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Una página guapa, guapa…

¿Qué es lo que distingue a un rostro hermoso de uno poco agraciado? ¿Por qué encontramos atractivas unas caras y no otras? ¿Existen atributos que podamos asociar inequívocamente a un rostro desagradable? ¿Se parecen todos los feos entre sí? ¿Y los guapos?… Preguntas como éstas y otras similares se hacía el cómico británico John Cleese en un documental de la BBC, emitido en 2001, en el que el ex Monty Python sometía a todo tipo de divertidos experimentos a las facciones de la actriz y modelo Liz Hurley. Tras varias pruebas y encuestas, Cleese concluía que el secreto de un rostro hermoso era la simetría: cuanto más se parecieran entre sí las dos mitades resultantes de dividir la cara por un eje imaginario, trazado verticalmente a la altura de la nariz, más bella nos parecería esa cara.

La de la Hurley, efectivamente, aguanta la prueba: la segunda imagen, la de abajo, está hecha replicando la parte izquierda de la imagen original, arriba, sobre el lado derecho. Y, pese a que está compuesto haciendo un uso bastante tosco del Photoshop, el montaje resulta natural, además de guardar un notable parecido con la imagen original.

Pero, ¿qué ocurre si cambiamos la cara de la ex de Hugh Grant por una página de periódico? Veámoslo con una doble publicada el pasado miércoles por El País, en su sección de internacional.

Idénticos titulares y formatos publicitarios, mismo número y tipo de fotografías… Excepto por un sumario y un pie de foto, la página impar, la de la derecha, es casi una imagen especular de la página de la izquierda. Sometámosla a la misma prueba que a la cara de la actriz:

Si John Cleese tiene razón acerca de la simetría, ésta es la doble página más hermosa que han visto los tiempos. Juzgue cada uno.

D. Velasco

Opinar y dar la cara

Enric González, antiguo corresponsal de El País en Londres, Nueva York o Roma, entre otros lugarejos, nos regala de vez en cuando pequeñas, pero enjundiosas reflexiones sobre ‘carpintería’ periodística. Ésta es del pasado 23 de marzo, en un artículo del suplemento Domingo de ese mismo periódico:

Ahí arriba, por alguna parte, está mi foto. No logro entender qué interés puede tener alguien en conocer el aspecto de quien escribe, pero el fenómeno parece imparable. Poco a poco, los periódicos se han llenado de caritas, sonrientes, tímidas, espantadas. Cuando se anunció que los artículos de este diario irían acompañados por una imagen del autor, rogué que me eximieran. Lo conseguí, creo, en el primero de esta errática serie marginal. Para el segundo echaron mano de una imagen disponible en Internet. No creo que el diseño de esta página haya ganado en estética. Tampoco es grave.

Esta misma cuestión, la de si aporta algo o no ver la cara de quien firma el artículo, me la he planteado al menos una docena de veces. La última, precisamente, tras el rediseño que hizo El País el pasado año, y que, entre otras cosas, incorporó los retratos a las firmas de opinión, sumándose a una tendencia que, como dice Enric González, empieza a tener carácter universal. Aparte de consideraciones estéticas sobre si la página queda más resultona una vez puestos estos caretos (careto o careta es como solemos llamar en las redacciones a las fotos de caras pequeñas y muy cortadas), se pueden hacer otras, creo, sobre las distintas sensaciones que transmiten estos textos según vayan acompañados o no de la foto de su autor. Es algo totalmente subjetivo, claro está, pero los ‘tribunones’ de la segunda página de la sección de Opinión del diario de Miguel Yuste resultan menos imponentes desde que el diario nos los ofrece con la cara de, pongamos por caso, Felipe González o Juan Luis Cebrián (Martina Klein no ha escrito aún, que yo sepa, en esa página), como si esas pequeñas caritas «sonrientes, tímidas, espantadas» -y casi siempre ceñudas, añadiría yo- le hubieran restado a esa página parte de su habitual condición de púlpito.

Aquí, en 20 minutos, los artículos de opinión (sea cual sea su tamaño) y los blogs se sirven siempre con foto. Y me gustaría saber qué opinas sobre esto: ¿Te gusta verles la cara a C. J. Palacios, Marta Cibelina, etc, etc? ¿Lamentarías que suprimiéramos sus fotos en un hipotético cambio de diseño, o te parece en cambio que podríamos encontrar cosas más interesantes a las que dedicar el centímetro cuadrado que ocupan esas fotos?

D. Velasco