Archivo de octubre, 2019

¿Por qué hay que ser feminista?

Por primera vez en 1792, una mujer llamada Mary Wollstonecraft escribió un texto reclamando los derechos de las mujeres. Ese fue el principio de la lucha feminista por la igualdad. “No deseo que las mujeres tengan poder sobre los hombres», dijo Woollstonecraft, “sino sobre si mismas”.

Más de doscientos años después, a pesar de la evidente evolución social, no sólo tecnológica sino de hábitos y costumbres, permitimos la confusión/difamación sobre el significado real del feminismo, remitiéndome a la RAE: «Ideología que define que las mujeres deben tener los mismos derechos de los hombres”. No siendo por tanto una lucha única de la mujer sino de la sociedad igualitaria, se construyen una imagen equivocada del movimiento, de la lucha y de las peticiones.

Esta semana salgo a la calle para preguntar por qué hay que ser feminista y las respuestas me confirman que la labor, aunque algunos insistan en que todo está hecho, es necesaria y el activismo, más que nunca, debe ser plural.

Seguimos comparando el machismo con el feminismo y, a las pruebas del propio vídeo me remito donde sólo una persona me rectificó, sabia y certeramente. Existe también la timidez, incluso el paso para atrás de reconocer el feminismo, como si fuera una etiqueta ( y creo poco en las etiquetas) peyorativa.

La historia es un claro ejemplo de discriminación y el presente, revela que la desigualdad persiste aunque se vaya acortando. Por el llamado dream gap infantil, por la igualdad de oportunidades, por la erradicación de estereotipos sexistas, por el homenaje a nuestras pasadas invisibles hay por lo que hay que seguir expresándose en clave feminista. Porque como dijo otra grande, Virginia Woolf, durante siglos anónimo ha sido a menudo nombre de mujer. Y no puede haber retroceso ni concesión de faltas sexistas todavía consentidas.

¿Por qué cuesta tanto enraizar el feminismo como un bien común? Clara Campoamor y otras muchas declararon hace un tiempo que «el nivel de civilización al que han llegado diversas sociedades humanas está en proporción a la independencia que gozan las mujeres». No son pocos los que ya creen que una sociedad igualitaria es mucho más rica, pero el reequilibrio de la balanza se vive como una pérdida de poder, de protagonismo o de alteración de las fuerzas; como si lo femenino se fuera a convertir en lo que ha sido lo masculino. Desvirtuamos por miedo, por desconocimiento y por dejadez en saber aquello que nos conviene a todos, a uno mismo, más allá de lo que nos cuenten.

¿Y tú? ¿Eres feminista?

¿De qué nos protegemos? ¿Tenemos miedo a sentir?

En los tiempos donde la tecnología cubre nuestras vidas de píxeles, accesibilidad y chats sin rostro, reflexiono sobre la capa invisible que construimos ante el miedo a mostrarnos y, sobre todo a sentir.

¿Qué nos impide mostrarnos?

En la sección de esta semana del canal de You Tube, elucubro sobre ello e invito a practicar la vulnerabilidad: a mostrarnos en nuestro cielo e infierno, a compartir aquello que nos duele sin sentir culpa, frustración o miedo.

Y me pregunto también: ¿a qué se debe ese miedo? Acaso debemos ir más a la escuela emocional y dejar un poco de lado el gobierno de la mente. En la gestión de nuestras emociones, pocos aprobarían y muchos suspenderíamos.

Mi queridísima Imma Puig, que ayer presentaba su libro Revolución Emocional en Madrid, constata que, tras la tecnológica, la cuarta revolución corresponde a la emocional. A imprimir la importancia de garantizar unas relaciones sinceras y transparentes. En la deliberación sobre este mundo que nos llama a la asolación con el caramelo del horizonte infinito y poderoso de distintos modos de comunicarnos, estamos abandonando el poderoso bálsamo liberador de la vulnerabilidad.

¿A qué le tenemos miedo? ¿Por qué decidimos callar y hacernos los fuertes?

Un paseo por los rincones de nuestras emociones, de nuestros cajones de sastre que piden ser acariciados, escuchados y entendidos… una reflexión a dejar de alejarnos y practicar el mantra «TE NECESITO» como un resonador que aleje la creencia de que la fragilidad nos debilita cuando, en realidad, es todo lo contrario.

Sirve para enterrar hachas invisibles y batallas de molinos quijotescos que suceden en nuestro interior. ¿Y sabes por qué? Porque decidimos escondernos al mundo y renunciar a nosotros.

Practica vulnerabilidad y súmate al mantra «TE NECESITO».

El futuro ya está aquí

¿Qué piensan las máquinas? ¿Podrán llegar a sentir? ¿Hasta qué punto la IA, la Inteligencia Artificial, llena nuestras vidas? Somos esclavos del online y hemos abandonado el off line?.

En el afterwork de mi canal de YouTube esta semana reúno a tres mujeres que caminan cada día en la delgada línea que separa el presente y el futuro. Son tres mujeres, impulsoras de startups, acostumbradas a un lenguaje y unas programaciones que llenan nuestras neveras, nuestros ordenadores, incluso nuestros gustos, pero a ojos comunes nos son invisibles. Según el autor de XXI cuestiones sobre el siglo XXI, el israelí Noah Harari, en no menos de treinta años más del cincuenta por ciento de la población pasará a ser ‘irrelevante’ por no trabajar un solo día en su vida o, simplemente, no ser tenidos en cuenta para las decisiones de valores de cambio sociales.

Desde que era pequeña hasta ahora, la sociedad se ha transformado y poco queda de entonces. El año dos mil llegó con una proclama futurista de un mundo que se parece bastante, aunque sin coches ni patinetes voladores todavía.

La palabra futuro sigue teniendo en todos un efecto reflexivo, inspiración e incluso de novelas, para los más mayores, de Asimov o Julio Verne, pero para ellas y otros como ellas, es sólo una palabra.

Cristina Aranda, cofundadora de Mujeres TECH: «El futuro está sucediendo ahora mismo». Coincide con ello la CEP de la Startup Gudog, Loli Garrido: «El futuro es ayer, llegamos tarde a muchas cosas».

En esta carrera perdida para estar en el tren del hoy tecnológico ya llamado futuro. ¿Cómo no perdernos? ¿Por dónde empezar? ¿Qué debemos tener en cuenta y qué descartar?.

Esta es una primera clase para dummies sobre cómo no morir en el intento y sobrevivir en el hoy tecnológico.

No quiero ser pesimista ni verme convertida en lo que decían mis abuelos: «nuestros tiempos eran mejores».

Comparto la visión de Marta Romero, Ceo de WorkToday: «El futuro me lo imagino apoyándonos mucho en la tecnología para poder dar soluciones nuevas”.

Claves para trazar tu propia línea del éxito

Éxito es una palabra que, aunque no viene de éxtasis, bien podríamos decir que es lo que provoca en muchos con el simple hecho de imaginarse en la llamada cresta de la ola.

En la sociedad de los sueños edulcorados con el poder, la fama y el reconocimiento, la carrera por alcanzar el éxito se ha convertido en una autopista muy transitada, pero con un tráfico muy desorientado por la falta de señales que orienten correctamente el camino.

¿Sabemos definir realmente lo que es el éxito? De pensar en la línea del éxito. ¿Cómo nos la imaginamos?

Nunca he creído en las fórmulas para alcanzar metas, pero sí en claves, en recomendaciones que nos ofrecen el norte adecuado para no perdernos en nuestra brújula.

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La mujer masterclass de esta semana es Sarah Harmon. Ella no sólo puede hablar por sus propios méritos, sino por la cantidad de estadísticas que manejaba en sus cinco años como CEO de Linkedin, la mayor red profesional del mundo.

Desde hace unos meses capitanea Habitissimo en España y Portugal y sigue sus mismas normas: no quedarse en la zona de confort y afrontar nuevos retos sin que el miedo le paralice.

Sarah nos habla de algo fundamental para alcanzar nuestro propio éxito: aprender cada día algo nuevo. Tener presente que igual que el mundo está en permanente movimiento, nosotros también y debemos estar preparados para cualquier cambio o circunstancia. Para ello hay que entrenar la resiliencia y saber que de los mayores fracasos se alcanzan, en la línea del éxito, las mayores cotas de la vida.

Desde mi charla con Sarah comprendí la importancia de establecer y fortalecer tu red relacional; no sólo para el trabajo sino también para lo personal. Porque son ellos, los que en los valles, te motivan, te sustentan y te recuerdan el propósito acordado: ser feliz con lo que tienes y con lo que haces. Eso podría ser una buena definición a todas las escalas de éxito.

Parece una obviedad, verdad. Día a día descubro que las mayores obviedades son las más difíciles de alcanzar.