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Vallecas, una historia de superación

En un cómic delicioso, mi amigo y colega Rodolfo Serrano reivindica «los años de barro» de Palomeras Bajas (Vallecas), el barrio donde creció sin luz ni agua, con un ataque de nostalgia, cariño y rabia. También, de poesía. Lo he leído del tirón y luego, más despacio, he revisado con gusto las viñetas dibujadas por Román López-Cabrera. Acaba de ser publicado y ya va por la segunda edición. No me sorprende. Note lo pierdas.

Cubierta del libro «Vallecas. Los años de barro» de Hoy es siempre Ediciones.

Contra cubierta del libro

Muchos jubilados de nuestra generación disfrutarán leyendo este cómic a sus nietos. Sus hijos (y el gran Ismael Serrano lo sabe) ya estarán hartos de escuchar las batallas que su padre les ha repetido tantas veces sobre la vida dura, durísima, de los emigrantes que huyeron del hambre del campo soñando con una vida mejor en la ciudad. Mi hijos bromean, tarareando la Internacional, cuando les cuento las penurias de mi infancia en un barrio obrero de Almeria, entre el Hoyo de los Coheteros y el Quemadero, no tan pobre como el de Rodolfo.

Prólogo 1

Prólogo 2

Como si nada, con toda la sencillez, la ternura y la sabiduría que le caracterizan, Rodolfo Serrano ha retratado una parte, la más heroica, de la historia reciente de España. Le conozco bien. Es un gran periodista, el mejor para llenar durante años las páginas de Laboral de El País. Pero, sobre todo, es un poeta. Nunca lo pudo ocultar. Y un excelente compañero.

Los autores: Rodolfo Serrano, del texto, y Román López-Cabrera, de los dibujos.

 

¿Quién no ha cambiado novelas o tebeos en puestos como el la Antoñita de Vallecas? Yo lo hacía en el quiosco de Miguel, frente la terraza Imperial en Almería.

Muy pronto, en la página 18, aparece -cómo no- el padre José María Llanos, un cura marxista y bravo que defendió a los emigrantes en Vallecas, Palomeras, El Pozo del Tío Raimundo y otros barrios pobres de la zona. Y que, poco antes, había dirigido los ejercicios espirituales del dictador.

El padre Llanos se enfrentaba a «los grises» de Franco para evitar la demolición de las chabolas.

Al llegar a las páginas del padre Llanos fui yo quien sufrió el ataque de nostalgia. En 1965, me uní al SUT (Servicio Universitari0 del Trabajo), fundado por el jesuita José María Llanos. Sus campos de trabajo y sus campañas de alfabetización hicieron mucho bien a los estudiantes que nos sumamos a esos proyectos solidarios, generosos, quizás paternalistas, del padre Llanos. En 1968, el SUT, convertido ya en un nido de jóvenes anti franquistas, acabó como el rosarios de la aurora y fue clausurado por las autoridades franquistas.

Pero eso ya lo he contado en mis memorias («La prensa libre no fue un regalo. Como se gestó a Transición») y no voy a repetirme. Como homenaje al padre Llanos, será mas fácil copiar y pegar las páginas de mi libro dedicadas al SUT. Todos los «sutistas» estamos en deuda con aquel cura comunista ya que su obra, el SUT, creo que nos hizo mejores personas.

Copio y pego:

Curas comunistas como el padre Llanos

Curas comunistas como el padre Llanos. pag. 50

El SUT, embrión de la Transición. Pag. 51

Pag. 52

Ahí estoy sentado en el coche de Extensión Agraria en la campaña de Alfabetización de Jaen. Pag. 53.

Pag. 54

En la página 210, el padre Llanos se cruza de nuevo en mi camino. El embrión de la UMD (Unión Militar Democrática) le debe mucho al fundador del SUT.

El embrión de la UMD también le debe mucho al padre Llanos. Pag. 210.