Este domingo votamos de nuevo y, no precisamente de alegría ni con B, sino con V y esperemos que sea de Victoria para que, al fin tengamos pronto un gobierno y se gestione el país que, poco a poco, arde sin que nos demos cuenta.
Aunque pareciera que el principal foco fuera el catalán, existen otras cuestiones que se deben abordar en los próximos años. Una de ellas es las pensiones. Hace apenas un mes, miles de pensionistas organizaron marchas desde las principales ciudades hasta llegar a la Puerta del Sol y el Congreso de los Diputados para reclamar la dignidad en ellas. Con carteles repletos de reclamas y advertencias tipo «viejos, pero no tontos», se muestran a la contra del sistema privado de pensiones y el copago farmacéutico.
Marchar y acompañarles fue detenerme a ver que la vida, más allá del enroque político, sigue. Ellos no se detienen ni en la lucha ni en la protesta de lo que consideran indigno: promesas de subidas incumplidas y una realidad que se acerca más a que éste no es país para viejos.
Más allá de las sospechas o insinuaciones de algunos medios que estas marchas pudieran estar organizadas por un partido u otro. Recomendaría que los mismos medios que ponen el foco en ello, también lo apostillaran en otras marchas.
Ellos, los jubilados, que caminaban en la protesta con semblante tranquilo, pacífico y, pudiera decir que casi festivo, tenían clara su opinión y, para sorpresa de algunos, incluso había quien expresó su deseo de no acudir este domingo a las urnas. Más allá de la predilección por un partido u otro, reclaman acuerdos, pactos estatales con un tema tan complejo como ese.
La realidad es que la deuda pública sube cada año; nuestro en endeudamiento sigue en escalada; la sociedad envejece, pero… ¿debemos renunciar a los derechos fundamentales? ¿Debemos recortarlos? Hay mucho por lo que debatir y hablar y nuestros jubilados deben estar, no en la trastienda de ese debate, sino en la página principal. No cómo una arma electoral sino porque vivimos, o quiero creer que podemos vivir en un país que es para todos.
A ellos les escucho, lo mismo que me escuchan. Es cuestión de practicarlo y dejar de mirar a otro lado o, construir discursos vacíos de promesas confusas. La madurez de nuestra democracia también se mide por saber abordar los temas complejos: no hay fácil solución, pero no se pueden quedar fuera o como medalla de elecciones.
Mira el vídeo y hagamos el esfuerzo de tenerlos más presentes.
T5 no hace prisioneros, eso esta claro.
08 noviembre 2019 | 9:36 am