Archivo de mayo, 2022

Más allá del negro de tus pulmones: el daño al planeta que causa fumar

Cuando pienso en tabaco, pienso en Santi mi abuelo paterno, una leyenda. Hijo payeses, luchó en la batalla del Ebro en la Quinta del Biberón, luego emigró a Guinea Ecuatorial a buscar fortuna. Se casó y tuvo seis hijos. Emprendedor, deportista, generoso y amante de la vida. Crecí bajo su carismático halo que me llegaba a través de familiares y conocidos. No, yo no le conocí porque mi abuelo también era fumador. Fumaba cuando no se sabía que fumar mataba. Y a los cincuenta años, en la plenitud de la vida contrajo un cáncer de pulmón que se lo llevó en seis meses, marcando trágicamente a la familia y al devenir de sus miembros. Su pérdida me ha mantenido lejos del tabaco de por vida.

Hoy es el Día Mundial Sin Tabaco según la Organización Mundial de la Salud. Al leer sobre el tema descubro algo que desconocía. Que la industria del tabaco, además de causar la muerte 7 millones de personas al año en todo el mundo, generar estragos en los países en vías de desarrollo y en las personas con menor nivel de recursos, también es mortífero para el planeta:

  1. DEFORESTACIÓN. Para elaborar 300 cigarrillos son imprescindibles 8 árboles, sin contar lo que se consume en la fabricación del papel y las cajetillas. El cultivo de tabaco provoca deforestación, mayormente en países en vías de desarrollo donde se sitúan los cultivos.
  2. POBREZA. El 90% de los cultivos se encuentran en países en vías de desarrollo o de rentas medianas/bajas. Mientras que el cultivo de tabaco favorece las ganancias a corto plazo, el daño causado a la tierra con pesticidas, herbicidas y demás compromete cualquier otro tipo de cultivo posterior, hipotecando el futuro de los cultivadores.
  3. CONTAMINACIÓN DEL AGUA. Los mismos fertilizantes y herbicidas que empobrecen la tierra, contaminan el agua y enferman a trabajadores de cultivos, cuya mayoría se exponen a estos químicos sin protecciones adecuadas.
  4. EFECTO INVERNADERO. La industria del tabaco emite en gases de efecto invernadero: 84 millones de toneladas anuales de dióxido de carbono, contribuyendo al cambio climático y reduciendo la capacidad de respuesta al mismo.
  5. IMPACTO DE COLILLAS. Tirar al suelo una colilla supone lanzar un residuo tóxico capaz de contaminar 50 litros de agua directamente al mar. Muchas las ingieren diferentes animales comprometiendo su salud y afectando a toda la cadena trófica.
  6. EXPLOTACIÓN HUMANA. Las plantaciones emplean a mano de obra infantil y no cualificada. Cuando un menor trabaja en plantaciones de tabaco, por un lado se reduce o se evita su escolarización y, por otro, daña su salud. Algunas organizaciones como Human Rights Watch (HRW) denuncian las enfermedades que los trabajadores de la industria sufren por la toxicidad del producto en sí mismo y por no estar protegidos debidamente.
Mano con cigarrillo

(Irina Iriser, UNSPLASH)

La próxima vez que vayas a fumarte un cigarrillo, además de pensar en lo oscuros que se están poniendo tus pulmones, en los años que dejarás de vivir o que vivirás precariamente por ese gesto, espero que también pienses en los niños explotados, los trabajadores enfermos, los animales muertos por consumir desechos del tabaco, la contaminación de las aguas afectando a la vida de millones de seres. Quiero que pienses en la deforestación de los bosques, en las tierras envenenadas por el cultivo del tabaco y en las emisiones de CO2 ensuciando el aire del mundo. Piensa en ello porque tú los estás causando.

Al igual que eliges ser el problema, puedes elegir ser la solución.

 

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Sumisión química: la nueva cara de las violaciones. ¿Cómo protegerte (y proteger a las mujeres de tu entorno)?

“Soy una estudiante Erasmus en Vigo y el sábado fui con unos amigos a Ferré una discoteca cerca del Arenal. Recuerdo que estaba bailando con unas amigas y de repente no recuerdo nada. Hasta la mañana siguiente, cuando me desperté con un chico, pregunté al tío que estaba pasando, y él me dijo que tenía que tomar la píldora del día después porque el condón se rompió.” Ferré. Arenal – Vigo.

“Fui a un concierto de rock con muy poca gente. Fui con un colega, cenamos, bebí dos copas de vino y en la sala un camarero nos invitó a un chupito. Todo bien. Al ratito nos llamó para un segundo chupito. Bebí tan feliz, a los diez minutos si llega me fui al baño, no veía más allá de un metro, fatal…mi colega se dio cuenta y en la puerta del baño de chicas, dos maromos que no lo dejaban pasar, mi amigo es un pan pero intimida, los amenazó y lo dejaron sacarme de allí”. Razzmatazz- Barcelona

“ Llevo con este sentimiento y pensamientos desde la noche de Halloween. Sentimiento de culpabilidad, de quizás haber bebido de más, pero no es la primera vez que bebía, me tomé dos copas, a partir de las 3 de la mañana tengo una laguna de doce horas hasta las tres de la tarde. Ni un solo recuerdo, no me ha pasado nunca. Me despierto desnuda, sin constancia de absolutamente nada de lo que ha pasado, al menos estoy en mi casa pero tengo la sensación de que no he dormido sola y así es.” Malababa. Alpedrete – Madrid

Llego a estos testimonios reales después de topar con un alarmante dato del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses: de las 2.054 agresiones sexuales a mujeres registradas en España, más del 70% (1.520 casos) se cometieron con la víctima bajo sumisión química. Más de un 70%!!!! Al menos 7 de cada 10 mujeres agredidas sexualmente, lo ha sido bajo sumisión química.

Existen dos tipos de sumisión química la primera es cuando el agresor aprovecha que la víctima está bajo los efectos del alcohol o las drogas para agredirla sexualmente. La segunda es premeditada, agresor quien proporciona a la víctima sin su consentimiento alguna sustancia, normalmente en la bebida que esté tomando. Aunque no existen datos exactos de porcentajes de un tipo de agresión u otra, las agresiones por sumisión química premeditadas están en aumento.

Frente a esta dura realidad han nacido distintas iniciativas. Inspirada en el movimiento belga #balancetonbar ha nacido la inciativa #denunciatubar que recoge testimonios de mujeres que han sufrido este tipo de agresión y pretende denunciar, sensibilizar, prevenir que vuelvan a ocurrir.

(Hermes Rivera, UNSPLASH)

En Inglaterra, la iniciativa Ask for Angela ha creado un protocolo en bares según el cual las mujeres que se encuentran en una situación vulnerable con alguien en un bar o discoteca, pueden ir a la barra, preguntar por Ángela lo que activa un protocolo de ayuda para que pueda regresar a casa sin ser agredida. En Barcelona veinticinco discotecas han implementado los vasos con tapa para prevenir las agresiones por sumisión química y hay empresas que se dedican a fabricar estos tipos de vasos como My Secure Cup.

Todas estas iniciativas son necesarias. La sensibilización, endurecimiento de la ley y penas por este tipo de agresiones también lo son. Y al mismo tiempo tenemos que tomar consciencia de este riesgo y actuar AHORA. Por ello te propongo tres sencillos pasos a poner en práctica en tu entorno más inmediato:

  1. REFLEXIONA: deja que esta realidad impacte en tu interior. Date cuenta de la gravedad del riesgo para mujeres y jóvenes. ¿Qué personas de tu entorno cercano están en riesgo?
  2. HABLA DE ELLO: comparte tu visión con tu entorno sobre las agresiones por sumisión química. Háblalo con tu familia, amigos, compañeros de trabajo. Escucha lo que tienen que decir. Pregunta aquello que te genere curiosidad. Deja que tu visión se amplíe fruto de estas conversaciones.
  3. PASA A LA ACCIÓN: si eres mujer toma nota de los riesgos y considera tu exposición y cómo protegerte cada vez que salgas de noche. Si eres madre o padre de hijos adolescentes o jóvenes, asegúrate de tratar este tema en varias ocasiones y equiparlos para que puedan protegerse. En función de los grupos a los que pertenezcas, considerad juntos qué medidas colectivas se podrían tomar para minimizar estos riesgos.

Al comentar estos datos con una amiga que tiene una hija en plena adolescencia, me decía, “por favor, no me digas eso, no quiero ni pensarlo, justo ahora que Luisa descubre la noche”. Confrontar estos hechos es incómodo y nada apetecible. Sin embargo, no conozco otra forma para evitar que la maldad continúe germinando, a menos que sea identificándola y tomando cartas en el asunto.

Los tres roles que como padre o madre no puedes dejar de asumir (en relación al mundo digital y más allá)

Hace unos días, en una reunión de la escuela, un maestro comentaba que unos padres por no atreverse a pedir la contraseña del google classroom de su hijo, se la pedían a él. El maestro explicaba que si estos padres tenían problemas para pedirle la contraseña a su hijo ahora, todavía en la escuela, más adelante las cosas se podían complicar y mucho.

Esta anécdota encapsula algunas dinámicas que confluyen en la forma en cómo ejercemos la maternidad y paternidad actualmente. La primera es la de no querer hacer de padres/madres como lo hicieron con nosotros. A menudo, para contrarrestar el exceso de autoridad que vivimos algunos, hemos basculado hacia la permisividad o laxitud. La segunda es la corriente de la hiperpaternidad en la que los hijos se ponen en un altar, se les presiona para que encajen en nuestro ideal, generando elevados índices de frustración y ansiedad para ambas partes. La tercera, en relación al mundo digital e internet, es que a menudo, padres y madres nos sentimos torpes respecto al uso de nuevas tecnologías comparados con nuestros hijos, con lo que es fácil caer en la trampa de que esto no va con nosotros.

(Helena Lopes, UNSPLASH)

Como antídoto a todo ello, propongo recordar los tres roles fundamentales a desarrollar como padres o madres, que desde que los descubrí siguen siendo un potente faro en el sorprendente camino de la crianza. Los comparto a continuación, a la luz de lo que significa ejercerlos en relación al mundo digital:

1- EL PADRE / LA MADRE COMO GUÍA. Este rol consiste en actuar de interface entre el mundo y nuestro hijo. Asemeja al rol que hace un guía de viaje cuando lleva a un grupo de personas a un país lejano. El guía traduce por ellos, explica las costumbres de lugar y ayuda a los viajeros a actuar con respeto y consideración en ese nuevo país. Al igual que el guía, nosotros acompañamos a nuestros hijos a conocer y practicar las formas y usos sociales. Traducimos lo que es adecuado en cada situación y les acompañamos a aprender comportamientos sociales.

En el caso del mundo digital, ejercer este rol tiene que ver a estar con orientar a nuestros hijos a contenidos adecuados para su edad. Acompañarles cuando consumen contenidos digitales, por ejemplo viendo una serie con ellos, y comentándola juntos. Interesarse por los youtubers que siguen y por qué. Sin olvidar explicar los riesgos y precauciones que hay que tomar en el uso de las redes sociales y contenidos digitales. En este sentido, en lugar de avasallarlos con riesgos abstractos es mejor compartir historias reales de niños y jóvenes como ellos, que pongan de manifiesto los riesgos invisibles de estos espacios.

2- EL PADRE / LA MADRE CÓMO MODELO. En mi práctica de coaching es frecuente escuchar de la boca de las personas a quienes acompaño: “estoy preocupado porque mi hijo se está volviendo tan apático como yo y esto me duele, quiero evitarlo. ¿Qué puedo hacer?”. A lo que yo respondo que están en el lugar adecuado, porqué la respuesta está en su propia transformación y no en la de sus hijos. Esto es así porque nuestros hijos nos observan todo el rato. Al hacerlo absorben de forma inconsciente nuestras formas: todo aquello que hacemos y cómo lo hacemos. La crianza es uno de los motores de transformación personal más potentes que existen. ¿Quieres que tus hijos mejoren? Entonces esfuérzate tú para ser la mejor versión de ti mismo.

En el caso del mundo digital, ¿Quieres que tus hijos estén menos enganchados al móvil? Pues desengánchate tú, apárcalo durante más horas o déjatelo en casa cuando salís. ¿Quieres que tus hijos hagan otras cosas además de ver series? Ponte a leer, acude a un gimnasio, pinta, invítales a jugar juntos a juegos de sobremesa…

3- EL PADRE / LA MADRE CÓMO GUARDIÁN (gatekeeper). Esta función es una de las más erosionadas por las influencias mencionadas anteriormente. La palabra en inglés es mucho más visual: gatekeeper, guardián del portón. El guardián decide lo que entra y quién entra en la vida de nuestros hijos y lo que no. Así de poderoso es este rol. Y aunque no podemos poner puertas al campo, si que podemos y debemos marcar unas directrices y hacerlas valer.

En el caso de redes sociales y mundo digital, pues tiene que ver con reflexionar y decidir sobre la edad a partir de la cual tendrán móvil, cuántas horas se podrán conectar, a qué hora se apaga el wifi…También consiste en seleccionar los contenidos audiovisuales adaptados a su edad y en comentarlos con ellos. Explicar lo que les puede pasar si se exponen a contenidos que no son apropiados, ayudándoles a que poco a poco vayan desarrollando su capacidad de discernimiento y hábitos de “higiene digital”.

La forma en cómo desarrollamos cada una de estas funciones marcará la diferencia. Tomar conciencia de ellas y practicarlas son las claves para hacerlo cada vez con mayor gracia y fluidez. Por todo ello, te invito a considerar estas preguntas:

¿Con qué roles te sientes más cómodo? ¿Qué rol te resulta más difícil y puedes crecer practicándolo? ¿Cómo os habéis dividido los roles con tu pareja? ¿Qué apoyo necesitáis del otro para desarrollarlos de una mejor forma?

Recientemente Liliana Arroyo doctora en sociología y experta en redes sociales, explicaba que en una de sus charlas sobre los retos del mundo digital para niños y jóvenes, un padre declaraba al final de la misma: “esto de gestionar el mundo digital con los hijos es demasiado difícil, presento la dimisión”. A lo que ella le respondió, sonriendo pero en serio “lo siento pero no te la acepto”. Porque no, como madres y padres no podemos dimitir. Así de grande es el compromiso que hemos adquirido para con nuestros hijos. Tenemos que encarar o encarar, no nos queda otra.

 

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¿Bebés digitales o huérfanos digitales? Porqué es una mala idea tirar de pantallas con tus hijos para estar tranquilo

Recuerdo las idas a restaurantes cuando mi hija era bebé. La palabra que me viene a la mente es: pringar. Pringaba yo y pringaba su padre, porque – excepto cuando se quedaba dormida – la posibilidad de comer tranquilos se había evaporado, ni qué decir de degustar cualquier cosa. Luego, llegaba otra pareja con bebé de la misma edad o más pequeño que la nuestra. Sus padres se sentaban, pedían y comían como reyes mientras su vástago, con un móvil delante suyo, tragaba contenidos digitales quedándose increíblemente quieto, como hipnotizado. Se “portaba bien”. Mi pareja y yo nos mirábamos cómplices mientras un pensamiento fugaz pasaba por nuestra mente: ¿somos imbéciles o qué? Pero soltábamos el pensamiento y seguíamos en lo nuestro.

El corto plazo y el largo plazo a menudo se contradicen. Y en el caso de la exposición a pantallas en niños edades de cero a seis años, la ciencia está demostrando que los efectos del consumo de contenidos digitales puede dañar su desarrollo de múltiples formas, tal y como articulan más de cincuenta expertos en el Manifiesto Infancia y Pantallas:

  • EFECTOS EN EL DESARROLLO CEREBRAL. Los niños sobreexpuestos a contenidos digitales pueden tener dificultades en la adquisición del lenguaje, menor capacidad lectora y reducción de la función ejecutiva, es decir tener una mayor impulsividad.
  • EFECTOS EN LA SALUD Y EL DESARROLLO FÍSICO. Los niños sobreexpuestos a contenidos digitales son más vulnerables a padecer sedentarismo, cefalea, trastornos del sueño (lo que afecta a múltiples facetas) y a trastornos visuales.
  • EFECTOS EN LA SALUD EMOCIONAL. Los niños sobreexpuestos a contenidos digitales tienen menos oportunidades de interaccionar con otras personas, algo fundamental para su desarrollo, están en mayor riesgo de TDAH, de padecer aislamiento social y de desarrollar una personalidad depresiva.

(Charles Deluvio, UNSPLASH)

Aunque cada vez hay más evidencias de los efectos adversos del exceso de pantallas en niños y adolescentes, existen discursos que refuerzan lo contrario, como la idea de “nativos digitales” es decir los niños que de estar tan expuestos a las pantallas son más capaces con la tecnología que otros que no lo han estado. Sin embargo, se está viendo que los niños que han estado sobreexpuestos a contenidos digitales desde que nacieron, son más bien “huérfanos digitales” por todas las consecuencias negativas que se manifiestan en su desarrollo a medida que van creciendo. Contrarrestar estas falsas creencias con estudios serios es responsabilidad de todos y especialmente de padres y madres.

En este sentido, las recomendaciones de la OMS tras revisar múltiples estudios sobre el tema son tajantes. Antes de los dos años, el tiempo de exposición a pantallas tiene que ser cero. Y de los dos a los cuatro años, el tiempo máximo delante de una pantalla de una hora al día y cuanto menos mejor.

Si eres padre o madre de un niño, no solamente puedes criarlo sin sobrexposición a pantallas sino que es tu responsabilidad hacerlo. Y sí, estás pringando. Y sí, puede ser duro. Pero el tiempo pasa rápido. Y es mejor que pringues hoy mientras evitas la sobrexposición a pantallas de tu hijo, que mañana con los problemas graves que esta sobreexposición habrá causado, tal vez de forma irreversible.

 

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Del aborto a los tratamientos de fertilidad: el mindset maldito de la maternidad y cómo superarlo

Luisa tenía un niño de dos años con su actual pareja. Él tenía dos hijos de un matrimonio anterior. No querían más hijos pero Luisa se quedó embarazada. Tomaron la decisión de abortar. La noche antes del aborto Luisa soñó con el niño que llevaba en el vientre. La criatura le suplicaba sin palabras que no abortara. Luisa escuchó y ahora es madre de dos niños maravillosos. Al hablar con ella sobre lo ocurrido sus palabras se me quedaron grabadas: “menos mal que no aborté, de haberlo hecho, me habría quitado la vida.” Conociéndola, sabía que hablaba en serio.

Luisa anticipó el impacto que haber abortado hubiese tenido en su vida. Como coach he acompañado a un buen número de mujeres que han abortado, constatando que las cicatrices psicológicas a raíz de ello continúan a sangrar no importa cuántos años pasen. En demasiados casos, el trauma es tan grande que deriva en enfermedad mental.

El aborto y las políticas para facilitarlo son la punta del iceberg del mindset mayoritario que quedarte embarazada es lo peor que te puede pasar en demasiadas circunstancias: si eres joven, si no has terminado la carrera, si no tienes pareja estable, si no cuentas con muchos recursos, si quieres progresar en tu carrera profesional, y un largo e inconsciente etcétera. Cristina Pedroche en una entrevista decía que no quería ser madre de momento porque quería comerse el mundo. Sus palabras encarnan la visión dominante que la maternidad es un estorbo para la mujer. Un estorbo para su carrera, un estorbo para su independencia, un estorbo para su sexualidad, un estorbo para el disfrute. Pero la maternidad no es un estorbo, no necesariamente. En cualquier caso, esa misma mujer, llega a la treintena o más allá y se plantea ir a por el bebé. Entonces, más a menudo que menos, el bebé no llega y empiezan las pruebas, empiezan los tratamientos, maternidad subrogada y otras soluciones al “problema”.

¿Perdona? ¿No será que como sociedad se nos ha escapado algo? Cuando eres joven, quedarte preñada es lo peor que te puede pasar, y de madura, no te preocupes que si no puedes hay una industria dispuesta a medicalizarte para hacerte un bombo, pagando por supuesto, un buen peaje económico, físico y psicológico. Y ni se te ocurra negarte a pagarlo porque hoy día “todos lo hacen.”

El discurso dominante sobre la maternidad está sesgado hacia los aspectos negativos de ella. Lo sé porque bebí de él durante demasiados años. Es verdad que tener hijos te cambia la vida. Es verdad que no es fácil. Pero también es cierto que acompañar a otro ser a crecer y desarrollarse es de las cosas más bellas que se puedan vivir y que te hace madurar como persona como ninguna otra experiencia en la vida.

(Zach Lucero, UNSPLASH)

Entre las medidas para evitar embarazos no deseados – aborto incluido – y los tratamientos de fertilidad echo de menos un diálogo sincero sobre qué significa tener hijos y el valor de hacerlo. Una conversación en la que se hable sobre las dificultades pero también las bendiciones de ser madres y padres. En la que se aborde la necesidad de plantearse la propia maternidad y paternidad como una cuestión fundamental: ¿Qué significa formar una familia? ¿Deseo crearla? ¿Cuándo sabré que el momento de crearla ha llegado? ¿Qué tipo de vínculos son necesarios? ¿Cómo cultivarlos para que funcionen? ¿Qué apoyos vamos a necesitar? ¿Qué organización logística? ¿Cómo compaginaremos la maternidad/paternidad con el desarrollo profesional de ambos?

Mi deseo es que estas preguntas lleguen a las familias, a las aulas, a las políticas. Que te lleguen a ti y a través tuyo a todas las personas de tu entorno, para abordar la vida y su continuación con el cuidado, la honestidad, la creatividad y la responsabilidad que verdaderamente se merecen.

 

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El difícil arte de soltar (cada vez más) a tus hijos

Hoy es el día internacional de las familias, esa institución fundamental. Una lectora me compartía hace poco que su hijo recién graduado había decidido cursar un máster en el extranjero. Me decía que a pesar de entender el crecimiento que estudiar en el extranjero significaría para su hijo, le dolía que se fuera lejos y temía por los riesgos a los que estaría expuesto. Explicaba cómo le gustaría poder disfrutar de esta experiencia pero no lo conseguía.

Como expone Laura Gutman en su clásico, La maternidad y el encuentro con la propia sombra, los hijos son seres fusionales. Buscan la fusión con la madre o con la persona que desempeñe ese rol, en el seno de la familia. A través de la fusión que se va aflojando a medida que crecen y mediante un vínculo de apego seguro, los hijos se desarrollan y si cierto número de cosas va bien, conseguirán llegar a la edad adulta con éxito.

(Artem Kniaz, UNSPLASH)

Cuando un nuevo ser se funde con la madre, la madre también se funde con él. Cuando esto ocurre, la identidad, la concepción de la vida y la experiencia del progenitor se ven alterados para siempre. Es por eso, que a medida que el proceso fusional se invierte en mayor desapego de los hijos, lo normal es sufrir,  al igual que la madre que me escribió y con la que empatizo.

La historia bíblica de Abraham y su hijo Isaac nos aproxima a la hazaña que como madres y padres nos enfrentamos. Relata que gracias al Señor, Abraham y su mujer Sarai consiguieron engendrar a su hijo Isaac ya de ancianos. Siendo Isaac joven, Dios llamó a Abraham y le pidió que subiera al monte Moriá y que sacrificara a Isaac. ¿Cómo, el hijo que tú me diste? ¿Ahora me pides que lo mate?, se preguntaría Abraham.  Contrariado casi a la locura, Abraham hizo caso y se dispuso a subir al monte Moriá con Isaac. Tardaron tres días en llegar. Puesto que Isaac llevaba la leña, le pidió que hiciera un fuego para el sacrificio. ¿Sacrificar a quién preguntaba Isaac, si no llevamos ningún animal? Justo en el momento en el que iba a sacrificarlo, bajó un ángel y dio un carnero a Abraham, que sacrificó en lugar de a su hijo.

Esta parábola del Génesis  encapsula crudamente la compleja labor a la que cada día nos enfrentamos las madres y los padres: arrojar a nuestros hijos al mundo. No queremos que se lastimen, ni perderlos, pero el riesgo, como apuntaba la madre del joven en el inicio del artículo es real. Las distancias difieren pero los riesgos laten ocultos. Por ejemplo, ahora es tiempo de colonias. Los niños y niñas marchan felices, anticipando esa degustación de independencia, anticipo de las muchas que vendrán. Muchos padres y madres se sienten orgullosos y también… temerosos. Y cuanto más crecen, más aumentan las distancias, el vuelo que emprenden los hijos es más alto y riesgoso, y menos podemos hacer los padres. Excepto confiar y bendecir. Porque hacer lo contrario es equivocarse. Es cortar sus incipientes alas. Es privarles el libre albedrío, por el que encarnaron. Y también, es crear un saco de problemas futuros mucho peores.

Podemos entonces acudir a las palabras del poeta Khalil Gibran (1),  y recordar que «nuestros hijos no son nuestros hijos, son hijos e hijas de la vida, deseosa de sí misma. No vienen de nosotros, sino a través nuestro, y aunque estén con nosotros, no nos pertenecen.» Seamos padres y madres «el arco del cual nuestros hijos, como flechas vivas son lanzados». «Dejemos que la inclinación, en nuestras manos de arqueros» a medida que practicamos el difícil arte de soltar a nuestros hijos, «sea para la felicidad».

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(1) De El profeta. Gibran Jalil Gibran (1923)

¿Por más que te esfuerzas te sientes desbordado? Pautas esenciales para volver a tu cauce sano y sabio

“Necesito llegar a todo pero no lo consigo”. ¿Sientes que esta frase te identifica? Cada vez hay más personas que se sienten desbordadas por sus compromisos y tareas. Si eres tú una de ellas, este post te puede interesar.

Por mucho que nos lo parezca no podemos controlar la vida. La vida tiene su propio fluir y por su naturaleza nos va a desbordar: puntas de trabajo, enfermedades, pérdidas, falta de apoyo…Luego ocurre que las cosas vienen juntas. Tienes un accidente con la moto y te tienen que operar varias veces, tu madre se pone muy grave y tu relación de pareja entra en una crisis tremenda. ¿Cómo orientarte cuando estas situaciones ocurren?

  • ACEPTAR: Empezamos por aceptar que estamos desbordados. Nos hacemos uno con la situación. No intentamos luchar, pretender que “estamos bien”, ni nada de eso. Nos damos cuenta de que estamos como a mi me gusta llamarlo “en el fango”.
  • PEDIR AYUDA: ¿Qué tal se te da pedir ayuda? A tu entorno, a tu familia, a tus amigos,…Pedir ayuda es saberse vulnerable como el resto de la humanidad y te permite tejer relaciones de mutualidad que tanto nos ayudan. Si vives con niños o simplemente te gusta Disney, te aconsejo la película Encanto sobre la importancia de mostrar las vulnerabilidades y pedir ayuda.
  • QUEDARSE CON LO ESENCIAL: olvídate de todos los compromisos, obligaciones y responsabilidades que no sean los estrictamente esenciales. Estás en una situación crítica, necesitas conservar energía y usarla para salir de ella.
  • SABER QUE EL RÍO VOLVERÁ A SU CAUCE: lo bueno pasa, lo difícil también. Con el paso del tiempo tus circunstancias cambiarán una vez más y dejarás el defcon2 atrás, seguramente con valiosos aprendizajes.

(Vidar Nordi Mathisen, UNSPLASH)

Si por el contrario, tu sensación de sentirte desbordado se mantiene de forma permanente en el tiempo independientemente de tus circunstancias, tal vez tengas que examinar otras dimensiones. Por ejemplo:

  • La relación contigo mismo y tu propio nivel de exigencia: ¿Quién eres sino llegas a todo? ¿Qué pasa si te planteas hacer menos?
  • Tal vez padezcas la epidemia de FOMO, Fear of missing out (miedo de perderte cosas) que el consumo de redes sociales tanto alimenta:  ¿Cómo puedes practicar el perderte cosas de forma intencionada?
  • Puede que padezcas gula social, de trabajo o de cualquier otro tipo: ¿De qué forma puedes practicar la moderación y el no excederte?
  • Contempla tu forma de organizarte: ¿Cómo puedes simplificar tu organización vital vivir generando suficiente margen de maniobra (tiempo, energía propia, recursos, relaciones…) para cuando el río de la vida vuelva a subir? Porque no lo dudes, lo hará seguro.

PS: Este artículo está escrito desde el fango. Sí, todavía no he salido pero confío que no voy a tardar 😉

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Por qué ordenar y deshacerse de cosas es una batalla ganada

Aunque diría que soy más bien ordenada, no soy una maniática del orden. Sin embargo, una vez cada no sé cuando me entra una fiebre particular: la fiebre del orden. Este año llegó hace una semana. Con los primeros calores, veía mi armario repleto de ropa que ya no me servía, que no me ponía o que simplemente ya no iba conmigo.

No empecé de golpe y porrazo, sino que me fui preparando. Sentía crecer dentro de mi el impulso de deshacerme de cosas, ropa, zapatos y abrigos…que habían invadido mi armario a traición desde el inicio del covid y antes también. Mientras saboreaba como la energía crecía, me llegaban inspiraciones sobre la cuestión como el título del clásico de Marie Kondo: La magia del orden, o las palabras del párroco del barrio “todo lo que nos sobra es pecado”… Creé un título para el episodio que se se avecinaba: “EL GRAN DESPRENDIMIENTO” y dramática lo escribí en mayúsculas en la pizarra de casa. Sentía acercarse el momento de la verdad, hasta que un sábado por la mañana, mientras los otros estaban por ahí haciendo sus cosas, supe que había llegado. Sin dudarlo, sacrifiqué dos horas de bici de montaña por la hazaña a la que me me estaba a punto de enfrentar.

Como valiente jinete, me acerqué con determinación al escenario de la batalla. Reuní un ejército de bolsas y entré en el fragor de la lucha. Vestidos que todavía me sentaban fenomenal, mallas muy cómodas pero harapientas, ropas sedosas, lencería casi nueva…Con cada golpe, las bolsas se iban llenando como monstruos de gula insaciable mientras la maquinaria de guerra seguía imparable y yo me sentía como una vikinga probando la sangre del enemigo. Una vez quedó claro de quién era el campo de batalla, me acerqué al mismo y zafé algunas prendas que sagaces se habían arrinconado invisibles en el armario. Las entregué a las bolsas que esperaban como fieles soldados del mejor batallón. Actué sin piedad. Solté la chaqueta estilo Channel que tanto me gustaba. Me deshice de la chaqueta plumón con muchos años aunque parecía ser del futuro por estar en perfecto estado. Dije adiós a unas preciosas botas altas de piel que apenas me puse este invierno. Solté y solté hasta que me di cuenta que era la hora de comer y… no lo podía creer, ¡había terminado!

Entonces sin invitarla, llegó la paz. Los armarios se llenaron de espacio. Las prendas que pasaron la prueba tomaron su sitio como los huéspedes más honorables. Las estanterías se vaciaron como templos del pasado y… ¡tres cajones permanecieron vacíos como santuarios de un sastre!

Así te sentirás después de ganar la batalla del orden (Miguel Bruna, UNSPLASH)

Después de la lucha volví a nacer. Soy otra persona. ¡Peso menos! Y cuando me acerco a mis armarios siento una calma profunda. Tengo lo esencial. Lo encuentro todo. Es fácil decidir. La simplicidad reina.

Definitivamente el orden está infravalorado. Parece que las personas ordenadas tengan que ser aburridas o anorgásmicas y en cambio las desordenadas, las más sexis del mundo. Una amiga se enorgullecía de tener en su casa bragas sucias desperdigadas por todas partes, y le encantaba contarlo con su peculiar picardía mientras yo la miraba boquiabierta y casi compraba su moto. Pero no la compré. Porque sé bien que el orden externo es un reflejo de nuestro estado interior. Por esta razón, ordenar y desprenderse de lo que uno no necesita es una práctica que propongo a menudo en mis programas de coaching, cuando no nace de forma espontánea que es lo habitual. Jordan B.Peterson con su retadora oratoria  – en sus videos y en la regla número ocho de su último libro – nos anima a ponernos manos a la obra con este argumento aplastante: si no eres capaz de mantener tu cuarto en orden, ¿cómo puedes pretender que tu vida funcione, que tu familia prospere, progresar en tu profesión, gestionar una empresa con éxito,…o todo un país?

Así que no lo pienses más. Lánzate a la batalla de ordenar y soltar. Saldrás vencedor. Seguro.

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El triple filtro que no usaron Johnny Deep ni Amber Heard y sin el que no puedes vivir

El juicio por difamación entre Johnny Deep y Amber Heard lleva unos días en los titulares exponiendo una relación que tristemente perdió las formas.

¿CÓMO PERDEMOS LAS FORMAS?

Lo que caracteriza al ex binomio Deep-Heard es que son guapos y famosos, sin embargo, igual o más imperfectos que el resto de mortales, al menos en lo que a relaciones se refiere. Lo que nos lleva a perder las formas y nos conduce a la degeneración de una relación se compone de múltiples factores: sentido de identidad, personalidad, creencias, hábitos de comunicación, relaciones previas…De todo ello, hoy me centro en la comunicación, es decir aquello que decimos y cómo lo decimos.

Amber Heard y Johnny Depp, durante el juicio por difamación que enfrenta al exmatrimonio, en la corte de en Fairfax (Virginia, EE UU). / Evelyn Hockstein (EFE)

LOS TRES FILTROS

Una persona a quien acompañé mediante el coaching se veía a menudo en apuros por su mordacidad, es decir su capacidad de lanzar comentarios hirientes en cualquier momento y hacia cualquier persona. Para familiarizarse con este rasgo de carácter, le propuse considerar los tres filtros o las tres puertas antes de expresar su comentario mordaz:

  1. ¿ES VERDAD? El primer filtro plantea la pregunta: ¿Estoy seguro de que lo que voy a decir es verdad? ¡La de veces que decimos algo sin estar seguros de su veracidad! Simplemente nos pasa por la cabeza, tiene pinta de interesante, y zas el pensamiento como guiado por una gravedad cuántica nos pesa y emerge de nuestra inconsciente boca. O bien lo escuchamos en boca de alguien y lo tomamos como verdadero. Usar este filtro, significa callar como una estatua si tenemos la más mínima duda de que lo que vamos a decir sea verdad.
  2. ¿ES ÚTIL Y BENEFICIOSO? El segundo filtro te invita a preguntarte: ¿Es útil y beneficioso para la persona que lo escucha? Este filtro nos invita a considerar nuestras intenciones versus el impacto de nuestra acción. Puedo tener muy buenas intenciones diciéndole a una amiga que tiene sobrepeso y que le convendría hacer dieta – pensando que la ayudará – sin embargo, este comentario la puede hundir si atraviesa un momento difícil y está de un humor bajo. Usar este filtro significa anticipar la utilidad de lo que vamos a decir para la persona que lo reciba, y en caso de ser nula, no soltar prenda.
  3. ¿ES EL MOMENTO ADECUADO? Y la tercera consiste en preguntarte: ¿Es el momento adecuado? Este filtro nos invita a recordar que formamos parte de sistemas con sus propias dinámicas, ritmos y culturas, configurando la receptividad de sus miembros. Usar este filtro tiene que ver con respirar el “tengo que decirlo o me muero”, dándote cuenta de que no te vas a morir, y que si tienes paciencia, emergerá un momento en el que tal vez sea propicio decirlo.

Te animo a probar los tres filtros. Con tu pareja, con tus amigos, en el bar con una desconocida, en el ascensor con tu vecino. Ponerlos en práctica nos permite hacernos conscientes del fenomenal poder de la palabra, nos facilita el respeto hacia el otro y la posibilidad -real- de amarlo. Y no, que no se lo pregunten a Deep-Heard, aunque nunca es tarde para ellos ni para ninguno de nosotros. Todavía estamos a tiempo de usar los tres filtros en este momento. Y en el siguiente. Y en el que vendrá.

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