El arte es aquello por lo que todos debiéramos dejarnos seducir aunque sea sólo una vez en nuestra vida y atrevernos a ver cómo nos modifica por dentro. Pero puede que cruzar la línea de lo desconocido, de aquello que comprendemos poco y juzgamos demasiado, sea algo posible solo para algunos atrevidos.
Ocurre algo similar cuando, paseando por las calles de nuestra ciudad y nos encontramos frente al escaparate de una galería de arte. ¿Cuántos de vosotros habéis decidido cruzar la puerta y entrar? De no haberlo hecho, ¿cuántos ha sido porque pensáis que no tiene sentido si no queréis comprar? ¿o porque habéis sentido un pudor paralizante que os impide ir más allá del cristal?
Sin embargo y muy lejos de lo que comúnmente pensamos, debiéramos cruzar la puerta y ver, sentir y juzgar menos. Ese es el camino que, según la charla con dos grandes galeristas de nuestro país: Pilar Serra y Oliva Arauna debemos emprender para sentir la provocación del propio arte en nuestro interior.
El rechazo o el gusto son distintas caras de una misma moneda, pero son parte del viaje evocador del arte. Un paseo por por la transgresión, por la ruptura de límites y la censura de nuestras propias creencias. «El arte es libertad» es una frase que me ha dejado reflexionando; también que no hay que tenerle miedo, ni reparos ni prejuicios. No sólo es arte lo que gusta sino también lo que te traspasa aunque sea en forma de desagrado. Si hay algo que se remueve dentro de ti, está haciendo su efecto incluso la nada más absoluta.
En ese misterio de atreverse con el arte, estas dos mujeres nos dan una clase magistral desde sus más de tres décadas de experiencia, para perder la vergüenza y atrevernos a cruzar la puerta. Ellas nos demuestran que, más allá de lo que creemos, el arte es para todos, aunque lo queramos medir con la vara del elitismo.
Ellas nos dan las pautas para dejarnos llevar por la experiencia. «Además es gratis» entrar en las galerías y observar las obras expuestas, «incluso preguntar e informarse por los artistas». Un ejercicio libertado que termina por engancharte, por apasionarte y hacerte ver el mundo desde un lugar mucho más flexible y amplio.
Te aseguro que después de escucharlas, cuando vuelvas a cruzarte con una galería de arte, te acordarás de sus consejos, de sus palabras, de su sincera invitación a dejarte seducir sin más por lo que un cuadro, una escultura o una proyección te hacen sentir.