Cada madrileño ha votado con la convicción, equivocada o no, de que la opción elegida conviene a sus intereses. La izquierda suele decir que “no hay nadie más tonto que un obrero de derechas”. Pienso que se equivoca. Se dispara un tiro en su pie. Mal hace la izquierda, especialmente el PSOE, si no se pone en los zapatos de los votantes de Ayuso para analizar fríamente las claves del éxito arrollador de IDA. ¿Por qué antiguos votantes socialistas, que apoyaron al victorioso Gabilondo hace solo dos años, se han pasado ahora al PP de Ayuso? Esta campaña me ha recordado a la de Aznar en el año 2000. Utilizando la “noche de los plásticos rotos” en El Ejido (Almería), atacó a los inmigrantes -como ahora hace VOX- y eso ayudó al PP a ganar la mayoría absoluta. Luego perdió las elecciones en 2004 a causa de la mentiras miserables sobre ETA , y no Al Qaeda, como autora de la masacre de Atocha.
Hillary Clinton dijo que los seguidores de Donald Trump eran “deplorables”. Y eso contribuyó a que perdiera las elecciones a la Casa Blanca. En 2016, yo seguí aquella campaña desde California, Nuevo México y Nueva Inglaterra. Pronto pude ver carteles en los jardines y pegatinas en los coches de votantes de Trump que presumían, con orgullo no disimulado, del eslogan “Yo soy deplorable”. En buena medida, el desprecio elitista hacia quienes votan al adversario le costó la presidencia de EE.UU. a la señora Clinton.
El 4 de mayo podemos convenir que muchos votaron con la emoción y los sentimientos más que con la razón y los pensamientos. La polarización extrema de los dos bloques favoreció que muchos votaran con las tripas, quizás con el corazón, pero no con el cerebro. La campaña del PP de Miguel Ángel Rodríguez, el Bannon de Ayuso y antes de Aznar, ha sido simplona, sí, pero muy efectiva. Disparos certeros (“Libertad”) a las tripas de la gente que estaba harta de no tener libertad de movimientos, harta de confinamientos, restricciones y sufrimientos por la pandemia. Poco importaba que la gestión del Covid por la presidenta Ayuso hubiera sido de las peores de España. ¿Cifras comparativas? ¿Para qué? Mejor, cañas y toros. Eso (“pan y circo”) es más viejo que el imperio romano.
Dentro de dos años, cuando toquen las próximas elecciones en Madrid, y hayamos superado en buena medida la pandemia y la crisis, habrá votantes de Ayuso que se sentirán defraudados por la triunfadora de estas elecciones. En el caso de que el miedo al Covid y al paro hayan disminuido, los electores de Ayuso podrán reconsiderar su voto. Pero solo si la izquierda no les llama imbéciles por haber votado a la derecha, sin reparar siquiera que lo hacían contra sus intereses. Algunos votaron por miedo o por hartazgo en una situación catastrófica mundial. Los italianos lo tiene claro: «¿Piove? Porco Goberno» (¿Llueve?. Puerco Gobierno)
Quede claro que, si utilizo mi capacidad de razonar, más que de sentir, yo nunca votaré al PP ni a VOX. No tengo los motivos de Fernando Savater para cambiar tanto. Conozco compañeros, incluso amigos, de mis clases de tallasmadera.com que han podido votar a Ayuso, quizás a Monasterio. Creedme. Son gente de bien. No son deplorables. Que la izquierda vaya tomando nota si quiere recuperar a sus hijos pródigos… en 2023. Si no, tendremos Ayuso para rato.