Un blog acerca de todo lo que se sujeta sobre las columnas de un diario cualquiera. Por ejemplo, el nuestro

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Diseño español para una tragedia griega

Dos periódicos, dos historias, nada en común. A la izquierda de la imagen, Politico, un diario de Washington nacido ‘on-line’ y que, con el tiempo, ha terminado editándose también en papel. La suya es, desde sus principios, una rara historia de éxito en estos tiempos de tribulación para la prensa. Politico ha conseguido no sólo ser rentable, sino, a pesar de su corta vida –el primer número vio la luz a principios de 2007– y su poco sugestivo nombre, llegar a ser también uno de los medios más influyentes entre la muy influyente clase política de la capital política del planeta. Y lo ha logrado luciendo el ‘look’ que se puede apreciar en la portada que se ve en la imagen de arriba, a la izquierda. Ni más ni menos que la de un correcto y anodino periódico, como los hay a docenas a lo largo de toda Norteamérica.

A la derecha, una cabecera algo más veterana (salió a la calle a principios de los ochenta). Eleftheros Tipos (prensa libre, en castellano) fue premiado en 2008 en uno de los más importantes certámenes internacionales de diseño periodístico. Los galardones tuvieron especial repercusión en España, ya que el diseño que el diario vestía en el momento de recibir el premio era obra del español Javier Errea, cuyo trabajo es especialmente meritorio si se tiene en cuenta que hubo de trabajar con los caracteres no latinos de la lengua del país que inventó la tragedia. Aunque de poco le ha valido esto al Eleftheros, que acaba de sufrir la suya en forma de quiebra: su última edición salió a la calle por última vez el 18 de este mes, víctima, según la consultora que replanteó la maqueta y hasta la filosofía editorial del rotativo, de la gestión miope de unos editores enredados en intereses y cuitas extra periodísticas.

Dos diarios, en fin, con una suerte tan dispar como el diseño de sus páginas. ¿Cabe sacar alguna moraleja? Las cosas no suelen ser tan simples en este gremio y es probable que haya habido muchos más factores en juego, así que, seguramente, no cabe. Pero a nosotros, trabajadores del ramo, esta historia nos han despejado un poquito más una vieja duda: la de si el diseño periódístico tiene o no algún valor cuando al periodismo le falla todo lo demás, y viceversa.

Visto lo visto, no parece haber razones para dudar mucho más.

D. Velasco

El papel del optimismo

¿Sabe alguien cómo serán los periódicos (de papel) del siglo XXI? Hasta donde yo sé, nadie sabe. Pese a que hay abundante literatura disponible sobre el tema, los que trabajamos en los diarios seguimos ahogados en un mar de dudas. Entre ellas, una muy cruda: ¿Seguirán existiendo los diarios de papel en un futuro más o menos próximo? ¿Sobrevivirán al trasvase de sus lectores –y con ellos, también de su capacidad de influencia y de sus anunciantes– a la prensa digital, y a una crisis económica a la que parecen estar particularmente expuestos?

Y, si sobreviven al fin, ¿qué aspecto tendrán? ¿Serán grandes o pequeños? ¿Gratuitos o de pago? ¿Dejarán, quizá, de imprimirse sobre pasta de celulosa para leerse en la pantalla de algún ‘gadget’ actualizable, más interactivo y abierto a canales (audio, vídeo…) exclusivos hasta ahora de la prensa ‘on-line’?

Y, aparte de cuestiones industriales o de forma, ¿qué es lo que van a traer impreso en su viejo papel esos viejos periódicos del futuro? ¿De verdad renunciarán a contar las noticias de ayer, difundidas ya por los medios de mayor inmediatez, para centrarse en el análisis, interpretación y prospección de la realidad? ¿Seguirán reforzando aún más las áreas de participación y servicios para ocupar otros campos de interés de sus lectores y ganarse su complicidad?

Las respuestas a éstas y otras preguntas, que tanto tiempo llevan resonando en redacciones de medio mundo, escasean. No las hay, desde luego, en este modestísimo blog, donde nos conformamos con algunas intuiciones sobre cómo será y –sobre todo– cómo nos gustaría que fuera ese diario del futuro. Y, puestos a soñar, nos lo imaginamos cocinado con grandes cantidades de un ingrediente muy escaso en la prensa de estos tiempos de crisis: el optimismo. Ese periódico por venir, creemos, dará muchas más noticias del lado amable de la vida, aunque para hacerlo tenga que orillar los sucesos, rifirrafes políticos y otras desgracias que tendrá como inevitables vecinos de página; y deberá hacerlo, claro está, sin edulcorar la realidad ni faltar a los mandatos obligados del relato periodístico.

Parece difícil, pero se puede intentar, y conseguir algo gráficamente muy actractivo en el intento, además. Nos quedamos con este ejemplo, tomado de un especial publicado por Diario de Burgos este pasado fin de año en el que 18 ciudadanos anónimos de ocupaciones variopintas (desde un empresario hostelero –en la imagen de arriba– hasta un agricultor, pasando por una enfermera, el presidente de una asociación de amigos del ferrocarril…) cuentan, con su puño y letra, sus respectivos buenos deseos para el nuevo año.

Con la idea ya en la mano, el resto es coser y cantar: una galería de retratos espontáneos; una tipografía limpia y bien medida, una puesta en página generosa en blancos y… ¡voilá!: el viejo papel nos regala una dosis de optimismo con la que digerir la amarga ración de actualidad que el teletipo nos sirve cada día.

El suplemento completo, más otras cosas igualmente interesantes, en el blog La Buena Prensa.

D. Velasco