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Bendita publicidad

Benditos sean los anuncios. Lo digo totalmente en serio, sin asomo de la ironía que se me podría suponer siendo parte de un gremio que tradicionalmente ha considerado la publicidad como un fastidio necesario, un intruso que se nos presenta en la página para enriquecer al patrón, quitar espacio a los textos y las fotos y, de paso, deslucir los diseños. Así que insisto: bienvenida sea la publicidad que nos da de comer.

Dicho esto, he de decir también que no todos los anuncios afectan a las arcas de la empresa y al aspecto de las páginas por igual. Tenemos anuncios –avisos se les llamaba aquí hace tiempo y aún hoy en Latinoamérica– de todos los tamaños, precios y ubicaciones. Los hay horizontales, verticales y cuadrados; los hay grises y también de colores. No suele haberlos discretos; y es comprensible: lo que el anunciante pretende es que su publicidad sobresalga sobre todas las cosas que le acompañan en su misma página. Lo consigue casi siempre.

Es el caso de un anuncio que hemos dado en la portada de papel de hoy viernes, de pequeño tamaño y llamativos colores, que va justo debajo de una muy buena fotografía que ilustraba un muy recomendable perfil de Tom Waits con el que iniciamos una nueva serie semanal de recomendaciones culturales. El anuncio, digo, es pequeño en relación al tamaño de la fotografía, pero atrae la mirada sobre sí como un lamparón de vino tinto en la pechera de una camisa blanca. Y aunque, en principio, podría pensarse que queda lo bastante lejos de la imagen para no afectarla, lo cierto es que, sin ese color tan intenso en sus bajos, los negros que envuelven al ‘viejo Tom’ en su fotografía ganan en limpieza. Ved en esta prueba (la imagen inferior), falsa como un duro de madera, cómo la publicidad, de colores más apagados, compite mucho menos con la imagen principal.

Pero esto son sólo gajes menores del oficio, y hay que encajarlos con deportividad. No vamos a ser nosotros, tal y como está el patio, quienes pidamos a los anunciantes que, además de seguir poniendo aquí su publicidad, nos hagan anuncios que se queden en un discreto segundo plano de la página. O sea, anuncios que no parezcan anuncios.

Aunque ése, el de la publicidad que se trasviste de noticia, es un cantar del que nos ocuparemos otro día. Si alguien está interesado y prefiere leer algo bueno sobre el tema, y hacerlo ya mismo además, puede visitar este post en el blog de los siempre estupendos Cuatrotipos.

D. Velasco