Archivo de junio, 2021

Aznar apadrina a Ayuso. Pobre Casado

¿Qué le pasa a José María Aznar? No pierde ocasión de sacudirse su responsabilidad por meternos en la guerra de Irak y por el consiguiente atentado yihadista del 11-M de 2004. Raca, raca… Ya lo hizo en marzo pasado con Jordi Évole. La Asociación de Víctimas del 11-M se lo aclaró entonces:

«Aznar nos llevó a la guerra contra Irak y a cambio recibimos los atentados del 11-M».

Aznar apadrinó hoy Ayuso como «la líder más relevante».

Eso no debió convencerle. En un aula universitaria, junto a Isabel Díaz Ayuso, según él, «la líder más relevante del panorama político español», lo ha vuelto a decir hoy:

El PSOE ha llegado «al menos» dos veces al poder en circunstancias «muy especiales». Acto seguido, ha asegurado que José Luis Rodríguez Zapatero llegó al poder en 2004 por la utilización que hizo su partido de los «ataques terroristas» del 11-M, y en 2018 por una moción de censura «apoyada por separatistas y ex terroristas».

Aznar olvida con facilidad que el ataque terrorista del 11-M se lo hicieron a él, cuando era presidente del Gobierno, como repuesta a su participación en la guerra de Irak. También olvida que el PSOE le ganó las elecciones al PP el 14-M sencillamente porque Aznar mintió a todos los españoles, con nocturnidad y alevosía, al atribuir insistentemente el atentado yihadista a ETA cuando el mundo entero (incluida toda la prensa extranjera y el diario 20 minutos) ya había publicado que fue Al Qaeda y no ETA la autora del 11-M.

¿Qué le pasa a este «hombrecillo insufrible«? Así lo definió, por alguna razón, el canciller alemán Helmut Kohl que era de su mismo partido. Alguien que le quiera de verdad debería recomendar a Aznar una visita al siquiatra.

¿Qué le ponemos? ¿Al mentiroso compulsivo?

¿Y qué me pasa a mí con él? Debo advertir a los lectores que, desde que me despidió de TVE, tras la entrevista preelectoral que le hice en 1996, le tengo cierta manía. Afortunadamente, cada día menos.

Además, flaco servicio ha hecho hoy el expresidente Aznar al líder nacional del PP al apadrinar a la líder madrileña, Isabel Díaz Ayuso («la líder más relevante»), como la continuadora de su línea política. Desde la presidencia de la Comunidad de Madrid, «ella hace lo que tiene que hacer. Hace como yo hice en Castilla y León. Yo lo hice y de ahí… nació una alternativa».  Más claro, agua. Igual que hizo Aznar, de la mano de su «Rasputín» trumpista Miguel Ángel Rodríguez, desde Valladolid a La Moncloa, ahora lo hace Isabel Díaz Ayuso desde Madrid. Va de la mano del mismo «Rasputín» que Aznar le ha prestado a su ahijada política para ese viaje. ¡Pobre Casado!

 

 

 

 

Visto desde fuera, no estamos tan mal

Salir de Madrid y de España, por primera vez en año y medio de pandemia, es un alivio. Pasar 10 días en Santa Fe (N.M.) con mi nieta de 9 meses, a quien no conocía, es “la felicidad”.

Mi nieta Ana Isabel duerme en mis brazos: La felicidad.

Además, comprobar que David, mi hijo pequeño, se ha convertido en un padre ejemplar es un orgullo.

¿Es un Zurbarán o un Caravaggio? Es mi hijo David compartiendo la siesta con su hija en brazos

Ya sé que estas cuestiones personales menores no son asuntos dignos de un blog. Sin embargo, también me gustaría dejar constancia de algunos cambios significativos que he notado al visitar el Imperio. Mi conclusión es que, visto todo desde fuera, en España no estamos tan mal. Decía San Agustín: «Cuando me considero, soy un pecador; cuando me comparo, soy un santo». Pues algo así me ha pasado a mí al comparar Estados Unidos con España. No estamos tan mal como pensaba. Claro que «mal de muchos, consuelo de tontos». Pero ya es algo.

Mi nieta, vestida de fiesta, entre su madrina y su madre.

Después de haber pasado por el dulce lavado de cerebro de Harvard (1976/77) y haber sido corresponsal en Estados Unidos por dos veces (grupo PRISA 1987/88 y RTVE 1995/96) llegué a pensar – ¡pobre de mí- que conocía bien este país salvaje y maravilloso. Estados Unidos, después del huracán antidemocrático de Trump, ya no es lo mismo. ¡Qué peligro para la democracia más antigua del mundo! Las heridas, aún sin cicatrizar, están a flor de piel. Me recuerdan las de los años 60 y 70 durante la guerra del Vietnam. Tampoco yo soy la misma persona. Con ojos de abuelo jubilado, sin necesidad de contrastar la noticias antes de publicarlas, se ven las cosas de otra manera. Claro que no sé si sabré comunicarlo como si fuera un periodista en activo. No lo soy.

Espléndida tertulia y cena con Carolence y Jo, los padrinos de mi nieta.

Por mis conversaciones con amigos y vecinos, por las noticias de distintas emisoras y periódicos, Estados Unidos tardará en sanar las heridas abiertas por el nacionalismo exacerbado, las noticias falsas y las teorías de las conspiraciones inventadas de los seguidores de Donald Trump. A medida que los negros y los hispanos, también los asiáticos, se abrían paso en la clase media norteamericana, los blancos ignorantes y empobrecidos por la gran crisis de 2008 se sentían amenazados. Los primeros inmigrantes blancos, que desplazaron, casi aniquilaron con su «destino manifiesto» de pueblo elegido, a los nativos americanos, temen ahora convertirse en una minoría. A favor de la guerra de Vietnam, muchos obreros blancos (los cascos duros) se pasaron a la derecha nacionalista y racista. Y ahí siguen. La llegada de Barak Obama a la Casa Blanca destapó la caja de los truenos en esa derecha blanca nacionalista. La victoria de Trump fue, entre otras cosas, una revancha con notable carga racista contra el primer presidente negro. También fue una revuelta contra las élites políticas de Washington alejadas de la sociedad real. No debemos olvidar que Hillary Clinton les llamó «deplorables».  Y perdió.

Escultura que tallé en palo rojo para mi nieta.

He visto a la sociedad norteamericana tan dividida y enfrentada como cuando la conocí, por primera vez, hace 50 años. También la he visto más mezclada, con abundantes mestizos, mulatos, afroasiáticos y toda clase de combinaciones raciales que la enriquecen. Estados Unidos anticipa cómo será la Humanidad en un futuro no muy lejano. Mi nieta, sin ir más lejos, es fruto de Chaz, una madre de las islas Palao, antigua colonia española en medio del Pacífico, con mezcla de Filipinas y Japón, y de David, un padre nacido en New Jersey con raíces en Noruega y en España. Si observáis la mano derecha de mi nieta, veréis en su piel la marca asiática de Gengis Khan. ¡Qué maravilla!

Ana Isabel Martínez Gabriel.

 

La mezcla racial y cultural mejora al ser humano. Hace que la cooperación supere a la confrontación. Nos aleja de la guerra. Además, es imparable. El racismo que todos sufrimos bajo nuestra piel es superable. Ojalá los racistas y nacionalistas extremos norteamericanos lo admitan algún día. Hasta entonces no habrá paz en Estados Unidos. La tensión es palpable. He visto las heridas del racismo a flor de piel. Lástima.

El racismo anti inmigrante de Vox en España (la pus salida del viejo PP) y de los supremacistas separatistas catalanes es poca cosa si lo comparamos con lo que he visto en mi viaje a Santa Fe pasando por Dallas. Ojalá el presidente Biden alivie esa herida reabierta por los supremacistas de Trump. Repito: visto desde lejos, en España no estamos tan mal como yo pensaba antes de conocer a mi nieta. Las comparaciones no son siempre odiosas.

Tres culturas, casi mezcladas, en Santa Fe.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Santa fe

Babyfirst

Sin noticias de España. Un paréntesis. Ayuso, Rey, indultos

Cece y Michael pre contact no prehistoricos

Jo y Carol

Van  Nabocov

Tesuqui y David

Español como en casa

Nieta española de Palao.

Serafina.

 

 

Fotos

Nieta dormida

Comida

Tesuqui

De gitana con padrinos

Para entrar solo vacuna

 

 

Juan Marsé, él solo, redime a Cataluña

El 18 de julio (¡menuda fecha!) se cumplirá un año de la muerte del escritor catalán más universal desde los años sesenta del siglo pasado. La vida y la obra de Juan Marsé basta para redimir a toda Cataluña de los desastres morales y políticos del nacionalismo supremacista. Y me quedo corto. Lo supe cuando leí algunas de sus obras (desde «Últimas tardes con Teresa» hasta «Esa puta tan distinguida»).

Un vuelo de Madrid a Santa Fe, N.M., bien aprovechado, da para mucho.

Lo he confirmado al leer de un tirón, en vuelo transatlántico, «Notas para unas memorias que nunca escribiré», su diario intimo publicado por Lumen hace tres meses. Desde que descubrí, en los años sesenta, al Pijoaparte, «el charnego irreductible», siempre quise saber más de Juan Marsé. Sobre todo, después de haber sido yo mismo un charnego feliz en Barcelona. Con su obra póstuma lo he conseguido. ¡Qué personaje! Aquí tienes a un hombre, Diógenes, No busques más.

Contraportada de su último libro.

Hace 11 años, estaba a punto de entrar en un parking subterráneo cuando Marsé comenzó su discurso como Premio Cervantes. Quedé tan enganchado a su prosa que, para no perder la conexión con Radio 5, me quedé todo el rato aparcado en la calle en doble fila. Su discurso bien valía una multa de tráfico. Ese mismo sentimiento he tenido ahora al leer estas notas que Ignacio Echevarría define como «el más íntegro y despiadado autorretrato del  escritor».  Marsé no se muerde la lengua y aquí mezcla joyas literarias, hasta filosóficas, con barbaridades e insultos a diestra y siniestra. Se muestra desnudo, crítico y fiero, sobre todo con él. «Un día prácticamente sin lectura. ¿Seré imbécil!». «¡Qué agudo a veces, qué intenso el sentimiento de haber malgastado mi vida».

Dos páginas de su agenda íntima.

Apenas deja algunos títeres con cabeza, pero sus críticas tienen sentido. También resuma ternura, «en la antesala del olvido», cuando recuerda a su amigo Jaime Gil de Biedma o juega con su nieto Guille o huele el limonero de Calafell bajo «el sol de la infancia» machadiano: «La infancia -escribe- es el campo nutricional de los escritores de ficción que más aprecio».

Nació un 8 de enero, como yo, pero en los años 30, y, también como yo, creció marcado por la postguerra de los vencidos. «Por la mañana, cuando me afeito, veo asomar en el espejo el frío y el hambre del niño que fui en la postguerra». Su cumpleaños quedó marcado por la muerte, ese mismo día, de su amigo Gil de Biedma: «El día 8, mi cumpleaños, hará quince años de la muerte de Jaime. Nunca pensé sobrevivir quince años a Jaime. Mi terco cumpleaños y su muerte unidos extrañamente».

Portada de su último libro.

Es despiadado con el ex presidente Aznar , con las «plumas más babosas del país», con el periodismo basura y con el nacionalismo en todas las direcciones. «Me he cagado en todos ellos y me seguiré cagando en público y en privado» (2017). «Sigue apestando la mierda del PP con Aznar despidiéndose de lo que él cree un legado político imperecedero». «Armas de destrucción masiva,I, y el rostro de Urdaci, el lacayo de Aznar. ¿Qué vergonzosa entrevista hoy en TVE» (19 de enero de 2004). «Aznar («marrullero y mediocre, siniestro, sin escrúpulos, de talante realmente miserable») vivirá su descrédito hasta el fin de sus días». «Ese ‘eje del mal’ del que tanto habla Bush se le ha metido a Aznar en el culo y se ve que le da gusto».

Sus notas de abuelo de Guille no tienen desperdicio: «Debería enfadarme conmigo mismo por esa indolencia, por dejar que mi nieto me ocupe tantas horas. Pero me gusta estar con él, me divierte y me descansa. Sé que debería trabajar más, pero en fin bueno, y además qué importa, que el arte es largo y la vida es corta…» » Lo malo del día: no ha venido Guille. A ver mañana».

¡Cómo le comprendo! Por cierto, ¿que hago yo regodeándome aquí con su ultimo libro cuando descubro que se ha despertado mi nieta? Siguiendo lo que aprendí es las notas del maestro, cierro el portátil ahora mismo y vuelvo a jugar con Ana Isabel, de 9 meses. Por la pandemia, la conocí (vacunado) hace seis días en su casa de Santa Fe, N.M. Su sonrisa alegra mi vida, por corta o larga que sea. Adiós.

El lunes pasado pude dar el primer abrazo a mi nieta Ana Isabel. Ya me reconoce.

 

 

 

La bendición de Casandra

En la muerte, tan temprana, de nuestra amiga Casandra Tate (Nieman`77) es imposible no recordar algunas anécdotas que mostraban su personalidad tan singular.

Cassandra Tate, periodista

Era inconformista, irreductible, rebelde, pero, a la vez, tierna, generosa y cariñosa. Ha sido una mujer adelantada a su tiempo. Lo vimos en sus libros, en sus artículos, en el ejercicio del periodismo y, en mi caso, también en los “beer and cheese seminars” de la Nieman Foundation de la Universidad de Harvard.

Casandra y su familia fueron nuestros huéspedes en Madrid y ellos me dieron cobijo en su casa de Seattle cuando acudí allí como corresponsal del grupo El País o de TVE. Desde que compartí con ella el año Nieman nunca perdimos el contacto ni el cariño mutuo. Era generosa a la hora de regalarnos su intuición creadora, su insumisión ante los poderosos y su buen humor.

En el invierno de 1977, un grupo de Nieman Fellows viajamos a Canadá invitados por su Gobierno. Casandra destacaba por sus preguntas agudas, críticas y, hoy diríamos, políticamente incorrectas. En alguna ocasión, me dieron ganas de darle un codazo o un toque en su pie para que rebajara el tono de sus preguntas que yo, pobre de mí, viniendo de una Dictadura, consideraba agresivo. ¿Quería protegerla? No era necesario. Casandra era valiente, casi temeraria, y no tenía pelos en la lengua al interrogar a los poderosos.

Un pequeño ejemplo me viene a la mente. El entonces embajador de Estados Unidos en Ottawa, Thomas Enders, nos invito a cenar en su casa. Cena de lujo. ¡Madre mía! Todos fuimos diplomáticos salvo Casandra. Ella criticó el lujo innecesario, el gasto excesivo de los altos funcionarios del Gobierno de su país y, por supuesto, la política exterior, a veces, tan hipócrita, de Washington. Quise meterme debajo de la mesa, pero el embajador Enders aguantó el tipo y replicó como pudo, con evasivas, a las críticas de Casandra.

Sus profecías, como las de la hija de los reyes de Troya, se fueron cumpliendo… No todas. Desde luego, sí se ha cumplido una de ellas: la revolución imparable de la mujer de nuestro tiempo en su lucha por la igualdad con el hombre. También, que no todo es pura razón, sobrevalorada, en el ser humano masculino. Ahí está la emoción, aún tan devaluada, atribuida a lo femenino. Debatíamos sobre lo objetivo y lo subjetivo, mezcla explosiva.

Casandra supo unir cerebro y corazón y aplicó esa formula magistral en su vida personal y profesional. Yo bromeaba con ella, a costa del mito homérico: la maldición de la princesa de Troya. Desde que abandonó al misógino Apolo, fue castigada por este dios masculino de la razón: nadie creería sus profecías y sería silenciada y maltratada por la lógica patriarcal de los hombres poderosos de Atenas. Nuestra Casandra no fue castigada ni ignorada sino admirada y una fuente de inspiración para todos nosotros. En cambio, Apolo, en el mundo actual, no es más que un simple tirano irracional e infantil. Los tiempos han cambiado.

La vida y la obra de mi amiga Tate fue, en efecto, una batalla imparable contra esa maldición mitológica que pesaba sobre la condición femenina durante milenios. Con su tesón y su inteligencia creadora, ella supo convertir aquella maldición en la bendición de Casandra. Yo creía sus intuiciones proféticas.

Gracias, Casandra. Descansa en Paz.

Los Nieman Fellows de Harvard (curso 1976-1977) en la escalinata de la Widener Library.

The Blessing of Cassandra

In the death, way too premature, of our friend and Nieman colleague Cassandra Tate (Nieman ´77) it is impossible not to remember some anecdotes that show her unique personality.  She was a nonconformist, firm in her beliefs, rebellious, but at the same time tender, generous and affectionate.  She was a woman ahead of her time.  We saw this in her books, her articles, in her journalism and, in my case, also in those beer and cheese seminars of the Nieman Foundation of Harvard University.

Cassandra and her family were our guests in Madrid and they welcomed me in their house in Seattle when I went there as correspondent for the El País group or for Spanish TVE.  Ever since I shared the Nieman year with her we never lost contact or our mutual affection. She was generous to regale us with her creative intuition, her refusal of submission before the powerful and her good humor.

In the winter of 1977, a group of Nieman Fellows went to Canada invited by the Canadian government.  Cassandra stood out for her sharp questions and criticism, with no mincing of words. On one occasion, I had the urge to nudge her elbow or touch her foot under the table to tone down her questions which, poor me, coming from Spain that was then a dictatorship, I automatically considered too aggressive or daring. Did I want to protect her? That certainly wasn’t necessary. Cassandra was valiant, almost daring, and showed no hesitation to interrogate the powerful. A small example comes to mind.  The then American ambassador in Ottawa, Thomas Enders, invited us for dinner at his home. A luxurious dinner. We were all diplomatic except for Cassandra.  She criticized the unnecessary luxury, the excessive expense of high ranking civil servants of the Government of her country and, of course, the sometimes hypocritical foreign policy coming from Washington.  I wanted to disappear under the table but Ambassador Enders politely endured Cassandra’s criticism and replied the best he could with evasive arguments.

Her prophecies, like those of the daughter Cassandra of the king and queen of Troy, were to come true.  Not all, of course, but one stands out: the unstoppable revolution of the women of our time in their fight for equality with men. Unlike the Homeric Cassandra, our Cassandra knew how to unite the brain and the heart, reason and emotion, applying this master formula in both her personal and professional life.  I joked with her at the expense of the Homeric myth: the curse of the princess of Troy. Since the Homeric Cassandra abandoned the misogynous Apollo, this tyrannical masculine god of reason punished the emotional Cassandra: no one would believe her prophecies and she was silenced and mistreated by the patriarchal logic of the powerful men of Athens. Our Cassandra was of course not punished and ignored by all but was admired and an inspiration to us all. Apollo, in turn, in today´s world is but a mere childish and irrational tyrant. The times have changed.

The life and works of my friend Tate were, in effect, an unstoppable battle against this mythological curse that has weighed down upon women for millennials.   With Tate´s tenacity and creative intelligence, she knew how to convert the curse into the blessing of Cassandra. I believed in her prophetic intuitions.

Thank you, Cassandra.  Rest in Peace.

Una nota de su marido Glenn Drosendahl en Facebook:

This is a story about a determined woman, a deadly disease and a book. Cassandra had been researching the story of Marcus and Narcissa Whitman off and on for nearly 10 years. They were missionaries from upstate New York who traveled across the continent to what is now Walla Walla, Washington in the late 1830s. She was diagnosed with fallopian tube cancer in September 2019. By then she had a publisher, Seattle-based Sasquatch. She decided to delay cancer treatment until she could finish the book. In early January 2020 she delivered the final corrected page proofs to her editor on the way to her first chemotherapy infusion at UW Medical Center. “Unsettled Ground: The Whitman Massacre and Its Shifting Legacy in the American West” was published in November 2020. By then Cassandra had undergone long months of chemo, then radiation, then immunotherapy infusions. The toxins gave her neuropathy, edema and Type 1 diabetes but didn’t stop the tumors. Still, she was game to promote her book. The COVID-19 pandemic made normal book readings impossible, so she did virtual ones. She also met with at least half a dozen book clubs, bolstered by their comments and some stellar reviews. She became the star of our West Seattle neighborhood, greeted on her daily walks with much praise for her book. That always boosted her spirits. She went into hospice care in mid-April after her latest CAT scan showed the cancer was spreading. She died at home on June 10, 2021. It was a painful end.  Up until then she kept seeing beauty around her, kept walking and gardening and writing. Her family worshipped her. We had to wonder if she had started cancer treatment earlier, would she have had a better outcome. She never expressed regret about that, only satisfaction that “at least I finished the damn book.”

Cassandra Tate, Nieman`77

 

El primer abrazo de mi nieta de 9 meses

A muchos os parecerá poca cosa, una nimiedad, un abuso de autobombo en un blog público de 20 minutos. Para mí, en cambio, después del largo confinamiento, de 23 horas de viaje y de un montón de documentos sanitarios y legales, el primer abrazo de mi nieta de 9 meses ha marcado un hito en mi jubilación. Disculpadme si me paso siete pueblos. Ha sido emocionante. Y me gustaría compartirlo con todos los abuelos del mundo.

Primer abrazo de mi nieta Ana Isabel al llegar a su casa en Santa Fe, NM.

No ha sido fácil. Pero ha valido la pena. Mi nieta Ana Isabel Martínez Gabriel nació en Santa Fe, el 3 de septiembre de 2020, en plena pandemia. Todas las fronteras del mundo estaban cerradas por temor a la segunda ola de contagios del Covid y aún no había vacunas disponibles. Afortunadamente, en enero, justo después de Filomena, superé la neumonía bilateral producida por el coronavirus sin necesidad de ingresar en la UCI. La doctora me mandó a casa, con medicación de Urbason, Eparina, etc., porque tenía bastante oxigeno en las arterias. Cuando le dije que jugaba al tenis 3 ó 4 veces por semana añadió al informe del Covid positivo la palabra «deportista». Imaginaos: ¡La primera vez en mi vida que alguien me llama deportista!.

En mayo recibí mi segunda dosis de Pfizer y entonces me preparé para viajar a EE.UU. y conocer, por fin, a mi nieta. Documentos de vacunación completa, de haber pasado el Covid hacía más de 90 días, el PCR negativo dentro de las últimas 72 horas, mi libro de familia y el pasaporte de mi esposa yanqui notarizados y con la Estampilla de La Haya, el visado ESTA vigente y, lo más importante, la foto de mi nieta en la pantalla de mi móvil.

Ana Isabel en mi móvil

Facturé mi maleta con la escultura que tallé en palo rojo para mi nieta. En un ataque de inmodestia, la acompañé de fotos mías realizando la talla. Quería poder demostrar a la policía de frontera de EE.UU. que yo era el abuelo autor de la talla para su nieta y que no la había robado de ningún museo. Con los de Aduanas, en cuestiones de arte, nunca se sabe.

Abuelo en plena faena en tallasmadera.com

Enseñar la foto de mi nieta al policía de frontera fue mano de santo. Más que los documentos. Se derritió y me dejó pasar con todo mi equipaje.

A mi nieta le encantó mi escultura (un padre con su hija en brazos) de inspiración africana o picassiana.

Y sus padres, David y Chaz, tan contentos.

Mi hijo David con su esposa, su hija y mi obra de fin de curso.

Aproveché el viaje para llevar a David su regalo de Papá Noel: uno de los tres ejemplares que encuaderné de mis memorias (sin recortar) para mis tres hijos, dedicado también a su hija Ana Isabel.

Dedicatoria de «Y seguimos vivos. Recuerdos de un periodista que sobrevivió a la Dictadura».