Archivo de octubre, 2022

Por qué no necesitas ser Shakira para sanar a través la expresión artística

Justo después de su separación de Gerard Piqué, Shakira empezó a sacar temas que eran demasiado parecidos a la situación que acababa de vivir. Aunque con su natural elegancia no lo reconocía abiertamente, a los ojos de todos estaba claro cuál era su fuente de inspiración: su dolor. El dolor de la rotura sentimental con el padre de sus dos hijos.

Shakira,  al igual que los artistas y creadores de todos los tiempos, tomó algo doloroso, indeseable y sin solución, y lo convirtió a través del arte en una forma de expresión que gustaría a millones de personas.

El primer hit fue el Te felicito en el que con su sonrisa angelical pronunciaba palabras demoledoras “La gente de dos caras no la soporto /Yo que ponía las manos al fuego por ti/ Me tratas como una más de tus antojos”. En su más reciente clip, resulta impactante ver a Shakira con un hueco masivo en el corazón que ha sido dinamitado brutalmente, por según ella la monotonía.

 

Cuando Shakira crea canciones sobre su traumática separación, no solamente está haciendo su trabajo, sino que también está curando sus heridas psicológicas. Lo hace, porque dar forma a nuestro dolor a través de cualquier expresión artística es terapéutico por definición. Lo es porque nos invita a intimar con nuestro dolor, aceptarlo y transformarlo, para en cierto momento de gracia, trascenderlo.

Tal vez te digas…¿y qué? Sólo hay una Shakira. Tienes razón, por ello no voy a animarte a imitarla. Sí que te invito en cambio, a tomar tus experiencias dolorosas, esas a las que preferirías darles la espalda, aquellas que rehuyes, de las que te avergüenzas y hacer lo que ella hace: explorarlas intencionadamente a través de una forma propia de expresión artística.

Para hacerlo puedes seguir estas pautas:

1- ELIGE UNA FORMA DE EXPRESIÓN: dibujar, escribir, cantar, componer, bailar, modelar barro, coser…tu imaginación es el límite.

2- (¡MUY IMPORTANTE!) OLVÍDATE DE HACER NADA BONITO: tu objetivo no es que tus creaciones gusten a nadie – seguramente no te gustarán ni a ti, lo que es lo de menos. Tu intención con esta práctica es intimar con aquello que te ha sucedido y la expresión artística es una forma de estudiarlo de forma curiosa y desde ángulos dispares.

3- MANTENTE CONECTADO CON TU INTERIOR: siente, siente y siente. Siente lo que sientas y no te juzgues por ello. Al crear, al expresarte, abrirás el cauce de sentir…déjalo correr sin control. En la orilla del proceso creativo estás a salvo.

4- NO BUSQUES EL SENTIDO: la creación a menudo es inconsciente y no es posible entender lo que creamos hasta después de hacerlo y a veces ni tan siquiera entonces. Por ello, mientras estás creando evita entender o etiquetar lo que vaya surgiendo. Simplemente sé un canal para que lo que quiera ser expresado se manifieste a través tuyo.

5- (SI TE SIENTES INCLINADO A ELLO) COMPARTE LO CREADO con un amigo, tu mascota, un árbol o tu pareja. Si decides hacerlo con un humano, explícale bien que no se trata de valorar la calidad artística de la creación, sino de escuchar lo que te ha movida a crearlo, lo que has sentido al hacerlo y tal vez lo que le sugiere a la otra persona.

6- GUARDA O TIRA TU CREACIÓN. Una forma de expresión que uso a menudo es dibujar o escribir en la pared de pizarra cerca de la cocina. El mantra o dibujo se queda unos días, y cada vez que paso por delante suyo algo interno se recoloca. Borrarlo es un gesto liberador. Me recuerda que no necesito aferrarme a nada, ni tan siquiera a valiosos aprendizajes.

Nadie escapa a lo indeseable por mucho que lo intente. Sanar de las experiencias traumáticas de las que está plagada la vida y recobrar la cordura a través de la expresión artística es algo que necesitas probar. Cuando lo descubras te preguntarás como has podido vivir tanto tiempo sin ello.

Te puede interesar:

Encuéntrame en FacebookInstagram y Twitter.

¿Buscas trabajo? Los superhéroes te pueden ayudar

Siguiendo el post anterior sobre la actitud a tener durante un proceso de búsqueda de trabajo, la importancia del lenguaje no verbal es bien conocida. Tu voz, tu postura, tu forma de mirar comunican al mismo volumen o mayor que las palabras que dices. Este hecho en lugar de generarte neuras y pensar que tienes que actuar de cierto modo para dar determinada impresión, te animo a considerarlo como algo a lo que rendirte. Por mucho que quieras manipular tu imagen, tu cuerpo hablará por ti y comunicará tu verdad. Ante este hecho, cuanto más cómodo te sientas contigo mismo, es decir cuanto mejor te sientas en tu piel, más honesta será la experiencia y mayor serán tus posibilidades de éxito, no solo a corto, sino a largo plazo.

Si manipulas tu comunicación no verbal, aunque a corto plazo puede que consigas engañarles y pasar por algo que no eres, a largo plazo vais a dar con la verdad. Por ello es mejor que te muestres como eres, y que en la entrevista se manifieste un verdadero encaje.

Dicho esto, lo anterior no significa que no tengas ni debas prepararte para dar lo mejor de ti en una entrevista de trabajo. Todo lo contrario, con  la diferencia en que el énfasis no consiste en aparentar sino en relajarte y mostrar tu propio poder. Una forma de hacerlo es a través de las posturas de poder, estudiadas por Amy Cuddy. Su trabajo enfatiza la forma en cómo sostener determinadas posturas durante cierto tiempo influencian tu estado de ánimo. Una de las más populares es la de Wonder woman.

Wonder woman

(Roy Reyna, PEXELS)

Según Cuddy, mantenerse en posturas de poder que transmiten fortaleza y confianza influye en los niveles hormonales pudiendo aumentar la testosterona – relacionada con la dominación – y reducir el cortisol – relacionado con el estrés. Es entonces cuando a raíz de la postura emerge un estado de ánimo más asertivo, confiado y tal vez más relajado, fundamental para el éxito de una entrevista de trabajo.

Una forma de considerar la importancia de las posturas de poder, es contemplar las posturas de debilidad en la que tu cuerpo está contraído y/o cerrado. En una entrevista de trabajo, estas posturas no te ayudarán. Haz la prueba y convéncete de ello. Por un momento pon en práctica una postura de debilidad: hombros encogidos, espalda encorvada, mirada baja, respiración superficial. ¿Cómo te sientes? ¿Qué es posible para ti desde esta posición? Ahora toma una postura de poder como Wonder woman: espalda recta, mirada al frente, manos en las caderas, piernas ligeramente separadas. ¿Cómo te sientes? ¿Qué es posible para ti desde esta posición?

Posturas de poder

Posturas de poder, basadas en el trabajo de Ammy Cuddy. Gráfico del TED Blog por Karin Hueck y Rafael Quick.

Siguiendo sus investigaciones, Cuddy nos da cuatro pautas a tener en cuenta antes de afrontar cualquier situación en la que queramos conectar con nuestro poder:

1- NADA DE TOCARSE EL CUELLO O LA CARA. Tocarse el cuello o la cara, son gestos y posturas de bajo poder porque sugieren necesidad de protección.

2- NO MANOS EN LOS BOLSILLOS. Tener las manos en los bolsillos es otra postura de bajo poder que sugiere una posible falta de seguridad.

3- WONDER WOMAN. Cambia tu postura para parecer más grande. Invitará cambios internos en ti que te harán sentir más asertivo.

4- ALTO Y DIGNO. Antes de una entrevista de trabajo, toma un momento en privacidad para poner tus manos en alto en forma de v. Te puede hacer sentir y parecer poderoso.

Ser consciente de la importancia de la comunicación no verbal, te invita a relajarte ante cualquier proceso de selección. No tienes que venderte, se trata más bien de conocer a la empresa y mostrarte como eres, sabiendo que eres único, lo bastante bueno y que puedes encajar en una miríada de organizaciones. Desde esta conciencia, la práctica de posturas de poder antes y durante una entrevista de trabajo te pueden ayudar a relajarte para que tu súper poder brille sin restricciones 😉

Te puede interesar:

Encuéntrame en FacebookInstagram y Twitter.

¿Estás lesionado o de baja y no puedes hacer deporte? De hecho sí que puedes y te cuento cómo

Alina, a quien acompaño a través del coaching, lleva casi un mes después de una intervención y se muere por hacer deporte. Tiene muchas ganas de volver a las andadas, me dice, pues con el deporte uno come mejor, descansa mejor, tiene más energía… Por supuesto. Nuestro cuerpo está hecho para moverse y no ejercitarlo no hace sino atrofiar nuestras capacidades.

Un familiar de setenta y dos años estuvo ingresado durante tres semanas en un hospital a raíz de un tratamiento. Al transcurrir los días y volver a casa, parecía que tenía ochenta y dos ¡Se había puesto diez años encima! Mas ahora empezó a hacer deporte y cada semana se quita un año. Literalmente. Su tono aumenta, su flexibilidad, la rapidez de sus movimientos y también mejora su estado mental, que sigue el dinamismo de su cuerpo.

Sin embargo, ¿Existe una forma para mantener nuestras capacidades físicas cuando no hacemos deporte? Sí la hay. Consiste en ejercitar nuestra mente a través de la visualización. Nuestra mente no está separada de nuestro cuerpo sino más bien, el cuerpo es una expresión de la misma. Lo sabían los yoguis de hace más de dos mil años y lo está descubriendo ahora la neurociencia.

Guang Yue y Kelly Cole1 demostraron en un estudio científico que imaginar que uno usa los músculos los refuerza. El estudio tomó dos grupos. Uno que hacía ejercicio real, y otro cuyos miembros se imaginaban haciéndolo. Al final del mismo, el grupo que hacía ejercicio aumentó la fuerza muscular en un 30% como era de esperar. Mientras que el grupo que simplemente lo imaginó ¡aumentó su fuerza muscular en un 22%!

(Arek Adeoye, UNSPLASH)

¡¿No es increíble?! Estos datos tienen el potencial de revolucionar muchas cosas. Una de obvia son los procesos de rehabilitación. Si estás de baja sin poder ejercitar tu cuerpo como de costumbre, sí que puedes poner en práctica esta forma de hacerlo ¡Tus músculos y todo tu cuerpo te lo agradecerán! Al igual que hice con Alina, te doy las pautas clave:

  • Elige un ejercicio que ya hayas practicado. Puesto que se trata de visualizar, te va a ser más fácil visualizar que realizas un ejercicio que conoces bien, que uno que no. La activación de tu cuerpo también será más integral. Por ejemplo en mi caso elijo el yoga, puesto que lo practico habitualmente.
  • Ponte en una postura neutra que no te bloquee la imaginación. Para el yoga, me sitúo en el suelo tumbada boca arriba encima de una esterilla.
  • Empieza el ejercicio. Sincroniza tu respiración con cada ejercicio. En mi caso, si entro en una postura de yoga con la mente, me quedo en ella respirando lo mismo que cuando la hago con el cuerpo. En el caso de repeticiones, con los abdominales, sincronizo mi respiración con las repeticiones mentales del ejercicio.
  • Mientras imaginas que haces el ejercicio, imagina también una voz externa animándote, a modo de entrenador personal. Tú eliges el mensaje: «!venga permanece ahí!», «¡vamos, más fuerte!» o «¡un poco más intenso!».  Este detalle era clave para el estudio mencionado anteriormente.
  • Respeta el tiempo acordado e incluye un tiempo de descanso. Permanece haciendo ejercicio el mismo tiempo que lo harías “de verdad” e incluye un periodo de descanso.
  • Sigue con tu siguiente actividad, sin pasar por la ducha 😉

La neurociencia está demostrando que nuestra mente y cuerpo están íntimamente conectados. Aprovechar estos descubrimientos para mantener la salud y acelerar cualquier proceso de recuperación está en nuestras manos. ¿Te animas?

Te puede interesar:

 

Encuéntrame en FacebookInstagram y Twitter.

 

(1) G.Yue y K.J.Cole 1992. Strength increases from the motor program: Comparison of training with maximal voluntary and imagined muscle contractions. Journal of Neurophysiology, 67(5).

¿Buscas trabajo? La calma y la seducción son tus aliadas

Hace poco en una sesión de coaching con Leila, en pleno proceso de búsqueda de empleo me preguntaba cómo afrontar la típica pregunta de entrevista: ¿Cuáles son tus defectos? Inteligentemente Leila no quería revelar aspectos de sí misma que significaran tirar piedras en su tejado.

Exploramos entonces la posibilidad de entender los “defectos”, no como algo fijo e inamovible, sino como “ejes de crecimiento”, es decir patrones de los que somos conscientes y en los que estamos trabajando. Por ejemplo si uno de tus patrones es ser perfeccionista puedes articular algo como “tengo cierta tendencia la perfeccionismo y lo estoy trabajando practicando el no querer controlarlo todo, y confiar más en las personas de mi equipo”. O por ejemplo si se tiendes a la dudar y a consultar mucho todo, puedes explicarlo que “estás practicando la toma de decisiones y la comunicación asertiva”. En cualquier caso, lo suyo es que sea verdad.

En cualquier caso, durante la sesión con Leila, lo que me llamaba la atención era su aceleración, tan solo pensar en la entrevista de trabajo. Hablaba rápido y sentía que tenía que esforzarse por demostrar que valía, algo muy típico cuando nos sentimos bajo presión. El hablar rápido de Leila transmitía nerviosismo y cierta desesperación, algo nada recomendable en una entrevista.

(PIXABAY)

Al buscar trabajo es preferible transmitir lo contrario: el interés en el puesto y cierta serenidad. Tal vez te digas que no puedes estar sereno mientras buscas trabajo. Bien, pues para conectar con este estado de ánimo puedes considerar que el lugar en el que trabajas es voluntario. Sí voluntario. Nadie te obliga a trabajar en un determinado sitio y siempre puedes irte a trabajar en otro. Visto así, te puedes relacionar con tus entrevistadores desde la abundancia, sabiendo que tienes algo valioso y único que ofrecer: tú mismo, y que si ellos no te contratan, o decides no aceptar su oferta, encontrarás trabajo en otra organización.

Algo que aprendí de un profesor de derecho laboral es que encontrar un trabajo es un poco como ligar. En la primera cita no explicas toda tu vida. Te muestras un poco, preguntas y compartes aquello que quieres. No, no se trata de mentir, sino más bien de seducir. Al fin y al cabo lo que las organizaciones buscan es un perfil y luego en casi todos los roles, aprendes el trabajo y sus particularidades, una vez ya en el puesto.

Mientras buscas trabajo y durante las entrevistas, practicar un estado de ánimo sereno y considerar el proceso como un juego de seducción son dos pautas que te pueden ayudar a abordarlo con gracia. Quien sabe, tal vez luego puedas aplicar lo aprendido en otras esferas de tu vida 😉

Te puede interesar:

Encuéntrame en FacebookInstagram y Twitter.

Por qué tienes que dejar de decir “me haces sentir” 

¿Qué diferencia hay entre decir “esto me hace sentir” y decir, “cuando esto ocurre, me siento…”? Pues toda. Son dos universos totalmente distintos, que a menudo trabajo en mi práctica de coaching.

Cuando dices “esto me hace sentir” estás dando poder a algo externo sobre ti. Al hacerlo, este algo toma el poder – aunque no lo ha pedido – y lo ejerce en tu contra. Sí es una ilusión pero las ilusiones son reales, cuando…te las crees. Y hablar con frases como “fulanito me hace sentir” es dar vida a una falsedad, que al creértela modela tu experiencia.

La cultura popular está plagada de estas fórmulas para nada inocuas y es así como sin querer empezamos a usarlas. Por ejemplo el Like a virgin de Madonna – una ya tiene una edad 😉 – cuenta con varios “Me has hecho sentir que no tengo nada que esconder” – pero también Raw Alejandro con su «Me gusta tu olor, de tu piel el color y cómo me haces sentir», en Todo de ti. En series y en películas esta fórmula también está por doquier.

¿Pero… cómo funciona? Bien pues como he dicho, primero das el poder a algo que ocurre: pierdes las llaves, o comes demasiado o vas a un sitio al que no quieres ir…o a alguien: a tu pareja, a tu compañero de trabajo, a tus hijos… por hacer o dejar de hacer algo: no recoger el cuarto, hablar demasiado, no llamarte, trabajar en exceso…Por ejemplo:

  • “Me haces sentir triste al trabajar tantas horas.”
  • “Trabajar en este proyecto me hace sentir desmotivado.”
  • “Cuando me hablas así me haces sentir que no valgo nada.”

De forma inconsciente, cada vez que dices “tu me haces sentir” o “esto me hace sentir” te haces la víctima. Te estás diciendo y estás diciendo al mundo: “mirad, pobre de mi, ¿quién soy yo para mercer esto?…si yo no he hecho nada». Luego esperas que el mundo o los otros te resarzan y tu ego sonríe satisfecho pues tiene una razón para existir.

Persona detrás de cortina

(Ben White, UNSPLASH)

En cambio cuando dices “Cuando esto ocurre, me siento…” todo es distinto. Al principio puede ser que te sigas haciendo la víctima como en el caso anterior. Pero con la práctica tu experiencia se transforma. Esto es así porque el lenguaje modela la consciencia y la consciencia modela el lenguaje. Empiezas entonces a ver el vínculo entre cuando algo ocurre y tu forma de reaccionar a ello, pero no das el poder a nadie. De pronto te das cuenta que no tienes porque sentirte como te sientes. Puedes fijar tu atención en otra cosa y transformar como te sientes. También puedes expresar tus deseos de forma impecable, sin necesidad de culpar al otro.

Sustituir el “lo que tu haces me haces sentir…” por “cuando esto ocurre, me siento…” es un gesto minúsculo pero poderoso. Ponlo en práctica y empezarás a asumir responsabilidad sobre tu vida emocional, descubriendo que la forma en cómo te sientes, depende única y exclusivamente de ti.

Te puede interesar:

Encuéntrame en FacebookInstagram y Twitter.

La enfermedad como encrucijada

Después de los duros días tras una intervención, recuerdo el primer día que pude darme una ducha, sentarme en la mesa a desayunar, comer con ganas. Sin pensarlo me puse a tararear la canción “Ser humano otra vez”, de la película La Bella y la Bestia, en la que los habitantes del castillo han caído bajo un conjuro y se han convertido en cosas: una tetera, una taza, un candelabro, un reloj…Desde su condición de cosas, anhelan el momento en que podrán ser humanos de nuevo.

La enfermedad, al igual que un poderoso conjuro, tiene capacidad de despertarnos a nuestra verdadera naturaleza. Esto es así porque a nuestro ego le fastidia le cambio. Le gustaría tenerlo todo bajo control. Le encanta lo previsible, lo estancado… lo podrido. Sin embargo la naturaleza de la vida no le da respiro, y los cambios se suceden uno tras otro. Un cambio común es la enfermedad. Desde un simple resfriado a algo serio, la enfermedad – si nos abrimos a ella en lugar de resistirla– es una fenomenal disruptora del ego.

(Fernando Cferdo, UNSPLASH)

A menudo, cuando pensamos en despertar espiritual, es común fantasear con ideas de estar flotando como benditos en un espacio de éxtasis y gloria. Sin embargo, las puertas al despertar de la consciencia tienen infinitas formas, y muchas de ellas son absolutamente mundanas como enfermar.

De repente resulta que no puedes mover las cosas de un lado para otro. De repente no puedes ir al baño solo. De repente no puedes decir palabra. ¿Quién eres entonces cuando dejas de poder hacer aquello que hasta ahora hacías?

Sostener esta pregunta es parte de la respuesta. Si la sostienes el tiempo suficiente, te darás cuenta de que simplemente eres. No hace falta añadir nada a la frase. Y saber que eres, sin más, es el regalo de la enfermedad.

Te puede interesar:

Encuéntrame en FacebookInstagram y Twitter.

¿Por qué la queja justificada a raíz de lo que «es normal» te hace daño?

Hace poco facilité varios talleres online sobre Diversidad e Inclusión para un grupo empresarial europeo. El taller era una combinación de nociones, casos prácticos, diálogo y reflexiones, a través del cual expandir la comprensión de lo que es ser humano y aprender a relacionarse desde ese lugar en el trabajo.

Que las personas que habitamos este planeta somos diversas es una realidad. Todos somos diferentes. En los últimos años hemos pasado a esforzarnos para encajar en las organizaciones en las que trabajamos a que las organizaciones – generalizando por supuesto – se esfuercen para dar la bienvenida a nuestra diversidad. ¿Por qué? Pues por muchos motivos. Porque los trabajadores están más motivados, para retener el talento, para generar una mejor experiencia del consumidor y un largo etcétera.  En uno de estos talleres, un participante levantó la mano virtual para comentar el anuncio de Guiness que nunca deja indiferente. Dijo: “este clip me hace pensar que lo normal ha muerto”. Se creó un silencio y me dije que ya había hecho mi trabajo.

Lo normal ha muerto. Ya no estamos obligados a vestir igual, ni a ser heterosexuales, ni a estar delgados. El cliente no siempre tiene la razón. Callar cuando alguien hace un chiste sexista u homófobo es opcional. La crianza de los hijos es negociable. La discapacidad no es una verdad incómoda. El racismo y el clasismo son retados cada día. Y el maltrato de la mujer ha dejado de ser un factor cultural para ser un delito. ¿Existe una noticia mejor? Tendríamos que estar todos en la calle celebrándolo a gritos.

(Samuel Regan, UNSPLASH)

“Lo normal” es una prisión, que ya ha asfixiado a demasiadas almas. Pero además “lo normal” es una trampa psicológica con un señuelo llamado “queja justificada”. La queja justificada nace cada vez que miras a tu vida y la comparas con lo normal. Y a cualquier desviación de “la norma” te sientes legitimado a quejarte. Por ejemplo:

  • “¿Pero cómo puede ser que no me haya presentado a su pareja siendo yo su amiga? Todos sabemos que lo normal sería…”
  • “Lo normal es que la mayoría de personas sean heterosexuales, si mi hija es lesbiana pues me siento con derecho a la queja”
  • “Lo normal es que tu esposa te dedique atención, lo raro es que se pase cada tarde hablando con sus hermanas y pasando de mi, su marido. ¡Claro que estoy ofendido!””

Da igual que las quejas se verbalicen on no. Si albergas en ti la queja en relación a algo que es “lo normal” estás abriendo las puertas a un pensamiento que infunde en ti un estado de ánimo destructivo: te hunde en la miseria o te cabrea sin remedio, con todos los matices de por medio. Y en ambos casos, te dejas convertir en una pobre y desvalida víctima – que por supuesto no eres.

Como siempre la elección está en tus manos. Caer en la maldita trampa de lo normal y su estúpida amiga “queja justificada” o simplemente recibir una realidad inesperada y preguntarte: ¿Cómo puedes aceptar lo que es, incluido el dolor que sientes, sin albergar ningún pensamiento, ni justificación? ¿Cómo puedes transformar la queja en un deseo que no obligue al otro a ser de un modo diferente? ¿Qué diablos puedes hacer (que no sea quejarte)?

Toma nota porque si que lo normal haya muerto es una buena noticia, la queja justificada no y ya sabes por qué. Cada momento que pasas con ella te mata un poco.

Te puede interesar:

Encuéntrame en FacebookInstagram y Twitter.