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Mujer no te engañes, el consentimiento no te protegerá de abusos sexuales

El documental El techo amarillo dirigido por Isabel Coixet arranca cuestionando la utilidad del consentimiento sexual de la voz de sus protagonistas. Mujeres ya adultas que se vieron atrapadas en la compleja telaraña del abuso por parte de su maestro Antonio Gómez en el Aula de Teatre de Lleida, cuando muchas de ellas apenas tenían quince años.

A ellas el consentimiento no solamente no les sirvió sino que fue totalmente irrelevante. En su caso, los abusos se enmarañaron en una relación de admiración hacia su manipulador maestro, aspiraciones de éxito, inexperiencia, desidia de las autoridades y un largo y complejo etcétera, como detallan la investigación de Albert Llimós y Núria Juanico y el mismo documental.

(Vincent Battault, UNSPLASH)

Aunque el consentimiento es una buena idea sobre el papel es una pésima idea para prevenir los abusos sexuales como demuestra aplastante, la realidad. Hacer creer a mujeres jóvenes y adultas que el consentimiento las protegerá es un engaño. Esto es así porque la cultura se come el consentimiento con la primera copa.

La cultura es el agua en la que nadamos, y que sin palabras nos dice cómo comportarnos, lo que se puede esperar, lo que se puede decir, lo que es adecuado…casi todo a nivel inconsciente. Y en el terreno del sexo, la cultura en la que estamos inmersos es la cultura heredada de la revolución sexual con su gran protagonista: el sexo informal. La cultura del sexo informal, amplificada por los medios y adoptada por el feminismo progresista, proclama que el sexo es algo como cualquier cosa, eructar o comerse una hamburguesa con patatas. Y cuando el sexo se convierte en algo banal culturalmente, los abusos sexuales campan a sus anchas.

En El techo amarillo, Míriam relata como el maestro la persuadió después de invitarla a cenar: “Cuando nos tocó volver a casa (···) me dijo, ¿quieres subir a mi casa, a ver una película? (···) realmente me creí que íbamos a ver una película.” Cuando subió a la casa y ocurrió el abuso, la cultura del sexo informal se había apropiado de la escena y el consentimiento no estaba por ninguna parte.

Como tantas, las valientes testigos de El techo amarillo demuestran que para prevenir los abusos sexuales el consentimiento es inútil y engañoso. En su lugar, necesitamos cuestionar ferozmente la cultura del sexo informal y plantearnos el sexo, un terreno en el que se conjugan la integridad de la persona y la generación de nueva vida, como algo a ser tomado en serio.

 

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Cuando el impacto difiere de tu intención, a modo de la ley del «solo sí es sí”

Hoy ocupan los titulares los efectos de la supuestamente progresiva ley del “Solo sí es sí”. A raíz de esta nueva ley, los tribunales han rebajado la pena a seis agresores sexuales y han liberado a cinco.

La ministra Montero dice que la ley se está mal interpretando y que la ley no era para eso. Como siempre el diablo está en los detalles, y es en la puesta en práctica donde la ley está fallando. En cualquier caso ahora no vale escurrir el bulto cuando se advirtió que esto podría pasar.

En política este es un fenómeno común. Un político se inspira, quiere arreglar el patio y al hacerlo resulta que lo empeora. El ámbito de la educación es de libro. Cada nuevo gobierno quiere reformar la educación. Generan caos, confusión y a la práctica…¿se ha mejorado en algo? Difícil de saber.

Irene Montero

(Irene Montero, EFE)

Si dejamos lo colectivo y nos vamos a lo personal, se aparecen todas las veces en las que hemos querido hacer algo con cierta intención, consiguiendo justamente lo contrario. Cuando mi hija tenía tres años empezó a interesarse por el cómic Tintín. Intenté disuadirla, considerando que había otros libros más apropiados para su edad, bien pues Tintín se convirtió en su cómic preferido que leía a todas horas. Pedro empezó a meditar para suavizar su fuerte carácter y sin embargo, cada vez iba más acelerado – meditar agudizaba sus neuras – y le sacaban más cosas de quicio. Elisabet decidió apostar por una dieta más saludable, se formó en macrobiótica y después de un año de esta dieta y a raíz de ella, su estómago estaba tocado de por vida. Luis y Cara decidieron animar su vida sexual consumiendo contenidos porno, se engancharon a los mismos y sus relaciones sexuales fueron cada vez más frustrantes.

Cuando nuestras intenciones y su impacto se divorcian lo suyo es responsabilizarse. Es decir, reconocer que metimos la pata, asumir las consecuencias de nuestra decisión y si es posible corregirla. Que nuestras intenciones y su impacto no coincidan es un recordatorio de que la realidad no es tan fácilmente maleable y que antes de actuar es recomendable sopesarlo bien, pues los efectos en un sentido u otro llegan siempre.

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