

(Al Soot, UNSPLASH)

Cualquier disciplina que en jerga zen cultive la mente del principiante te servirá para entrenar la capacidad de liberarte de tus historias: algunas de comunes son la meditación, el yoga o la contemplación. También puedes diseñarte la disciplina o práctica que te ayude a ello.

No creerte las historias que te cuentes sobre ti – ni las que los otros se cuenten sobre si mismos – te dará espacio interior, paz y sabiduría. Te abrirás a una espontaneidad que no solo es tu derecho de nacimiento, sino el verdadero lenguaje de la vida.

Si no quieres soltar la historia, o no estás preparado para hacerlo, entonces enfócate en construir historias que te hagan más libre, que te abran el camino. Se denominan narrativas de crecimiento. En el próximo post te comparto las características de historias que tienen la capacidad para hacerte desplegar las alas y darte a probar el fecundo vacío del eterno presente.

 

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Déjate en paz

Una parte significativa de personas que vienen a mis programas de coaching de seis meses son personas “trabajadas”. Con eso me refiero que son personas que han hecho ya algunos procesos de desarrollo por su cuenta o con otros coaches o terapeutas. Esto, que podría parecer una ventaja, pues cuentan con cierto autoconocimiento de si mismos, puede convertirse en un gran impedimento. Esto sucede, en concreto cuando las personas quieren sacarle punta todo lo que les pasa, o lo que en jerga psicológica se denomina procesar, encajar, integrar, etcétera.

Mujer sentada frente al mar

(Laura Chouette, UNSPLASH)

La forma en cómo los humanos procesamos nueva información es a través de historias. Historias que generan coherencia en nosotros mismos. Mientras que contar con ciertas narrativas sobre porque existes – tu propósito –, tu carácter – tu estructura básica de ego –, o la circunstancia que estás atravesando puede ser útil, querer convertir a todo lo que te pasa en una lección de la que eres el protagonista es un error. Tomemos por ejemplo el caso de Julia, una persona que se cuenta la historia de que por haber sido rechazada muchas veces en pareja, el miedo a que la dejen ahuyenta a sus posibles parejas. Y por eso necesita deshacerse del miedo. Veamos los inconvenientes de creernos las historias que nos contamos, incluida la del ejemplo:

1- ENGORDAN AL EGO. Tu ego se hincha con las historias de porque te pasa lo que te pasa, con lo que aumentas la confusión sobre tu verdadera esencia.

Julia carga con la etiqueta de “persona rechazada muchas veces” distorsionando la imagen de si misma.

2- NUBLAN TU PERCEPCIÓN. Las historias se te pegan como lentes invisibles y proyectan sus “lecciones” en el futuro, reduciendo el potencial creativo de la vida.

Para Julia, la etiqueta de “persona rechazada” junto con el miedo, aumenta su recelo creando la percepción de que el mundo es hostil.

3- TE DESCONECTAN DEL PRESENTE. Estar presentes consiste en estar abiertos sin saber, sin proyectar ni anticipar nada. Cuando sacas punta a todo en forma de interpretaciones, el presente se empequeñece de la mano de patrones manufacturados por ti mismo.

La historia de rechazo de Julia la lleva a un doloroso pasado o a un presente en el que ha de esforzarse en no mostrar cierta emoción: el miedo. Ambos impulsos le impiden estar presente y percibir la realidad como es.

4- TE MANTIENEN MIRÁNDOTE AL OMBLIGO. Mientras ciertas historias te mantienen dándole vueltas y más vueltas a tu sentido del yo, a tus inseguridades…la VIDA en mayúsculas pasa de largo.

Mientras Julia se encierra en su historia no puede disfrutar del ascenso que acaba de recibir, ni de la fiesta sorpresa que le han preparado sus amigas, ni tan siquiera de gozar de una salud de hierro que le permite realizar cualquier tipo de deporte extremo.

5- ES AGOTADOR. La energía mental y física de estar rumiando e interpretando todo el tiempo es colosal. Es una energía que te drena y te tensa el cuerpo generando todo tipo de malestares.

Julia duerme mal, aprieta los dientes mientras duerme, y a menudo se siente hastiada de si misma.

6- PROFECÍA AUTOCUMPLIDA. Las historias que te crees y almacenas internamente para el caso hipotético que la situación se vuelva a presentar, hacen que las atraigas inconscientemente.

Cuando Julia conoce a alguien intenta ocultar su miedo al rechazo y no se muestra. Sus parejas la perciben fría y distante. Las relaciones sentimentales de Julia no duran, con lo que su historia de confirma de nuevo.

La alternativa a estar todo el tiempo elaborando historias y almacenándolas, tiene que ver con vivir desde otro espacio, tiene que ver con dejarte en paz. Te lo cuento en el próximo post 😉

 

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