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Que no te importe sentirte despechá o por qué agradecer el rechazo

En un taller para emprendedores al que me refería en un artículo anterior, una de las cuestiones que interesaba a los asistentes era cómo gestionar el no, o el rechazo a una propuesta de colaboración o comercial.

«Pide y se te dará» rezan las escrituras. Bien sabemos que demasiado a menudo no es así. Cuando pides y te dicen que no, puede doler. Ofreces algo que tú creías valioso y es rechazado. Propones algo y te cierran la puerta. Nos pasa como emprendedores, nos pasa como trabajadores, como esposos, como madres…Sino cada día, lo suficientemente a menudo como para que aprendamos a orientarnos a ello de forma sabia y sin drama.

Hace poco recibí un par de noes que me dolieron. Uno especialmente, ya que primero fue un sí y después se convirtió en un no. El segundo era de anticipar. Juntando a ambos una parte de mi se sintió…despechá. Cuando nos convertimos en adultos se supone que tenemos que endurecernos y dejar atrás aquellas formas de ser vulnerables, sensibles, receptivas, sin embargo no es así, algunas de estas partes – por fortuna – siguen viviendo dentro de nosotros y muestran su dolor en momentos como por ejemplo, de rechazo.

Cuando uno entiende que todas las emociones tienen su razón de ser y que merecen su espacio, es posible tomar el gusto a experimentarlas todas. En este caso, me di un día entero para sentir la tristeza – haciendo todo normalmente- por las oportunidades que se cerraban. Después de la tristeza vino calma. Afloró la consciencia de que ambos noes materializaban una realidad, o mejor dicho, una verdad. La verdad del otro, que ahora resplandecía ante mi de forma prístina. Y la verdad sobre mi propuesta que ahora podía ver bajo una nueva luz y tal vez ajustarla o tal vez no.

Señal de no

(Jakayla Toney, UNSPLASH)

Un rechazo es un punto en la prosa de la vida. A veces es un punto y seguido. A veces es un punto y aparte. En ambos casos el punto nos invita a la pausa. Nos invita a escuchar. A reflexionar sobre cómo estamos haciendo lo que hacemos; sobre nuestras intenciones; sobre las personas con quienes lo hacemos y sobre los sistemas que empleamos. Si has recibido un rechazo en forma de no, una vez superada la respuesta emocional, te invito a reflexionar:

  • ¿De qué forma estás haciendo lo que haces?
  • ¿Cuál es tu intención al hacerlo?
  • ¿De qué otras formas podrías hacerlo?
  • ¿Qué otras personas te podrían ayudar en este empeño?
  • ¿Qué sistemas necesitas para llevarlo a cabo?

Si te quedas con estas preguntas, nacerán respuestas que te permitirán reescribir tu empeño. Al hacerlo una nueva luz inundará la página de tu vida. Entonces te sentirás agradecido por el rechazo, sabiendo que era exactamente lo que necesitabas para crecer.

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¿Eres consciente del mal? Caperucita roja gore y dos pautas para que te pille preparada

Después de dos semanas especialmente intensas, ayer no podía más. Tenía ganas de salir de mi mundo, las páginas de un libro no me servían y me fui a Disney+. Sí Disney+, pero no vi precisamente Blancanieves, ni nada por el estilo. Pensaba ver algo cómico y relajante. O una comedia romántica. Topé con Fresh y incauta de mi, no hice caso a la reseña en Rotten Tomatoes,  de “para algunos espectadores puede ser difícil de tragar (···) pero si estás de humor para un gore creativo e inteligente, te va a satisfacer”. La palabra “gore” simplemente no se registró en mi cerebro.

La película empieza rollo encuentro chico-chica con mucha química sexual, hasta ahí todo normal. Atención spoiler (¡no sigas leyendo si quieres ver la peli!): Llega la primera escapada romántica de la pareja y antes de cenar, el chico la somete químicamente. Ella despierta atada a una cadena al lado de una cama. Entonces con una sonrisa encantadora, él le confiesa que no se preocupe que no va a violarla, sino que la irá cortando a pedacitos y se irá comiendo su deliciosa carne, y puede que también la venda (!).

A menudo en mi práctica de coaching llegan personas cuya conciencia de la existencia del mal es nula. Son personas – en su mayoría mujeres – con una gran dosis de ingenuidad. Están desconectadas de su lado oscuro, es decir de su capacidad de dañar a otras personas y al interpretar los motivos de otros, ni se les pasa por la cabeza que puedan tener mala intención. Las personas de su entorno tienden a aprovecharse de ellas y van por la vida con un deje de víctimas. Ir por la vida con tal dosis de ingenuidad es altamente peligroso. Es por ello que el trabajo que realizo con ellas es doble: por una parte, las invito a abrir los ojos a la maldad que existe en el mundo, y en segundo lugar, practicamos el ponerse en contacto con su propia capacidad de hacer daño, o lo que es lo mismo, de defenderse y protegerse.


Fresh no deja de ser una versión de Caperucita roja, pero en los tiempos corrientes de ligues virtuales, Instagram, sumisión química y maldad patológica amplificada por la red. La cultura, fiel a su función, nos actualiza sobre la forma en cómo muta el mal en nuestros días y así podamos identificar sus nuevas caras.

Aunque la película termina (atención, de nuevo spoiler) con un ajuste de cuentas supremo con todo lujo de detalles gore, of course, en la vida real, demasiadas veces no es así. Por eso es fundamental recordar que la mayor desprotección frente al mal es pensar que no existe, porque es entonces cuando éste campa a sus anchas. Para reconocer el mal, no tienes que creer en demonios, en el infierno, ni tan siquiera en Dios. Tan solo tienes que mirar dentro de ti y a tu alrededor para ver de qué forma se manifiesta en ti en ciertos momentos y posee a determinadas personas y organizaciones. Abrir los ojos al mal es la mejor vacuna frente al mismo. Espero que no tardes en ponértela.

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Cómo marcar límites o el arte de gestionar lealtades

Jorgelina, a quien acompañé en un programa de coaching, cuando se trataba de relaciones no concebía un término medio: o lo daba todo o no quería saber nada del otro. Le ocurría en el ámbito laboral con su jefe y colegas, pero también en el personal, con sus hijos y pareja. Esto la agotaba, llenándola de frustración.

Casi todos hemos pasado por esto y a muchos todavía nos cuesta marcar límites, sobretodo cuando se trata de personas con las que tenemos un vínculo afectivo o profesional.

Una forma de entender porque sucede, es atender al concepto de lealtad. La dificultad en poner límites, es decir, saber decir que no, modular la respuesta a algo que te piden, decir lo que piensas, etcétera responde al tipo de lealtad que generas con las personas que te rodean.

Lealtades sin examinar

No creo que existan personas tóxicas sino más bien lealtades sin examinar. Hay personas con  carisma, con capacidad de persuasión, con el hábito de criticar, personas que proyectan todo el rato, personas con problemas psicológicos, personas que ya no tenemos ganas de ver, etcétera. Una razón de la popularidad del concepto de “persona tóxica” responde a la práctica que tanto gusta de echar pelotas fuera.

En cambio si sueltas la idea de personas tóxicas y tomas el de lealtades sin examinar todo cambia. Entonces, te encuentras frente a una relación con unas reglas del juego, que te limitan y tal vez limitan al otro, pero que “has comprado”. Verlo así, te convierte en actor con la capacidad y responsabilidad de transformar estas reglas por otras mejores.

(Priscilla du Preez, UNSPLASH)

(Priscilla du Preez, UNSPLASH)

Ganar tiempo

Una forma de aprender a gestionar tus lealtades sin examinar o lo que es lo mismo, tu capacidad de poner límites consiste en practicarla. No hay otra forma. Al empezar es importante plantearte de qué forma quieres relacionarte con esta persona. Un enemigo de la gestión de lealtades es sentirte con la obligación de responder al momento cuando te preguntan algo. Si este es tu caso, aprende a decir la sencilla frase: “mmh, gracias por la propuesta, voy a pensarlo y te digo algo”.

Que no te importe decepcionar

Una vez sabes lo que quieres llega el momento de comunicarlo. Al principio, te sentirás incómodo diciéndole a tu jefe que esta semana no tendrá el informe. Te costará a horrores decir a tus padres que estas Navidades no las pasarás con ellos, o a tu pareja que vas a pasar el día de su cumple fuera. La incomodidad a la que me refiero empieza por lo físico: por ejemplo un nudo en la garganta, en el estómago, o tensiones de todo tipo. Esta tensión sube a la cabeza con todo tipo de racionalizaciones, culpabilidad y justificaciones. El modo de actuar entonces, es prestando atención a la sensación y soltando la película mental.

En cuanto a las consecuencias, tal vez te preocupe decepcionar a otros. A veces, se decepcionarán y tienes que aceptarlo. En otras ocasiones alucinarán con tu asertividad y decidirán ellos también desarrollar esta capacidad imprescindible.

Las reglas del juego de tu vida

Con la práctica, puedes llegar a convertirte en un as marcando límites o lo que es lo mismo, creando las reglas del juego de tu vida. Si lo consigues, por mucho que te cueste, ganarás seguro.

 

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