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5 antídotos para neutralizar las prisas navideñas y de cualquier tipo

En mi artículo anterior, exploraba dos de las prisas más comunes que nos dominan y sus efectos en nosotros. Hoy quiero darte cinco antídotos para neutralizarlas – para nada exhaustivos ;=) que te ayuden a llenar de paz verdadera estas fiestas navideñas.

Mujer bebiendo en taza navideña

(Drew Coffman, UNSPLASH)

1. LA MUERTE COMO AMIGA

Todas las prisas palidecen ante el hecho que estamos aquí de paso. Tus días y los de todos están contados, y darnos cuenta de ello nos lleva eléctricamente al momento presente. Es justamente lo contrario de lo que parecería: recordar la muerte te invita a vivir sin prisas, en cambio, como reza el proverbio marroquí “el que tiene prisa, ya está muerto”.

2. TIEMPO ABUNDANTE

El budismo zen nos invita a hacer las cosas dándonos abundante tiempo para hacerlas. A menudo esto se traduce en reducir tus planes. Por ejemplo, si querías hacer cinco cosas en una mañana, decide hacer solamente dos con calma y concentración.

 3. LAS PERSONAS PRIMERO

Muchas prisas derivan de centrarnos en conseguir cierto resultado: realizar tantas tareas, terminar tantos proyectos…El foco en el resultado, hace que el cómo lo conseguimos, pase a un segundo plano. Es el conocido “fin que justifica los medios”. Poner las personas por delante del resultado, significa que das prioridad a las interacciones. Es decir, el cómo te tratas a ti mismo y a los otros en el proceso. Digamos que vas a comprar regalos. En lugar de enfocarte en conseguirlos, pones el foco en cómo interaccionas con las personas de la tienda. O si estás atareado cocinando para las fiestas, dejas de hacer varios aperitivos para poder estar más relajado y participar mejor de la fiesta con tus seres amados.

4. LA VIDA ES JUEGO

Date cuenta de que la vida en todas sus facetas… ¡no es más que un gran juego! El juego es todo lo serio que nosotros queramos. Juega a la Navidad, juega a ser padre, a ser abuela, juega a ser profesional. No te tomes nada demasiado en serio. ¡Ojo! Esto no significa hacerlo mal o de forma superficial. Al no aferrarte a tus roles, ni actividades, es muy probable que seas más efectivo. Lo fundamental es que participarás de la bella concentración que tienen los niños cuando están jugando, y al igual que a ellos, se te irán las prisas.

5. ¡MÚSICA MAESTRO!

La música calma a las fieras… ¡y a las prisas! Esto es así por la forma en cómo la música impacta nuestro cerebro. Según estudios en la materia, la música puede transformar tu capacidad de percibir el paso del tiempo. Las prisas nacen de una percepción del tiempo escasa. Cambia la música de tu vida eligiendo un ritmo sereno, y te conectarás con la abundancia del momento presente. Sirven villancicos o tu música deseada, siempre que el efecto sea calmante. La música de Alexia Chelun es una de mis preferidas.

¡Ah!, y si en medio del fragor festivo te acechan de nuevo las prisas, no servirá de nada fustigarse por ello. Simplemente date cuenta y retoma tu intención de bajar el ritmo.

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Las prisas del hámster que llevas dentro

Voy todo el día corriendo. Cuando hago una cosa, ya estoy pensando en la próxima que tengo que hacer. Sin tregua. Es domingo y vamos de excursión en familia. Estoy todo el rato, “venga va, más aprisa, que no llegamos”, aunque en realidad vamos bien de tiempo y no existe motivo por el que correr. Me impaciento con las personas que tienen ritmos más lentos que yo, esto genera malos rollos y tensiones.

Las prisas son el elemento común de estas situaciones. Aunque cada persona es diferente, en mi práctica de coaching he observado que a la mayoría nos dominan dos tipos de prisas.

La primera es la prisa interna. Según la neurociencia se trata de una versión de la respuesta a una situación de peligro, en el que se activan las reacciones viscerales de lucha, huida o congelación. Cuando esto ocurre tu sistema nervioso se pone en alerta preparándose para huir, como si estuvieras ante la amenaza de un león. Sin embargo la mayoría de veces, o vivimos permanentemente activados o nos activamos ante un gatito callejero, derrochando energía cómo si nos sobrara.

La segunda es la prisa cultural. La del ser productivo mola y estar mega ocupado es sexy. Ésta te empuja a hacer más, más rápido. Esta prisa ve el presente como un problema, algo que tiene que ser resuelto para llegar a un futuro en el que todo estará bien y podremos descansar. Sin embargo, cuando este momento llega seguimos corriendo como un pobre hámster en la rueda.

Hámster

(Frenjamin Benklin, UNSPLASH)

“No hace falta que corráis que cuando os llegue la hora de morir, no podréis ir a ningún lado” dice mi maestra de yoga. La mera contemplación de nuestra muerte revienta la ilusión de que vamos a llegar a alguna parte. Cuando te permitas sentir esta verdad – y recordarla a menudo – podrás soltar las prisas, poner atención en el cómo vives y despertar al eterno aquí y ahora.

Así que…¡venga despierta que ya vamos tarde! 😉