Archivo de mayo, 2021

Los indultos no me gustan, pero…

Los indultos a los presos independentistas catalanes, condenados por el delito de sedición, no me gustan nada. En realidad, tampoco me gustan los nacionalistas fanáticos, ya sean catalanistas de derechas como Jordi Pujol o españolistas de derechas como el dictador Francisco Franco. Claro que yo no asumo ningún coste con esta opinión. Me sale gratis. Felipe González y Alfonso Guerra, jubilados, también están en contra… y gratis. La oposición de derechas (Ciudadanos, PP y Vox) apenas asumen coste alguno por oponerse a los indultos que pretende aprobar el Gobierno. Muy al contrario, las derechas creen que obtienen un gran beneficio.

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno

En cambio, Pedro Sánchez asume un alto riesgo al ser partidario de los indultos. Puede romper el PSOE y perder las próximas elecciones. No es un «autoindulto» pues no necesita ganar votos de los independentistas del Congreso para acabar la legislatura. No le hacen falta ya que puede prorrogar los Presupuestos. ¿Por qué asume ese alto riesgo?

Equivocado o no, Sánchez (no olvidemos que es un superviviente de mil crisis) toma una decisión difícil, muy valiente, casi temeraria, pero en el caso de que sirva para aliviar algo la crisis de convivencia entre catalanes y la de Cataluña con el resto de España podría obtener un beneficio histórico.

En todo caso, si los indultos no le sirven para aliviar la actual crisis separatista, estará armado de razón, y más que legitimado, para responder con la máxima dureza a los eventuales retos anticonstitucionales de los supremacistas catalanes. Y no me refiero a las razones del conde duque de Olivares…

Donde no hay riesgo no hay beneficio. Ojalá acierte.

Me permito compartir con vosotros dos artículos me han llamado la atención: uno es de analytiks y el otro, de El País

 

El SUT nos hizo mejores personas

Lo recuerdo como si fuera ayer. Para los franquistas, el SUT se había convertido en un nido de rojos. Por eso, lo persiguió y lo cerró sin contemplaciones. Sobre esa historia tan singular acaba de salir un libro que recomiendo a mis hijos y a todos los del 15-M. Considero aquella experiencia personal, enriquecedora y silenciada, como el embrión de la Transición. Sé por qué lo digo. Yo estuve allí. Una de las fotos que incluye este libro me ha provocado un golpe de nostalgia. No es para menos. Fijaos que chaval, con 19 años (¡y qué mata de pelo!), sentado en un vehículo Willis del Ministerio de Agricultura. Procedía de la ayuda norteamericana a Franco a cambio de instalar las bases nucleares en España. .

Con 19 años, micrófono en mano y subido en este Willis, daba charlas y proyectaba películas por los pueblos de Sierra Morena.«

Acabo de comprar el libro «Una juventud en tiempo de dictadura. El Servicio Universitario del Trabajo (1959-1969)«, dirigido por el historiador Miguel A. Ruiz Carnicer. Su portada es muy expresiva de lo que hacíamos los «sutistas», durante los veranos, en los campos de trabajo y en las campañas de alfabetización.

 

Portada del libro, editado por Catarata.

Yo entré allí con 18 años y salí con 20 cuando la Dictadura, que lo había financiado, decidió perseguirlo y cerrarlo. Le había salido el tiro por la culata. El prólogo de la «sutista» Manuela Carmena, ex alcaldesa de Madrid, lo dice todo. Y la contraportada del libro lo resume así:

Contraportada del libro sobre la historia del SUT

Entre los ilustres sutistas, ya fallecidos, están el padre Llanos, Manolo Vázquez Montalbán, Juan Goytisolo, Xabier Arzalluz y Javier Pradera. Entre los vivos: Cristina Almeida, Pascual Maragall, José Luis Leal, Víctor Pérez Díaz, Jaime Peñafiel, Nicolás Sartorius, Ramón Tamames, Agustín Maravall, Paco Fernández MarugánJuan Anlló, etc.

Lo leeré con gusto. Gracias a sus autores, los franquistas no consiguieron silenciar del todo aquella experiencia humana y política tan maravillosa.

Portada del documental «La transición silenciada», de Miguel Ángel Nieto.

Y gracias, también, al periodista Miguel Ángel Nieto (ex redactor del diario El Sol), autor de «La transición silenciada», espléndido documental producido por Diagrama y emitido por las televisiones autonómicas.

Por la miseria y la pobreza que compartimos con la España rural en las campañas de alfabetización y en los campos de trabajo (solo durante los veranos), creo que  el SUT nos hizo mejores personas. Recién casados, en mayo de 1969, influido por las experiencias previas del SUT, Ana Westley y yo decimos ir de viaje de novios… a Las Hurdes. Dura e inolvidable experiencia.

Durante los dos años y pico que participé en el SUT, aprendí mucho también sobre agitación y propaganda (Agitprop). Como dice mi querida Cristina Almeida: «Gracias, SUT».

Aquí estoy preparando carteles y pancartas del SUT para movilizar conciencias y captar universitarios para las campañas de alfabetización y los campos de trabajo.

He repasado mis memorias inéditas («Y seguimos vivos. Recuerdos de un periodista que sobrevivió a la Dictadura») y no me resisto a copiar y pegar aquí el capítulo 7 («Enseñando a leer en Sierra Morena») donde cuento mi experiencia en el SUT. Paciencia. Tiene 5 ó 6 folios. El que avisa no es traidor.

Enseñando a leer en Sierra Morena

Capítulo 7                                                              

Ningún hueso roto. Yo creo que la presencia de ancianos y niños en la manifestación de Baeza hizo que “los grises” no se emplearan a fondo. Sus golpes no eran tan fuertes como yo me temía. Mientras retrocedíamos, primero lentamente, y luego a la carrera, aguanté y recibí, con gusto, los primeros golpes de “los grises”.

Fue mi bautizo, inmerecido, como activista. Lo suficiente para contarlo. La próxima vez, si no tenía que proteger a ancianos y niños, escaparía de la primera fila. Me dijeron que los grises sacaban fotos de los que encabezaban las manifestaciones para ficharlos. Tomé nota. Aprendí a correr antes de que me alcanzaran otra vez en las manifestaciones estudiantiles. Estoy haciendo memoria, y creo que, aunque me tuvieron a tiro, nunca más volvieron a zurrarme con sus porras. En las protestas universitarias solo tuve caídas y tropezones. No tenía, ni tengo, madera de mártir. Tampoco era yo (ni soy) muy valiente. Mi heroísmo, lo saben quienes me conocen bien, era de pura fachada. En Baeza, reaccioné así por instinto animal al igual que los demás jóvenes. Yo era un pardillo y, sin pensar en las consecuencias, me sentí obligado a proteger a los más débiles. No fue una reacción racional sino, mas bien, zoológica.

En dos semanas, mira por dónde, no quedó ni rastro de los moratones en piernas, brazos, culo y espalda que me hicieron en Baeza. No así la impresión tan profunda que me causó aquella experiencia política, poética y solidaria. Los “Paseos con Antonio Machado” se me quedaron grabados por mucho tiempo. En realidad, hasta hoy. Hace diez o quince años volví con mis hijos al lugar de los hechos. La cabeza de bronce del poeta, que permaneció escondida hasta que recuperamos la democracia, estaba, al fin, en su sitio. Emocionante recuerdo.

En el autocar que nos trajo de Baeza a Madrid no paramos de cantar y reír hasta que, muy entrada la noche, empezamos a dar algunas cabezadas. Al final, el sueño nos venció y salvó a nuestras gargantas de una afonía grave. Misión cumplida.

A los pocos días, todo el Colegio Mayor sabía quiénes habíamos acudido a Baeza. Casi mejor. Estaba harto de disimular. Me apunté inmediatamente al SUT (Servicio Universitario del Trabajo). Pensé que eso me protegería. El SUT dependía del SEU y financiaba sus actividades con dinero del Régimen. También me atrajo el hecho de que estaba lleno de rojos y de falangistas anti franquistas. Una cosa compensaba la otra.

Los jóvenes del 15-M de 2011 que, como mi hijo menor, dormían en la Puerta del Sol, algunas ONGs y quienes sueñan con la regeneración democrática de España podrían encontrar inspiración, paternalismo aparte, en la memoria del SUT de los años 50 y 60.

Hace poco, al cabo de medio siglo, una treintena de sutistas (ex miembros del SUT) cargados de canas, arrugas, calvas y alguna barriga cervecera, nos reunimos en Madrid. Nos habían convocado historiadores de la Universidad de Zaragoza para apoyar una investigación sobre nuestra pequeña historia. (1)

Además del natural ataque de nostalgia y de un cariñoso intercambio de viejos afectos, la reunión de jubilados nos sirvió para reflexionar sobre quiénes éramos, cuál fue la evolución de nuestra conciencia social y qué inquietudes políticas nos movían en el mundo universitario (de 1950 a 1968) en plena dictadura franquista.

En aquellos veranos intensos se produjeron intercambios de experiencias en dos direcciones. El efecto era muy enriquecedor, sobre todo para los estudiantes. Trabajábamos en fábricas, minas, talleres, granjas, explotaciones de todo tipo y en campañas provinciales de alfabetización. Enseñábamos a leer y escribir a los adultos y ancianos analfabetos que lo desearan. Vivíamos y comíamos en sus casas. De vez en cuando íbamos a comer a una casa distinta para repartir el coste entre los alumnos. La mayoría eran pobres de solemnidad.

Una mezcla explosiva

 La mezcla de universitarios, socialmente inquietos, con obreros y campesinos, al borde de la miseria y con la rabia contenida, era explosiva. No era, pues, de extrañar que los gobernadores civiles y jefes provinciales del Movimiento y el propio Ministerio de la Gobernación escribieran alarmados “mensajes urgentes del SUT” a la dirección nacional del SEU en Madrid.

Por eso, de vez en cuando, las autoridades del franquismo abrían y cerraban cíclicamente nuestras actividades, tan contradictorias e incomprensibles para quienes aplicaban la política represiva de la Dictadura.

La letra misma del himno del SUT de aquella época no deja de ser chocante para los universitarios de hoy, tan abocados al paro o al mileurismo. Con la música de “Santa Bárbara bendita, tralaralará, tralará, patrona de los mineros…” cantábamos una estrofa que decía “somos universitarios que queremos ser obreros, mira Marusiña, mira, mira, como vengo yo”.

Los archivos del SUT, del SEU y del Movimiento fueron indebidamente purgados o quemados. Los historiadores lo tienen muy difícil para conectar con los miles de universitarios que pasamos voluntariamente los veranos en cientos de campos de trabajo (minas, fábricas, talleres, granjas, etc.), llevando teatro y cine, y enseñando a leer y escribir a miles de analfabetos en las Campañas de Educación Popular de Granada, Jaén, Cáceres, Almería, León, etc.

Recuerdo muy bien, por ejemplo, las actuaciones espectaculares del Teatro Universitario (el TEU de la Universidad de Barcelona), montando y desmontando sus escenarios en las plazas de los pueblos de Sierra Morena, en Jaén. Movían tablones enormes bajo un sol de fuego. Al atardecer, como en La Barraca de García Lorca, dejaban boquiabiertos a los vecinos. Una explosión de cultura, nunca vista por los serranos. Francamente emocionante. Obras de Cervantes, García Lorca, Lope de Rueda o los hermanos Álvarez Quintero fueron interpretadas, por primera vez, en las aldeas más olvidadas de Sierra Morena.

Los actores de aquel Teatro Español Universitario que se unieron a la Campaña de Alfabetización del SUT eran, para empezar, Mario Gas y Emma Cohen, primer actor y primera actriz respectivamente. Ahí queda eso. Más que una iniciativa franquista (que se hacía, desde luego, con el dinero del Régimen de Franco) me parecía una herencia milagrosa de las Misiones Pedagógicas de la II República

“Los amores de don Perlimplín con Belisa en su jardín” y la “Tragicomedia de don Cristobal y la señá Rosita” son obras de García Lorca que nunca olvidaré, por el efecto que me causó aquel público entregado, embobado. Aún conservo grabada de forma indeleble en mi cerebro una de las canciones de Belisa o de la señá Rosita. De vez en cuando la canto:

“Por el aire van / los suspiros de mi amante / por el aire van / van por el aire.

A la flor / a la pitiflor / a la verde oliva / y bajo los rayos del Sol / se peina mi niña”. 

La bella Emma Cohen, estudiante de Derecho, primera actriz del TEU por los montes de Jaén, nos enamoró a todos. No me extrañó que pronto enamorara también al grandísimo Fernando Fernán Gómez con quien compartió su vida. Mario Gas estuvo genial. Pocos años después, tampoco me sorprendió su meteórica carrera hacia el éxito como actor y director teatral.

Por algo el SUT, aquella válvula de escape del franquismo para canalizar (quizás, controlar) las inquietudes sociales de los jóvenes, acabó como el rosario de la aurora. Los jerarcas de la Dictadura querían mejorar, a toda costa, la imagen exterior de España. Franco, reconocido por Estados Unidos y por la ONU, estaba llamando a la puerta de Europa. La Comunidad Económica Europea le daba con la puerta en las narices. Desde que me apunté al SUT, me mandaron a un par de conferencias y seminarios de organizaciones universitarias europeas semejantes a la nuestra. Creo que me eligieron por ser uno de los pocos que podía chapurrear francés.

Curas comunistas como el padre Llanos

Algunos entraron en el SUT como partidarios del franquismo, con raíces falangistas, o de Acción Católica. Muchos de ellos salieron, desde luego, listos para engrosar las filas de partidos y organizaciones políticas de la oposición clandestina a la Dictadura.

Apenas queda rastro oficial de aquellas actividades tan singulares, paternalistas, incluso revolucionarias, protagonizadas por una mezcla incomprensible de falangistas, curas obreros, comunistas, socialistas, democristianos y hasta frailes y monjas.

Había una combinación excitante de pavor y disimulo, de idealismo e ingenuidad. Los sutistas comenzábamos nuestra labor inspirados por la catequesis marxista del padre José María Llanos, fundador del SUT y ex capellán del Frente de Juventudes. Cuentan que el padre Llanos fue confesor de Franco. No lo pude confirmar. Lo que sí está confirmado es que dirigió los ejercicios espirituales del dictador en 1943, y luego acabó en el Partido Comunista. Típica evolución de muchos sutistas. El cura del SUT vivió entre los pobres de El Pozo del Tío Raimundo en Vallecas y participó en la fundación del sindicato ilegal Comisiones Obreras. Nunca fue detenido. Algunas biografías atribuyen a Franco una orden permanente sobre el padre Llanos: “A ese, ni tocarlo”.

La protección que parecía disfrutar el fundador del SUT no se extendía, desde luego, a sus seguidores en los campos de trabajos o campañas de alfabetización. Las actividades veraniegas de los sutistas acababan, a menudo, con huelgas, disturbios y persecuciones de la policía y la Guardia Civil por toda España.

A más de uno, su paso por el SUT, con su eventual ficha policial, le amargó la mili o le perjudicó en su carrera profesional. Para la mayoría, fue una experiencia que, en buena medida, cambió nuestras vidas. Yo creo que nos hizo -perdón por la inmodestia- mejores personas. Desde luego, más antifranquistas.

Varios fundadores del SUT nos recordaron recientemente, con una pequeña mezcla de amargura e ilusión, que los que ganamos, como siempre, fuimos nosotros. Nuestros amigos y anfitriones temporales (obreros y campesinos) siguieron con sus miserias y sus peleas objetivas.

El SUT, embrión de la Transición

 Conocimos la realidad, o sea, la miseria económica, social y cultural de España. Inflados de ingenuidad y buena fe, quisimos cambiarla. Digamos que, con el SUT, al franquismo le salió el tiro por la culata. Un disparo de bajo coste cuyos efectos noté al cabo de mucho tiempo.

Diez años más tarde, viví la Transición como miembro del equipo del vicepresidente del Gobierno, Fernando Abril Martorell. En aquel proceso de reconciliación y cambio, pude reconocer a algunos viejos colegas del SUT que fueron valiosos para la recuperación de las libertades. También recordé los valores del compromiso social que habíamos adquirido conviviendo con obreros y campesinos en los campos de trabajo y las campañas de alfabetización.

Por eso, y esto no lo hago solo por presumir, creo que no vendría mal dejar alguna huella escrita de aquellas aventuras paternalistas/revolucionarias, idealistas/ingenuas, pero -eso sí- honradas y solidarias, para las generaciones venideras. Claro que para eso están los historiadores.

En el verano de 1966, me alisté en la campaña de alfabetización del SUT en la provincia de Jaén. Meses antes, como un mindundi recién llegado, colaboré con el equipo directivo en la organización y en la comunicación externa. O sea: agitación y propaganda para captar estudiantes. Una vez en Jaén, me sorprendieron con una tarea muy singular, incluso divertida. Mi trabajo consistía en ofrecer y comentar documentales cinematográficos sobre temas agrícolas, tratamiento de plagas, cooperativismo, etc., y películas antiguas, a modo de cine fórum, por todos los pueblos, aldeas y pedanías de Sierra Morena que tuvieran luz eléctrica. La pantalla solía ser cualquier pared blanca o desconchada de la Iglesia o de alguna casa de la plaza del pueblo.

Contaba con una furgoneta gris. Venía con conductor incluido, Fernando, empleado del ministerio de Agricultura, que se integró muy bien con los miembros del SUT. Su camioneta estaba equipada con micrófono, cuatro altavoces, focos, proyector de películas y documentación y folletos sobre las charlas de divulgación agraria para repartir entre los campesinos de la región que supieran leer.

Quienes me conocieron de mayor, y me tienen por parlanchín irremediable, no me van a creer. Lo sé. Sin embargo, debéis creerme si os digo que lo primero que tuve que superar fue el pavor que tenía a hablar ante un público desconocido, micrófono en mano, y a provocar debates con los espectadores. Lo superé y estuve mucho tiempo orgulloso de ello. Hablar en público. Otra beca.

El ministerio de Agricultura puso a nuestra disposición su Unidad Móvil nº 1 y todo su material de divulgación y entretenimiento. Me dijeron que aquel armatoste gris oscuro, entre ambulancia y coche fúnebre de los años cincuenta, vino a España dentro del paquete de ayuda del presidente Eisenhower al general Franco, a cambio de utilizar nuestro territorio para sus bombarderos atómicos en la guerra fría contra Rusia.

No era broma. Unos meses antes, en enero de ese mismo año, habían caído sobre Palomares (Almería), muy cerca de mi antigua casa de La Rumina (Mojácar), cuatro bombas atómicas que, sin estallar, contaminaron de plutonio radiactivo las tierras que yo había recorrido de niño para vender nuestros tomates en la alhondiga de Cuevas.

En Almería me alimenté con el queso americano amarillo y la leche en polvo, que se te pegaba irremisiblemente en el cielo de la boca. Con aquel viejo Jeep Willys del ministerio de Agricultura probé otro de los regalos de aquella “Cruzada por la Libertad”, tan hipócrita, de los Estados Unidos.

Para los españoles, no tuvo nada que ver con la libertad. Nada más lejos. EE. UU. predicaba democracia y apoyaba dictaduras. El presidente norteamericano vino a España para abrazar y apoyar al tirano Francisco Franco, viejo aliado de Hitler y Mussolini en la guerra civil y en la segunda guerra mundial. Hizo de traductor en aquella visita el general norteamericano Vernon Walter, ayudante del presidente Eisenhower.

Permitidme ahora un pequeño salto en el tiempo. En 1988, entrevisté al general Walter en Nueva York, donde era embajador de su país ante la ONU. Él hizo de traductor entre Franco y Eisenhower en Madrid. Al apagar la grabadora, le reproché la hipocresía de su país cuando él acompañó a su presidente a ver a “nuestro” dictador. Un debate fuerte. Ya lo creo. Le conté que, de niño, yo llevaba a los marineros de la VI Flota yanqui a Las Perchas, el barrio de putas de Almería. Por dinero. Luego pintábamos “Yanqui go home” cerca del Puerto. El general se refugió en el pragmatismo del mal menor para derrotar al comunismo.

No le quise decir que el Jeep Willys de la ayuda norteamericana a la Dictadura me había venido muy bien en Sierra Morena. De maravilla.

(1) Entre los más ilustres sutistas, ya fallecidos, están el padre Llanos, Xabier Arzallus, Manolo Vázquez Montalbán, Juan Antonio Hormigón y Javier Pradera. Entre los vivos: Cristina Almeida, Pascual Maragall, Víctor Pérez Díaz, Jaime Peñafiel, Nicolás Sartorius, Ramón Tamames, Agustín Maravall, Juan Anlló, José Luis Leal, etc.

Mis memorias inéditas de la Transición y el Periodismo, escritas para mis hijos y nietos durante el largo confinamiento de la Covid 19.

 

 

 

 

 

Cambio, difícil de explicar, al frente de Indra

El presidente de Indra, Fernando Abril Martorell, será sustituido por alguien más próximo al Gobierno de turno. Y nadie sabe como ha sido.

Articulo de José Luis Leal, ex ministro de Economía, en El País.

Indra ha pasado en los años de Abril-Martorell de 34.000 a 50.000 empleados. José Luis Leal, ex ministro de Economía, da algunas claves:  «En el anuncio de sustitución no se mencionó la causa, lo que permite conjeturar. (…) El perfil del nuevo presidente propuesto por el Gobierno, sin desmerecer su currículo técnico, prima la cercanía ideológica sobre la experiencia en la gestión». Por eso, este cambio me huele a chamusquina. Antes que nada, para que no se me vea mucho el plumero, debo decir que soy amigo de Fernando Abril-Martorell, como lo fui de su padre y maestro Fernando Abril Martorell, vicepresidente del Gobierno de Adolfo Suárez y principal artífice de la Constitución del 78 junto con Alfonso Guerra.

Noticia publicada por El País.

Carlos Herranz , en El Confidencial, añade nuevos detalles sobre el cambio en Indra.

IBEX INSIDER

Raúl Blanco, la crisis de Indra y las prisas por españolizar ITP

Carlos Hernanz

EL Confidencial

El secretario general de Industria, Raúl Blanco trasladó a la cúpula comandada por Fernando Abril-Martorell el deseo del Gobierno de que valorase la compra de ITP Fernando Abril-Martorell. (EC) Por 24/05/2021 – 05:00 L a caja de los truenos de Indra se abrió hace 10 días, pero la tormenta eléctrica venía cargando voltaje hace semanas. El secretario general de Industria, Raúl Blanco, a la sazón el hombre del Ejecutivo para los temas de industria pública, trasladó a la cúpula comandada por Fernando Abril-Martorell el deseo del Gobierno, primer accionista de la compañía (18%) y a su vez primer cliente, de que valorase la compra de ITP, el fabricante de turbopropulsores aeroespaciales controlado por la británica Rolls-Royce, aunque en origen y por su equipo gestor es una compañía española, fundada hace décadas bajo el paraguas de la SEPI. Una vez lanzado el proceso de venta, por el que Rolls-Royce se ha comprometido ante los inversores a obtener 1.500 millones de euros, la terna de interesados quedó compuesta solo por fondos de capital riesgo. De hecho, a finales de mayo se hace corte entre Towerbrook, KKR, Bain Capital y Cinven. Fue entonces cuando el Ejecutivo reparó en el papel estratégico de ITP, tal vez por la insistencia del Gobierno vasco y el peso del PNV en Madrid, lo que provocó un plan de urgencia para encontrar un comprador que garantice o, al menos, ayude a visualizar la españolidad de la compañía con sede en Zamudio. Y ahí es donde aparecieron Blanco e Indra. Hace dos años, Indra tuvo en sus manos la compra de ITP. Había acuerdo de precio con Rolls-Royce y 700 millones de financiación listos Carlos Hernanz Qué necesitas llevar al examen de selectividad (EBAU): mascarilla, calculadora… El representante italiano de Eurovisión da negativo en la prueba de drogas Guste o no, el bitcoin se dispara o se hunde al ritmo de los tuits de Elon Musk Quabit deja de cotizar en bolsa tras su absorción por Neinor Homes ¿Cambio de ciclo o bache coyuntural? Incógnitas del futuro de la vivienda en España Piedras conocidas en el camino de la recuperación de Indra Indra desata las dudas de los analistas por un nombramiento con tintes políticos Últimas noticias Ver más Mercados Raúl Blanco, la crisis de Indra y las prisas por españolizar ITP Menú jmaldo mar Invitar Airbus: Raúl Blanco, la crisis de Indra y las prisas por españolizar ITP 25/5/21 11:07 https://www.elconfidencial.com/mercados/ibex-insider/2021-05-24/indra-abril-martorell-itp-raul-blanco-sepi_3094871/ Página 2 de 4 Abril-Martorell trasladó al consejo la consigna, pero para el actual equipo era ya una operación olvidada. Indra estaba a otras cosas estos meses atrás. En concreto, en la oportunidad de hacerse con el 25% de la alemana Hensoldt, antigua filial de radares y electrónica de Airbus, por la que KKR pedía más de 400 millones. Sin embargo, al final el comprador fue el grupo italiano Leonardo, después de que la también alemana MTU, socia de ITP en el proyecto del FCAS, no fuera aceptada para participar en la compra del fabricante español, pese a las gestiones gubernamentales realizadas con Moncloa y con Vitoria, según fuentes informadas del proceso. ¿Vetos cruzados? Fue hace dos años cuando Indra tuvo en sus manos la compra de ITP. Había acuerdo de precio con Rolls-Royce y 700 millones de financiación listos para el desembolso. Sin embargo, la entrada en acción de otros actores, con Airbus entre bambalinas (entonces era consejero Josep Piqué, que dejó el cargo para presidir luego ITP), anuló la capacidad política de Raúl Blanco para remar a favor de la operación liderada por Abril-Martorell e Ignacio Mataix, antiguo primer ejecutivo del fabricante de turbopropulsores y desde comienzos de 2018 enrolado en Indra como consejero ejecutivo. Aquel gatillazo dejó claro cómo estaban repartidas las cartas. El pasado 14 de mayo, la SEPI comunicó al presidente de Indra su intención de proponer a otra persona para el cargo en la próxima junta de accionistas, a pesar de estar aún humeante su apoyo al nuevo plan estratégico de AbrilMartorell. Más allá de la figura del primer ejecutivo, el consejo de administración, donde los independientes son mayoría (siete de 13), consideró poco estéticas las formas empleadas, por legítima que sea la decisión del Gobierno. No en vano, hicieron falta dos días para redactar el hecho relevante publicado el viernes 21 por la tarde, con más diplomacia entre líneas de lo que puede interpretarse a simple vista. Sede de Indra en Madrid. (Indra) Airbus: Raúl Blanco, la crisis de Indra y las prisas por españolizar ITP 25/5/21 11:07 https://www.elconfidencial.com/mercados/ibex-insider/2021-05-24/indra-abril-martorell-itp-raul-blanco-sepi_3094871/ Página 3 de 4 Teniendo en cuenta el perfil del saliente, el consejo de administración de Indra dejó claro a los representantes de SEPI que no aceptará cualquier candidato. Solo así se explica que tras una semana de aguas revueltas, con el plantón de Abril-Martorell a continuar como pato cojo, no haya todavía sustituto. Mientras tanto, la compañía se dejó un 8% en bolsa en solo dos horas y vio cómo algunos brókeres rebajaban la recomendación de inversión ante las “malas noticias” asociadas a la “inesperada” salida del presidente, cuyo “very good job” había devuelto la credibilidad a Indra. Si el listón está alto, las prisas por ITP se lo ponen más difícil al peón de Blanco. Tras barajar diferentes nombres, como Ignasi Nieto (Ineco), el elegido ha sido Marc Murtra, un nombre poco conocido en los predios del Ibex hasta su reciente promoción este año como patrono de la Fundacion Bancaria La Caixa. Como siempre, el ojo de Isidro Fainé llegó antes que el resto. Columnista político ocasional de los diarios ‘Ara’ y ‘La Vanguardia’, atesora bagaje profesional en el sector privado, ha sido consultor tecnológico y asesor financiero (ahora dirige Closa Capital), pero sobre todo en el sector público, desde el Ayuntamiento de Barcelona al Ministerio de Industria (2006-11), además de director general de Red.es, gracias a su vinculación al PSC.

 

 

Con el obispo del inmenso Sur de Madrid

Ayer pasé la tarde con don Ginés García Beltrán, obispo de mi pueblo (Villanueva de la Cañada) y también de Getafe, Móstoles, Alcorcón, Boadilla, etc. Mi paisano Don Ginés es el jefe de sexta diócesis más poblada de España (1,7 millones), después de Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla y Bilbao. O sea: la del inmenso Sur de Madrid, con catedral en Getafe.

Calle Madrid de Getafe.

Hacía tiempo que no paseaba yo por la espléndida Calle Madrid. La Expo de pintura de mi chica, por haber obtenido el premio Ciudad de Getafe en el Salón de Otoño del Retiro de la AEPE, me ha brindado esta oportunidad. También la de presumir por haber hecho una buena boda hace más de medio siglo.

El obispo don Ginés y Luis Domínguez, concejal de Cultura, con mi esposa y mi nieto Leo, junto al cuadro premiado.

Tras dejar la corresponsalía del New York Times en España, Ana Westley se dedicó a escribir con pinceles y yo, a presumir de ella. Esta nota sobre su Expo es una prueba irrefutable de lo que digo. Ayer me enteré de que don Ginés ha sido también párroco de Mojacar (Almería) mi otro pueblo donde pasé buena parte de mi infancia y adolescencia.

Con mi burro iba a misa y a por agua potable a Mojacar.

Desde mi casa en La Rumina, más de una vez subí hasta su parroquia en burro. Y a cargar mis cuatro cántaros de agua en la fuente árabe de Mojacar.

Loa astronautas ven dos cosas desde el espacio: la muralla china y el mar de plásticos de Almería.

Dos óleos  de Ana Westley llamaron la atención de nuestro obispo: «Mar de Plástico» de Níjar (Almería) y Calipso, en su playa favorita de Terreros (Almería).

La playa del Calipso (Mar Serena, en Terreros) es la favorita de los turistas de Huércal Overa (Almería), el pueblo del obispo.

Mi nieto Leo se portó muy bien, aunque acabó rendido en medio de la sala.

Leo explica un cuadro de su abuela al obispo y a mí.

 

Leo aguantó bien la visita a la Expo hasta que cayó rendido .

Nos despedimos del obispo frente al óleo «Pandemia», que ha marcado nuestra vida en año y medio: un banco no frecuentado por nadie, durante el largo confinamiento, junto nuestra casa de Villanueva de la Cañada (Madrid), una de sus parroquias.

«Pandemia», representada por un banco no frecuentado por nadie durante el confinamiento.

Nuestro hijo Erik  y nuestro paisano Antonio Cantón, junto al óleo premiado («Marea Baja»), no faltaron a la cita en Ramón y Cajal, 22 (Getafe).

 

 

 

 

 

 

Palomares: días de playa y plutonio

Anoche vi el cuarto y último capítulo de la serie «Palomares: días de playa y plutonio», producida por 93 metros para Movistar.  Terminó con un homenaje a dos jóvenes colegas, David Beriain y Roberto Fraile, productores de la serie documental, asesinados el pasado 27 de abril en Burkina Faso.

David Beriain y Roberto Fraile, productores de la de la serie, asesinados en Burkina Faso.

Fue su último y espléndido trabajo antes de viajar a Africa. Todo el equipo de la serie, dirigida por Alvaro Ron, sufrió un gran impacto emocional por el asesinato de sus colegas mientras hacían un documental sobre la caza furtiva. Mi hijo Erik  tenía cita con David y su esposa, al regresar de Africa. No pudo ser. Terrible tragedia. David y Roberto dejaron su huella profesional en los cuatro capítulos de Palomares, que recomiendo vivamente, y su huella personal indeleble en quienes les conocieron.

Bomba de hidrógeno recuperada del fondo del mar, gracias al pescador Paco, el de la Bomba.

Yo creía conocer bien el caso de las bombas atómicas caídas el 17 de enero de 1966 en Palomares (Almería), tan cerca de mi casa en La Rumina (Mojacar). No en vano pasé por allí muchas veces, de niño, con mi padre y el carro lleno de tomates, camino de la alhondiga de Cuevas de Almanzora. En las vacaciones de Semana Santa del 1966, visité la zona contaminada por plutonio y hablé con los vecinos del pueblo. Me impresionó el desconocimiento que había allí sobre la gravedad del accidente del super bombardero B-52 del que cayeron cuatro bombas de hidrógeno, una de ellas al mar.

Como propina, presumiré de mi hijo Erik que interpretó, con el nombre de su abuelo materno, a un coronel de la Fuerza Aérea de EE.UU.

Mi hijo Erik, como coronel Westley, en busca de la bomba.

 

Alph Westley (USAF), abuelo materno de mis hijos.

Gracias a las indicaciones de Paco, el de la Bomba, que andaba pescando por el lugar, los norteamericanos pudieron recuperar el artefacto nuclear. Nunca le premiaron. Un manto de silencio (y censura) cubrió la contaminación radiactiva más grave en una población civil desde Hiroshima y Nagasaki.  La dictadura de Franco quedó con el culo al aire, humillada y silenciada por el Gobierno de Estados Unidos. Normalidad, no pasa nada en Palomares, era el mensaje unánime de la prensa censurada por la Dictadura. Su publicó, eso sí, el baño del ministro Manuel Fraga en la playa de Vera para demostrar que no había peligro alguno de restos de plutonio en la zona. Lo había, sí, pero el Gobierno mintió a la población. Es lo que pasa cuando no hay libertad de prensa.

Erik, de Hollywood a Palomares, hace de coronel Westley.

La serie me ha recordado los esfuerzos y el coraje de Antonia Flores, alcaldesa de Palomares, quien, a los 20 años de la tragedia, exigió información oficial (ya en Democracia) sobre los efectos de la radiactividad en la salud de sus vecinos. El 17 de enero de 1986 (20 aniversario) tuve a la joven Antonia Flores como invitada en el informativo Buenos Dias de TVE, que yo dirigía y presentaba entonces. Una joven valiente que buscaba la verdad. Recuerdo los viajes, casi secretos, a Madrid de los vecinos de Palomares, asustados, para su chequeo anual en la Junta de Energía Nuclear. Y el miedo en la zona a hablar del accidente nuclear ya que temían que las noticias sobre plutonio radioactivo pudieran afectar al futuro de sus cosechas.

Con Álvaro Martín Blanco, director de Fotografía de la serie, y mi hijo Erik, en nuestra casa, celebrando el éxito de la serie.

Una historia, bien documentada y cargada de tensión, que Alvaro Ron, director,  y Daniel Beriain, productor, han sabido llevar magistralmente a la pantalla.  No os la perdáis.

Enhorabuena, Alvaro.  Buen trabajo. Y que David y Roberto descansen en paz.

 

Ante el primer corsé de madera…del mundo

No soy crítico de arte. Desde que me jubilé como director general de 20 minutos, apenas soy un aficionado a la talla y escultura en madera. En tiempos de pandemia, y especialmente para salir con éxito de este largo confinamiento, os recomiendo que realicéis algo con las manos. Conmigo ha funcionado. Crear algo desde la nada (un cacho de madera, por ejemplo) os hará sentir como si fuerais dioses. O, por lo menos, os relajará bastante la tensión acumulada desde que nos atacó el coronavirus. O sea, contra pandemia, arteterapia. Y eso es lo que hacemos en tallasmadera.com o en la Escuela de Arte La Palma (Madrid) donde mi maestra, Sandra Krysiak, es profesora. Ayer celebramos públicamente con ella uno de sus éxitos que, sin que parezca autobombo, me gustaría compartir con vosotros.

La diseñadora Maya Hansen tuvo la idea de exhibir un corsé de madera en la pasarela de moda más importante de Madrid, la antigua Cibeles. Un sueño imposible (una locura) hasta que descubrió la web de mi maestra.  Como Napoleón, Sandra piensa que «lo difícil se hace, lo imposible se intenta».  Aceptó el reto a partir de un boceto de la gran diseñadora y talló el primer corsé de madera… del mundo.  Fue un éxito en España y en pasarelas de medio mundo. Ayer pudimos verlo de nuevo en la Galería Primavera, 9 (Lavapies, Madrid) y allí estará hasta el 17 de junio.

Mi maestra, Sandra Krysiak, ante el corsé que talló en madera para la diseñadora Maya Hansen.

La madera presenta muchas dificultades, casi nunca insalvables. En clase decimos que las vetas te hablan y el nudo te grita. Pero hay pocas cosas comparables a la satisfacción de la obra bien hecha. La felicidad suele ser proporcional a la dificultad del reto asumido.  Eso dice la maestra.

La modelo luce el corsé de madera en la pasarela de Madrid

Lo que parecía imposible, se hizo.

El desbaste a golpe de gubia y formón.

 

Y aquí estoy yo presumiendo ayer de mi maestra, por si me sube la nota.

Y, para presumir mas aún, aquí estoy con la gran diseñadora Maya Hansen en persona.

 

 

 

 

Los votantes de Ayuso no son deplorables

Cada madrileño ha votado con la convicción, equivocada o no, de que la opción elegida conviene a sus intereses. La izquierda suele decir que “no hay nadie más tonto que un obrero de derechas”. Pienso que se equivoca. Se dispara un tiro en su pie. Mal hace la izquierda, especialmente el PSOE, si no se pone en los zapatos de los votantes de Ayuso para analizar fríamente las claves del éxito arrollador de IDA. ¿Por qué antiguos votantes socialistas, que apoyaron al victorioso Gabilondo hace solo dos años, se han pasado ahora al PP de Ayuso?  Esta campaña me ha recordado a la de Aznar en el año 2000. Utilizando la “noche de los plásticos rotos” en El Ejido (Almería), atacó a los inmigrantes -como ahora hace VOX- y eso ayudó al PP a ganar la mayoría absoluta. Luego perdió las elecciones en 2004 a causa de la mentiras miserables sobre ETA , y no Al Qaeda, como autora de la masacre de Atocha.

Hillary Clinton llamó «deplorables» a los seguidores de Trump. Perdió las eleciones.

Hillary Clinton dijo que los seguidores de Donald Trump eran “deplorables”. Y eso contribuyó a que perdiera las elecciones a la Casa Blanca. En 2016, yo seguí aquella campaña desde California, Nuevo México y Nueva Inglaterra. Pronto pude ver carteles en los jardines y pegatinas en los coches de votantes de Trump que presumían, con orgullo no disimulado, del eslogan “Yo soy deplorable”. En buena medida, el desprecio elitista hacia quienes votan al adversario le costó la presidencia de EE.UU. a la señora Clinton.

Ayuso y Aznar han tenido al mismo Bannon trumpista: Miguel Ángel Rodríguez.

El 4 de mayo podemos convenir que muchos votaron con la emoción y los sentimientos más que con la razón y los pensamientos. La polarización extrema de los dos bloques favoreció que muchos votaran con las tripas, quizás con el corazón, pero no con el cerebro. La campaña del PP de Miguel Ángel Rodríguez, el Bannon de Ayuso y antes de Aznar, ha sido simplona, sí, pero muy efectiva. Disparos certeros (“Libertad”) a las tripas de la gente que estaba harta de no tener libertad de movimientos, harta de confinamientos, restricciones y sufrimientos por la pandemia. Poco importaba que la gestión del Covid por la presidenta Ayuso hubiera sido de las peores de España. ¿Cifras comparativas? ¿Para qué? Mejor, cañas y toros. Eso (“pan y circo”) es más viejo que el imperio romano.

Miguel Ángel Rodríguez, el «Rasputín» de Aznar y Ayuso, que aplicó hábilmente las técnicas y las «fake news», simplonas pero efectivas, de Trump.

Dentro de dos años, cuando toquen las próximas elecciones en Madrid, y hayamos superado en buena medida la pandemia y la crisis, habrá votantes de Ayuso que se sentirán defraudados por la triunfadora de estas elecciones. En el caso de que el miedo al Covid y al paro hayan disminuido, los electores de Ayuso podrán reconsiderar su voto. Pero solo si la izquierda no les llama imbéciles por haber votado a la derecha, sin reparar siquiera que lo hacían contra sus intereses. Algunos votaron por miedo o por hartazgo en una situación catastrófica mundial. Los italianos lo tiene claro: «¿Piove? Porco Goberno» (¿Llueve?. Puerco Gobierno)

Quede claro que, si utilizo mi capacidad de razonar, más que de sentir, yo nunca votaré al PP ni a VOX. No tengo los motivos de Fernando Savater para cambiar tanto. Conozco compañeros, incluso amigos, de mis clases de tallasmadera.com que han podido votar a Ayuso, quizás a Monasterio. Creedme. Son gente de bien. No son deplorables. Que la izquierda vaya tomando nota si quiere recuperar a sus hijos pródigos… en 2023. Si no, tendremos Ayuso para rato.

 

 

 

 

 

 

 

Como aquel 2 de mayo, con el corazón partío

Cuando Bush, Blair y Aznar invadieron Irak, me acordé del papelón de Goya y del Empecinado ante la invasión de España por las tropas de Napoleón en 1808 y la rebelión popular de aquel 2 de mayo. El dilema moral y político de ambos españoles, entre la fe y la razón, entre el antiguo régimen absolutista, apoyado por la nobleza y el clero, y el reformismo ilustrado de los enciclopedistas, me ha perturbado con frecuencia. La ambigüedad miedosa del afrancesado Goya y el heroísmo del guerrillero Juan Martín, El Empecinado, me partían el corazón. Dos patriotas, primero enfrentados y luego unidos por el amor a la libertad.

Los fusilamientos del 3 de mayo. Goya

¿Cuántos iraquíes liberales, contrarios a la dictadura de Sadam Hussein, tuvieron que defender su territorio invadido por tropas extranjeras occidentales que, sin embargo, les prometían la instauración de la democracia? Algo parecido ocurrió cuando la Unión Soviética invadió Afganistán con la idea de modernizar el viejo régimen y frenar así el contagio del fanatismo islamista a sus territorios limítrofes. Ni siquiera las tropas de Alejandro Magno, discípulo de Aristóteles, pudieron someter a los “barbaros” afganos. Tampoco pudo el emperador Napoleón I someter a los españoles.

Blair, Bush y Aznar, el trío de las Azores. Allí acordaron la invasión de Irak.

¿Acaso no prometía Napoleón la modernización de España, frente a la nobleza y el clero, en favor de la burguesía y el pueblo llano? El pueblo llano y algunos, muy pocos, militares desobedecieron las órdenes que dio Fernando VII (el rey felón) de apoyar a las tropas francesas y se rebelaron por su cuenta contra el invasor. Imagino el dilema moral de Francisco de Goya, un ilustrado de ideas afrancesadas, cogido entre dos fuegos. Y comprendo también su miedo a tomar claramente partido entre los invasores, que prometían apoyar sus ideas modernas, y los patriotas guerrilleros que luchaban contra el francés.

Alegoría de la Villa de Madrid. Francisco de Goya. Sin la imagen del rey José I, borrada del medallón.

José Bonaparte ocupó el trono español el día de Santiago de 1808, en plena Guerra de la Independencia. Goya le dedicó entonces un cuadro («Alegoría de la Villa de Madrid») en el que incluyó el retrato de José I en un gran medallón. El genio aragonés, pintor de la Corte bonapartista, fue condecorado con la Orden Real de España que los anti franceses despreciaron con el nombre de “la berenjena”. Ese medallón resume una parte esencial de la historia de España: el retrato goyesco de José I fue borrado mas tarde y sustituido por la leyenda del “2 de mayo”.

Las vueltas que da la vida. Que se lo digan al maestro Fernando Savater, a quien tanto admiré.  Mis hijos crecieron leyendo su «Ética para Amador». Imitando al duque de Rivas del XIX, mi filósofo de cabecera renegó el sábado pasado del liberalismo de Ciudadanos para apoyar las ideas reaccionarias de la señora IDA (Isabel Díaz Ayuso) tan próxima a la extrema de derecha de VOX. ¡Qué desencanto!

Francisco de Goya, pintor de la Corte

Con la derrota de Napoleón en 1814 y el regreso al trono de Fernando VII (llamado “el Deseado”, ¡qué paradoja!) se inició la persecución de los afrancesados. Había estallado la primera guerra civil del siglo XIX: liberales contra absolutistas. Y viceversa. Goya fue sometido a depuración por colaboracionista con el ejército invasor. Ese mismo año, poco antes de la llegada a Madrid del cínico rey felón, que juró la Constitución liberal de Cádiz y pronto la traicionó, Goya pintó a tiempo dos obras geniales que pudieron salvarle la vida y la hacienda: Los fusilamientos del 3 de mayo y La carga de los mamelucos. Con sus pinceles, se declaró patriota.

Duelo a garrotazos. Un cuadro premonitorio de Francisco de Goya

El rey felón acabó en 1824 con el trienio liberal, con la ayuda de las tropas francesas reaccionarias (los Cien Mil Hijos de San Luis), y restableció el absolutismo y la Inquisición. Goya murió en el exilio en Burdeos y el general Juan Martín, El Empecinado, fue ahorcado por orden del rey Borbón cuyo regreso había hecho posible luchando contra las tropas de Napoleón. Como en el poema del Mío Cid, “Dios, que buen vasallo si hubiese buen señor”.

Hoy, fiesta regional, se celebra en Madrid el heroísmo indudable de los militares Daoiz y Velarde, que desobedecieron a sus mandos naturales del Ejército español, y el arrojo civil del alcalde de Móstoles que, el 2 de mayo, declaró la guerra a Francia. Se rebelaron contra las instrucciones de Fernando VII quien, desde Francia, mantenido por Napoleón, había ordenado apoyar a las tropas francesas. Los sublevados también se alzaron contra la nobleza, el clero fernandino y no pocos ignorantes (que pronto gritaron «vivan la cadenas»). Una parte de España soñaba con el retorno del absolutismo y la Inquisición. La otra parte lo hacía con la Constitución liberal de Cádiz. Tras cientos de madrileños muertos a manos de los mamelucos en la Puerta del Sol y otros tantos fusilados al día siguiente en Príncipe Pío, el 2 de mayo de 1808 marcó el inicio trágico de nuestras múltiples guerras civiles entre dos bloques políticos difíciles de reconciliar desde la Constitución liberal de Cádiz de 1812 (la Pepa) hasta la Constitución de la Transición de 1978 a la que deseo larga vida.

 

Portada del libro de mi paisano el teniente general Andrés Cassinello

Es una pena que no sepamos la fecha exacta, en abril de 1808, del primer acto guerrillero de El Empecinado cuando dio muerte a dos soldados franceses en el Salto del Caballo, junto al Duero, cerca de Peñafiel. Por su cuenta y riesgo, el campesino Juan Martín se anticipó en varias semanas a los demás héroes del 2 de mayo. La leyenda cuenta que el futuro mariscal y capitán general del Ejército español, a quien también inmortalizó Goya, se sublevó contra las tropas de Napoleón para vengar la violación de una amiga suya por uno de esos dos soldados franceses.

Portada del libro de Ubaldo González Gauli

Así dio comienzo, con permiso de Viriato, la primera guerra de guerrillas moderna. Ese modo de luchar, de golpear y desaparecer, pegados al terreno, junto a la ayuda de las tropas inglesas del duque de Wellington y del “general invierno” de Rusia acabaron con el imperio de Napoleón Bonaparte. Desde entonces, gracias al Empecinado, la palabra castellana “guerrilla” ha sido adoptada por muchas otras lenguas. Hoy, injustamente, pocos se acuerdan de él. Siempre luchó por la libertad, en favor de un pueblo dividido, desagradecido y olvidadizo.